Bellaco sois, Gómez - Tirso de Molina - E-Book

Bellaco sois, Gómez E-Book

Tirso de Molina

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Beschreibung

Bellaco sois, Gómez es una comedia de enredo atribuida a Tirso de Molina. El autor maneja el arte dramático con una soltura absoluta, y presenta desde el comienzo a la protagonista, doña Ana, disfrazada de varón. Ana, la heroína de Bellaco sois, Gómez, no se conforma en disfrazarse una vez por necesidad, sino que encuentra placer en trocar su identidad varias veces en la misma obra. El disfraz varonil será uno de los recursos escénicos más utilizado en las comedias de Lope de Vega y de Tirso de Molina.

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Seitenzahl: 88

Veröffentlichungsjahr: 2010

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Tirso de Molina

Bellaco sois, Gómez

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: Bellaco sois, Gómez.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard

ISBN tapa dura: 978-84-9897-295-5.

ISBN rústica: 978-84-9816-486-2.

ISBN ebook: 978-84-9897-130-9.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 49

Jornada tercera 93

Libros a la carta 145

Brevísima presentación

La vida

Tirso de Molina (Madrid, 1583-Almazán, Soria, 1648). España.

Se dice que era hijo bastardo del duque de Osuna, pero otros lo niegan. Se sabe poco de su vida hasta su ingreso como novicio en la Orden mercedaria, en 1600, y su profesión al año siguiente en Guadalajara. Parece que había escrito comedias y por entonces viajó por Galicia y Portugal. En 1614 sufrió su primer destierro de la corte por sus sátiras contra la nobleza. Dos años más tarde fue enviado a la Hispaniola (actual República Dominicana) y regresó en 1618. Su vocación artística y su actitud contraria a los cenáculos culteranos no facilitó sus relaciones con las autoridades. En 1625, el Concejo de Castilla lo amonestó por escribir comedias y le prohibió volver a hacerlo bajo amenaza de excomunión. Desde entonces solo escribió tres nuevas piezas y consagró el resto de su vida a las tareas de la orden.

Personajes

Boceguillas

Don Francisco

Don Gregorio

Doña Ana

Doña Petronila

Melchora

Montilla

Tres cocheros

Tres esbirros

Tres estudiantes

Un alguacil

Jornada primera

(Salen doña Ana, de hombre, como de camino, con la cruz de San Juan al pecho, y Boceguillas, gracioso.)

Boceguillas Ésta es la venta maldita

que intitulan de Viveros,

con su alameda, que enana,

ha sido a tanto suceso

otra selva de aventuras.

Aquí tienen su colegio

los grajos de esta comarca,

cuyos pollos los venteros

bautizan en palominos;

y a todo escolar hambriento

le dan grajuna fiambre

en lugar de perro muerto;

aquí cuantos se ensotanan,

se matriculan primero;

en todo dama bullaque

todo jácaro cochero;

aquí, en fin, si hacemos noche,

te espera, cuando cenemos,

vino del Monte Calvario,

pan como un veintidoseno;

rocín-ternera en adobo,

barbo, esto sí, jarameño,

corto mantel de la Mancha,

pie de taza por salero,

y, en llegando el tanto monta

aceitunas de reniegos.

Ana ¡Ay, francesas hosterías!

Boceguillas Dicen que el rico avatiento

fue de Francia.

Ana Anda, borracho,

Pilatos, sí.

Boceguillas Soy un necio.

(Dentro voces y riña.)

Estudiante I ¡Aquí de todo el Alcarria!

Cochero I ¡Aquí del cochero gremio!

¿Ramos? ¿Garrancho? ¿Palomo?

¿Juan el Zurdo? ¿Gil el Tuerto?

Ana ¿Por quí serán estos gritos?

(Salen con terciados tres estudiantes con giferos, tres cocheros y Montilla con daga, riñendo.)

Boceguillas Pendencia es, sin duda, en cueros,

vel jarros, pan cotidiano

de sopistas y cocheros.

Calla y verás maravillas.

Ana Pues aquí nos retiremos,

que gusto de carambolas

semejantes.

Boceguillas Toma puesto.

Estudiante I ¡Fuera dije!

Cochero I ¡Vive Cristo!

¡Téngase todo gifero,

todo gorrista terciado,

todo bribón de convento!

¡El codillo ha sido burro

a pagar de mi dinero!

Estudiante I Pues repóngalo.

Montilla ¿Qué llama

reponer, aunque sobre eso?

Estudiante I No hay sobre eso o sobre esotro;

yo soy juez y lo sentencio.

Montilla Aunque lo sentencien cuantos

aran y cavan.

(Sale don Gregorio.)

Gregorio ¿Qué es esto,

Montilla? Pues tú alborotas

la venta.

Montilla Quieren con fieros,

porcionistas y arremulas,

meternos aquí los dedos

por los ojos.

Cochero II A él le digo

tenga un poco de respeto,

que aquí toda es gente honrada.

Montilla ¿Quién lo niega?

Gregorio ¿Por qué es ello?

Estudiante I No es más que por treinta cuartos.

Gregorio ¿De qué los debe?

Estudiante II Del juego.

Gregorio ¿A qué jugabas?

Montilla Al hombre,

y oiga vuested si los debo.

Yo era, postre; salió un cinco

de bastos; robéle en premio

de que me entró el as garrote,

el rey, la sota y, con ellos,

el tres, que hacen cinco triunfos;

baldéme de copas luego,

porque ya lo estaba de oros;

los otros dos compañeros

casi todos carta blanca

pasaban; pero, soberbio

el que era mano, se hizo hombre

cuando se vio, escuche el cuento,

con la trinca coronada,

malilla, espada y tras éstos,

otros dos con el caballo

el el as de oros. Dijo: «Empiezo»,

sacó el rey doblón, ahorquéle;

el cinco, de espadas juego;

atraviesa el socio un triunfo

con que el hombre sin remedio

se halló de otro rey baldado;

lo mismo fue el rey tercero,

de copas, que imitó a Judas,

ahorcado de pie de perro;

vuélvole por las espadas,

que se llevó sin remedio

el tal hombre, atravesando

entonces los cuatro leños;

triunfa con la espada; sirvo

con el cinco; hago lo mesmo

con la sota, a la malilla;

y quedóse el pobre guero

con solo un triunfo a caballo,

mas con el rey se le pesco;

vióse el dicho con tres bazas,

con un par los compañeros,

yo con tres, y faltaba una

tan solamente. Aquí es ello.

Enseñéles en la mano,

para rematar el pleito,

por última carta el basto.

Dicen, pues porque me meto,

habiéndole visto todos

en la baraja y no le echo.

en la mesa, que fue burro;

que el codillo por él pierdo

y que reponga la polla.

¿Sentenciara tal Gayferos?

Estudiante II Sentenciáralo una mula.

Montilla ¿Por qué?

Estudiante I Porque dio recelos

de que jugó con diez cartas

y, la décima, encubriendo

debajo del basto, quiso

darnos papilla, con miedo

de que, echando los dos naipes

en la tabla, y manifiesto

el burro, no le pagase.

Gregorio Ahora, amigos, chico pleito;

sirva por mí este doblón

de montante.

(Dásele.)

Estudiante I ¡Caballero!

¡De veinticinco quilates!

¡Por Cristo!

(A Montilla.)

Cochero II Eche acá esos huesos,

que es muy honrado el Montila,

y, esta pendencia mojemos.

Montilla Yo, por mí.

Estudiante I Pues, yo, por mí.

(Danse las manos.)

Cochero II Chata, saca vino y queso.

Estudiante II ¡Victor el dona pecúnias!

¡Víctor el accipe argentum!

Cochero I ¡Víctor también en romance!

¡Vive el coime!

Estudiante I ¿No bebemos?.

(Éntranse estudiantes y cocheros.)

Boceguillas En estacadas viciosas

no hay otras leyes del duelo

más de que, herido sin culpa,

ponga la sangre un pellejo.

Ana Boceguillas, mal aliño

en la dicha venta vemos

para pedir gollerías.

Luna hace.

Boceguillas ¿Y es barro el fresco?

Ana Pues, alto de aquí. ¡A ensillar!

Gregorio ¿Vais a Madrid, caballero?

Ana Voy; muy a vuestro servicio.

Gregorio Si desde aquí a allá merezco

aliviaros lo penoso

de la soledad, lo mesmo

quisiera excusar con vos.

Ana Interesado lo acepto.

Gregorio ¿De dónde venís?

Ana De Italia

y Nápoles, por lo menos.

¿Y vos?

Gregorio De Calatayud

agora; aunque ha poco tiempo

que milité en Lombardía.

Ana ¡Oh! Pues, siendo ansí, tendremos,

para tres leguas que faltan,

gustoso entretenimiento.

Ea, no hay sino picar.

Gregorio Sufríos un poco y cenemos.

Ana En venta y con tanta bulla

hallaréis mal aparejo.

Gregorio Yo traigo lo que nos baste

para tomar un refresco.

¡Montilla! Dentro ese bosque,

que más parece bosquejo,

cenaremos sin ruido.

Busca el sitio más a cuento

y más libre de embarazos,

y en él la cena prevennos.

Montilla A registrar las bizaras

voy como un lebrel.

Gregorio Traemos

con cuatro frascos de vidrio,

agua, vino y nieve en ellos,

un corcho de Zaragoza

que, empegado por de dentro

y de baqueta el ropaje,

juzgo que no echaréis menos

cantimploras cortesanas.

Ana Son prevenciones de cuerdo.

Gregorio Acompáñale un jamón

de Molina, y os prometo

que a Rute y las Algarrobillas

se las apuesta.

Ana Os lo creo.

Gregorio Cocióse éste en vino blanco,

clavos, canela, romero;

y está tierno como un agua.

Ana Me aplico mucho a lo tierno.

Gregorio Vitela o ternera en pan,

del mismo modo un conejo

y una caja para postre.

Ana Lo dulce es lindo. Laus Deo.

Gregorio Anda, pues, y date prisa.

Ana Ayúdale tú.

Boceguillas Para eso

hallárame todo rumbo

haldas en cinta.

Ana Acabemos.

(Vanse Boceguillas y Montilla.)

Gregorio ¿Es vuestro nombre?

Ana Don Gómez

Dávalos.

Gregorio La que en el pecho

noblemente os califica

abona blasones vuestros.

Ana Nací en Nápoles. Mis padres

de Ruy López descendieron,

el que en Castilla a validos

dejó lástimas y ejemplos.

Pero ¿cómo os llamáis vos?

Gregorio Don Gregorio de Toledo

y Leiva.

Ana ¿Cómo dijistes?

Gregorio Toledo y Leiva soy.

Ana (Aparte.) (¡Cielos!

¿Qué es lo que oigo?)

(A él.) Originario

sois de España; pero deudos

en Nápoles, generosos,

conozco yo que, herederos

de aquel don Antonio, pasmo

de Francia, por quien vio preso

el alcázar de Madrid

al Valois de más esfuerzo,

se juzgan ya italianos.

Gregorio Uno, don Gómez, soy de ésos;

más que noble, venturoso,

si serviros a vos puedo.

Ana Bésoos las manos; querría,

en fe de lo que ya os debo,

que algún buen hado me trujo

a este sitio a conoceros,

saber de vos cierta cosa.

Gregorio Llave tenéis de mi pecho,

basta ser Ávalos vos.

Ana La mano otra vez os beso.

Gregorio Es para mí ese apellido

fatal.

Ana Y viene con eso

lo que yo he de preguntaros.

Gregorio Decid, pues, que estoy suspenso.

Ana Para más claras noticas,

don Gregorio, lo primero

que supongo es que en Milán

servicios de vuestro acero

os granjearon las plazas

más honradas, y, ascendiendo

por ellos, fuistes dos años

maese de campo de un tercio

de española infantería.

¿No es ansí?

Gregorio Estáis en lo cierto.

Ana Lo segundo que supongo

es que, mediando ambos deudos,

pretendistes desposaros

en Nápoles ese tiempo

sin haberla jamás visto,

con una dama, que os puedo

afirmar que en lo virtuoso

fue el prodigio de aquel reino.

Doña Ana Dávalos tuvo

por nombre, que ya recelo

que desaires no ajustados

a vuestros nobles empeños

la tienen sin nombre y vida.

Gregorio Sentiríalo en extremo,

que es doña Ana el Sol de Italia;

pero mejor lo hará el cielo.

Ana Ahora, pues, que confesastes

todos estos presupuestos,

decidme, ¿con qué motivo,

habiéndola, en nombre vuestro,

dado la mano de esposo,

ausente vos, un tercero,

rehusastes ejecuciones

en cosa de tanto peso,

desacreditando fácil

la fe vuestra y su respeto?

Pues si os admitió doña Ana,

no por amor, que, sin veros,

mal pudiera enamorarse,

sino obediente a consejos

de canas, por quien se rige,

todos cuantos se los dieron

a instancia vuestra, agraviados,

no juzgan vuestro desprecio

menos que con causa mucha.

Y el escándalo, que ciego

echa siempre a la peor parte

con cualquiera fundamento,

en desdoro de doña Ana,

osa eclipsar el espejo

más claro que vio la corte

napolitana.

Gregorio Diréos,

ya que como consanguíneo