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Desde Toledo a Madrid es una de las comedias de capa y espada de Tirso de Molina, también llamadas comedias palatinas. Se basa en una historia de amor galante entreverada con aventuras, articulada en torno a una trama de comedia de enredo.
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Seitenzahl: 86
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Tirso de Molina
Saga
Desde Toledo a MadridCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726549225
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Texto basado en la edición encontrada en Teatro escogido de fray Gabriel Téllez (Madrid: Yenes, 1840), volume VII. Fue preparado en su forma electrónica por David Hildner en 1997. Luego fue pasado al HTML para ser presentada en esta
colección por Vern Williamsen.
Personas que hablan en ella:
Don BALTASAR, en traje bizarro de camino, baja por la escalera envainando la espada
BALTASAR: Milagro fue no matarme,
[redondillas]
cuando el tejado salté.
La casa ignoro en que entré.
¿Si en ella podré librarme
de la justicia? Escalera 5
es ésta, luz hay aquí.--
Si le maté, defendí
mi vida.-- La vez primera
que llego, Toledo, a verte,
¿de este modo me recibes? 10
¿A extranjeros apercibes
agrados y a mí la muerte?
Rüido en la calle siento;
diligencias por mí hará
la justicia; abierto está 15
y con luz este aposento;
entraré a favorecerme
en él de quien le habitare.
Viénese a la alcoba
Su piedad mi vida ampare;
que bien puedo prometerme 20
de la autoridad y traza
de esta noble habitación
que sus señores lo son:
el riesgo que me amenaza
asegura la nobleza 25
que en tales casas se cría.
Cierra de golpe la puerta de la alcoba
Sin advertir lo que hacía,
cerré la puerta. La pieza
está tan bien adornada,
que califica a su dueño.-- 30
¡Señores! ¿No hay nadie? --Al sueño
el que habita esta posada
pagará el común tributo.
Una cama de tabí
está descompuesta aquí: 35
socorro pido sin fruto.
Poco ha que sola quedó,
porque entre su ropa advierto
que, a semejanza del muerto
que el alma desamparó, 40
conserva el calor vital
en muestras de lo que fue.
¡Válgame el cielo! ¿Qué haré?
¿Vióse confusión igual?
Hallándome aquí encerrado, 45
doy sospecha a una bajeza,
indigna de la nobleza
que mi sangre ha profesado.
¿No es mejor salir y dar
cuenta al dueño de esta casa 50
del infortunio que pasa
por mí, y humilde obligar
su generoso favor?
¿Quién lo duda?
Procura abrir la puerta y nopuede
¡Ay Dios! la puerta
que halló mi temor abierta 55
la cerró el mismo temor.
¿Qué es esto, enemiga estrella?
De golpe es, y sin la llave,
sólo amor y el hurto sabe
averiguarse con ella. 60
Si arranco la cerradura
con la daga, soy perdido,
pues los golpes y el rüido,
que al dueño avisar procura,
ha de aumentar la sospecha 65
de quien puertas descerraja:
por todas partes me ataja
la fortuna, satisfecha
de ordinario en perseguirme.
¡Válgame Dios! ¡Qué de cosas 70
se eslabonan prodigiosas,
de que no puedo evadirme!
¿Hay sucesos más atroces?
Si el huésped viene y me ve
aquí, ¿cómo prevendré 75
--¡cielos!-- las primeras voces
que han de alborotar la casa
y calle, que me persigue,
antes que cortés le obligue
a escucharme lo que pasa? 80
Una ventana hay aquí;
echarme de ella es mejor.
Asómase
Su altura me causa horror.
¡Cielos! ¿Dónde me metí?
Mujer parece que mora 85
esta cuadra; estrado es éste,
porque más riesgos me apreste
mi estrella perseguidora;
pues claro está que al instante
que me vea, hará mayor 90
mi presencia su temor,
y que no ha de ser bastante
mi humildad a asegurarla.
Sí, mujer es principal;
que tanto adorno y caudal 95
basta, ausente, a autorizarla.
Sillas bajas, contadores,
bufetillos de marfil
y ébano, ajuar femenil,
arquillas, aguas de olores 100
en pomos (si ya no son
Jordanes, cuyas virtudes
efímeras juventudes
venden a la ostentación)
publican quién es el dueño. 105
Sobre este bufete están
ropa y basquiña, que dan
muestra de no ser pequeño
el valor de quien las viste.
Apenas el oro en ellas 110
permite lugar de vellas:
a venir yo menos triste,
en la beldad contemplara
de quien son curiosa esfera.
Encima la cabecera 115
--¡qué poco el temor repara! --,
hay medias y zapatillas,
en cuyo ámbar y rosetas
pudieran gastar poetas
dos resmas de redondillas. 120
¡Qué pequeña el alma es
que se organiza en su estrecho!
Traiga este melindre al pecho
quien le calza, y no en los pies.
Las ligas, aunque dobladas, 125
muestran la curiosidad
de su limpia ociosidad,
guarnecidas y encarnadas.
Almohadilla y bastidor
está sobre aquel estrado; 130
no es tan ocioso el cuidado
de quien hace esta labor.
De cera es esta bujía,
y de plata el candelero;
al paso que considero 135
la autoridad, policía
y adorno que viendo estoy,
crece en mí con el respeto
el recelo: a extraño aprieto
forzosos motivos doy. 140
¿No será bueno matar
la vela, por si entra a escuras,
y sin verme, mis venturas
me pueden fuera sacar?
Sí; que detrás de la puerta, 145
en acabando de abrir,
seguro podré salir.
Pero no; que la luz muerta,
los indicios acreciento
de mi sospechosa entrada. 150
Si de gente acompañada
vuelve, y en este aposento
me ven, ¿quién podrá obligarlos
a que mis desgracias crean?
¡Qué de males me rodean! 155
¡Qué mal que puedo escusarlos!
Paséase
Mucho tarda: ¿qué he de hacer?
Rendiré a sus pies mi espada;
pero estando ensangrentada,
más la obligaré a temer 160
que a lastimarse de mí.
Persuadiréla cortés,
arrojándome a sus pies;
podrá ser la obligue ansí.
Y cuando no, y voces diere, 165
padre o tío acudirá,
que piadoso escuchará
lo que humilde le dijere;
lastimaráse de un caso
tan digno de su favor, 170
hará alarde su valor,
dando a mis desdichas paso,
desmentirá mi presencia
sospechas ocasionadas;
de mocedades pasadas 175
su vejez tendrá experiencia;
diréle cúyo hijo soy...
Si en Córdoba acaso estuvo,
o noticia alguna tuvo
de mis padres, libre estoy. 180
Algo aliente mi sosiego
con esto. ¡Qué de ello tarda!
¡Lo que padece el que aguarda!
Cada vez que a tocar llego
la cerradura, imagino 185
que tengo de hallarla abierta.
¡Que cerrase yo la puerta!
Nunca es cuerdo el desatino.
Cansado de pasearme
estoy; quiérome asentar. 190
Se sienta en una silla a la cabecera de la cama
Anoche con caminar,
agora con desvelarme,
en el sosiego primero
convido al sueño y reposo;
mas no duerme el cuidadoso 195
que espera lo que yo espero.
¡Válgame Dios! ¿si murió
el ignorante atrevido
que, ciego e inadvertido,
por otro me acometió? 200
"Confesión", dijo. ¡Oh enfadoso
sueño, que a quien le tributa,
si como pobre ejecuta
cobra como poderoso!
Por lo menos dormitar 205
se me puede permitir;
que al rüido del abrir
fácil será despertar.
Duérmese, y pocos momentos despuésabren la puerta. Salen CASILDA y doña MAYOR
MAYOR: Jurara, Casilda, yo
que me dejé abierto aquí. 210
CASILDA: Si cerró el viento tras ti,
tu descuido reprendió.
MAYOR: Esta vez pensé quedar
sin padre.
CASILDA: Cuando muriera,
nunca otro mal nos viniera. 215
MAYOR: ¿Estás loca?
CASILDA: Es un pesar
el de herencias, según siento,
que, aunque cubierto de luto,
llora risas por el fruto
que espera, como el sarmiento. 220
No son mortales los daños
que la hacienda consoló.
MAYOR: Más quiero a mi padre yo;
Dios me le guarde mil años.
¡Rigurosos accidentes! 225
CASILDA: Jurara que se moría.
MAYOR: Ya duerme.
CASILDA: Tal batería
hubo de paños calientes.
MAYOR: ¡Qué enfermedad tan pesada!
CASILDA: En los viejos es común; 230
que en ellos, sin ser atún,
no come el mal sino hijada.
MAYOR: Vete, Casilda, a acostar,
pues hay luz en mi aposento.
¿Qué hora es?
CASILDA: Campanas siento, 235
que deben de despertar
al alba.
MAYOR: ¿Tan tarde?
CASILDA: Agora
madruga la primavera,
de las flores camarera,
y abotónalas, señora. 240
MAYOR: ¿Poetizas?
CASILDA: ¿Qué he de hacer?
Andar al uso es razón;
de críticos y vellón
no nos podemos valer;
probóme también la tierra.-- 245
¿Cuándo piensas levantarte?
MAYOR: A las diez.
CASILDA: Vendré a llamarte
y a vestirte.
MAYOR: Vete y cierra.
Vase CASILDA con la luz que trajo, ycierra
MAYOR: Durmiera yo con sosiego,
de desvelos jubilada, 250
a estar desembarazada
el alma, que al gusto entrego
de mi padre, más que al mío.
A casarme a Madrid voy,
y enamorada no estoy; 255
voluntad ¿no es desvarío?
Diréis que sí, y con razón;
que tiene (o será ignorancia)
amor la primera instancia
y esotro la apelación. 260
Quítase el rebozo
Dormir sobre ello es forzoso.
Ni le quiero mal ni bien;
no resistiendo el desdén,
bien me suena esto de esposo.
Componer mi cama quiero.-- 265
¡Ay cielos! ¿quién está aquí?
Muerta soy. ¡Triste de mí!
Cae desmayada con el candelero en la mano;apágase la luz y al ruido de la caída despierta donBaltasar, [y habla como entre sueños dos versos]
BALTASAR: No hay prisión donde hay acero:
ofendíle acometido.--
Aun no debo estar despierto. 270
O se ha gastado o se ha muerto
la luz. ¡Qué de ello he dormido!
¡Ay cielos! ¿Quién está aquí?
Un bulto siento a mis pies.
¡Jesús mil veces! ¿Quién es? 275
¿Si el hombre a quien muerte di
viene por disposición
del cielo a enfrenar mi vida?
Sin culpa fui su homicida;
él se buscó la ocasión: 280
esfuerzo, animad el pecho,
y averiguad desventuras.
¡Cerrado, solo y a oscuras
en tan no esperado estrecho!--
¡Válgame Dios! si el sentido 285
del tacto vengo a creer,
esta que toco es mujer;
los cabellos y el vestido
aumentan mi confusión.
¡Oh siempre engañoso sueño! 290
¿Si es el esperado dueño
de esta noble habitación?
Sin duda debió de entrar,
y el asombro repentino
de verme aquí cuando vino, 295
la debió de desmayar.
No pulsa el vital calor,
su frente parece hielo.
¿Si es muerta? ¿Hay más males, cielo;
todo esta noche rigor? 300
Abierta se dejaría
la puerta, si descuidada
la espanté desde la entrada.
Alza la vela del suelo
¿Qué es esto? ¿Otra luz traía?
Huyendo quiero escusar 305
la muerte que espero cierta;