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Doña Beatriz de Silva es uno de las dramas históricos de Tirso de Molina, historias teatrales con trasfondo histórico, en este caso la historia de la fundadora de la orden religiosa de las Concepcionistas.
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Seitenzahl: 90
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Tirso de Molina
Saga
Doña Beatriz de SilvaCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726549201
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Hablan en él las personas siguientes.
Silveira. Don Enrique.
Olivenza. Doña Beatriz.
Don Juan. Doña Isabel.
Don Fernando. Doña Leonor.
Don Pedro Pereira. El conde de
Portalegre.
Don Pedro Girón. Don Álvaro [de Luna.]
Melgar. Rey don Juan.
Don Pedro de Aragón.Don Álvaro de Estúñiga.
(Tiros de artillería, música de todo género y fiestas de dentro, y saca Silveira sobre los corredores de arriba, a un lado, una bandera con las armas de Portugal y Castilla.)
Silveira ¡La hermosa doña Isabel,
infanta de Portugal,
que va a dar mano de esposa
al segundo rey don Juan,
nieta del rey don Duarte, 5
hija de aquel capitán
que con la cruz portuguesa
ganó renombre inmortal,
viva siglos infinitos
por gloria de nuestra edad! 10
( Disparan y tocan chirimías.)
Dentro ¡Vivan don Juan y Isabel,
por Castilla y Portugal!
( Al otro lado saca arriba Olivenza otra bandera con las armas de Portugal y del Imperio.)
Olivenza ¡La infanta doña Leonor,
que gloria a estos reinos da
y a Federico tercero 15
(que del imperio alemán
es monarca) llama esposo,
viva!
Dentro ¡Viva!
Olivenza Desde el mar
toquen festivos clarines,
que a ellos responderá, 20
con marciales instrumentos,
Lisboa.
(Éntranse los de arriba.)
Silveira Haced disparar
las piezas desde el castillo.
(Música y tiros.)
Dentro ¡Alemania!
Otros ¡Portugal!
(Salen don Juan y don Fernando.)
Juan Dejad las festivas voces, 25
crueles, que atormentáis
un alma, entre amor y celos,
hecha esfera de un volcán.
No disparéis culebrinas,
o con ellas me apuntad 30
al corazón que, hecho piezas,
suspira por su mitad.
Vuestras galas son mi luto,
vuestras fiestas mi pesar,
vuestras bodas mis obsequias; 35
sin Leonor no vivo ya.
Fernando Mirad, don Juan de Meneses,
que dais nota en la ciudad
con esos locos extremos,
y que en vos parecen mal. 40
Atentos en vos reparan
cuantos castellanos hay
en Lisboa, a quien envía
por su esposa el rey don Juan.
Encubrid vuestras pasiones, 45
o, si amigo me llamáis,
decidme la causa dellas,
que ofendéis nuestra amistad.
Juan Conde ilustre de Arroyolos,
¿para qué me preguntáis 50
lo que a voces manifiestan
mis desdichas?
Fernando Un año ha
que destos reinos, y vos
ausente, troqué la paz
en África por la guerra 55
que eterniza a Portugal.
Libre entonces os dejé,
sin que arpones del rapaz
pudiesen en vuestro pecho
sus ciegas llamas lograr. 60
Si agora pues, que he venido,
olas al mar aumentáis,
quejas de viento a los vientos
sin que os merezca sacar
la causa, ignorarla es fuerza. 65
Juan ¡Ay, don Fernando!
Fernando ¿Qué hay?
Juan El médico por el pulso
conoce la enfermedad.
Todo es pulsos un celoso,
que son fuego de alquitrán 70
los celos y humo de amor
de sus incendios señal.
Mas pues no sabéis la causa
de mis ansias, escuchad,
que mi pena, hasta aquí muda, 75
ya revienta por hablar:
después que al rey don Duarte
(que de Dios gozando está
para luto destos reinos)
llevó la muerte voraz, 80
entre los pequeños hijos,
ramos de su tronco real,
que nos dejó para alivio
de su triste soledad,
fueron el rey don Alonso 85
el quinto, en tan tierna edad
que aún cinco años no tenía,
dejándonosle en agraz,
y doña Leonor su hermana
que de cuatro años no más, 90
como el sol nos amanece
sobre su cuna oriental.
Quedaron los dos a cargo
del duque de Guimarán
y Coimbra, tío suyo, 95
espejo de la lealtad.
Púsoles casa, y a mí,
casi en los años su igual,
me introdujo su menino,
yo muchacho, amor rapaz. 100
Criéme, con la licencia
que suelen los años dar,
con el rey y con la infanta,
privando entre los demás
tanto que, sin mí, los dos 105
ni acertaban a jugar
ni les supo cosa bien
ni en mi ausencia hubo solaz.
Pero quien se aventajaba
en mostrarse liberal, 110
dándome favores tiernos
que en desdichas vuelto se han,
fue la infanta mi señora.
Comenzando amor, rapaz
entre niños, a ser niño, 115
fue creciendo, viejo es ya.
Mil veces por el jardín,
entre calles de arrayán
y murtas, cogiendo flores,
se vinieron a encontrar 120
las manos al elegir
ya el clavel y ya el azahar,
abrasando a fuego lento
su nieve mi voluntad.
Y si entonces daban glorias 125
estos encuentros, ¿qué harán
cuando, saliendo del nido,
sepa el ciego dios volar?
Mil veces que a las colores
jugamos, sentí enlazar 130
entre favores de cintas
mi crédula libertad,
que sin saber los peligros,
como el pájaro que va
al reclamo que le burla, 135
quise bien, salióme mal.
Crecimos, y creció el fuego,
volviéndose en natural
la costumbre poderosa
y, cuando a filosofar 140
comenzaban mis discursos
en la alegre facultad
de amor, todo sutilezas
que inventa la ociosidad,
con los años en la infanta, 145
creciendo el respeto real,
crecieron los imposibles,
avaros en ver y hablar.
Desde entonces comencé,
Fernando, a experimentar 150
los efetos de mi fuego,
leve hasta allí, ya alquitrán.
Tuve celos, desveléme,
versos hice, di en rondar,
saqué galas, lucí motes, 155
frecuenté la soledad
y otros varios ejercicios
desta profesión. Juzgad
con tales huéspedes, conde,
qué tal mi alma estará. 160
Las veces que, desde entonces,
permitió la autoridad
de la infanta y sus retiros
para asistirla lugar,
con equívocos favores, 165
con afable gravedad,
tuvo en pie mis pensamientos
y mi amor entre el compás
de esperanzas y recelos,
non plus ultra deste mar, 170
puesto que juzgaréis loco
un amor tan desigual;
pero no tanto que, dado
que es rama de un tronco real
y de Duarte heredera, 175
dio a mi sangre calidad
el conde de Portalegre,
primero heroico Anibal
en las guerras, y del rey
don Pedro hijo natural. 180
Abuelo materno mío
fue el marqués de Villarreal,
decendiente de diademas
augustas, cuya igualdad
y la de mi amor perdido, 185
pueden, conde, disculpar
altivezas de mi empleo,
si amor es temeridad.
En efeto, llegó el fin
de mi vida: ya se va 190
la infanta doña Leonor
a Alemania a coronar
por fénix de Federico,
y por sol que osen mirar
las dos cabezas de un cuerpo, 195
blasón del ave imperial.
Ya se parte de Lisboa;
ya, conde, se va a embarcar
sobre los hombros del Tajo,
que de perlas y coral 200
guarneciendo su cabeza,
celos tiene porque el mar
en sus brazos la reciba,
y su azul hurtando está,
como yo que, imagen suya 205
de los muros de San Gián,
arrojándome a sus olas
mi fuego he de sepultar,
pues en mortajas turquíes
bien los celos morirán, 210
que me abrasan, si para ellos
no es poca su inmensidad.
Hoy muero, hoy fenezco, conde.
Fernando Los imposibles, don Juan,
cuando es discreto el amante, 215
redimen la libertad.
No lo ha sido vuestro amor,
si bien pudo recelar
tan remontados empleos;
mas serálo desde hoy más, 220
que es la infanta emperatriz
sol que nació en Portugal,
y va a derretir la nieve
del venturoso alemán,
de quien antípoda sois. 225
Y pues a escuras quedáis,
a otra luz no tan difícil,
si sois cuerdo, os alumbrad,
y Leonor goce mil años
el tálamo conyugal 230
del tercero Federico,
que la aguarda en Aquisgrán.
Juan Ya van saliendo las damas.
( Música y tiros.)
Fernando Brava salva.
Juan Imitarán
a mis suspiros, que encienden 235
celos, conde, de alquitrán.
( Salen don Pedro Pereira y don Pedro Girón y, en medio, doña Beatriz de Silva, de camino. Todos muy bizarros.)
Pereira Cuando en público acá la infanta
sale,
un caballero sólo ocupa el lado
de la dama a quien sirve, porque
iguale
el premio de su dicha a su cuidado.240
Mi amor quiere que en esto me
señale,
y la presente suerte me ha costado
un año de servicios y desvelos
que aumentan ya esperanzas y ya
celos.
Si allá en Castilla, noble
caballero, 245
no se pratica este uso cortesano,
ya que os aviso, aconsejaros quiero
dejéis el puesto que ocupáis en
vano.
Girón Nunca es blasón el término grosero
que acostumbra el que es noble
castellano, 250
que la corte del rey don Juan
segundo
puede enseñar mesura a todo el
mundo.
Esa ley, que contáis por maravilla,
es muy antigua allá, y hala heredado
Portugal de la corte de Castilla, 255
como el reino también, antes
condado.
Obligación os corre de cumplilla,
pues siendo negligente enamorado,
ni el uso que alegáis es de provecho
ni a este lugar por hoy tenéis
derecho. 260
Yo le ocupé primero, y daré nota
de para poco si por vos le dejo.
Pereira ¿Sabéis quién soy?
Girón Nunca eso me alborota,
seréis de sangre y de valor espejo.
Pereira Soy nieto del que os dio en
Aljubarrota 265
(mozo en el brío, si en los años
viejo)
noticia de la sangre de Pereira.
Girón La hazaña saldrá aquí de la
Forneira,
que hacéis, de blasonar esa
victoria,
propio del pobre cuya corta hacienda 270
no se le cae jamás de la memoria,
y más cuando se cifra en una prenda.
Hidalgo parecéis de ejecutoria,
que no hay corrillo, calle, plaza, o
tienda
donde, venga o no venga, dando
enfado, 275
no salga el pergamino iluminado.
Castilla tantas veces ha vencido
a Portugal desde su rey primero
que la memoria dellas ha perdido,
aunque no vuestra sangre nuestro
acero; 280
pero porque del caso hemos salido,
si vos fidalgo sois, yo caballero,
si vos Pereira, yo Girón, que enseña
los tres, blasón antiguo del de
Ureña;
si vos acción tenéis a la ventura 285
que se me sigue deste hermoso lado,
yo le adquirí primero, y no es
cordura
el ser, tras negligente, mal criado.
(A ella.) Pero por no ofender vuestra
hermosura,
hermoso sol de quien será traslado 290
el del cielo, decid, pues se os
concede,
quién gustáis que se vaya y quién se
quede.
Pereira A no haber señalado juez tan presto,
yo, castellano, a hablar os enseñara
menos despreciador y más modesto, 295
y del lado o la vida os despejara;
mas pues en tales manos habéis
puesto
la justicia y acción que alego
clara,
de ella y de vos, señora mía, espero
el mal despacho deste caballero. 300
Beatriz Fidalgos, siempre fue consejo sano
no juzgar entre amigos quien no
intenta
perder el uno, y más en día que gano
tanta honra y con los dos voy tan
contenta;
a don Pedro Girón, por castellano 305
a cuyo reino voy, me corre cuenta
como a huésped servirle y serle
afable,
si la ley del hospicio es
inviolable;
a don Pedro Pereira también debo
por deudo, conterráneo y