El caballero de gracia - Tirso de Molina - E-Book

El caballero de gracia E-Book

Tirso de Molina

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Beschreibung

El caballero de Gracia es una obra teatral escrita por Tirso de Molina, pseudónimo del fraile mercedario Gabriel Téllez, uno de los grandes dramaturgos del Siglo de Oro español. Escrita bajo la impresión de la muerte de Jacobo Gratti, suceso que provocó un duelo colectivo en Madrid. Es la contribución de Tirso de Molina al homenaje sentimental que Madrid dedicó a una de sus más populares figuras. Gratti, conocido como el Caballero de Gracia, fue un personaje histórico muy popular en Madrid durante el Siglo de Oro. De origen italiano, se estableció en Madrid y adquirió fama como predicador y confesor de la nobleza. En la plaza de Jesús de Medinaceli, en Madrid, se encuentra la Capilla del Caballero de Gracia, construida a instancias de Jacobo Gratti.

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Seitenzahl: 91

Veröffentlichungsjahr: 2010

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Tirso de Molina

El caballero de Gracia

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: El caballero de gracia.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-237-8.

ISBN rústica: 978-84-9816-493-0.

ISBN ebook: 978-84-9897-048-7.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 57

Jornada tercera 95

Libros a la carta 137

Brevísima presentación

La vida

Tirso de Molina (Madrid, 1583-Almazán, Soria, 1648). España.

Se dice que era hijo bastardo del duque de Osuna, pero otros lo niegan. Se sabe poco de su vida hasta su ingreso como novicio en la Orden mercedaria, en 1600, y su profesión al año siguiente en Guadalajara. Parece que había escrito comedias y por entonces viajó por Galicia y Portugal. En 1614 sufrió su primer destierro de la corte por sus sátiras contra la nobleza. Dos años más tarde fue enviado a la Hispaniola (actual República Dominicana) y regresó en 1618. Su vocación artística y su actitud contraria a los cenáculos culteranos no facilitó sus relaciones con las autoridades. En 1625, el Concejo de Castilla lo amonestó por escribir comedias y le prohibió volver a hacerlo bajo amenaza de excomunión. Desde entonces solo escribió tres nuevas piezas y consagró el resto de su vida a las tareas de la orden.

Personajes

Jacobo, el Caballero de Gracia

Ricote, lacayo

Isabela, dama

Decio, criado

Lamberto, caballero

Julio Cataño

Esperanza, criada

Camilo, caballero

Sabina, dama

Conrado, caballero

Ginés

Paulo Adorno, caballero

El cardenal Espinosa

Don Cristóbal de Mora

Don Pedro, caballero

Fisberto, caballero

La Princesa doña Juana

Don Diego, caballero

Don Juan

El Rey Felipe II

Inés, criada

Roberto

Un Ángel

Un Capitán

Un Criado

Un Paje

Un Pintor

Músicos

Jornada primera

(Sale el Caballero de Gracia y Lamberto, su cuñado.)

Lamberto Pues a mi cargo has quedado,

tu remedio está a mi cuenta,

y así quiero darte estado.

Caballero Si tu amor honrarme intenta,

trueca el nombre de cuñado

en el de hermano apacible;

no fuerces mi inclinación,

mira que es cosa terrible,

sabiendo mi condición,

casarme.

Lamberto Ya es imposible

deshacerse este concierto.

Caballero ¿No ves que ya mi edad pasa

de los límites, Lamberto,

que piden bodas?

Lamberto Tu casa,

como sin hijos han muerto

tus padres, reduce en ti

mi nobleza y sucesión.

Palabra a Jacobo di

de casarte, y no es razón

no cumplirla.

Caballero Resistí

a mis padres tantos años

el peso del casamiento,

Argel de penas y engaños,

sirviéndome de escarmiento

sucesos propios y extraños

que ya en mis amigos veo,

ya entre mis parientes toco,

ya en varias historias leo,

¿y quieres volverme loco

violentando mi deseo?

Lamberto Lo que no pudieron ellos

podrá hoy mi autoridad.

Caballero Nunca enlaza amor dos cuellos

por fuerza, ni hay voluntad

que vaya por los cabellos.

Lamberto En individuos tributo,

¿será bien que tú seas menos

que un roble tosco, que un bruto?

.................... [ -enos]

.................... [ -uto].

Caballero Ya que tú casado estás

con Isabela, mi hermana,

el ser resucitarás

de nuestra casa.

Lamberto ¡Qué vana

excusa a mis ruegos das!

No se estima por mujer

la línea que ilustra al hombre

y da al hijo todo el ser,

pues del padre toma el nombre

quien se quiere ennoblecer.

Deja de filosofar

y advierte que me encargó

que te obligase a casar

tu padre, cuando murió.

Y que a Sabina has de dar,

mi hermana, la mano y si,

pues de Ferrara ha venido

solo a este efecto, o de aquí

has de irte.

Caballero No es mal partido

el último para mí;

pues si es el conyugal peso

de los cuerdos tan rehusado

y a tantos priva del seso,

más vale estar desterrado

que no vivir siempre preso.

Mi natural es más quieto,

pues a la iglesia me inclino;

déjame, si eres discreto,

seguir aqueste camino,

más seguro y más perfeto.

Lamberto Sabina es noble y honesta,

y en fin, mi hermana, que basta;

a mi gusto está dispuesta;

la mujer ilustre y casta

ni es liviana ni es molesta.

De la tuya soy esposo,

si tú lo eres de la mía,

y a su dote caudaloso

juntas tu hacienda, sería

un parentesco dichoso

el nuestro, y no habrá poder

que en Módena nos iguale.

Esto, Jacobo, ha de ser.

Caballero La hacienda, hermano, ¿qué vale

en manos de una mujer?

Gózala toda, y no intentes

cautivar mi voluntad

con tantos inconvenientes.

Lamberto Cuando mires su beldad,

sus costumbres excelentes,

su discreción y valor,

aunque un mármol fueses frío,

te has de abrasar en su amor.

Jacobo, éste es gusto mío,

no provoques mi rigor,

en una quinta te espera,

hoy las vistas han de ser;

imita a la primavera

en galas, porque es mujer

de buen gusto, y no quisiera

que en ti hallase imperfección

que su amor desazonase.

Háblala con discreción

y finge, aunque no te abrase,

que eres de su Sol Faetón;

no apartes los ojos de ella,

suspira de cuando en cuando,

tómala la mano bella.

Si estás con otros hablando,

hazla entender que, por ella,

ni en lo que dices estás

ni a propósito respondes,

y de esta suerte verás

qué presto en tu pecho escondes

el gmór que huyendo vas

y que empiezas a adorar

lo que, por no conocer,

hasta aquí te dio pesar;

que esto de amar y comer

no está en más que en comenzar.

Voy a llamar quien te vista

de vistas, porque has de ir luego.

(Vase Lamberto.)

Caballero Mejor me fuera el ir ciego

que a tales vistas con vista.

Cielos, para que resista

tal violencia, dadme fuerza

antes que Lamberto tuerza

mi inclinación y la doble,

que no es la voluntad roble

que ha de dar fruto por fuerza.

Yo estoy contento, mi Dios,

con mi quieta soledad.

¡Aquí de Dios! Libertad,

¿por qué no volvéis por vos?

Mas diréisme que entre dos

conserva el Amor su estado,

que la soledad da enfado;

mas solo da luz Apolo,

que más vale vivir solo

que no mal acompañado.

(Sale Ricote con una fuente, capa y gorra con plumas, y aderezo de espada dorada.)

Ricote El novio recoleto

a vistas, Amor te llama;

gorra con plumas, la fama

te ofrece calza y coleto.

Módena te espera toda

con la novia en una quinta

donde el abril mayos pinta;

goza del pan de la boda

que te amasa la belleza

de una mujer, que ahora es

miga toda, aunque después

se te ha de volver corteza.

Busca dientes de diamante,

porque las mujeres son,

por lo dulce, de turrón;

por lo duro, de Alicante,

y buen provecho te haga.

Caballero ¡Ah, Ricote, que haya dado

en casarme mi cuñado!

Ricote El nombre te satisfaga

y haz lo que manda, no gruña,

que es cuñado con ventaja,

y en fe de serlo te encaja

su hermana en lugar de cuña.

Vístete si has de ir allá.

Caballero Bien sabes tú cuán pesado

tiene de serme este estado.

Ricote Si un yugo por premió da,

ya sospecho las molestias

de una mujer que es verdugo,

que nunca se pone el yugo

si no es para domar bestias.

Diérante a ti andar de día

de jubileo en sermón,

no dejar congregación,

no perdonar obra pía,

disminuyendo procesos,

consultando confesores,

reprehendiendo jugadores,

pagando deudas a presos,

y de noche en hospitales,

entre humildes ejercicios,

desopilando servicios

y bazucando orinales.

En oyendo el esquilón,

a pesar del lodo y vientos,

acompañar sacramentos,

dar a pobres tu ración.

Volver a casa desnudo

y rezando Ave Marías,

cenar dos lechugas frías

y un huevo entre asado y crudo.

Dormir sobre una tarima,

poco y mal, y cuando al alba

hacen los pájaros salva,

tener ya rezada prima.

Que en este entretenimiento,

que otros llamarán castigo,

no estimarás en un higo

el más rico casamiento.

Caballero Eso, Ricote, apetezco,

y sin ello me hallo mal;

mi inclinación natural

es, poco en ello merezco;

pero, en fin, me dan mujer.

Ricote Casarte y tener paciencia,

que no es mala penitencia

si la acostumbras a hacer;

que, en fe de lo que aprovecha,

puedes hacer, si te casas,

cuenta, señor, que te pasas

a religión más estrecha.

Caballero Más con eso me molestas.

Ricote Vístete si habemos de ir.

Caballero ¿Cómo he de poder sufrir

tan terrible peso a cuestas?

Ricote Como quien lleva la cruz

del matrimonio, excelente;

tú serás el penitente

y yo el cofrade de luz.

Mas mira: si al fin te casas

y vivir seguro quieres,

haz cuenta que las mujeres

son castañas en las brasas

—regalarlas y quererlas—

mas, si en fe de tus amores,

se te suben a mayores

porque no falten morderlas,

ni tanta mano les des

que vengan a ser cabeza,

ni muestres tanta aspereza

que las trates como a pies.

Si de estos extremos dos

quieres hallar el remedio,

la virtud consiste en medio,

que no sin misterio Dios,

cuando a la mujer ser da,

en fe de esta maravilla

la formó de una costilla

que en medio del cuerpo está.

Y con esto emplúmaté,

pues ya te has puesto- las galas.

Caballero ¡Ay plumas, servidme de alas,

y de una mujer huiré!

Ricote No me espanto que te pese,

que es carga de ganapán,

y si Dios se la dio a Adán

aguardó que se durmiese.

(Salen Sabina, Isabela y Camilo.)

Sabina ¡Bella quinta!

Camilo ¡Deleitosa!

En ella la primavera,

que en estas bodas espera

verte de Jacobo esposa,

también hace ostentación

de sus galas al Abril.

Isabela Mira en tazas de marfil

brindar la murmuración

de estas fuentes a la risa,

que cuando a la sed provocas

por ti se hace todas bocas.

Camilo Mientras murmura te avisa,

si no es que te reprehende,

del mal pago que a Conrado

con esta mudanza has dado.

Sabina Mi hermano su amor ofende,

que a casarme me ha traído

y es fuerza el obedecerle

si por padre he de tenerle.

Sabe Dios que he resistido

su voluntad hasta aquí;

está mi dote a su cuenta.

¿Qué he de hacer?

Isabela Mi esposo intenta,

juntando tu hacienda ansí

con la de mi hermano, hacer

de todas cuatro una casa.

Camilo Cuando sepa lo que pasa,

Conrado ha de enloquecer

de pena y celos.

Sabina No hay ya

quien de celos pierda el seso.

Camilo Que te adora te confieso.

Sabina La ausencia le curará;

que en Ferrara hay medicina

y contrahierba de amor.

Camilo Aunque el médico mejor

es el tiempo, en fin, Sabina,

si es amor enfermedad,

mientras sus términos pasan,

¿qué ha de hacer cuando le abrasan

memorias de tu beldad?

Si él supiera que venías

a más que a ver a tu hermano,

y que usurparle la mano

que suya juzgó querías,

a otro Ariosto diera copia

para escribir sus locuras.

Sabina