El castigo del penséque - Tirso de Molina - E-Book

El castigo del penséque E-Book

Tirso de Molina

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Beschreibung

El castigo del penséque es una obra del dramaturgo y poeta español del Siglo de Oro, Tirso de Molina, cuyo verdadero nombre era Gabriel Téllez. Esta pieza es una sátira de los acontecimientos políticos que se desarrollaban en España durante el siglo XVII, una época caracterizada por tensiones políticas y conflictos. A pesar de ser uno de los grandes literatos de su época, Tirso de Molina fue también un fraile de la Orden de la Merced. Su papel como clérigo no le eximió de problemas con las autoridades tanto eclesiásticas como civiles debido a su obra literaria. El castigo del penséque provocó gran controversia debido a las supuestas ofensas que infligía a la poderosa familia de los Girones en su primera parte. Como resultado, Tirso de Molina fue desterrado a Estercuel, un pequeño pueblo en la provincia de Teruel, Aragón. La obra es un ejemplo del compromiso de Tirso de Molina con la crítica social y su voluntad de desafiar las convenciones y las figuras de autoridad de su época, incluso a pesar de las consecuencias personales que podría enfrentar. Sin embargo, las dificultades que encontró no le disuadieron de continuar su prolífica carrera como escritor, y continuó creando algunas de las más destacadas obras del teatro español del Siglo de Oro.

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Seitenzahl: 92

Veröffentlichungsjahr: 2010

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Tirso de Molina

El castigo del penséque

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: El castigo del penséque.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-286-6.

ISBN rústica: 978-84-9816-494-7.

ISBN ebook: 978-84-9897-196-5.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 55

Jornada tercera 97

Libros a la carta 147

Brevísima presentación

La vida

Tirso de Molina (Madrid, 1583-Almazán, Soria, 1648). España.

Se dice que era hijo bastardo del duque de Osuna, pero otros lo niegan. Se sabe poco de su vida hasta su ingreso como novicio en la Orden mercedaria en 1600 y su profesión al año siguiente en Guadalajara. Parece que había escrito comedias, al tiempo que viajaba por Galicia y Portugal. En 1614 sufrió su primer destierro de la corte por sus sátiras contra la nobleza. Dos años más tarde fue enviado a la Hispaniola (actual República Dominicana), regresó en 1618. Su vocación artística y su actitud contraria a los cenáculos culteranos no facilitó sus relaciones con las autoridades. En 1625, el Concejo de Castilla lo amonestó por escribir comedias y le prohibió volver a hacerlo bajo amenaza de excomunión. Desde entonces solo escribió tres nuevas piezas y consagró el resto de su vida a las tareas de la orden.

Esta comedia le costó el destierro a Tirso en Estercuel, motivado por las «ofensas» causadas a los Girones en su primera parte.

Personajes

Acompañamiento

Casimiro, Conde

Clavela, dama

Chinchilla, lacayo

Diana, Condesa

Don Rodrigo Girón

Floro, caballero

Leonelo, caballero

Liberio, viejo

Lucrecia, criada

Pinabel, caballero

Roberto

Soldados

Jornada primera

(Salen don Rodrigo y Chinchilla.)

Chinchilla ¡Gracias á Dios, señor mío,

que ha permitido que pises

tierra en flamencos países.

Rodrigo Mala bestia es un navío.

Chinchilla Más que mula de alquiler,

si furiosa se desboca;

pero, en fin, anda con toca

lo que tiene de mujer

la deshonra.

Rodrigo Por la vela,

la llamas mujer tocada.

Chinchilla Y porque cuando le agrada,

le sirve el viento de espuela.

Da al diablo tal caminar;

que si una vez tira coces,

no servirá el darle voces,

ni te podrás apear

mientras le dura el enojo

sino que a la primer suerte,

con ser tan seca la muerte,

has de morir en remojo.

No hayas miedo, aunque lo mandes,

que me mezca la Fortuna

segunda vez en su cuna.

Rodrigo Ya estamos cerca de Flandes.

Términos parte con él

y con la antigua Alemaña

esta apacible montaña.

Chinchilla Flandes todo es un verjel.

Rodrigo Cómo lo sabes?

Chinchilla Así

se nos vende en nuestra tierra

en lienzos. Allí una sierra;

un ameno valle aquí,

y en él dos gamos corriendo,

que tambien corren en Flandes

gamos pequeños y grandes,

vanle tres galgos siguiendo,

y al trasponer de una cuesta,

le atajan dos caballeros

mostrando en él sus aceros.

Luego, con música y fiesta,

dos damas de cardenillo,

oyendo el amor sutil

de un galán de peregil

con un coleto amarillo,

que asentado en una puente,

a falta de silla o poyo,

por donde corre un arroyo

del orinal de una fuente,

en servirlas se desvela.

Luego en un jardín están

tres damas con un galán,

que tocando una vihuela

las entretiene despacio,

porque el Sol no las ofenda,

mientras sacan la merienda

de un almagrado palacio

con su puente levadiza,

seis torres y cien ventanas.

Acullá lanzan pavanas,

que un flamenco soleniza...

Por cualquier parte que andes,

todo es fuentes y frescura.

Esto es Flandes en pintura,

y por esto, no hay más Flandes.

Rodrigo No sabes tú lo que va

de lo vivo a lo pintado.

Chinchilla A Flandes hemos llegado;

no nos llores duelos ya.

Rodrigo Si en él no nos va más bien

que en Madrid, ¡buena venida

hemos hecho, por mi vida!

Chinchilla Calla, y esperanza ten,

que si eres hijo menor,

y como tal, maltratado

de un mayorazgo felpado,

rico por ser el mayor,

le heriste, con la licencia

que da un hablar descortés,

de hermanos segundos es

Flandes valerosa herencia.

¿No traes cartas de favor

para el archiduque?

Rodrigo Sí;

mas basta ser para mí...

Chinchilla ¿Pues de qué tienes temor?

Rodrigo No está el archiduque en Flandes.

Chinchilla ¡Muy buen despacho, por Dios,

para no tener los dos

un cuatrín!

Rodrigo Desdichas grandes

me persiguen estos días.

No hay remedio. ¿Qué he de hacer?

Chinchilla Si pudiéramos comer

desdichas tuyas y mías,

no echáramos el dinero

menos; porque con mandar

a la huéspeda guisar

cuatro desdichas, primero

que aquellas se digirieran,

si hay para ellas digestión,

porque hubiera provisión,

otras tantas acudieran,

y comiéramos los dos

desde hoy más nuestras desdichas.

Rodrigo ¿Tantas tengo?

Chinchilla A ser salchichas,

a vernos viniera Dios.

Rodrigo No he de ser en todas partes

desdichado.

Chinchilla Ni hay lugar

donde no sepa llegar

con sus agüeros un martes.

Si caminaran a pie

las desgracias, imagino

que por huír las de un camino,

no nos siguieran.

Rodrigo No sé,

aunque a Monblán he llegado,

dónde me pueda hospedar.

Chinchilla Si no tienes que gastar,

vamos al mesón del prado.

Rodrigo ¿Es tiempo de burlas éste?

Chinchilla ¿Pues de qué quieres que sea?

Rodrigo Cuando algún noble me vea

podrá ser que dé o que preste.

Chinchilla ¿Preste aquí? ¡Vocablo extraño!

Los negros lo entenderán

que sirven al Preste-Juan.

Un preste hace tanto daño

como tiña o pestilencia.

De peste a preste verás

que hay una letra no más.

En tan poca diferencia,

nadie se querrá apestar

por prestar.

(Sale Roberto, hablando para sí en el fondo del teatro.)

Roberto Tarde he venido.

El tiempo me ha detenido.

Él me puede disculpar.

Pero —cielos!— ¿no es Otón

éste que a los ojos tengo?

A famoso tiempo vengo.

Llego a hablarle, que es razón.

Pero no; a su padre quiero

pedirle de su venida

las albricias.

(Vase Roberto.)

Chinchilla Por mi vida,

que para estar sin dinero,

es nuestra flema muy buena.

Busquemos una hostería,

pues si en ella el patron fía

sobre prendas cama y cena,

hombre eres de muchas prendas,

pues que tu nombre y blasón

es don Rodrigo Girón.

Sobre ellas, pues no hay qué vendas,

cenarás.

Rodrigo Ya que he venido

a Flandes desde mi tierra,

serviré al rey en la guerra;

que el noble que es bien nacido,

solo por sus hechos medra,

y con fama celebrada

saca fruto de la espada

como Moisés de la piedra.

(Salen Liberio, Clavela, Lucrecia, y Roberto. Hablando Liberio con Roberto al salir.)

Liberio ¿Otón?

Roberto Otón digo que es.

Liberio Si él fuera, ya hubiera entrado.

¡Mas él es! ¡Ay hijo amado!

(Llegándose a don Rodrigo.)

Dame los brazos. Ea pues,

deja a la naturaleza

hacer su oficio de amor.

Rodrigo ¡Habláis conmigo, señor?

Liberio ¡Pues con quién? ¡Buena simpleza!

¿Qué dudas? Dame los brazos.

Rodrigo Darélos por cortesía.

(Abrázale.)

Liberio ¡Hijo mío! ¡Prenda mía!

Vuelve y dame más abrazos.

Clavela, abraza a tu hermano.

Chinchilla (Aparte.) (Hecho me quedo un baulón.)

Clavela Llegad y abrazadme, Otón.

Rodrigo Ya soy quien en eso gano.

Pero...

(Habla Chinchilla aparte a su amo.)

Chinchilla Llega, majadero,

y deja peros ahora.

Rodrigo Alto, abrazadme, señora.

(Abrázala.)

Chinchilla (Aparte.) (Ése sí que es lindo pero.)

(A Lucrecia.)

Liberio Prevéngase su aposento

y cena.

(Vase Lucrecia.)

Chinchilla Si hay qué comer,

(Aparte.) vamos. (Dios nos vino a ver.)

Liberio Loco me tiene el contento.

Rodrigo ¿Qué es esto, señora mía?

Señor, ¿qué es lo que decís?

(Aparte a su amo.)

Chinchilla Calla.

Clavela ¿Que aún os encubrís?

Rodrigo (Aparte.) (¿Hay mas extraña porfía?)

Yo llego en esta ocasion

desde Castilla...

Liberio No quiero

saberla. Entremos primero;

que en buena conversación,

después de alzada la mesa

nos diréis ese suceso.

Rodrigo Señores...

(Aparte a su amo.)

Chinchilla ¿Estás sin seso?

¿De esta ventura te pesa?

Hallas aquí padre y madre,

qué comer y qué cenar,

cuando acabas de llegar

sin blanca; llámase padre

tuyo un viejo, que en cajones

para que vivas triunfando,

le deben de estar maullando

gatos llenos de doblones,

y escúsaste, mentecato?

Di que eres Otón, Enrico,

Baldovinos, mono, mico,

Herodes y Mauregato.

Liberio Si el temor de la desgracia

que de aquí te hizo huír,

hijo, te obliga a fingir,

no temas.

Rodrigo (Aparte.) (¿No es linda gracia

aquésta?)

Liberio Porque Roberto

está delante de ti,

¿te disimulas así?

Chinchilla Sí, por eso se ha encubierto.

Liberio Ya no tienes que temer.

Cortó el cielo en años breves

la vida al duque de Cleves.

Viuda queda su mujer,

moza, rica, y por su dote

condesa de Oberisel.

(Chinchilla habla aparte a un lado con don Rodrigo.)

Chinchilla Señor, acota con él,

o no cenarás gigote.

Rodrigo ¿Pues qué he de hacer?

Chinchilla Consentir,

comer, conversar, contar,

y a veces disimular,

porque te importa vivir.

Llegó una noche a una venta

un licenciado sin cuarto,

ni blanca. Estaba de parto

la ventera, y no había cuenta

de darle por ningún precio

un bocado de cenar,

ni cama en que se acostar,

porque era el parto muy recio,

y traía alborotada

la venta. Llegóse y dijo

el estudiante: «De un hijo

la ventera está preñada.

Si quieren que luego pára,

tráiganme tinta y papel,

y un ensalmo pondré en él

de virtud notable y rara».

Escribió solos dos versos.

Cosiólo en un tafetán.

Sacáronle vino y pan

y otros manjares diversos.

Diéronle paja y cebada

a la bestia. Parió luego

la ventera, mas no a ruego

de la oración celebrada.

Partióse, sin guardar cosa,

el estudiante, estimado

de todos y regalado.

La huéspeda, codiciosa

de ver lo que contenía

la tal nómina o papel

tan dichoso que con él,

cualquier preñada paría,

abriólo, y vio en él escrito:

«Cene mi mula, y cene yo,

siquiera pára, siquiera no».

Y riyeron infinito.

Si padre y madre has hallado,

cene mi amo y cene yo,

siquiera sea, siquiera no,

tu padre, agüelo o cuñado.

Liberio Ea, hijo, ¿que dudáis?

Clavela Hermano, ¿qué os detenéis?

Rodrigo Con la salva que me hacéis,

pues todos me aseguráis,

no es bien que mi fingimiento

dure más. Vuestro hijo soy.

(Sale Lucrecia.)

Liberio Otras mil veces te doy

los brazos.

(A Lucrecia.) ¿El aposento

está prevenido?

Lucrecia Está,

y la cena que se enfría.

Rodrigo Vamos pues, hermana mía.

Chinchilla (Aparte.) (Hermana carnal será.)

Liberio Lucrecia, ten tú cuidado

con éste... ¿Cómo os llamáis?

Chinchilla Chinchilla, porque os sirváis

de mí.

Rodrigo Es muy leal criado.

Liberio No llevaste, di, ninguno

de esta ciudad?

Rodrigo Señor, no.

Chinchilla En Madrid me recibió

un viernes, día de ayuno,

que ha que dura un año entero.

¡Mire qué extraño rigor!

Mas no hay ayuno peor

que el ayuno del dinero.

Liberio Entrad, hijo, y descansad.

(Aparte a su amo.)

Chinchilla ¡Ah, don Rodrigo! Chitón.

Liberio Hija, a vuestro hermano Otón

le dad la mano, y entrad.