Amor y celos hacen discretos - Tirso de Molina - E-Book

Amor y celos hacen discretos E-Book

Tirso de Molina

0,0

Beschreibung

En Amor y celos hacen discretos se defiende al Grande Osuna, acusado de crueldad ante el Rey. Tirso de Molina pretendió compensar con esta comedia sus sátiras a los Girones en El castigo del penséque. Tirso es gracias a obras como esta uno de los más destacados continuadores del teatro áureo difundido por Lope de Vega. Su habilidad para mostrar sobre la escena la profundidad psicológica de sus personajes destaca en especial cuando se trata de caracteres femeninos, le singulariza entre todos los dramaturgos del Siglo de Oro. Sus personajes muestran su independencia y manifiestan su desacuerdo con una situación, hasta el punto de poder vengarse ellas mismas, sin la participación del varón. Tirso estudió los asuntos de tradición nacional y se inspiró en la realidad social y religiosa de la época. Así, en Amor y celos hacen discretos habla del libre albedrío, la predestinación y la salvación del alma. Aquí el autor emplea un lenguaje rico, con influencias culteranas, manifiesta un gran sentido de humor y un manejo virtuoso del idioma.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 73

Veröffentlichungsjahr: 2010

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Tirso de Molina

Amor y celos hacen discretos

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: Amor y celos hacen discretos.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-167-8.

ISBN rústica: 978-84-9816-484-8.

ISBN ebook: 978-84-9897-113-2.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 49

Jornada tercera 85

Libros a la carta 121

Brevísima presentación

La vida

Tirso de Molina (Madrid, 1583-Almazán, Soria, 1648). España.

Se dice que era hijo bastardo del duque de Osuna, pero otros lo niegan. Se sabe poco de su vida hasta su ingreso como novicio en la Orden mercedaria, en 1600, y su profesión al año siguiente en Guadalajara. Parece que había escrito comedias y por entonces viajó por Galicia y Portugal. En 1614 sufrió su primer destierro de la corte por sus sátiras contra la nobleza. Dos años más tarde fue enviado a la Hispaniola (actual República Dominicana) y regresó en 1618. Su vocación artística y su actitud contraria a los cenáculos culteranos no facilitó sus relaciones con las autoridades. En 1625, el Concejo de Castilla lo amonestó por escribir comedias y le prohibió volver a hacerlo bajo amenaza de excomunión. Desde entonces solo escribió tres nuevas piezas y consagró el resto de su vida a las tareas de la orden.

En Amor y celos hacen discretos Tirso defiende al Grande Osuna, acusado de crueldad ante el Rey y pretende compensar con esta comedia sus sátiras a los Girones en El castigo del penséque.

Personajes

Carlos, gran mariscal

Criados

Don Pedro de Castilla

Margarita, la duquesa de Amalfi

Vitoria, su hermana

Próspero, duque de Capua

Romero

Rugero, duque de Placencia

Jornada primera

(Salen Vitoria y don Pedro.)

Pedro Ama el conde en competencia

de Próspero y de Rugero,

duque de Capua el primero

y el segundo de Placencia;

y aunque en Nápoles es Carlos

gran mariscal, como Amor

es cuerdo hijo del Temor,

viendo al rey patronizarlos

intercediendo por ellos

con vuestra hermana, frecuenta

papeles, por cuya cuenta

corre su esperanza en vellos.

Lo que os ama manifiesta

el que os duda merecer.

Uno vuestro llevé ayer,

y ahora vuelvo la respuesta.

Perdonad al mensajero

que obedece a su señor.

Vitoria Sois vos solicitador

eficaz, aunque extranjero

y el conde habrá conocido

el agrado con que leo

las cifras de su deseo,

que han por él intercedido.

Yo os confieso que un papel

bien escrito y estudiado,

ni por oscuro afectado,

ni por prolijo cruel,

es eficaz diligencia

para toda pretensión.

Pedro Si escribió a satisfacción

el conde de vuexcelencia,

vuele ya su amor gigante,

sin que temor le consuma.

Vitoria Es desempeño la pluma

de la lengua en el amante.

Hace poca estimación

de su prenda quien presente

se atreve a ser elocuente

y no muestra turbación;

pues en fe de cuán poco ama,

si es todo amor frenesí,

quien puede estar tanto en sí,

mal podrá estar en su dama.

Mas quien por palabras muda

letras, ya por los poderes

habla en ojos bachilleres

y calla la lengua ruda.

La ausencia puede mostrar

por escrito, si es discreto,

pues no habiéndola, en efeto,

no está el alma en su lugar.

Pedro Vuestra discreción alabe

quien tenga lengua posible,

pues discreta y apacible

juntáis lo tierno a lo grave.

Si el conde os envía dos

mañana, ¿leeréislos?

Vitoria Sí,

como él los escriba así,

y como los traigáis vos.

(Vase don Pedro. Salen la Duquesa y Próspero, en el fondo. Quédase Vitoria, a un lado, leyendo un papel.)

Próspero Faltos están de favor

mis cortos merecimientos

y alienta mis pensamientos

Fernando, el rey mi señor,

que ésta escribe a vuexcelencia,

y en ella sola confía

mi pretensión.

Duquesa Dicha es mía

que para tal competencia

me haya dado el cielo hermana,

de tanto príncipe empleo.

Si ella admite mi deseo

y conoce lo que gana,

señor duque, en estimaros,

sin la recomendación

que trae vuestra pretensión

tendrá ventura en amaros,

reconociéndoos por dueño,

sin que Fernando lo mande;

que es él protector muy grande

para empleo tan pequéño.

Yo, duque, la advertiré

de lo que gana en serviros.

Próspero Ponderadla mis suspiros,

exageradla mi fe,

decid que el alma la adora,

que en ella mi amor se emplea,

y que Capua la desea

por su duquesa y señora.

(Vase Próspero.)

Duquesa (Aparte.) (Si yo a Vitoria quisiera

menos, ya pudiera ser

que como hermana y mujer

envidia a su amor tuviera.

¡Hay tal instancia de amantes!)

Vitoria (Aparte.) (¡Qué buena ponderación!

¡Qué sazonado renglón!)

(Sale Rugero.)

Rugero Aunque haya llegado antes,

duquesa y señora mía,

Próspero recomendado

del rey de quien es privado,

no por eso desconfía

mi pretensión, si es que alcanza,

como es justo, a vuexcelencia;

que la cordura y prudencia

consisten en la tardanza.

El gran duque de Milán

ha tomado por su cuenta

mi amor y ampararle intenta.

¿Quién duda que suplirán

sus favores lo que en mí

falta en méritos? En ésta

mis deseos manifiesta.

(Le da una carta.) ¿Quién dudará que vencí?

Duquesa Fío yo de la cordura

de mi hermana, que sabrá

conocer cuán bien le está

el no perder tal ventura.

Yo, duque, le advertiré

lo que se me encarga aquí.

Rugero Interceded vos por mí,

como ofrecéis, y saldré

del mar de tanto desvelo

al puerto de mi quietud.

Duquesa Veréis mi solicitud

muy presto. Guárdeos el cielo.

(Vase Rugero.)

Duquesa (Aparte.) (Basta, que no hay potentado

en Italia, que no intente,

de mi hermana pretendiente,

juntar al nuestro su estado.

No sé si afirme que tengo

envidia.)

Vitoria (Extraña eficacia

tiene un papel, si con gracia

se escribe. Yo me entretengo

en el presente de suerte,

que a su dueño amo por él.)

Duquesa ¡Vitoria!

Vitoria De este papel

partícipe quiero hacerte,

hermana y señora mía

porque alabes la sazón

de su autor.

Duquesa En ocasión

que por amor o porfía

todos perdidos por ti

buscan reyes valedores

cuyas cartas y favores

vienen a parar en mí,

si con tanta inclinación

su dicha el que ves concierta

y han cerrado ya la puerta

a tu determinación

sus letras, no será justo

alarde de estas hacer;

porque, ¿quién se ha de oponer

contra cohechos del gusto?

Vitoria El mío, como se rige

por el tuyo a quien ha estado

sujeto y subordinado,

alaba, pero no elige;

que no fuera eso pagar

amor que obligarte puede

a que yo tu estado herede,

sino quererte enojar.

No hagas de lo dicho caso;

que si por esto te enojas,

mi inclinación y estas hojas

así se castigan.

(Va a romper la carta.)

Duquesa Paso;

que no lo digo por tanto,

ni como piensas me quejo

que cuando a Amalfi te dejo

y doy a este reino espanto,

no ha de ser con tal pensión

que por voluntad ajena

te desposes, si es que ordena

otra cosa tu opinión.

¿Cuyo es el papel que miras?

Vitoria De cierto conde que ha estado

hasta hoy desacreditado

por envidiosas mentiras.

Duquesa No ha menester quien le apoye

si en ti juntamente ha hallado,

Vitoria, juez y abogado.

Vaya de discreción.

Vitoria Oye.

(Lee.) Compiten, señora mía,

la esperanza y el temor

y entre ellos un ciego amor

confiado, desconfía.

Polos de su monarquía

son el uno y otro extremo

y yo, que esperando, temo

efectos de desvaríos,

amorosos calosfríos

sufro, pues me hielo y quemo.

La esperanza, que por dueño

os adora, en rostro grave

vislumbres ve de suave

y anímase en lo risueño.

Amor con mayor empeño,

ni cobarde ni atrevido,

duda de verse admitido,

espera verse premiado,

recela lo autorizado,

y emprende lo apercebido.

Duquesa ¿Esto es lo tan ponderado,

sutil y bien entendido?

Vitoria ¿Luego no te ha parecido

discreto y bien sazonado?

Duquesa No, por cierto, mas allana

los comunes pensamientos

de tus encarnizamientos

harto indignos.

Vitoria ¡Ay hermana!

No digas tal por tu vida,

que traes crítico el humor.

Duquesa Poco debe al borrador

pluma tan bien entendida.

Lo que no se dificulta,

ninguna estima merece.

¡Bajo estilo!

Vitoria Bien parece

que tienes el alma culta.

¿Quisieras tú que empezara

como otro que me escribió:

«El cielo hiperbolizó

amagos de su luz clara

en vuestros, de mi amor, ojos,

animado Sol el uno,

norte el otro a quien Neptuno

zafireos rindió despojos»?

Rasguélo en llegando aquí,

viendo tan desatinados

atributos estudiados

y airada le respondí:

«La metáfora que arroja

causa a mis ojos querella,