Amar por arte mayor - Tirso de Molina - E-Book

Amar por arte mayor E-Book

Tirso de Molina

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Beschreibung

Amar por arte mayor de estado es una de las comedias de capa y espada de Tirso de Molina, también llamadas comedias palatinas. Se basa en una historia de amor galante entreverada con aventuras, articulada en torno a una trama de comedia de enredo.

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Seitenzahl: 92

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Tirso de Molina

Amar por arte mayor

[Indicaciones de paginación en nota1 .]

Saga

Amar por arte mayorCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726549324

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS

—fol. 1r→

DON TELLO. DON MELENDO. DOÑA BLANCA. DOÑA SANCHA. DON GARCÍA. DON LOPE. BERMUDO. DON ORDOÑO. DOÑA ELVIRA. DON SANCHO, rey.[Acompañamiento.]

Acto I

Salen DON TELLO de camino y DON MELENDO.

 

TELLO Don Lope2 Iñíguez, biznieto

del primer rey que en Sobrarbe

constituyó, aunque entre riscos,

reinos que el cielo dilate,

primo de don Sancho Abarca, 5

descendiente de la sangre

del Estúñiga Primero,

a quien debe España altares,

privaba merecedor

de blasones inmortales 10

con su rey, siendo en la corte

sin segundo, primer grande,

dando causa a siglos de oro

su valor, pues los alfanges

del Africano oprimidos 15

procuraban conservarse,

sin atreverse a sus sierras,

porque de su peso Atlante,

pudiera don Lope ser

el Jove destos Titanes. 20

Un ivierno pues, Melendo,

cuando el cielo en vez de estambres

hilando nubes a copos

viste los cerros y valles,

puso los ojos don Lope 25

en una dama, que alzarse

pudiera a afectar diademas,

con los desdenes de Dafne.

¡Con cuánta hermosura mienten

los egipcios en sus Taide[s], 30

los griegos en sus Elena[s],

los persas en sus Alpaides,

en sus Elisas los frigios,

los libios en sus Onfales,

los romanos en sus Porcias, 35

los medos en sus Campaspes!

Amábala el joven rey,

mas como es tan arrogante

—fol. 1v→

la belleza en las mujeres,

que no reconoce a nadie, 40

ensoberbeciola el verse

sobre esferas majestades,

Faetón3 de su presunción,

pues la obligó a despeñarse.

Desdeñó amores altezas 45

y antepuso calidades

vasallas a afectos reyes;

¡qué locas son las beldades!

Admitiendo pues servicios

de don Lope, señalarse 50

apeteció con él Venus

y con don Sancho Anajarte4 .

Paró el secreto amoroso

en necias publicidades,

que ocasionaron malicias 55

en corrillos populares.

Hasta que su rey lo supo,

y si celos son gigantes

en pretendientes humildes,

¿qué serán en pechos reales? 60

Llamó a don Lope su primo

y de[c]larándole aparte

sentimientos de su ofensa,

más que severo, amigable,

le pidió que desistiese 65

de deseos principiantes,

sin competir con coronas

jubiladas de rivales.

Propúsole otros empleos,

pero ya llegaron tarde, 70

que vive amor de imposibles,

mayor cuanto ellos más graves.

Con todo eso prometió

resistencias de diamante,

que se quebraron de vidrio 75

a los primeros combates.

Porque quejosa Isabela,

así se llama la fácil

ocasión destas desdichas,

de que más el poder mande 80

que la belleza en don Lope,

le notificó pesares,

que en sus ojos hechiceros

humedecieron corales.

Creció con la resistencia 85

el amor y así una tarde

le escribió Isabela hiciesen

atrevimientos; alarde

de que amor solo tributa

a hermosuras que adelanten 90

su jurisdición rebeldes,

más a más dificultades.

Fuela a ver favorecido

de tinieblas, que las partes

hacen siempre a amantes robos, 95

porque el sol no las declare;

y con una escala aleve,

cuyos pasos en el aire

de tantas honras bellidos

dieron muerte a tantos padres, 100

profanar osó balcones,

al tiempo que su rey sale

notificando desvelos

al silencio de una calle.

Vio que la escala tercera 105

admitida, su estandarte

iba a enarbolar amor

sobre el más alto homenaje

de la fama, que es la honra.

Y a los primeros umbrales 110

de la ofensa el pie atrevido

del determinado amante,

llegó el rey, volcán de celos

y cortando el cordel frágil

de aquel insulto ministro, 115

a don Lope prender hace

por la guarda que convoca.

Bien pudiera retirarse

—fol. 2r→

o a no estar su rey presente

vestir de nuevos esmaltes 120

el siempre tímido acero,

porque la experiencia sabe

que a sus filos generosos

la misma muerte es cobarde.

No lo hizo por leal, 125

ni lo otro por turbarse,

ocasionando tragedias

y sirviéndole de cárcel

la fuerza más enriscada

que en la cerviz arrogante 130

de aquellos ásperos montes

cierra el paso a Roncesvalles.

Preso en efeto y huyendo

la dama a Francia, amistades

vio don Lope quebradizas, 135

que juzgaba incontrastables.

Y faltaron a la prueba,

que a tiro de adversidades,

no hay Zopiros Babilonios,

Sinones son los Acates, 140

aumentaron lisonjeros

indignaciones mortales,

en el rey, que los dio oídos.

Porque en fee de ser cobardes,

las desdichas nunca vienen 145

una a una, que los males

se precian de acometer

en cuadrillas como alardes.

Aplaudioles el enojo

de don Sancho y porque acaben 150

de una vez celos y envidias,

resolviéndose en matarle,

lo hiciera, a no darle aviso

amigos, que por librarle

de aquel riesgo, le descuelgan 155

por el muro y pisa el margen

deseado de su foso,

donde acudiendo parciales

para el caso prevenidos,

los obliga a que le saquen 160

de aquel sitio y de aquel reino.

Vengose el rey con quitarle

los estados y opinión,

y hay en León quien se alabe

haberle visto en Asturias, 165

puesto que en toscos disfraces,

como los dos sois tan deudos

y tan amigos, añaden

a los primeros indicios

estotros y son bastantes, 170

a que Ordoño agora intente

venir a certificarse,

si es verdad, porque desea

con el navarro hacer paces;

entregándole a don Lope, 175

y yo porque libre os halle

del riesgo destas sospechas,

quise conde, adelantarme.

Consideraldo ahora bien

y si es justo que amistades 180

se favorezcan por vos,

que ofenden dos majestades.

MELENDO Puesto que estimo en mucho

los avisos, don Tello, que os escucho,

os juro que engañado 185

puede venir el rey mal informado,

que le desirvo en eso.

Porque ni de don Lope, ni su exceso

hasta agora he sabido,

—fol. 2v→

ni tanto en su amistad he merecido, 190

con más breve distancia

que las Asturias se divide Francia,

de Navarra y Pamplona,

que a semejantes fugas ocasiona.

TELLO No logra la mentira 195

máquinas maliciosas.

MELENDO Doña Elvira

sentirá justamente,

que sin verla os volváis. El inocente

desprecia disparates

de la envidia; no temo sus combates. 200

Venid a visitalla,

que la verdad responde cuando calla.

(Vanse.)

 

(De camino bizarra DOÑA BLANCA, infanta, DOÑA SANCHA, su dama, y acompañamiento.)

 

BLANCA ¿Cuánto dista de aquí Oviedo?

[ACOMPAÑANTE] Ocho leguas peñascosas,

1.° si a la vista deleitosas, 205

gigantes que ponen miedo.

A los pies para subillas

y al tiento para bajallas.

BLANCA La costumbre de cursallas,

facilita el admitillas. 210

Este valle es apacible,

si mal acondicionado,

aquel monte que elevado

se ensoberbece imposible.

Mientras da el calor licencia, 215

que sus faldas rodeemos,

sus privilegios gocemos,

huyendo la residencia

del sol, que pesquisidor,

todo lo asuela y abrasa, 220

buscad sombras mientras pasa,

que os libren de su rigor

y avisad cuando os parezca,

que se templa su osadía

y la senectud del día, 225

rayos mengüe y sombras5 crezca.

 

(Quedan solas.)

 

SANCHA Si el favor con que me ampara

vuestra alteza, se atreviera

a exceder hoy de su esfera,

no sé si la preguntara. 230

BLANCA ¿Qué, doña Sancha?

SANCHA ¿A qué efeto,

si al rey su hermano aguardamos

y en León nos alegramos,

de que a pesar del secreto,

que amor hasta aquí ha tenido, 235

si es posible que en él le haya,

viene el duque de Vizcaya,

de vuestra alteza escogido

y de nuestro rey llamado?

Digo, ¿a qué efeto se pone 240

en camino y no dispone

el alma que le ha entregado

a que en León le reciba?,

que juzgará a disfavor

los retiros de su amor, 245

—fol. 3r→

si ausente el verle le priva.

BLANCA ¡Qué de cosas has mentido

entre las que has preguntado!

Cuando el duque sea llamado,

sabes, ni que es admitido. 250

Bien pudo llamarle el rey

mi hermano y señor, bien pudo

un consentimiento mudo

quejarse en mí de la ley

que introdujo la costumbre 255

en las de mi calidad,

pues contra la libertad

dan al alma pesadumbre.

Mas no sé si podré yo

acabar, Sancha, conmigo, 260

admitirle, aunque me obligo

a lo que el rey prometió.

¡Triste cosa que hayan dado

las coronas inhumanas

en desterrar sus hermanas, 265

por sola razón de estado!

Sancha, el duque viene y yo

como sé que en las Asturias

contra violencias injurias,

la inocencia amparo halló. 270

Imploro su antigua ley

y busco, no sé si en vano,

a Ordoño, aquí como hermano,

que en León le tiemblo rey.

Mas oye, en aquella mata 275

al tronco de aquel aliso,

que en ese arroyo Narciso,

envidias de sí retrata.

Un nido de ruiseñores,

amoroso se querella, 280

fundando capilla en ella

de naturales cantores,

Orfeos son destas selvas,

sus padres están con ellos,

¡ay si pudieses cogellos! 285

SANCHA Yo voy.

(Vase.)6

BLANCA Ojalá no vuelvas.

¡Ay amigas soledades

que al paso que más incultas,

desvanecéis por ocultas

rústicas severidades! 290

Libertades

os da el escondido suelo,

solo sujetas al cielo

en el ivierno y verano,

sin favor del hortolano, 295

gozáis ya el sol, ya la nieve,

no se atreve

a ofenderos tosca mano.

¡ Qué ventura,

que solo el tiempo os destroce, 300

cuando el sol solo os conoce

y en esta selva segura,

lo que vuestra vida dura,

libres siempre, nadie os goce!

¡Quién imitaros pudiera!, 305

¡de ajena jurisdición,

por más grave, más severa!

No pechera

vuestra amenidad al susto,

della hoz en brazo robusto, 310

por vuestra cuenta corréis,

remozáis, si envejecéis

y a nadie favor pedís.

Si os vestís,

a vosotras os debéis 315

hoja y flores,

vuestro mismo amor os cría,

de vosotras monarquía,

libres de ajenos rigores,

feliz Narciso en amores, 320

que no admitió compañía.

Feliz el fénix también,

que privilegia desvelos

y jubilado de celos,

—fol. 3v→

solo a sí se quiere bien. 325

No el desdén,

no la sospecha inconstante

teme de sí mismo amante,

burla al tiempo y la fortuna.

Siempre pira, siempre cuna, 330

en nidos de aromas samios,

epitalamios

solo, a sí solo se canta.

Y amoroso

padre, hermano, dueño, esposo, 335

para sí, como en sí reina,

nácar y oro en plumas peina.

¿Qué mucho que en dicha tanta

envidie a un ave una infanta,

esta esclava, aquella reina? 340

 

(DON LOPE y BERMUDO.)

 

BERMUDO O embarcarnos o perdernos,

porque Ordoño en tu demanda

no a caza de gangas anda,

sino a caza de cogernos.

Es un Herodes Ordoño 345

y tú y yo como inocentes,

sino escusas accidentes,

o nos vuelven en madroño

vive Dios.

LOPE Calla Bermudo.

BERMUDO Que demos venganza cruel 350

de ti y de doña Isabel,

a los aprietos de un ñudo,

¿qué tenemos que esperar?

Gijón es fin de la tierra,

de Europa y de Ing[a]laterra. 355

Güele el puerto y besa el mar,

una nave de Plemúa

aguarda las vergas altas,

si su plaza de armas saltas

y calles de golfos rúa, 360

trocando españolas cortes,

sus soplones desmentimos

y si aquí príncipes fuimos,

seremos allá Milortes.