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El burlador de Sevilla es la comedia religiosa más famosa de Tirso de Molina. Se considera la creación del mito de Don Juan, el personaje más universal del teatro español.
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Seitenzahl: 86
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Tirso de Molina
Saga
El burlador de SevillaCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726549164
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
[En Nápoles en el palacio real]
Sale DON JUAN TENORIO e ISABELA, duquesa.
ISABELA Duque Octavio, por aquí
podrás salir más seguro.
D. JUAN Duquesa, de nuevo os juro
de cumplir el dulce sí.
ISABELA Mis glorias, serán verdades 5
promesas y ofrecimientos,
regalos y cumplimientos,
voluntades y amistades.
D. JUAN Sí, mi bien.
ISABELA Quiero sacar
una luz.
D. JUAN Pues, ¿para qué? 10
ISABELA Para que el alma dé fe
del bien que llego a gozar.
D. JUAN Mataréte la luz yo.
ISABELA ¡Ah, cielo! ¿Quién eres, hombre?
D. JUAN ¿Quién soy? Un hombre sin nombre. 15
ISABELA ¿Que no eres el duque?
D. JUAN No.
ISABELA ¡Ah de palacio!
D. JUAN Detente.
Dame, duquesa, la mano.
ISABELA No me detengas, villano.
¡Ah del rey! ¡Soldados, gente! 20
Sale el REY DE NÁPOLES, con una vela en un candelero.
REY ¿Qué es esto?
ISABELA ¡El rey! ¡Ay, triste!
REY ¿Quién eres?
D. JUAN ¿Qué ha de ser?
Un hombre y una mujer.
REY Esto en prudencia consiste.
¡Ah de mi guarda! Prendé 25
a este hombre.
ISABELA ¡Ay, perdido honor!
Sale DON PEDRO TENORIO, embajador de España, y GUARDA.
[D. PEDRO] ¡En tu cuarto, gran señor
voces! ¿Quién la causa fue?
REY Don Pedro Tenorio, a vos
esta prisión os encargo. 30
Siendo corto, andad vos largo:
mirad quién son estos dos.
Y con secreto ha de ser,
que algún mal suceso creo;
porque si yo aquí lo veo, 35
no me queda más que ver.
Vase el REY.
D. PEDRO ¡Prendelde!
D. JUAN ¿Quién ha de osar?
Bien puedo perder la vida,
mas ha de ir tan bien vendida
que a alguno le ha de pesar. 40
D. PEDRO ¡Matalde!
D. JUAN ¿Quién os engaña?
Resuelto en morir estoy,
porque caballero soy
del embajador de España.
Llegue; que solo ha de ser 45
quien me rinda.
D. PEDRO Apartad;
a ese cuarto os retirad
todos con esa mujer.
Vanse los otros.
Ya estamos solos los dos;
muestra aquí tu esfuerzo y brío. 50
D. JUAN Aunque tengo esfuerzo, tío,
no le tengo para vos.
D. PEDRO Di quién eres.
D. JUAN Ya lo digo:
tu sobrino.
D. PEDRO (¡Ay, corazón,
que temo alguna traición!) 55
¿Qué es lo que has hecho, enemigo?
¿Cómo estás de aquesta suerte?
Dime presto lo que ha sido.
¡Desobediente, atrevido!
Estoy por darte la muerte. 60
Acaba.
D. JUAN Tío y señor,
mozo soy y mozo fuiste;
y pues que de amor supiste,
tenga disculpa mi amor.
Y pues a decir me obligas 65
la verdad, oye y diréla:
yo engañé y gocé a Isabela,
la duquesa.
D. PEDRO No prosigas,
tente. ¿Cómo la engañaste?
Habla quedo, y cierra el labio. 70
D. JUAN Fingí ser el duque Octavio.
D. PEDRO No digas más. ¡Calla! ¡Bast[e]!
(Perdido soy si el rey sabe
este caso. ¿Qué he de hacer?
Industria me ha de valer 75
en un negocio tan grave).
Di, vil, ¿no bastó emprender
con ira y fuerza extraña
tan gran traición en España
con otra noble mujer, 80
sino en Nápoles también,
y en el palacio real,
con mujer tan principal?
¡Castíguete el cielo, amén!
Tu padre desde Castilla 85
a Nápoles te envió,
y en sus márgenes te dio
tierra la espumosa orilla
del mar de Italia, atendiendo
que el haberte recebido 90
pagaras agradecido,
¡y estás su honor ofendiendo,
y en tan principal mujer!
Pero en aquesta ocasión
nos daña la dilación. 95
Mira qué quieres hacer.
D. JUAN No quiero daros disculpa,
que la habré de dar siniestra,
mi sangre es, señor, la vuestra;
sacalda, y pague la culpa. 100
A esos pies estoy rendido,
y ésta es mi espada, señor.
D. PEDRO Álzate, y muestra valor,
que esa humildad me ha vencido.
¿Atreveráste a bajar 105
por ese balcón?
D. JUAN Sí atrevo,
que alas en tu favor llevo.
D. PEDRO Pues yo te quiero ayudar.
Vete a Sicilia o Milán,
donde vivas encubierto. 110
D. JUAN Luego me iré.
D. PEDRO ¿Cierto?
D. JUAN Cierto.
D. PEDRO Mis cartas te avisarán
en qué para este suceso
triste, que causado has.
D. JUAN (Para mí alegre dirás.) 115
Que tuve culpa confieso.
D. PEDRO Esa mocedad te engaña.
Baja, pues, ese balcón.
D. JUAN (Con tan justa pretensión,
gozoso me parto a España). 120
Vase DON JUAN y entra el REY.
D. PEDRO Ya ejecuté, gran señor,
tu justicia justa y recta,
e[n] hombre...
REY ¿Murió?
D. PEDRO Escapóse
de las cuchillas soberbias.
REY ¿De qué forma?
D. PEDRO De esta forma 125
aun no lo mandaste apenas,
cuando sin dar más disculpa,
la espada en la mano aprieta,
revuelve la capa al brazo,
y con gallarda presteza, 130
ofendiendo a los soldados
y buscando su defensa,
viendo vecina la muerte,
por el balcón de la huerta
se arroja desesperado. 135
Siguióle con diligencia
tu gente. Cuando salieron
por esa vecina puerta,
le hallaron agonizando
como enroscada culebra. 140
Levantóse, y al decir
los soldados: «¡Muera, muera!»,
bañado con sangre el rostro,
con tan heroica presteza
se fue, que quedé confuso. 145
La mujer, que es Isabela,
—que para admirarte nombro—
retirada en esa pieza,
dice que es el duque Octavio
quien, con engaño y cautela, 150
la gozó.
REY ¿Qué dices?
D. PEDRO Digo
lo que ella propia confiesa.
REY ¡Ah, pobre honor! Si eres alma
del [hombre], ¿por qué te dejan
en la mujer inconstante, 155
si es la misma ligereza?
¡Hola!
Sale un CRIADO.
CRIADO ¿Gran señor?
REY Traed
delante de mi presencia
esa mujer.
D. PEDRO Ya la guardia
viene, gran señor, con ella. 160
Trae la GUARDA a ISABELA.
ISABELA ¿Con qué ojos veré al rey?
REY Idos, y guardad la puerta
de esa cuadra. Di, mujer,
¿qué rigor, qué airada estrella
te incitó, que en mi palacio, 165
con hermosura y soberbia,
profanases sus umbrales?
ISABELA Señor...
REY Calla, que la lengua
no podrá dorar el yerro
que has cometido en mi ofensa. 170
¡Aquél era del duque Octavio!
ISABELA Señor...
REY [No], no importan fuerzas,
guardas, criados, murallas,
fortalecidas almenas,
para amor, que la de un niño 175
hasta los muros penetra.
Don Pedro Tenorio, al punto
a esa mujer llevad presa
a una torre, y con secreto
haced que al duque le prendan; 180
que quiero hacer que le cumpla
la palabra, o la promesa.
ISABELA Gran señor, volvedme el rostro.
REY Ofensa a mi espalda hecha,
es justicia y es razón 185
castigalla a espaldas vueltas.
Vase el REY.
D. PEDRO Vamos, duquesa.
ISABELA Mi culpa
no hay disculpa que la venza,
mas no será el yerro tanto
si el duque Octavio lo enmienda. 190
Vanse todos.
[En el palacio del duque Octavio]
Sale el DUQUE OCTAVIO y RIPIO, su criado.
RIPIO ¿Tan de mañana, señor,
te levantas?
OCTAVIO No hay sosiego
que pueda apagar el fuego
que enciende en mi alma amor.
Porque, como al fin es niño, 195
no apetece cama blanda,
entre regalada holanda,
cubierta de blanco armiño.
Acuéstase, no sosiega,
siempre quiere madrugar 200
por levantarse a jugar,
que al fin como niño juega.
Pensamientos de Isabela
me tienen, amigo, en calma,
que como vive en el alma, 205
anda el cuerpo siempre en [vela],
guardando ausente y presente,
el castillo del honor.
RIPIO Perdóname, que tu amor
es amor impertinente. 210
OCTAVIO ¿Qué dices, necio?
RIPIO Esto digo:
impertinencia es amar
como amas. ¿[Quies] escuchar?
OCTAVIO Prosigue [ya].
RIPIO Ya prosigo.
¿Quiérete Isabela a ti 215
OCTAVIO ¿Eso, necio, has de dudar?
RIPIO No, mas quiero preguntar,
¿Y tú no la quieres?
OCTAVIO Sí.
RIPIO Pues, ¿no seré majadero,
y de solar conocido, 220
si pierdo yo mi sentido
por quien me quiere y la quiero?
Si ella a ti no te quisiera,
fuera bien el porfïalla,
regalalla y adoralla, 225
y aguardar que se rindiera;
mas si los dos os queréis
con una mesma igualdad,
dime, ¿hay más dificultad
de que luego os desposéis? 230
OCTAVIO Eso fuera, necio, a ser
de lacayo o lavandera
la boda.
RIPIO Pues, ¿es quienquiera
una lavandriz mujer,
lavando y fregatrizando, 235
defendiendo y ofendiendo,
los paños suyos tendiendo,
regalando y remendando?
Dando, dije, porque al dar
no hay cosa que se le iguale, 240
y si no, a Isabela dale,
a ver si sabe tomar.
Sale un CRIADO.
CRIADO El embajador de España
en este punto se apea
en el zaguán, y desea, 245
con ira y fiereza extraña,
hablarte, y si no entendí
yo mal, entiendo es prisión.
OCTAVIO ¿Prisión? Pues, ¿por qué ocasión?
Decid que entre.
Entra DON PEDRO TENORIO con GUARDAS.
D. PEDRO Quien así 250
con tanto descuido duerme,
limpia tiene la conciencia.
OCTAVIO Cuando viene vuexcelencia
a honrarme y favorecerme,
no es justo que duerma yo. 255
Velaré toda mi vida.
¿A qué y por qué es la venida?
D. PEDRO Porque aquí el rey me envió.
OCTAVIO Si el rey, mi señor, se acuerda
de mí en aquesta ocasión, 260
será justicia y razón
que por él la vida pierda.
Decidme, señor, ¿qué dicha
o qué estrella me ha guiado,
que de mí el rey se ha acordado? 265
D. PEDRO Fue, duque, vuestra desdicha.
Embajador del rey soy;
dél os traigo una embajada.