Amar por razón de estado - Tirso de Molina - E-Book

Amar por razón de estado E-Book

Tirso de Molina

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Beschreibung

Amar por razón de estado es una de las comedias de capa y espada de Tirso de Molina, también llamadas comedias palatinas. Se basa en una historia de amor galante entreverada con aventuras, articulada en torno a una trama de comedia de enredo.

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Seitenzahl: 87

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Tirso de Molina

Amar por razón de estado

 

Saga

Amar por razón de estadoCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726549317

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS

LEONORA, viuda.CARLOS, duque de Cléves.LUDOVICO, marqués.ENRIQUE, caballero.ISABELA, dama.RICARDO, viejo.LA DUQUESA, su esposa.Dos criados.

La escena es en Cléves, en una quinta del DUQUE, a diez leguas de allí, y en otra inmediata.

Acto I

Una quinta del DUQUE.- Jardín con un costado del edificio.

Escena I

LEONORA y ENRIQUE, a una ventana, de la cual pende una escala.

 

LEONORA Enrique, el sol nos da prisa;

con esperezos la aurora,

si celosa de mí llora,

mis pesares le dan risa.

ENRIQUE ¡Qué presurosa que pisa, 5

mi bien, el cóncavo espejo,

de sus celajes bosquejo!

¡Qué bien muestra a su pesar,

en su mucho madrugar,

que tiene el marido viejo! 10

¡Oh! ¿quién candados pusiera

a las puertas de su oriente,

porque presa eternamente,

eterna mi dicha hiciera?

¿Quién, rompiendo la vidriera 15

por donde su luz traspasa,

pusiera a sus cursos tasa,

y impidiéndola el correr,

la hiciera, pues es mujer,

que aprendiera a estarse en casa? 20

¡No estuviera yo en Noruega,

donde hay noches tan corteses

que regalan por seis meses

a quien a su clima llega!

LEONORA Si amor en ellos sosiega, 25

¿de qué, mi bien, serviría

tan prolongada alegría,

habiéndola de lastar

llorando, con esperar

otros seis meses de día? 30

No alargues con dilaciones

recelos de nuestro daño;

mira que a dichas de un año

riesgo de un instante pones.

Baja, mi bien.

ENRIQUE Escalones 35

de mi muerte bajaré.

(Baja el primer paso.)

¿Cuándo a verte volveré?

¿Eso pregunta quien ama,

y ausente del sol la llama,

de su fuego esfera fue? 40

Mientras está en Belpaís

el Duque, y la noche oscura

miedos del sol asegura,

¿qué preguntas?

ENRIQUE Vos decís

que me amáis, ¡y permitís 45

que me vaya!

LEONORA Es el temor,

ayo cruel del honor,

y el sol que a nacer empieza,

en su misma luz tropieza

por descubrir nuestro amor. 50

¿Bajaste ya?

ENRIQUE El primer paso.

LEONORA Adiós, pues.

ENRIQUE Oye de aquí

quejas del alma.

LEONORA ¡Ay de mí!

Vete, Enrique, y habla paso.

ENRIQUE Si hicieras, Leonora, caso 55

de mis penas...

LEONORA Si te ve

el sol...

ENRIQUE Ya, mi bien, bajé

(Baja otro.)

otro escalón; que violenta

mi fe, los pasos me cuenta,

y no la haces de mi fe. 60

LEONORA Repara, amores, por Dios,

que no es amante discreto

quien pone a riesgo el secreto.

ENRIQUE Reparad en mi amor vos.

LEONORA Voyme.

ENRIQUE (Baja otros dos.)

Ya bajé otros dos. 65

LEONORA No ocasiones mi cuidado.

ENRIQUE Mi bien, ¿pues qué juez no ha dado

lugar que en cada escalón

siquiera hable una razón

el más vil ajusticiado? 70

LEONORA Mira que ya son las hojas

ojos de Argos, que nos ven

deste jardín.

ENRIQUE ¡Ay mi bien!

Yo te adoro y tú te enojas.

(Acaba de bajar.)

LEONORA Temo.

ENRIQUE (Acabando de bajar)

Cesen tus congojas; 75

que ya me voy. Goce el sueño.

la gloria que en ti le empeño.

LEONORA ¿Soltaré la escala?

ENRIQUE Sí.

LEONORA ¿Vaste?

ENRIQUE Voyme, y quedo en ti.

LEONORA ¡Ay dulce esposo!

ENRIQUE ¡Ay mi dueño! 80

 

(Suelta LEONORA a la escala y se retira.)

Escena II

El DUQUE, dos criados.- ENRIQUE.

 

DUQUE ¿A estas horas hombre aquí?

Matalde, si no se da.

ENRIQUE (Aparte.)

Ya, Amor, descubierto está

vuestro secreto por mí.

Restaure el acero agora 85

culpas que por tardo os doy.

DUQUE ¿Quién eres?

ENRIQUE Un hombre soy.

DUQUE Pues ¿qué haces aquí a tal hora?

ENRIQUE Idolatrar estas piedras,

de mi hechizo semejanza 90

y comparar mi esperanza,

a sus siempre verdes yedras.

DUQUE ¿Amas en palacio?

ENRIQUE Adoro.

DUQUE ¿A quién?

ENRIQUE Si fueras discreto,

no ofendieras al secreto, 95

de amor más rico tesoro.

DUQUE ¿Por dónde al parque cerrado

entraste?

ENRIQUE Si amor es ave

que penetrar nubes sabe,

¿qué preguntas?

DUQUE Al sagrado 100

deste lugar, es delito

entrar de noche.

ENRIQUE Al Amor,

que es el monarca mayor,

ningún lugar le limito.

DUQUE Di quién eres.

ENRIQUE Todo yo 105

soy amor, y no soy más.

DUQUE Si te encubres, morirás.

ENRIQUE Amor esfuerzo me dio

para defenderme.

DUQUE Muera.

ENRIQUE Mal mi valor conocéis. 110

 

(Echan mano a las espadas de los cuatro, y éntranseacuchillando el DUQUE y ENRIQUE; los criados huyen alpunto.)

 

DUQUE (Dentro.)

¡Valiente brazo! ¿Qué hacéis?

¿De un solo hombre huís?

Escena III

El DUQUE y ENRIQUE, volviendo a salir.

 

DUQUE (Retirándose de ENRIQUE.)

Espera:

advierte que el Duque soy.

ENRIQUE Vuestra Alteza me perdone,

si mi espada se le opone; 115

y porque resuelto estoy

de morir, antes que sepa

quién la espada le ha ganado,

(venturoso desgraciado,

aunque en mi valor no quepa, 120

el justo merecimiento

que consigue mi osadía)

Vuestra Alteza honre la mía,

porque con la suya intento

dar principio a mi ventura 125

y mi sangre ennoblecer.

DUQUE Tu valiente proceder

de mi enojo te asegura.

Dos criados me has herido,

pero no temas por eso. 130

ENRIQUE Que me ha pesado confieso

aunque en mi defensa ha sido.

DUQUE Descúbrete, caballero.

ENRIQUE Vuestra Alteza tiene fama

de cruel contra quien ama 135

sangre suya, y de aquí infiero

lo mal que me puede estar

hacer de quién soy alarde.

El sol sale; adiós, que es tarde

y indecente este lugar. 140

(Vase.)

Escena IV

El DUQUE.

 

DUQUE ¡Determinado valor!

¿Qué es esto? ¡Válgame el cielo!

Una escala está en el suelo.

Cayó por ella mi honor

El arrogante embozado 145

autor de mi afrenta ha sido;

que el peligro hace atrevido

al más cobarde culpado.

¿Qué hay que dudar? ¿No me dijo:

«Vuestra Alteza tiene fama 150

de cruel contra quien ama

sangre suya»? Si colijo

de aquí consecuencias llanas,

a mi sangre fue traidor,

y torpe ofende mi honor 155

una de mis dos hermanas.

¿Si será Leonora? No;

que en su temprana viudez

la virtud ha sido juez

de que Artemisa perdió 160

el casto blasón con ella.

¿Será Isabela? Tampoco,

pues al deseo más loco

reprime ardores de vella.

Pues ¿quién será de las dos, 165

si no tengo en Belpaís

otra sangre? ¿Qué decís,

honra, en estas dudas vos?

Este cuarto es de Leonora

y de Isabela; esta escala 170

en la culpa las iguala,

si cómplice, acusadora.

Para poder sentenciar,

información se ha de hacer.

¿Vos sois casa de placer? 175

Mejor diréis de pesar.

¿Llamaré gente que siga

mi enemigo? Sed más sabio,

honor mío; que el agravio

no lo es mientras no se diga. 180

Ni el sol que empieza a nacer,

con verlo todo y ser mudo,

de las ofensas que dudo

testigo tiene de ser.

El tiempo dará noticia 185

de quién es quien me ofendió,

pues en mi espada llevó

la insignia de mi justicia.

Ella le dará castigo,

pues aunque encubrirse prueba, 190

no va seguro quien lleva

a la justicia consigo;

y yo guardaré entre tanto,

este instrumento agresor.

Tratos de cuerda el amor 195

da a la honra; no me espanto

que os venza, mudable hermana,

pues la más firme mujer

frágil cuerda viene a ser,

y la más cuerda, de lana. 200

(Bájase a tomar la escala, halla papeles rotos y

cógelos.)

Papeles pedazos hechos

hay por aquí, que arrojados,

son despedidos criados;

y descubriendo sus pechos

podría ser que se vengasen 205

de quien los despedazó.

Sospechas, ¡dichoso yo,

si en verdades os trocasen!

Esta letra es de Leonora.

Medio renglón dice ansí: 210

(Lee.)

Mi bien, cuando estoy sin ti...

Más indicios hay agora,

Isabela, en tu favor,

que a Leonora culpa dan...

¡Qué dichoso que fue Adán, 215

libre de riesgos de honor!

(Lee.)

Mi bien, cuando estoy sin ti...

¿De tú Leonora, y mi bien

a un hombre, y no sé yo a quien?

Viuda noble que habla ansí, 220

muy adelante está ya

en materia de afición.

Leamos otro renglón;

que puesto que roto está,

si indicios de estotro iguala, 225

no habrá que imaginar más.

(Lee.)

Mañana a verme vendrás...

y estotra noche la escala.

Bien los delincuentes pinta

la sospecha, sabio Apeles, 230

en estos rotos papeles.

(Lee.)

La respuesta en esta cinta.

No entiendo esto; alguna traza

para escribirse los dos,

les dio el mal nacido dios. 235

(Lee.)

Éste dice: Duque a caza.

Es verdad, ayer salí.

(Lee.)

Cinta, asegura cuidados

de enemigos no excusados.

Ya este misterio entendí. 240

Leonora le escribiría,

y por guardar el respeto

al siempre cuerdo secreto,

de una cinta colgaría

el papel, el sol ausente, 245

porque acudiendo por él

su amante, aliviase en él

llamas de su amor ardiente.

Vendría de noche en fin,

y la cinta serviría 250

de tercera, y llevaría,

cuando entrase en el jardín,

la respuesta, cuerda y muda.

¡Nuevo modo de querer!

Mas ¿qué no hará una mujer, 255

si sobre discreta es viuda?

Enemigos no excusados.

Los vivos terceros llama;

bien dice, porque la fama

anda enferma entre criados. 260

Si, como supo guardar

secretos, guardar supiera

papeles, poner pudiera

escuela nueva de amar.

Ahora bien, yo he de saber 265

con industria y con secreto

quién es el feliz sujeto

que en Leonora pudo hacer

tan no pensada mudanza;

mi espada lleva, y la suya 270

me dejó por ella; arguya

quién puede ser, mi venganza.

A la corte he de volverme;

que tal vez en la lleneza

del campo está la grandeza 275

a peligro, donde duerme

el cuidado. Torre, quinta,

no veré más vuestras flores

que dan entrada a traidores,

y hacen tercera una cinta. 280

(Vase, llevándose la escala.)