Vidas paralelas VII - Plutarco - E-Book

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Plutarco

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Beschreibung

Plutarco - La obra se iniciaba con las vidas hoy perdidas de Epaminondas y Escipion, que irían probablemente precedidas de una introducción global y la dedicatoria a Quinto Sosio Senecion, amigo suyo y de Trajano ademas de dos veces cónsul, en los años 99 y 107. Asimismo, la mayoría de los pares de biografías incorporan un prologo y todas (salvo Temistocles-Camilo.

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VIDAS PARALELAS

TOMO VII

PLUTARCO

DEMETRIO - ANTONIO - DIÓN - BRUTO

ARTOJERJES - ARATO - GALBA – OTÓN

DEMETRIO

I.- Los primeros a quienes ocurrió la idea de comparar las artes a los sentidos me parece que a lo que principalmente atendieron fue a la facultad de formar juicio, con al que nos es dado discernir igualmente los contrarios en uno y otro género: porque en esto es en lo que convienen; mas diferéncianse en el referir a un fin lo juzgado y discernido. Porque el sentido no es más bien facultad de percibir lo blanco que lo negro, lo dulce que lo amargo, lo blando y que cede que lo duro y que resiste, sino que su misión es, tropezando con cada cosa, ser de todas movido y moverlas a todas, para trasladarlas a la inteligencia se-gún la impresión que le han hecho; pero las artes, dirigidas por la razón a la elección y consecución de su objeto propio, y a la repul-sión y fuga de su contrario, lo primero lo examinan por su misma institución y de propósito, y lo segundo por accidente; porque si la medicina atiende a la enfermedad y la mú-

sica a la disonancia, es para conseguir mejor la ejecución de los contrarios. Las más perfectas de todas las artes, a saber, la templanza, la justicia y la prudencia, no solamente juzgan de lo honesto, de lo justo y de lo útil, sino también de lo perjudicial, de lo torpe y de lo injusto; y no celebran la simplici-dad que se complace en no tener experiencia de los vicios, sino que la tienen por necedad y por ignorancia de aquellas cosas que importa sobre todo conocer a los que se proponen vivir bien. Los antiguos Espartanos hacían a los hilotas en sus festividades beber vino des-templadamente, y después los introducían en sus banquetes para que los jóvenes vieran por sus ojos la deformidad de la embriaguez; mas nosotros no tenemos por muy humano ni por muy político el procurar la corrección de unos por medio del desorden y la destemplanza de otros; creemos, sí, que de los que más se abandonaron, y en un gran poder y grandes negocios manifestaron una insigne maldad, puede quizá convenir que introduz-camos una o dos parejas para que también sus vidas sirvan de ejemplo; no a fe por el placer y diversión de variar nuestro cuadro, sino a la manera de lo que ejecutaba Ismenias de Tebas, que haciéndoles a sus discípulos oír a los que tañían bien la flauta y a los que la tañían mal, les decía después: “Así se ha de tocar”. Y a la inversa: “Así no se ha de tocar”. Antigenidas creía que los jóvenes oirí-

an con más gusto a los buenos flautistas después de haber oído a alguno malo; pues del mismo modo me parece a mí que nos dedica-remos con más ardor a observar e imitar las vidas ordenadas y buenas si no carecemos del conocimiento de las viciosas y vitupera-das. Contendrá, pues, este libro las vidas de Demetrio Poliorcetes y de Antonio el Triúnvi-ro, muy propios ambos para confirmar la máxima de Platón de que los caracteres extraordinarios así llevan los grandes vicios co-mo las grandes virtudes. Siendo ambos igualmente dados al amor, bebedores, belicosos, dadivosos, magníficos e insolentes, fueron también semejantes en los sucesos de fortuna; pues no sólo en vida consiguieron grandes victorias y tuvieron grandes descalabros, hicieron dilatadas conquistas, y las perdieron, y habiendo caído de un modo inesperado, por otro inesperado se levantaron, sino que perecieron también, el uno cautivo por sus enemigos y el otro estando muy próximo a que le sucediera lo mismo. II.- Habiendo tenido Antígono dos hijos de Estratonica, hija de Corrago, al uno, por el hermano, le puso el nombre de Demetrio, y al otro, por el padre, el de Filipo. Esta es la opinión más co-mún; pero otros dicen que Demetrio no era hijo, sino sobrino de Antígono, pues habiendo muerto su padre siendo todavía muy niño y casándose inmediatamente con Antígono su madre, fue tenido por hijo de éste, y que Filipo, que era más joven que Demetrio, murió de allí a pocos años. Era Demetrio en estatura más bajo que su padre sin embargo de ser alto; pero de una figura y belleza tan extraordinarias y admirables, que ni escultor ni pintor alguno pudo sacarle semejante: reunía a un tiempo lo festivo y lo grave, lo fiero y lo bello, y con lo juvenil y osado se veía mezclada una inimitable apacibilidad y majestad heroica y regio. Pues por el mismo término sus costumbres reunían también lo terrible y lo gracioso; porque siendo muy amable y el más jovial y voluptuoso de los reyes mientras estaba dado al regalo, a la bebida y a las francachelas, tenía por lo contrario, cuando los negocios lo requerían la mayor actividad, suma vehemencia e infatigable constancia.

Así, entre los dioses, al que más se preciaba de imitar era Baco, diestro en la guerra y en alimentar con ella la paz, y al mismo tiempo dispuesto para la alegría y el regocijo. III.-

Era sumamente amante de su padre, y con la atención y cuidado que prestaba a la madre daba seguras pruebas de que honraba al padre más bien por verdadero amor que por lisonjear su poder. Estaba un día Antígono ocupado en dar audiencia a unos embajadores, y llegando a este tiempo Demetrio de la caza, se acercó al padre y le besó armado como estaba, sentándose a su lado. Antígo-no, entonces, saludando en voz alta a los embajadores, a quienes ya había respondido,

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