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Amazonas en las Indias es el segundo volumen de la trilogía dramática sobre la Familia Pizarro escrita por Tirso de Molina tras su estancia en la Hispaniola, actual República Dominicana. Este segundo volumen está dedicado al conquistador Gonzalo de Pizarro.
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Seitenzahl: 84
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Tirso de Molina
Saga
Amazonas en las IndiasCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726549294
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Hablan en él las personas siguientes.
Menalipe. Don Diego de Almagro.
Martesia. Don García de Alvarado.
Gonzalo Pizarro. Juan Balsa, soldado.
Caravajal.
(Tocan a guerra y salen peleando Menalipe, Martesia y otras amazonas.
La primera con hacha de armas, la
otra con un bastón y todas con arcos
y aljabas de flechas a las espaldas;
y contra ellas españoles bizarros,
entre los cuales salen Francisco Caravajal y Gonzalo Pizarro, llena este la rodela de flechas y retirando
a Menalipe sin sacar la espada. Van
peleando, entrando y saliendo, hasta
que quedando solos don Gonzalo y Menalipe dicen:)
Menalipe Matadme estas harpías
que con presencia humana
el privilegio a nuestra patria quiebran,
no pierdan nuestros días
la integridad antigua, aunque inhumana, 5
que ilustran tantos siglos y celebran.
No estas arenas pisen
plantas lascivas de hombres
que, obscureciendo nuestros castos
nombres,
cobardes por el mundo nos avisen 10
que no sabemos abatir coronas.
¡A ellos, invencibles amazonas!
Martesia ¿Qué importa el animarnos?
¿El dar voces qué importa,
si ni en ellos el hacha de armas
corta, 15
ni las flechas vitoria pueden darnos,
pues con poblar esas regiones sumas,
temblando el sol de verlas,
el ánimo perdemos con perderlas
y adornando sus galas, 20
en vez de darles muerte les dan
alas?
(Éntranse todos si no son don Gonzalo y Menalipe.)
Gonzalo ¡Oh región belicosa!
¡Oh sol, que en el ocaso donde mueres
por guarda de tu pira luminosa
influyes tal valor en las mujeres! 25
¿Qué prodigio, qué encanto
en pechos femeniles puede tanto?
Las fábulas que en Grecia
Alejandro, por ser de Homero, precia,
a Palas eternizan, 30
a Tomiris pirámides levantan
y a la madre de Nino solennizan,
mienten, por más que sus historias
cantan,
si con estas se atreven
a competir, por más valor que prueben. 35
¡Que en los límites últimos del orbe,
armada la hermosura,
nuestro valor estorbe
y en trance de tan bélica fortuna
nos ponga una república que, sola, 40
sin admitir varones,
forma del sexo frágil escuadrones
y se atreve a sacar sangre española!
Aquí Naturaleza
el orden ha alterado 45
que por el orbe todo ha conservado,
pues las hazañas junta a la belleza.
¡Vive, pues, mi valor, el cielo vive!,
que aunque a sus manos muera,
no he de sacar la espada que apercibe 50
a la infamia ocasión si sale fuera
y en sangre femenil su temple esmalta.
¡Supla el esfuerzo si el acero falta!
Menalipe Hombre, ¿por qué no miras
mortales amenazas de mis iras? 55
¿Por qué si te defiendes,
la espada ociosa, mi valor no ofendes?
A furia me provoco;
o me tienes en poco
o ya desesperado 60
a mis manos morir quieres honrado.
Gonzalo Armígera Belona,
los que nacieron, como yo, al respeto
que la fama corona
obligados, y estiman el conceto 65
en que el valor los pone,
adoran las bellezas,
y por más que ocasione
el peligro su enojo, las noblezas
en defender las damas se ejercitan 70
y en fe desto su amparo solicitan.
Amarlas y servirlas
es solo mi blasón, pero no herirlas.
Menalipe ¿Agora cortesías?
¡Qué mal conoces presumpciones mías75
si juzgas por favor estos rigores!
Aguarda y llenarete de favores. (Dale un golpe.)
Gonzalo Bizarro aliento, airosa valentía;
feliz región que prodigiosa cría
en tan remota parte 80
a Venus tierna transformada en Marte.
La industria, esta vez sola,
sin armas ofensivas
acredite mi sangre que, española,
refrenando las manos vengativas 85
sabe sin ofender tales bellezas
vencer peligros y lograr destrezas.
(Éntranse retirando don Gonzalo a
Menalipe sin sacar la espada, y salen Caravajal y Martesia peleando.)
Martesia No tengo de matarte aunque pudiera,
que si lo apeteciera,
aunque su esfuerzo en ti depositara90
cuanto vigor, aliento, bizarría
tu heroica sangre cría,
aunque Alcides en ti resucitara
su espíritu gigante
(aquel en cuyos hombros 95
eternizando asombros,
pedestal de los cielos como Atlante,
fió su alivio en ellos),
hay más valor en mí que en todos
ellos.
Caravajal ¿En qué anales, archivos o memorias100
has aprendido historias
si en tan remoto clima
(¡oh bárbara arrogante toda enigma!)
no hay quien saber presuma
los útiles desvelos de la pluma? 105
¿Cómo hablas el idioma
que España por sus minas ferió a Roma?
¿Quién te enseñó el estilo
de la elocuente lengua castellana?,
que puesto que hasta el Nilo 110
haya llegado y a la zona indiana
preceptos de elegantes,
aquí no, que hasta agora
el mundo todo este jirón ignora.
Martesia Dudas discreto, pero no te espantes,115
que tal divinidad mi pecho encierra
que oráculo soy, pasmo desta tierra.
Los hombres y los brutos
veneran mis preceptos absolutos;
los tigres, los leones, 120
sierpes y basiliscos,
habitadores desos arduos riscos,
vendrán, si los convoco, en escuadrones;
las islas animadas,
promontorios de escamas y de espinas125
(ballenas digo), de mi voz forzadas
cubrirán esas olas cristalinas
y desde ellas poblando estas arenas
alistaré caimanes y ballenas.
No están de mis conjuros 130
los astros, los planetas, tan seguros
que si los doy un grito
no truequen por mis plantas su distrito.
Escalas pongo al cielo,
sobre los vientos vuelo 135
y a imitación del sol que al indio
admira,
mi agilidad, como él, los orbes gira.
¿Espantaraste agora
(si esto te certifica la experiencia)
que quien registra cuanto su luz dora 140
tenga noticia de cualquiera ciencia
y hablando en todas lenguas tus vocablos
pronuncie?
Caravajal Calepino sois de diablos.
Mejor labráis en habas que en la
aguja,
mas, ¿cómo no sois vieja siendo bruja? 145
Martesia Francisco, tu valor...
Caravajal ¿También mi nombre?
Martesia Caravajal tu patria te intitula.
Tu valor, pues, me hechiza: no te
asombre
si vieres que mi amor por él te adula.
Sé las hazañas grandes 150
que en Navarra, Milán, Sajonia y
Flandes
sirviendo al quinto Carlos te eternizan.
Cuando lo hechizo todo, estas me
hechizan.
Las paces sé de Europa
y que por ser tu profesión la guerra, 155
el mar del Norte favorable en popa,
nuevos orbes te ofrece, nueva tierra;
y los sales del Sur atropellando,
fama, más que metales, vas buscando.
Quédate aquí, serás mi esposo y dueño, 160
haré por causa tuya
que la ley rigurosa se destruya
desta región y su infecundo empeño.
Gozarán por mi amor las amazonas
el tálamo hasta agora aborrecido; 165
sepultará crueldades el olvido.
El cuello rendirán las amazonas
al apacible imperio
de amor, que hasta aquí fue su vituperio.
Todo esto cesará si satisfaces 170
los castos deseos míos;
eterna paz tendrás si estimas paces;
si guerra anhelan tus bizarros bríos,
canoas y piraguas
te cubrirán las fugitivas aguas 175
de ese jayán monarca de los ríos.
Conquistarante en ellas
provincias comarcanas,
ejércitos armados de doncellas
tan exentas de amor cuanto inhumanas. 180
La reina y yo, español, somos hermanas;
ella el título goza solamente,
yo el uso y el gobierno.
Francisco, la ocasión logra presente.
Caravajal Señora comisaria del infierno, 185
no acepto matrimonios
en que entran a la parte los demonios.
Vuesa merced predique
esa seta en Marruecos o en Mastrique
y defiéndase agora 190
trayendo contra mí diablos de esgrima;
veremos si con ellos me enamora.
Martesia Pues guárdate de dar la vuelta a Lima,
que por cruel y a mis suspiros falso
perderás la cabeza en un cadahalso.195
Caravajal Desdorara su fama si no fuera
su oficio bruja, fondo en agorera.
Haga para escaparse algún conjuro,
que ni presagios creo,
ni me asombran peligros que no veo,200
ni los diablos alcanzan lo futuro.
Martesia ¡Oh loco presumido!
¿Luego imaginas de la oferta mía
que en lugar de afición es cobardía?
Aguarda pues, grosero, inadvertido.205
Caravajal Bruja tahúr con brindis de marido,
probad destos requiebros si soy
tierno, (Pelean.)
que yo os daré despachos al infierno. (Vanse.)
(Salen don Gonzalo, defendiéndose con una mano herida, y Menalipe peleando con él.)
Menalipe Acaba ya de rendirte
pues rehusas ofenderme. 210
Gonzalo Ardides han de valerme
cansado de resistirte.
(La rodela al pecho cierra con Menalipe y quítala las armas.)
Menalipe ¿Qué haces, hombre?
Gonzalo Desarmarte
de superfluos instrumentos.
¿De qué sirven los violentos 215
si puedes aprovecharte
desos ojos soberanos
que, apacibles homicidas,
abrasando quitan vidas,
vitoriosos atan manos? 220
¿Hacha de armas para qué,
si en vez de hachas miro en ellos
dos soles de incendios bellos
en que, fénix, me abrasé?
Para que triunfes de España 225
las flechas y el arco deja.
¿No es arco en ti cada ceja?
¿No es arpón cada pestaña?
Ese de azabache bello
monte que mi asombro alaba, 230
¿de rayos no es una aljaba?,
¿no es flecha cada cabello?
¿Pues qué más armas pretendes
si en fuego y nieve deshecho,
lo que hielas con el pecho 235
con las mejillas enciendes?
Enfrena severidades,
pues que con armas prohibidas
cuando das al deseo vidas
das muerte a las libertades. 240
Menalipe Si supieras cuán de acero
tengo el alma que hasta agora
mentiras de amor ignora,
no engañaras lisonjero.
Palabras desaprovechas; 245
saca la macana oculta
y con ella me consulta
tu amor, que si anda con flechas
el que vuestra España os pinta
para engañar simples damas, 250
sin que temamos sus llamas
nuestra profesión distinta
por dios adora al desdén.
Pues si en contrarios extremos
a los hombres nos comemos, 255
¿cómo los querremos bien?
Carne humana es el manjar
que alimenta nuestra vida.
¿Pero de sangre teñida
la mano? Me haces dudar 260
que estás herido.
Gonzalo El amor,
que en las venas predomina,
por esta al alma encamina
para admirar tu valor,
y en fe de ser más que humano 265
rindiéndote estos despojos,
no contenta con los ojos,
te sale a ver por la mano.
Menalipe Ponte en ella este listón
con que restañarla puedas, 270
que a falta de vuestras sedas
los teje acá el algodón. (Dásele.)
Gonzalo Mucho de mi tierra sabes.
Menalipe Menos quisiera saber