La venganza de Tamar - Tirso de Molina - E-Book

La venganza de Tamar E-Book

Tirso de Molina

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Beschreibung

La venganza de Tamar es una de las comedias religiosas de Tirso de Molina, un género en el que alcanzó gran altura, con trama de trasfondo religioso pero con protagonistas que se alejan de la alegoría y la abstracción y abrazan la humanidad, con motivaciones más cercanas a los sentimientos y no tanto a los prodigios religiosos.-

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Tirso de Molina

La venganza de Tamar

 

Saga

La venganza de TamarCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726548938

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Personas que hablan en ella:

AMÓN ELIAZER JONADAB ABSALÓN ADONÍAS TAMAR DINA ABIGAÍL reina BERSABÉ Un CRIADO Un MAESTRO de armas JOAB DAVID MICOL SALOMÓN TIRSO BRAULIO ALISO RISELO ARDELIO, ganadero LAURETA

ACTO PRIMERO

Salen AMÓN, de camino, ELIAZER y JONADAB,hebreos

 

AMÓN: Quitadme aquestas espuelas

y descalzadme estas botas.

ELIAZER: Ya de ver murallas rotas,

por cuyas escalas vuelas,

debes de venir cansado.

AMÓN: Es mí padre pertinaz;

ni viejo admite la paz,

ni mozo quita del lado

el acero que desciño.

JONADAB: De eso, señor, no te espantes

quien descabezó gigantes

y comenzó a vencer niño,

si es otra naturaleza

la poderosa costumbre,

viejo, tendrá pesadumbre

con la paz.

ELIAZER: A la grandeza

del reino que le corona

por sus hazañas subió.

AMÓN: No soy tan soldado yo

cual de él la fama pregona.

De los amonitas cerque

David su idólatra corte;

máquinas la industria corte

con que a sus muros se acerque;

que si en eso se halla bien

porque sus reinos mejora,

más quiero, Eliazer, una hora

de nuestra Jerusalén,

que cuantas victorias dan

a su nombre eterna fama.

ELIAZER: Si fueras de alguna dama

alambicado galán,

no me espanto que la ausencia

te hiciera la guerra odiosa;

que, amor que en la paz reposa,

pierde armado la paciencia.

Mas, no amando, aborrecer

las armas, que de pesadas

suelen ser desamoradas,

cosa es nueva.

AMÓN: Sí, Eliazer;

nueva es, por eso la apruebo;

en todo soy singular;

que no es digno de estimar

el que no inventa algo nuevo.

 

Salen ABSALÓN, ADONÍAS y otros, decamino

 

ABSALÓN: No gozaremos las treguas

que el rey da al contrario bien,

no estando en Jerusalén.

ADONÍAS: Corrido habemos las leguas

que hay de Rabata hasta aquí,

volando.

ABSALÓN: ¡Qué bien pensó

quien las postas inventó!

ELIAZER: No, a lo menos para mí.

Doylas a la maldición

que, batanando jornadas,

me han puesto las dos lunadas

como ruedas de salmón.

ABSALÓN: ¡Oh, Eliazer! ¿También tú gozas

treguas acá?

ELIAZER: ¿Qué querías?

AMÓN: ¡Oh, mi Absalón, mi Adonías!

¿Aquí?

ABSALÓN: Travesuras mozas

nunca, hermano, están despacio;

troquemos en nuestra tierra

por las tiendas de la guerra

los salones de palacio.

Diez días que han de durar

las treguas que al Amonita

David da, el Amor permita

sus murallas escalar.

AMÓN: ¿Murallas de Amor?

ABSALÓN: Bien puedes

permitirles este nombre.

Amando de noche un hombre,

¿no asalta también paredes?

¿Ventanas altas no escala?

¿No ronda? ¿El nombre no da?

¿Trazando ardides no está?

Luego Amor, a Marte iguala.

AMÓN: No te quiero replicar;

ya sé que tiene gran parte

Amor, que es hijo de Marte,

y lo que hay de Marte a amar.

ABSALÓN: En ti, príncipe, infinito;

pues, con ser tan gran soldado,

nunca fuiste enamorado.

AMÓN: Poco sus llamas permito.

No sé ser tan conversable

como mi hermano Absalón.

ABSALÓN: La hermosura es perfección,

y lo perfecto es amable.

Hízome hermoso mi suerte

y a todas me comunico.

AMÓN: Estás de cabellos rico

y así puedes atreverte;

que, a guedeja que les des

las que muertas, por las tiendas

te porfían que los vendas,

tendrán en ti su interés;

pues, si no miente la fama,

tanto tu cabeza vale,

que me afirman que te sale

a cabello cada dama.

ELIAZER: Si así sus defectos salvas

¿qué mucho te quieran bien,

pues toda Jerusalén

te llama Socorre-calvas?

Y las muchas que compones

debiéndote sus bellezas,

hacen que haya en las cabezas

infinitos Absalones.

Ristros puedes hacer de ellas.

ABSALÓN: Eliazer, conceptos bajos

dices.

ELIAZER: Fueran ristros de ajos,

si no es por ti, las más bellas.

ABSALÓN: En fin, ¿el príncipe da

en no querer a ninguna?

AMÓN: Hasta encontrar con alguna

perfecta, no me verá

en su minuta el Amor.

ABSALÓN: Elisabet, ¿no es hermosa?

AMÓN: De cerca no, que es ojosa.

ADONÍAS: ¿Y Ester?

AMÓN: Tiene buen color,

pero mala dentadura.

ELIAZER: ¿Delvora?

AMÓN: Es grande de boca.

JONADAB: ¿Atalía?

AMÓN: Ésa es muy loca,

y pequeña de estatura.

ABSALÓN: No tiene falta María.

AMÓN: ¿Ser melindrosa no es falta?

ADONÍAS: ¿Dina?

AMÓN: Enfádame por alta.

ELIAZER: ¿Rut?

AMÓN: Es negra.

JONADAB: ¿Raquel?

AMÓN: Fría.

ABSALÓN: ¿Aristóbola?

AMÓN: Es común;

habla con ciento en un año.

ABSALÓN: ¿Judit?

AMÓN: Tiene mucho paño,

y huele siempre a betún.

ADONÍAS: ¿Marta?

AMÓN: Encubre muchos granos.

ELIAZER: ¿Alejandra?

AMÓN: Es algo espesa.

JONADAB: ¿Jezabel?

AMÓN: Dícenme que ésa

trae juanetes en las manos.

ABSALÓN: ¿Zilene?

AMÓN: Rostro bizarro,

mas, flaca e impertinente.

ELIAZER: Pues no hallas quien te contente,

haz una dama de barro.

ABSALÓN: ¡Válgate Dios por Amón!

¡Qué satírico que estás!

AMÓN: No has de verme amar jamás;

tengo mala condición.

ADONÍAS: ¿Luego no querrás mañana

en la noche, ir a la fiesta

y boda que a Elisa apresta

la mocedad cortesana?

AMÓN: ¿Con quién se casa?

ADONÍAS: ¿Eso ignoras?

Con Josefo de Isacar.

AMÓN: Bella mujer le han de dar.

ABSALÓN: Tú que nunca te enamoras,

no la tendrás por muy bella.

¿Piensas ir allá?

AMÓN: No sé.

ADONÍAS: Hay bravo sarao.

AMÓN: Iré

a danzar, más que no a vella.

Pero ha de ser disfrazado

si es que máscaras se admiten.

ADONÍAS: En los saraos se permiten.

AMÓN: ¡Lástima tengo al casado

con una mujer a cuestas!

ELIAZER: Poco en eso te pareces

a tu padre.

AMÓN: Muchas veces

de ese modo me molestas.

Ya sé que a David, mi padre,

no le han parecido mal,

testigo la de Nabal

y Bersabé, hermosa madre

del risueño Salomón.

ADONÍAS: Y las muchas concubinas,

cuyas bellezas divinas

milagro del mundo son.

ABSALÓN: Gana he tenido de verlas

AMÓN: Guárdalas el rey, de suerte

que aun no ha de poder la muerte

hallar por donde vencerlas.

ABSALÓN: El recato de palacio

y poca seguridad

de la femenil beldad

no las deja ver despacio.

Mas, por Dios, que ha pocos días

que a una muchacha que vi

entre ellas, Amón, le di

toda el alma.

AMÓN: Oye, Adonías,

del modo que está Absalón.

¿A la mujer de tu padre?

ABSALÓN: Sólo perdono a mi madre.

Tengo tal inclinación,

que con quien celebra bodas,

envidiando su vejez,

me enamoro, y habrá vez

en que he de gozarlas todas.

AMÓN: La belleza y la locura

son hermanas. Eres bello

y estás loco.

ADONÍAS: A tu cabello

atribuye tu ventura

y no digas desatinos.

Ya es de noche, ¿qué has de hacer?

ABSALÓN: Cierta dama he de ir a ver,

en durmiendo sus vecinos.

ADONÍAS: Yo me pierdo por jugar.

AMÓN: Yo que ni adoro ni juego

leeré versos.

ABSALÓN: Buen sosiego.

AMÓN: En esto quiero imitar

a David, pues no le imito

en amar, ni quiero tanto.

ABSALÓN: Serás poeta a lo santo.

AMÓN: Los psalmos en verso ha escrito;

que es Dios la musa perfeta,

que en él influyendo está.

ADONÍAS: Misterios escribirá,

que es guerrero y es profeta.

 

Vanse ABSALÓN y ADONÍAS

 

ELIAZER: ¿Qué habemos de hacer agora?

AMÓN: No sé qué se me ha antojado.

ELIAZER: ¿Mas si estuvieres preñado?

AMÓN: Tanta mujer que enamora

a mi padre, ausente y viejo,

¿qué puede hacer encerrada?

pues, es cosa averiguada

que la que es de honor espejo

en la lealtad y opinión,

en fin, es frágil sujeto

Y un animal imperfeto.

JONADAB: Si toda la privación

es del apetito madre,

deseará su liviandad

el hombre, que es su mitad;

y no estando ya tu padre

para fiestas, ya lo ves...

ELIAZER: Iráseles en deseos

todo el tiempo, sin empleos

de su gusto.

JONADAB: Rigor es

digno de mirar despacio.

AMÓN: Bien filosofáis los dos.

ELIAZER: Lástima tengo, por Dios,

a las damas de palacio

encerradas como en hucha.

AMÓN: El tiempo está algo pesado,

y con la noche y nublado

la oscuridad que hace, es mucha.

¿Quién duda que en el jardín

pedirán limosna al fresco

las damas? Lo que apetezco

he de ejecutar, en fin.

Curioso tengo hoy de ser.

ELIAZER: ¿Pues qué intentas?

AMÓN: ¿Qué? Saltar

aqueste muro y entrar

dentro del parque, Eliazer,

y ver qué conversación

a las damas entretiene

de palacio.

ELIAZER: Si el rey viene

a saberlo, no es razón

que le enojes; pues no ignoras

que al que aquí dentro cogiese,

por más principal que fuese

viviría pocas horas;

que las casas de los reyes

gozan de la inmunidad

de los templos.

AMÓN: Es verdad;

mas no se entienden las leyes

con el príncipe heredero.

Príncipe soy de Israel,

el calor que hace es crüel,

y así divertirme quiero.

En dando yo en una cosa,

ya sabes que he de salir

con ella.

JONADAB: Empieza a subir;

mas siendo tan peligrosa

y de tan poco provecho

no me parece que es justo.

AMÓN: Provecho es hacer mi gusto.

ELIAZER: ¿Y después que le hayas hecho?

AMÓN: Esto ha de ser, ¡vive Dios!

Vamos los tres a buscar

por donde poder entrar.

ELIAZER: ¿Entrar, quién?

AMÓN: Yo, que los dos

fuera me esperaréis.

ELIAZER: Alto.

AMÓN: Hacia allí he visto unas hiedras,

que abrazadas a sus piedras,

aunque el muro está bien alto,

de escala me servirán.

ELIAZER: Vamos, y a subir empieza.

En dándole en la cabeza

una cosa, no podrán

persuadirle a lo contrario

catorce predicadores.

JONADAB: ¡Qué extraños son los señores!

ELIAZER: Y el nuestro, ¡qué temerario!

 

Vanse todos. Salen DINA con guitarra, y TAMAR