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La venganza de Tamar es una de las comedias religiosas de Tirso de Molina, un género en el que alcanzó gran altura, con trama de trasfondo religioso pero con protagonistas que se alejan de la alegoría y la abstracción y abrazan la humanidad, con motivaciones más cercanas a los sentimientos y no tanto a los prodigios religiosos.
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Seitenzahl: 81
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Tirso de Molina
Saga
La venganza de TamarCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726548938
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
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Salen AMÓN, de camino, ELIAZER y JONADAB,hebreos
AMÓN: Quitadme aquestas espuelas
y descalzadme estas botas.
ELIAZER: Ya de ver murallas rotas,
por cuyas escalas vuelas,
debes de venir cansado.
AMÓN: Es mí padre pertinaz;
ni viejo admite la paz,
ni mozo quita del lado
el acero que desciño.
JONADAB: De eso, señor, no te espantes
quien descabezó gigantes
y comenzó a vencer niño,
si es otra naturaleza
la poderosa costumbre,
viejo, tendrá pesadumbre
con la paz.
ELIAZER: A la grandeza
del reino que le corona
por sus hazañas subió.
AMÓN: No soy tan soldado yo
cual de él la fama pregona.
De los amonitas cerque
David su idólatra corte;
máquinas la industria corte
con que a sus muros se acerque;
que si en eso se halla bien
porque sus reinos mejora,
más quiero, Eliazer, una hora
de nuestra Jerusalén,
que cuantas victorias dan
a su nombre eterna fama.
ELIAZER: Si fueras de alguna dama
alambicado galán,
no me espanto que la ausencia
te hiciera la guerra odiosa;
que, amor que en la paz reposa,
pierde armado la paciencia.
Mas, no amando, aborrecer
las armas, que de pesadas
suelen ser desamoradas,
cosa es nueva.
AMÓN: Sí, Eliazer;
nueva es, por eso la apruebo;
en todo soy singular;
que no es digno de estimar
el que no inventa algo nuevo.
Salen ABSALÓN, ADONÍAS y otros, decamino
ABSALÓN: No gozaremos las treguas
que el rey da al contrario bien,
no estando en Jerusalén.
ADONÍAS: Corrido habemos las leguas
que hay de Rabata hasta aquí,
volando.
ABSALÓN: ¡Qué bien pensó
quien las postas inventó!
ELIAZER: No, a lo menos para mí.
Doylas a la maldición
que, batanando jornadas,
me han puesto las dos lunadas
como ruedas de salmón.
ABSALÓN: ¡Oh, Eliazer! ¿También tú gozas
treguas acá?
ELIAZER: ¿Qué querías?
AMÓN: ¡Oh, mi Absalón, mi Adonías!
¿Aquí?
ABSALÓN: Travesuras mozas
nunca, hermano, están despacio;
troquemos en nuestra tierra
por las tiendas de la guerra
los salones de palacio.
Diez días que han de durar
las treguas que al Amonita
David da, el Amor permita
sus murallas escalar.
AMÓN: ¿Murallas de Amor?
ABSALÓN: Bien puedes
permitirles este nombre.
Amando de noche un hombre,
¿no asalta también paredes?
¿Ventanas altas no escala?
¿No ronda? ¿El nombre no da?
¿Trazando ardides no está?
Luego Amor, a Marte iguala.
AMÓN: No te quiero replicar;
ya sé que tiene gran parte
Amor, que es hijo de Marte,
y lo que hay de Marte a amar.
ABSALÓN: En ti, príncipe, infinito;
pues, con ser tan gran soldado,
nunca fuiste enamorado.
AMÓN: Poco sus llamas permito.
No sé ser tan conversable
como mi hermano Absalón.
ABSALÓN: La hermosura es perfección,
y lo perfecto es amable.
Hízome hermoso mi suerte
y a todas me comunico.
AMÓN: Estás de cabellos rico
y así puedes atreverte;
que, a guedeja que les des
las que muertas, por las tiendas
te porfían que los vendas,
tendrán en ti su interés;
pues, si no miente la fama,
tanto tu cabeza vale,
que me afirman que te sale
a cabello cada dama.
ELIAZER: Si así sus defectos salvas
¿qué mucho te quieran bien,
pues toda Jerusalén
te llama Socorre-calvas?
Y las muchas que compones
debiéndote sus bellezas,
hacen que haya en las cabezas
infinitos Absalones.
Ristros puedes hacer de ellas.
ABSALÓN: Eliazer, conceptos bajos
dices.
ELIAZER: Fueran ristros de ajos,
si no es por ti, las más bellas.
ABSALÓN: En fin, ¿el príncipe da
en no querer a ninguna?
AMÓN: Hasta encontrar con alguna
perfecta, no me verá
en su minuta el Amor.
ABSALÓN: Elisabet, ¿no es hermosa?
AMÓN: De cerca no, que es ojosa.
ADONÍAS: ¿Y Ester?
AMÓN: Tiene buen color,
pero mala dentadura.
ELIAZER: ¿Delvora?
AMÓN: Es grande de boca.
JONADAB: ¿Atalía?
AMÓN: Ésa es muy loca,
y pequeña de estatura.
ABSALÓN: No tiene falta María.
AMÓN: ¿Ser melindrosa no es falta?
ADONÍAS: ¿Dina?
AMÓN: Enfádame por alta.
ELIAZER: ¿Rut?
AMÓN: Es negra.
JONADAB: ¿Raquel?
AMÓN: Fría.
ABSALÓN: ¿Aristóbola?
AMÓN: Es común;
habla con ciento en un año.
ABSALÓN: ¿Judit?
AMÓN: Tiene mucho paño,
y huele siempre a betún.
ADONÍAS: ¿Marta?
AMÓN: Encubre muchos granos.
ELIAZER: ¿Alejandra?
AMÓN: Es algo espesa.
JONADAB: ¿Jezabel?
AMÓN: Dícenme que ésa
trae juanetes en las manos.
ABSALÓN: ¿Zilene?
AMÓN: Rostro bizarro,
mas, flaca e impertinente.
ELIAZER: Pues no hallas quien te contente,
haz una dama de barro.
ABSALÓN: ¡Válgate Dios por Amón!
¡Qué satírico que estás!
AMÓN: No has de verme amar jamás;
tengo mala condición.
ADONÍAS: ¿Luego no querrás mañana
en la noche, ir a la fiesta
y boda que a Elisa apresta
la mocedad cortesana?
AMÓN: ¿Con quién se casa?
ADONÍAS: ¿Eso ignoras?
Con Josefo de Isacar.
AMÓN: Bella mujer le han de dar.
ABSALÓN: Tú que nunca te enamoras,
no la tendrás por muy bella.
¿Piensas ir allá?
AMÓN: No sé.
ADONÍAS: Hay bravo sarao.
AMÓN: Iré
a danzar, más que no a vella.
Pero ha de ser disfrazado
si es que máscaras se admiten.
ADONÍAS: En los saraos se permiten.
AMÓN: ¡Lástima tengo al casado
con una mujer a cuestas!
ELIAZER: Poco en eso te pareces
a tu padre.
AMÓN: Muchas veces
de ese modo me molestas.
Ya sé que a David, mi padre,
no le han parecido mal,
testigo la de Nabal
y Bersabé, hermosa madre
del risueño Salomón.
ADONÍAS: Y las muchas concubinas,
cuyas bellezas divinas
milagro del mundo son.
ABSALÓN: Gana he tenido de verlas
AMÓN: Guárdalas el rey, de suerte
que aun no ha de poder la muerte
hallar por donde vencerlas.
ABSALÓN: El recato de palacio
y poca seguridad
de la femenil beldad
no las deja ver despacio.
Mas, por Dios, que ha pocos días
que a una muchacha que vi
entre ellas, Amón, le di
toda el alma.
AMÓN: Oye, Adonías,
del modo que está Absalón.
¿A la mujer de tu padre?
ABSALÓN: Sólo perdono a mi madre.
Tengo tal inclinación,
que con quien celebra bodas,
envidiando su vejez,
me enamoro, y habrá vez
en que he de gozarlas todas.
AMÓN: La belleza y la locura
son hermanas. Eres bello
y estás loco.
ADONÍAS: A tu cabello
atribuye tu ventura
y no digas desatinos.
Ya es de noche, ¿qué has de hacer?
ABSALÓN: Cierta dama he de ir a ver,
en durmiendo sus vecinos.
ADONÍAS: Yo me pierdo por jugar.
AMÓN: Yo que ni adoro ni juego
leeré versos.
ABSALÓN: Buen sosiego.
AMÓN: En esto quiero imitar
a David, pues no le imito
en amar, ni quiero tanto.
ABSALÓN: Serás poeta a lo santo.
AMÓN: Los psalmos en verso ha escrito;
que es Dios la musa perfeta,
que en él influyendo está.
ADONÍAS: Misterios escribirá,
que es guerrero y es profeta.
Vanse ABSALÓN y ADONÍAS
ELIAZER: ¿Qué habemos de hacer agora?
AMÓN: No sé qué se me ha antojado.
ELIAZER: ¿Mas si estuvieres preñado?
AMÓN: Tanta mujer que enamora
a mi padre, ausente y viejo,
¿qué puede hacer encerrada?
pues, es cosa averiguada
que la que es de honor espejo
en la lealtad y opinión,
en fin, es frágil sujeto
Y un animal imperfeto.
JONADAB: Si toda la privación
es del apetito madre,
deseará su liviandad
el hombre, que es su mitad;
y no estando ya tu padre
para fiestas, ya lo ves...
ELIAZER: Iráseles en deseos
todo el tiempo, sin empleos
de su gusto.
JONADAB: Rigor es
digno de mirar despacio.
AMÓN: Bien filosofáis los dos.
ELIAZER: Lástima tengo, por Dios,
a las damas de palacio
encerradas como en hucha.
AMÓN: El tiempo está algo pesado,
y con la noche y nublado
la oscuridad que hace, es mucha.
¿Quién duda que en el jardín
pedirán limosna al fresco
las damas? Lo que apetezco
he de ejecutar, en fin.
Curioso tengo hoy de ser.
ELIAZER: ¿Pues qué intentas?
AMÓN: ¿Qué? Saltar
aqueste muro y entrar
dentro del parque, Eliazer,
y ver qué conversación
a las damas entretiene
de palacio.
ELIAZER: Si el rey viene
a saberlo, no es razón
que le enojes; pues no ignoras
que al que aquí dentro cogiese,
por más principal que fuese
viviría pocas horas;
que las casas de los reyes
gozan de la inmunidad
de los templos.
AMÓN: Es verdad;
mas no se entienden las leyes
con el príncipe heredero.
Príncipe soy de Israel,
el calor que hace es crüel,
y así divertirme quiero.
En dando yo en una cosa,
ya sabes que he de salir
con ella.
JONADAB: Empieza a subir;
mas siendo tan peligrosa
y de tan poco provecho
no me parece que es justo.
AMÓN: Provecho es hacer mi gusto.
ELIAZER: ¿Y después que le hayas hecho?
AMÓN: Esto ha de ser, ¡vive Dios!
Vamos los tres a buscar
por donde poder entrar.
ELIAZER: ¿Entrar, quién?
AMÓN: Yo, que los dos
fuera me esperaréis.
ELIAZER: Alto.
AMÓN: Hacia allí he visto unas hiedras,
que abrazadas a sus piedras,
aunque el muro está bien alto,
de escala me servirán.
ELIAZER: Vamos, y a subir empieza.
En dándole en la cabeza
una cosa, no podrán
persuadirle a lo contrario
catorce predicadores.
JONADAB: ¡Qué extraños son los señores!
ELIAZER: Y el nuestro, ¡qué temerario!
Vanse todos. Salen DINA con guitarra, y TAMAR