La Santa Juana, segunda parte - Tirso de Molina - E-Book

La Santa Juana, segunda parte E-Book

Tirso de Molina

0,0

Beschreibung

La Santa Juana es una de las comedias religiosas de Tirso de Molina, un género en el que alcanzó gran altura, con trama de trasfondo religioso pero con protagonistas que se alejan de la alegoría y la abstracción y abrazan la humanidad, con motivaciones más cercanas a los sentimientos y no tanto a los prodigios religiosos.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 80

Veröffentlichungsjahr: 2020

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Tirso de Molina

La Santa Juana, segunda parte

 

Saga

La Santa Juana, segunda parteCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726549065

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA:

CRISTO La SANTA Juana El ÁNGEL de la guarda San ANTONIO de Padua El niño, JESÚS San FRANCISCO CRISTO CRUCIFICADO Sor EVANGELISTA Unas MONJAS MENGA MARI Pascuala CARLOS V, Emperador Don JORGE LILLO CRESPO MENGO BERRUECO MINGO Un PAJE Otra GENTE PASTORES La VICARIA La ABADESA

ACTO PRIMERO

MÚSICA, y salen la SANTA y el ÁNGEL arriba, que va bajando hasta la mitad del tablado, y la SANTA subiendo de él al mismo tiempo, hasta emparejar los dos, y entonces cesa la música

 

ÁNGEL: Esposa cara del Monarca eterno,

contra cuyo poder no prevalecen

las puertas tristes del Tartáreo infierno;

las entrañas de Dios que se enternecen

con el agua sabrosa de tu llanto

remedio al mundo por tu ruego ofrecen.

Delante de su altar, tálamo santo,

llorando estabas el estrago horrible

que al mundo anuncia confusión y espanto

por la ponzoña del dragón terrible

de las siete cabezas que en Sajonia

niega la ley católica infalible.

Llorabas que con falsa ceremonia

y hipócrita apariencia, el vil Lutero

imitase a Nembrot en Babilonia,

y que el rebaño del Pastor cordero,

este lobo, en oveja disfrazado,

despedazase con estrago fiero.

Llorabas que se hubiese dilatado

su blásfema y pestífera dotrina

por Alemania y su imperial estado,

y que, cual de la máquina divina,

derribó la tercer parte de estrellas

la angélica soberbia serpentina,

este Anticristo austral, las leyes bellas

de la alemana iglesia derribase,

asolando la mies de Dios con ellas.

Lloras el ver que tanto cáncer pase

tan adelante y su infernal blasfemia

que lo mejor de vuestra Europa abrase.

El católico reino de Bohemia

la verdadera ley de Dios destierra,

y al apóstata falso sirve y premia.

Flandes le sigue ya, e Ingalaterra

sus desatinos tiene por ganancia,

desamparando a Dios su gente y tierra,

Polonia, Hungría y la cristiana Francia

frenéticas aprueban los errores

que el vicio trajo al mundo y la ignorancia;

por esto lloras, y es razón que llores

pérdida tan notable.

SANTA: ¡Ay, Ángel mío!

Comprando Dios a costa de dolores

........................... [-ío]

............................. [ -anto]

............................. [ -ío]

.......................... [ -anto]

las almas con su sangre redimidas,

¿tantas se han de perder costando tanto?

De tres partes del mundo están perdidas

las dos, porque Asia y África no adoran

sino de Agar las leyes pervertidas;

los más la luz de la verdad ignoran,

y perdido el camino verdadero,

al despeñarse sin remedio lloran,

pues si agora el apóstata Lutero

este rincón de nuestra Europa abrasa

con la doctrina falsa y el acero;

si a Europa, que es columna firme y basa

de nuestra militante Monarquía,

los límites que Dios la puso pasa,

¿quién duda que la bárbara herejía

de mar a mar ensanchará el imperio

que tuvo antes la ciega idolatría?

No permita mi Dios que en cautiverio

tenga a su pueblo el condenado Egipto

ni pase la verdad tal vituperio.

Bien sé que este rigor es por delito

de mis culpas, que son merecedoras

de un castigo inmortal, Ángel bendito;

pero páguelo yo.

ÁNGEL: Por ver que lloras

con tanto afecto, Dios, por el estado

de la iglesia y su ley que humilde adoras,

desde aquí, Juana Santa, me ha mandado

que te venga a enseñar el fértil fruto

que en las Indias España al cielo ha dado.

 

Van subiendo los dos hasta el un ángulo superior, y descúbrese en un nicho de él una estatua de don Hernando Cortés, viejo, armado a la antigua, con bastón y un mundo a los pies

 

Si un pequeño rincón paga tributo

en Europa a Lutero, pervertido

por la ambición, que le hace disoluto,

un nuevo mundo rico y extendido

ha descubierto la romana barca

que al yugo de la Cruz está rendido.

Mira al pesar del bárbaro heresiarca

este nuevo Alejandro que conquista

el orbe indiano al español monarca.

Don Hernando Cortés, con cuya vista

se alegra el Mar del Norte, es éste, Juana,

digno de que sea yo su coronista.

Por él se extiende nuestra ley cristiana

por infinitas leguas, y al bautismo

regiones inauditas vence y gana.

Éste es quien pasa el fluctuoso abismo

que márgenes de plata y oro baña,

y para eternizar su nombre mismo

a vuestra España da otra Nueva España,

muerte a la idolatría, almas al cielo,

y a su linaje una inmortal hazaña.

SANTA: Ya, soberano Ángel me consuelo

viendo lo que la ley de Dios se extiende

y que le adora tan remoto suelo.

¡Oh, ilustre capitán! Si el tiempo ofende

la memoria de hazañas infinitas,

defienda Dios la tuya, pues defiende

su ley tu brazo y las colunas quitas

del estrecho de Cádiz, por ponellas

en tierras y naciones inauditas.

Esculpa el mundo tu renombre en ellas,

pues a la iglesia das el occidente

y el cielo pueblas otra vez de estrellas.

 

(Pasan los dos por el aire al otro ángulo del tablado y en él enséñale una estatua de don Alonso de Alburquerque, viejo, a lo portugués antiguo, con otro mundo a los pies, y bastón

 

ÁNGEL: Vuelve agora los ojos al oriente

y verás la nación del griego Luso

y las hazañas de su ilustre gente.

Este fiel capitán las quinas puso

desde el Atlante monte al mar Bermejo,

a pesar del idólatra confuso.

Mira en aquellas canas el consejo

y el valor de la fe en aquella espada,

que en uno y otro fue español espejo.

Por él ha vuelto nuestra ley sagrada,

a hacer que en Asia el bárbaro se asombre

viendo en ella su iglesia restaurada.

SANTA: Ángel, ¿quién es tan milagroso hombre?

ÁNGEL: Alonso de Alburquerque, lusitano,

que de magno ganó fama y renombre.

Éste, venciendo al moro y al pagano,

al etíope torpe, al ciego persa,

la cruz dilata con valor cristiano.

Si gente, pues, tan bárbara y diversa

en América y Asia a Dios adora,

¿qué importa que la herética perversa

contra el cielo publique guerra agora,

si por una provincia sola gana

dos mundos cuyas almas atesora?

SANTA: ¡Oh nobleza católica y cristiana

de Portugal! ¡Oh célebre Castilla!

¡Viva la ley de Cristo soberana!

Alegre estoy de ver tal maravilla.

ÁNGEL: Aunque el rey don Manuel dichoso

tiene la lusitana y invencible silla,

ya el tiempo deseado a España viene

en que se junten los castillos de oro

con las sagradas quinas; ya conviene

que dando al cielo un Sebastián el moro,

goce en España el Salomón segundo

con Portugal un orbe lleno de oro.

 

Bajan un poco y en la mitad del teatro descúbrese otra estatua de Filipo segundo, viejo, con dos mundos a sus pies

 

Ya el césar Carlos quinto ha dado al mundo

un Filipo primero, que el primero

de quien nació Alejandro, aunque es segundo.

Su ilustre imagen enseñarte quiero

del modo que en edad grave y madura

en oro ha de volver la edad de acero.

Aquí la cristiandad está segura;

la justicia en su punto y la prudencia.

SANTA: Su gravedad deleita y compostura,

respeto pone su real presencia.

ÁNGEL: Dos mundos a sus pies sujeta el cielo;

y cada cual su nombre reverencia;

enjuga, pues, el llanto y desconsuelo,

pues que tan dilatada, Juana, has visto

la ley divina que respeta el cielo,

que si el sajón, apóstata anticristo,

la potestad del cielo a Roma niega,

y a quien es en su silla vice-Cristo,

y con malicia y pertinacia ciega

las indulgencias de las cuentas santas

contradice y blasfemias loco alega,

por eso Dios ha dado gracias tantas

a las sagradas cuentas que su hijo

te dió, con que su ceguedad quebrantas;

para contradecirle las bendijo.

Y en fe de que el rosario santo

aprueba que el sacrílego fiero contradijo,

un árbol ha nacido y planta nueva

en la isla de Irlanda en este instante

que en vez de fruta mil rosarios lleva.

Jamás el mundo vio su semejante;

nació y creció en un punto, convenciendo

al pueblo pervertido e ignorante;

de sus ramas las cuentas están viendo,

que como de las parras los racimos,

en fe de la fe santa están pendiendo.

 

Descúbrese un árbol lleno de rosarios arriba

 

Aquéste el árbol es.

SANTA: ¡Qué merecimos

en nuestros tiempos ver, rosarios santos,

el árbol de quien sois frutos opimos!

Celebre el cielo con alegres cantos

hazaña tan ilustre y portentosa,

pues tal consuelo dais a nuestros llantos.

ÁNGEL: De esta suerte la mano poderosa

de Dios castiga, y de esta suerte sana.

 

Bajan volando al tablado

 

SANTA: ¿Qué merecí, señor, ser vuestra esposa?

ÁNGEL: Carlos quinto ha venido a verte, Juana.

SANTA: ¿Adónde, pues, se va Vuestra Hermosura?

ÁNGEL: Contigo quedo. ¡Oh vista soberana,

gran consuelo, gran suerte, gran ventura!

 

Sale volando el ÁNGEL, todo se encubre. Salen el emperador CARLOS Quinto y acompañamiento, y don JORGE, del hábito de Santiago, y LILLO

 

SANTA: Señor, ¿otra vez honráis

ésta vuestra humilde casa?

CARLOS: Si vos, madre, en ella estáis,

¿quién por vuestras puertas pasa

sin que vos le bendigáis?

Soy yo muy devoto vuestro,

y así lo que os quiero muestro.

SANTA: A lo menos sois, señor,

de la cristiandad favor,

y por eso lo sois nuestro.

CARLOS: La guerra, madre, publico

contra el hereje que ampara

el duque Juan Federico

de Sajonia y se declara

contra el imperio. Es muy rico

y poderoso, y también