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El vergonzoso en palacio es una de las comedias de capa y espada de Tirso de Molina, también llamadas comedias palatinas. Se basa en una historia de amor galante entreverada con aventuras, articulada en torno a una trama de comedia de enredo.
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Seitenzahl: 116
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Tirso de Molina
Saga
El vergonzoso en palacioCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726549188
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
La escena es en Avero y en sus cercanías.
Salen el DUQUE DE AVERO, viejo, y el CONDE DE ESTREMOZ, de caza.
DUQUE De industria a esta espesura retirado
vengo de mis monteros, que siguiendo
un jabalí ligero, nos han dado
el lugar que pedís; aunque no entiendo
con qué intención, confuso y alterado, 5
cuando en mis bosques festejar pretendo
vuestra venida, conde don Duarte,
dejáis la caza por hablarme aparte.
CONDE Basta el disimular; sacá el acero,
que, ya olvidado, os comparaba a Numa; 10
que el que desnudo veis, duque de Avero,
os dará la respuesta en breve suma.
De lengua al agraviado caballero
ha de servir la espada, no la pluma,
que muda dice a voces vuestra mengua. 15
(Echan mano.)
DUQUE Lengua es la espada, pues parece lengua;
y pues con ella estáis, y así os provoca
a dar quejas de mí, puesto que en vano,
refrenando las lenguas de la boca,
hablen solas las lenguas de la mano, 20
si la ocasión que os doy (que será poca
para ese enojo poco cortesano),
a que primero le digáis no os mueve;
pues mi valor ningún agravio os debe.
CONDE ¡Bueno es que así disimuléis los daños 25
que contra vos el cielo manifiesta!
DUQUE ¿Qué daños, conde?
CONDE Si en los largos años
de vuestra edad prolija, agora apresta,
duque de Avero, excusas, no hay engaños
que puedan convencerme; la respuesta 30
que me pedís ese papel la afirma
con vuestro sello, vuestra letra y firma.
(Arrójale.)
Tomadle, pues es vuestro; que el criado
que sobornastes para darme muerte
es, en lealtad, de bronce, y no ha bastado 35
vuestro interés contra su muro fuerte.
Por escrito mandastes que en mi estado
me quitase la vida, y, desta suerte,
no os espantéis que diga, y lo presuma,
que, en vez de espada, ejercitáis la pluma. 40
DUQUE ¡Yo mandaros matar!
CONDE Aqueste sello,
¿no es vuestro?
DUQUE Sí.
CONDE ¿Podéis negar tampoco
aquesa firma? Ved si me querello
con justa causa.
DUQUE ¿Estoy despierto o loco?
CONDE Leed ese papel; que con leello 45
veréis cuán justamente me provoco
a tomar la venganza por mis manos.
DUQUE ¿Qué enredo es éste, cielos soberanos?
(Lee el DUQUE la carta.)
«Para satisfacción de algunos agravios,
que con la muerte del conde de Estremoz 50
se pueden remediar, no hallo otro medio
mejor que la confianza que en vos
tengo puesta; y para que salga verdadera,
me importa, pues sois su camarero, seáis
también el ejecutor de mi venganza; cumplidla, 55
y veníos a mi estado; que en él
estaréis seguro, y con el premio que merece
el peligro a que os ponéis por mi
causa. Sírvaos esta carta de creencia, y
dádsela a quien os la lleva, advirtiendo 60
lo que importa la brevedad y el secreto.
De mi villa de Avero, a 12 de marzo de
1400 años. - EL DUQUE.»
CONDE No sé qué injuria os haya jamás hecho
la casa de Estremoz, de quien soy conde, 65
para degenerar del noble pecho
que a vuestra antigua sangre corresponde.
DUQUE Si no es que algún traidor ha contrahecho
mi firma y sello, falso, en quien se esconde
algún secreto enojo, con que intenta 70
con vuestra muerte mi perpetua afrenta,
vive el cielo, que sabe mi inocencia,
y conoce al autor deste delito,
que jamás en ausencia o en presencia,
por obra, por palabra o por escrito, 75
procuré vuestro daño; a la experiencia,
si queréis aguardarla, me remito;
que, con su ayuda, en esta misma tarde
tengo de descubrir su autor cobarde.
Confieso la razón que habéis tenido; 80
y hasta dejaros, conde, satisfecho,
que suspendáis el justo enojo os pido,
y soseguéis el alterado pecho.
CONDE Yo soy contento, duque; persuadido
me dejáis algún tanto.
DUQUE (Aparte.)
Yo sospecho 85
quién ha sido el autor de aqueste insulto
que con mi firma y sello viene oculto;
pero antes de que dé fin hoy a la caza,
descubriré quién fueron los traidores.
(Salen dos cazadores.)
CAZADOR 1.° ¡Famoso jabalí!
CAZADOR 2.° Dímosle caza, 90
y, a pesar de los perros corredores,
hicieron sus colmillos ancha plaza,
y escapóse.
DUQUE Estos son mis cazadores.
Amigos...
CAZADOR 1.° ¡Oh, señor!
DUQUE No habréis dejado
a vida jabalí, corzo o venado. 95
¿Hay mucha presa?
CAZADOR 2.° Habrá la suficiente
para que tus acémilas no tornen
vacías.
DUQUE ¿Qué se ha muerto?
CAZADOR 2.° Más de veinte
coronados venados, porque adornen
las puertas de palacio con su frente, 100
y porque en ellos, cuando a Avero tornen,
originales vean sus traslados,
quien en figuras de hombres son venados;
tres jabalíes y un oso temerario,
sin la caza menor, porque esa espanta. 105
DUQUE Mátase en este bosque de ordinario
gran suma della.
CAZADOR 1.° No hay mata ni planta
que no la críe.
(Sale FIGUEREDO.)
FIGUEREDO (Aparte.)
¡Oh falso secretario!
DUQUE ¿Qué es esto? ¿Dónde vas con prisa tanta?
FIGUEREDO ¡Gracias a Dios, señor, que hallarte puedo! 110
DUQUE ¿Qué alboroto es aqueste, Figueredo?
FIGUEREDO Una traición habemos descubierto
que por tu secretario aleve urdida,
al conde de Estremoz hubiera muerto,
si llegara la noche.
CONDE ¿A mí?
FIGUEREDO La vida 115
me debéis, conde.
CONDE (Aparte.)
Ya la causa advierto
de su enojo y venganza mal cumplida.
Engañé la hermosura de Leonela,
su hermana, y, alcanzada, despreciéla.
DUQUE ¡Gracias al cielo, que por la justicia 120
del inocente vuelve! Y ¿de qué suerte
se supo la traición de su malicia?
FIGUEREDO Llamó en secreto un mozo pobre y fuerte,
y, como puede tanto la codicia,
prometióle, si al conde daba muerte, 125
enriquecerle; y, para asegurarle,
dijo que tú, señor, hacías matarle.
Pudo el vil interés manchar su fama;
aquesta noche prometió, en efeto,
cumplillo; mas amaba, que es quien ama 130
pródigo de su hacienda y su secreto.
Dicen que suele ser potro la cama
donde hace confesar al más discreto
una mujer que da a la lengua y boca
tormento, no de cuerda, mas de toca. 135
Declaróla el concierto que había hecho,
y encargóla el secreto; mas como era
el huésped grande, el aposento estrecho,
tuvo dolores hasta echalle fuera.
Concibió por la oreja; parió el pecho 140
por la boca, y fue el parto de manera
que, cuando el sol doraba el mediodía,
ya toda Avero la traición sabía.
Prendió al parlero mozo la justicia,
y Ruy Lorenzo huyó con un criado, 145
cómplice en las traiciones y malicia,
que el delincuente preso ha confesado.
Desto te vengo a dar, señor, noticia.
DUQUE ¿Veis, conde, cómo el cielo ha averiguado
todo el caso, y mi honra satisfizo? 150
Ruy Lorenzo mi firma contrahizo.
Averiguar primero las verdades,
conde, que despeñarse, fue prudencia
de sabias y discretas calidades.
CONDE No sé qué le responda a vueselencia; 155
sólo que, de un ministro, en falsedades
diestro, pudo causar a mi impaciencia
el engaño que agora siento en suma;
mas, ¿qué no engañará una falsa pluma?
DUQUE Yo miraré desde hoy a quién recibo 160
por secretario.
CONDE Si el fiar secretos
importa tanto, ya yo me apercibo
a elegir más leales que discretos.
DUQUE Milagro, conde, fue dejaros vivo.
CONDE La traición ocasiona estos efetos: 165
huyó la deslealtad, y la luz pura
de la verdad, señor, quedó segura.
¡Válgame el cielo! ¡Qué dichoso he sido!
DUQUE Para un traidor que en esto se desvela,
todo es poco.
CONDE Perdón humilde os pido. 170
DUQUE A cualquiera engañara su cautela;
disculpado estáis, conde.
CONDE (Aparte.)
Aquesto ha urdido
la mujeril venganza de Leonela;
pero importa que el duque esté ignorante
de la ocasión que tuvo, aunque bastante. 175
DUQUE Pésame que el autor de aqueste exceso
huyese. Pero vamos; que buscalle
haré de suerte que, al que muerto o preso
le trujere, prometo de entregalle
la hacienda que dejó.
CAZADOR 2.° Si ofreces eso 180
no habrá quien no le siga.
DUQUE Verá dalle
todo este reino un ejemplar castigo.
CONDE La vida os debo; pagaréla, amigo.
(Vanse.)
(Salen TARSO y MELISA, pastores.)
MELISA ¿Así me dejas, traidor?
TARSO Melisa: domá otros potros; 185
que ya no me hace quillotros
en el alma vueso amor.
Con la ausencia de medio año
que ha que ni os busco ni os veo,
curó el tiempo mi deseo, 190
la enfermedad de un engaño.
Dándole a mis celos dieta,
estoy bueno poco a poco;
ya, Melisa, no so loco,
porque ya no so poeta. 195
¡Las copras que a cada paso
os hice! ¡Huego de Dios
en ellas, en mí y en vos!
¡ Si de subir al Parnaso
por sus musas de alquiler 200
me he quedado despeado!
¡Qué de nombres que os he dado
luna, estrella, locifer...!
¿Qué tenéis bueno, Melisa,
que no alabase mi canto? 205
Copras os compuse al llanto,
copras os hice a la risa,
copras al dulce mirar,
al suspirar, al toser,
al callar, al responder, 210
al asentarse, al andar,
al branco color, al prieto,
a vuesos desdenes locos,
al escopir, y a los mocos
pienso que os hice un soneto. 215
Ya me salí del garlito
do me cogistes, par Dios;
que no se me da por vos,
ni por vueso amor, un pito.
MELISA ¡Ay Tarso, Tarso, en efeto 220
hombre, que es decir olvido!
¿Que una ausencia haya podido
hacer perderme el respeto
a mí, Tarso?
TARSO A vos, y a Judas.
Sois mudable: ¿qué queréis, 225
si en señal deso os ponéis
en la cara tantas mudas?
MELISA Así, mis prendas me torna,
mis cintas y mis cabellos.
TARSO ¿Luego pensáis que con ellos 230
mi pecho o zurrón se adorna?
¡Qué boba! Que a estar yo ciego
trujera conmigo el daño.
Ya, Melisa, habrá medio año
que con todo di en el huego. 235
Cabellos que fueron lazos
de mi esperanza crueles,
listones, rosas, papeles,
baratijas y embarazos,
todo el huego lo deshizo, 240
porque hechizó mi sosiego;
pues suele echarse en el huego,
porque no empezca, el hechizo.
Hasta el zurrón di a la brasa
do guardé mis desatinos; 245
que por quemar los vecinos
se pega huego a la casa.
MELISA ¿Esto he de sufrir? ¡Ay, cielo!
(Llora.)
TARSO Aunque lloréis un diluvio;
tenéis el cabello rubio, 250
no hay que fiar dese pelo.
Ya os conozco, que sois fina.
¡Pues no me habéis de engañar,
par Dios, aunque os vea llorar
los tuétanos y la orina! 255
MELISA ¡Traidor!
TARSO ¡Verá la embinción!
Enjugad los arcaduces;
que hacéis el llanto a dos luces
como candil de mesón.
MELISA Yo me vengaré, cruel. 260
TARSO ¿Cómo?
MELISA Casándome, ingrato.
TARSO Eso es tomar el zapato,
y daros luego con él.
MELISA Vete de aquí.
TARSO Que me place.
MELISA ¿Que te vas desa manera? 265
TARSO ¿No lo veis? Andando.
MELISA Espera.
¿Mas que sé de dónde nace
tu desamor?
TARSO ¿Mas que no?
MELISA Celillos son de Mireno.
TARSO ¿Yo celillos? ¡Oh, que bueno! 270
Ya ese tiempo se acabó.
Mireno, el hijo de Lauro,
a quien sirvo, y cuyo pan
como, es discreto y galán,
y como tal le restauro 275
vuestro amor; mas yo le miro
tan libre, que en la ribera
no hallaréis quien se prefiera
a hacelle dar un suspiro.
Trújole su padre aquí 280
pequeño, y bien sabéis vos
que murmuran más de dos,
aunque vive y anda así,
que debajo del sayal
que le sirve de corteza 285
se encubre alguna nobleza
con que se honra Portugal.
No hay pastor en todo el Miño
que no le quiera y respete,
ni libertad que no inquiete 290
como a vos; mas ved qué aliño,
si la muerte hacelle quiso
tan desdeñoso y cruel,
que hay dos mil Ecos por él
de quien es sordo Narciso. 295
Como os veis dél despreciada,
agora os venís acá;
mas no entraréis; porque está
el alma a puerta cerrada.
MELISA En fin: ¿no me quieres?
TARSO No. 300
MELISA Pues, para ésta, de un ingrato,
que yo castigue tu trato.
TARSO ¿Castigarme a mí vos?
MELISA Yo:
presto verás, fementido,
si te doy más de un cuidado; 305
que nunca el hombre rogado
ama como aborrecido.
TARSO Bueno.
MELISA Verás lo que pasa:
celos te dará un pastor;
que, cuando se pierde amor, 310
ellos le vuelven a casa.
(Vase.)
TARSO ¿Sí? Andad. Échome a temer
alguna burla, aunque hablo;
que no tendrá miedo al diablo
quien no teme a una mujer. 315
(Sale MIRENO, pastor.)
MIRENO ¿Es Tarso?
TARSO ¡Oh, Mireno! Soy
tu amigo fiel, si este nombre
merece tener un hombre
que te sirve.
MIRENO Todo hoy
te ando a buscar.
TARSO Melisa 320
me ha detenido aquí un hora;
y cuanto más por mí llora,
más me muero yo de risa.
Pero ¿qué hay de nuevo?
MIRENO Amigo:
la mucha satisfacción 325
que tengo de tu afición
me obliga a tratar contigo
lo que, a no quererte tanto,
ejecutara sin ti.
TARSO De ver que me hables así, 330
por ser tan nuevo, me espanto.
Contigo, desde pequeño,
me crió Lauro, y aunque,
según mi edad, ya podré
gobernar casa y ser dueño, 335
quiero más, por el amor
que ha tanto que te he cobrado,
ser en tu casa criado,