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La obra se iniciaba con las vidas hoy perdidas de Epaminondas y Escipion, que irían probablemente precedidas de una introducción global y la dedicatoria a Quinto Sosio Senecion, amigo suyo y de Trajano ademas de dos veces cónsul, en los años 99 y 107. Asimismo, la mayoría de los pares de biografías incorporan un prologo y todas (salvo Temistocles-Camilo.
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Veröffentlichungsjahr: 2017
GAYO JULIO CÉSAR
I.- Arquidamo, hijo de Zeuxidamo, después de haber reinado con gran crédito en Esparta, de Lámpito, mujer apreciable, dejó un hijo llamado Agis, y otro más joven de Eupolia, la hija de Melesípidas, llamado Agesilao. Como por la ley correspondía el reino a Agis, Agesilao, que había de vivir como particular, se sujetó a la educación recibida en Lacedemonia, que era dura y trabajosa en cuanto al tenor de vida, pero muy propia para enseñar a los jóvenes a ser bien mandados.
Por esto se dice que Simónides llamaba a Esparta domadora de hombres, a causa de que con el auxilio de las costumbres hacía dóciles a los ciudadanos y sumisos a las leyes, como potros domados bien desde el principio, de cuyo rigor libertaba la ley a los jóvenes que se educaban para el trono. Así, hasta esto tuvo en su favor Agesilao: entrar a mandar no ignorando cómo se debía obedecer; por lo cual fue entre los reyes el que en su genio se avino y acomodó más con los súbditos, juntando con la gravedad y elevación de ánimo propias de un rey la populari-dad y humanidad que le inspiró la educación.
II.- En las llamadas greyes de los jóvenes que se educa ban juntos tuvo por amador a Lisandro, prendado principalmente de su ca-rácter modesto; pues aunque muy sensible a los estímulos de la emulación, y el de genio más pronto entre los de su edad, por lo que en todo aspiraba a ser el primero, y se mostraba irreducible e inflexible en la vehemencia de lo que emprendía, era, por otra parte, de aquellos con quienes pueden más la persuasión y la dulzura que el miedo, y de los que por pundonor ejecutan cuanto se les manda, siéndoles de más mortificación las reprensio-nes que de cansancio los trabajos. El defecto de una de sus piernas lo encubrió en la flor de su edad la belleza de su halagüeño semblante; el llevarlo con facilidad y alegría, usando de chistes y burlas contra sí mismo, lo disimulaba y que lo desvanecía en gran parte; y aun por él sobresalía y brillaba más su emulación, pues que ningún trabajo ni fatiga le acobardaba no obstante su cojera.
No tenemos su retrato, porque no lo permitió, y, antes, al morir encargó que no se hiciera ningún vaciado ni ninguna especie de imagen que representara su persona. La memoria que ha quedado es que fue pequeño y de figura poco recomendable; pero su festividad y su alegre buen humor en todo tiempo, sin manifestar enfado ni cólera, ni en la voz ni en el semblante, le hizo hasta la vejez más amable que los de la más gallarda disposición. Refiere, sin embargo, Teofrasto que los Éforos impusieron una multa a Arquidamo por haberse casado con una mujer pequeña:
“porque no nos darás reyes- decían-, sino reyezuelos”
III.- Reinando Agis vino Alcibíades de Sicilia a La cedemonia en calidad de desterrado, y a poco de residir en la ciudad se le culpó de tener trato menos decente con Timea, mujer del rey; el niño que de ella nació no quiso Agis reconocerlo, diciendo que lo había tenido de Alcibíades; de lo que escribe Duris no haber tenido gran pesar Timea, sino que, antes bien, al oído con las criadas le daba al niño el nombre de Alcibíades, y no el de Leotíquidas. De Alcibíades se refiere también haber dicho que, si había tenido aquel trato con Timea, no había sido por hacer afrenta a nadie, sino por la vanidad de que descendientes suyos reinaran sobre los Espartanos. Mas al cabo por esta causa salió Alcibíades de Lacedemonia, temeroso de Agis. El niño causó siempre sospecha a éste y no le miró nunca como legítimo; pero hallándose enfermo se arrojó a sus pies, con lágrimas, alcanzó que le declarara por hijo delante de muchas personas. Sin embargo, después de la muerte de Agis Lisandro, que ya había vencido a los Atenienses en combate naval, y gozaba del mayor poder en Esparta colocó a Agesilao en el trono, por no corresponder a Leotíquidas, que era bastardo; y, además, otros ciudadanos que tenían en mucho la virtud de Agesilao y el haberse criado juntos, participando de la misma educación, estuvieron de su parte también con el mayor empeño. Mas había en Esparta un hombre dado a la adivinación, llamado Diopites, el cual tenía en la memoria muchos oráculos antiguos y pasaba por muy sabio y profundo en las cosas divinas. Dijo, pues, que era cosa impía el que un cojo fuera rey de Lacedemonia; acerca de lo cual en el juicio recitó este oráculo: Por más ¡oh Esparta! que andes orgullosa y sana de tus pies, yo te prevengo que de un reinado cojo te preca-vas, pues te vendrán inesperados males, y de devastadora y larga guerra serás con fuertes olas combatida. A lo cual contestó Lisandro, que si los Espartanos daban valor al oráculo, de quien se habían de guardar era de Leotí-
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