La villana de Vallecas - Tirso de Molina - E-Book

La villana de Vallecas E-Book

Tirso de Molina

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Beschreibung

Las villanas de Vallecas es una de las comedias de capa y espada de Tirso de Molina, también llamadas comedias palatinas. Se basa en una historia de amor galante entreverada con aventuras, articulada en torno a una trama de comedia de enredo. En ella asistimos a los ardides de tres damas para esquivar la prohibición de sus tiránicos maridos.

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Seitenzahl: 114

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Tirso de Molina

La villana de Vallecas

 

Saga

La villana de VallecasCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726548914

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Personas que hablan en ella

Don Vicente Don Gabriel Luzón, criado Don Pedro Doña Violante Cornejo Agudo Aguado Blas serrano, viejo Mateo, mozo de mulas Un alguacil [Un huésped]

ACTO PRIMERO

(Salen don Vicente y Luzón.)

Vicente Llama, Luzón, a mi hermana.

Luzón Según venimos de tarde,

pues ya asoma la mañana,

cansada de que te aguarde

la doncella a la ventana 5

o el esclavo a la escalera,

se habrán echado a dormir.

Vicente Jugué y perdí.

Luzón Esta primera

nos tiene de consumir

bolsa y vida. Sales fuera 10

de casa al anochecer

mudándote hasta las cintas,

y como estás sin mujer,

ya a la polla, ya a las pintas,

damos los dos en perder 15

yo paciencia y tú dinero.

Volvémonos a cenar

cuando sale el jornalero

segunda vez a almorzar.

Llamando al alba el lucero, 20

aguárdate mi señora,

que en fe de lo que te ama,

sin ti lo que es sueño ignora,

dando treguas a la cama

y nieve a la cantimplora. 25

Entras con llave maestra,

cenas a las dos o tres,

duermes hasta que el sol muestra

el cahíz al reloj que es

tasa de la vida nuestra. 30

Si la campana te avisa

de nuestra iglesia mayor

cuando es fiesta oyes de prisa

a un clérigo cazador,

que dice en guarismo misa. 35

Hincas encima del guante

una rodilla, y sobre él,

más que rezador, mirante,

volatines de un cordel

pasan cuentas cada instante, 40

que de oraciones vacías,

como cuentas las llamaron,

la dan, por no estar baldías

más de las damas que entraron,

que de las avemarías. 45

Oyes a don Juan mentiras;

mientras alza el sacerdote,

a doña Brígida miras;

si te dio cara, picote,

si no te la dio, suspiras, 50

y apenas la bendición

con el Ite, missa est,

da fin a la devoción

cuando salís dos o tres

y en buena conversación 55

el portazgo o alcabala

cobrando de cada una,

la murmuración señala

si es doña Inés importuna,

si doña Clara regala, 60

si se afeita doña Elena,

si esta sale bien vestida,

si estotra es blanca o morena…

Mira tú si es esta vida

para un Flor sanctorum buena. 65

Vicente Lo que se usa no se excusa.

Eso se usa. Llama ahora.

Luzón De perdidos es tu excusa.

¡Plegue a Dios que mi señora

no dé una vez garatusa! 70

Abre, pues que tienes llave.

Vicente ¿De qué sirve, si despierta

me espera y que vengo sabe?

Luzón Oye: abierta está esta puerta.

Para tan honesta, grave, 75

y amiga de estar cerrada,

mucho es que a tal hora tenga

patente en la calle entrada,

para que cualquiera venga.

Vicente Serán de alguna criada 80

descuidos, o habrá sentido

que venimos. Entra allá. (Vase Luzón.)

Casa sin padre o marido

es fortaleza que está

sin alcaide apercebido. 85

Quedando por cuenta mía

mi hermana doña Violante,

mucho mi descuido fía

del natural inconstante

de una mujer que podría 90

abrir puerta a la ocasión

con la que le da mi juego.

Hechizos los naipes son,

que poco hay de juego a fuego.

Encantada ocupación 95

es la de un tahúr, ¡qué olvido

en todos causa el jugar!

Decía un bien entendido

que no hay honra que fiar

en el jugador marido. 100

Más que amor el juego abrasa,

porque aquel mira el honor,

cuyos límites no pasa;

pero ¿cuándo el jugador

tuvo cuenta con su casa? 105

A ver en mí mismo vengo

la experiencia desto llana,

y si enmiendas no prevengo,

es por ser cierta en mi hermana

la satisfación que tengo. 110

(Sale Luzón.)

Luzón Todos duermen en Zamora;

sólo no he podido hallar

a tu hermana y mi señora,

y dame que sospechar

la puerta abierta a tal hora 115

y el hallar este papel

para ti sobre la mesa.

Vicente ¿Qué dices?

Luzón No sé; por él

podrás ver si en esta empresa

de desafío es cartel 120

contra tu poco cuidado.

Vicente Letra es de doña Violante.

Luzón Por la pinta la has sacado.

Brujulea, que adelante

verás qué juego te ha entrado. 125

(Papel.)

«El poco cuidado, hermano mío, que

los dos hemos tenido, tú con tu casa

y yo con mi honra, ha dado ocasión

para que de entrambas falte la prenda de más estima: mientras tú jugabas dineros perdí yo lo que no se

adquiere con ellos. Un don Pedro de

Mendoza, forastero en Valencia, pagó

en palabras de casamiento obras de

voluntad. Huyendo se va y dice quien

le encontró que camino de Castilla;

y yo, de un monasterio que no quiero

que sepas hasta que o hallándole me

vengues, o no pareciendo, sea el silencio de mi vida remedio de mi

afrenta. Dentro deste papel va la

cédula que me dio de esposo: haz lo

que della gustares; y si culpas mi

liviandad, reprehende tu descuido.

Doña Violante».

Vicente ¡Hay desdicha semejante!

Luzón, ¿qué es lo que he leído?

¡Sin honra doña Violante!

¡Tras la hacienda que he perdido,

la joya más importante 130

pierdo también, el honor

que de mi padre heredé,

el patrimonio mejor,

que en Valencia espejo fue

de la nobleza y valor, 135

por una mujer liviana,

por un juego en que violento

un tahúr la honra me gana!

¿Este era el recogimiento

y la virtud de mi hermana? 140

¡Mal haya quien confianza

hace en el desasosiego

de la femenil mudanza!

¡Mal haya quien en el juego

pone hacienda y esperanza! 145

Que si en papeles pintados

se funda todo su ser,

livianos son sus cuidados,

y si es papel la mujer,

llevando los más pesados 150

el viento, que burlador

mi fama deja ofendida,

bien es que llore mi error,

mi hacienda al juego perdida,

como al descuido mi honor. 155

Luzón ¿De qué ha de servir ahora

ponderar, como el perdido,

lo que tarde siente y llora?

Sepamos dónde se ha ido

mi poco cuerda señora, 160

y sacarás de buscalla

el saber más claramente

quién fue el que vino a engañalla.

Despertar quiero la gente.

¡Dionisia, Lucrecia!

Vicente Calla; 165

no publiques, si eres sabio,

la infamia de aqueste insulto,

ten la lengua, cierra el labio;

que entretanto que está oculto,

no da deshonra el agravio. 170

Mientras que la noche veda

que saque el sol a poblado

infamias que decir pueda,

déjame vivir honrado

este tiempo que me queda. 175

Luzón Pues, ¿qué hemos de hacer?

Vicente Advierte

en lo que me ofrece ahora

la industria en la ocasión fuerte:

don Juan de Aragón adora

a mi hermana, y es de suerte, 180

que aunque intenta en Zaragoza

su padre don Luis casalle

con una señora moza,

noble y barona del valle,

que con otros pueblos goza, 185

tiene en tanto la belleza

de doña Violante ingrata,

que sin mirar su pobreza,

las otras bodas dilata,

y a estas su amor endereza. 190

Toda la gente de casa,

como tan público fue,

saben lo que en esto pasa.

Luzón Y yo también, señor, sé

que por tu hermana se abrasa. 195

Vicente Oye, pues: tú has de quedarte

aquí con un papel mío,

que, en fe de que sé estimarte

por fiel, de ti mi honor fío

como si en él fueras parte. 200

Escrebiré en él, Luzón,

a doncellas y a criados,

que de don Juan de Aragón

los amorosos cuidados

han llegado a ejecución 205

de casarse con secreto

con mi hermana en un castillo,

que tiene para este efeto

prevenido, y que encubrillo

importa por el respeto 210

que a su padre es bien tener;

y que en fe desto llegó

esta noche, sin querer

que sepan más dél y yo

lo que determina hacer. 215

Por lo cual, sin avisar

a nadie, a la media noche,

a las puertas del lugar

nos esperó con un coche;

y yo, para asegurar 220

su alboroto y confusión,

les escribo este papel.

Fingirás admiración

y que ignorabas en él

nuestra jornada a Aragón; 225

dirasles que te mandé

que nuestra vuelta esperases

y el gobierno te encargué

de casa, y con qué gastases

en mi ausencia te dejé. 230

También les escribiré esto.

Iré a don Juan de Aragón;

direle que porque ha puesto

los ojos cierto varón

valenciano y descompuesto 235

en mi hermana, la he sacado

de Valencia y por quitar

la esperanza a su cuidado,

he querido divulgar

que en secreto se han casado 240

los dos; y él, agradecido,

mi engaño defenderá

y con esto persuadido,

en pie mi honor quedará

ignorado, aunque ofendido. 245

Partiré luego a Castilla

en busca deste tirano

que a sus pies mi honor humilla,

y si negare la mano

a quien se atrevió a pedilla, 250

vengándose mi esperanza

le mostrará la experiencia

lo que mi valor alcanza,

y que a injurias de Valencia

ofrece armas la venganza. 255

Luzón Bien me parece todo eso.

Vicente Ven y darete el papel.

¡Ay, Luzón, que estoy sin seso!

Luzón Tu hermana estaba sin él,

y dio en tierra con su espejo. (Vanse.) 260

(Salen don Pedro de Mendoza y Agudo de camino.)

Pedro ¿Hay buenas camas?

Agudo De holanda

prometen sábanas.

Pedro Bien.

Agudo Colcha y rodapiés también

de red, con su flueco y randa;

dos almohadas que alistan 265

lazos de azul y amarillo

debajo de un acerillo;

y porque sus faldas vistan

las manchas de la pared,

tres sábanas, aunque tiernas, 270

por viejas distinguen piernas

ya de lienzo, ya de red.

Un cielo encima colgado,

con fluecos del mismo modo,

que, viéndole blanco todo, 275

dije: «el cielo está nublado»,

y los doseles, que son

adorno de el aposento;

un prolijo paramento,

pintada en él la Pasión, 280

y la historia de Susana

con los dos viejos y el baño,

y al otro lado del paño

un San Joaquín y Santa Ana,

y un ángel sobre la puerta 285

que con las alas los junta;

al otro un sayón que apunta

a un San Sebastián, que acierta,

luego un San Antón muy viejo

con su vestido de estera, 290

y debajo la escalera,

junto de él, un San Alejo.

Remátase la labor

con la espigadera Rud,

cual le dé Dios la salud 295

al bellaco del pintor.

Pedro Con eso vive contenta

aquesta gente sencilla.

No es Arganda mala villa.

Agudo Tiene un soto que sustenta 300

con su caza, y entretiene

a sus vecinos y dueños.

Corren toros jarameños,

que a gozar la corte viene,

por pasar por el Jarama, 305

de quien sus vecinos beben

las fuerzas con que se atreven,

que son bravos de la fama.

Pedro ¿Está la maleta arriba?

Agudo Dando abrazos al cojín. 310

Pedro ¡Que hoy hemos de entrar en fin,

en Madrid!

Agudo Él te reciba

con buen pie; que es menester

confesar y comulgar,

como quien se va a embarcar, 315

quien su golfo quiere ver.

Pedro ¿Golfo?

Agudo Y no de muchas leguas.

Pedro Bien dices si a Madrid llamas

manso golfo de las Damas.

Agudo Antes golfo de las Yeguas. 320

¡Qué mal su rumbo conoces!

Mas que te han de marear

la bolsa luego al entrar,

si tiran sus olas coces.

Pedro ¿Por qué si a casarme voy? 325

Agudo Tu nombre lo ha declarado.

¿De marido a mareado,

qué va?

Pedro Satisfecho estoy

de que en doña Serafina

no hay recelo que me asombre, 330

porque, del modo que el nombre,

tiene la fama divina.

Agudo Serafín bien puede ser;

mas no creo en serafines,

que por andar en chapines, 335

son fáciles de caer.

Y serafines caídos,

ya tú ves que son demonios.

Pedro Como aquesos testimonios

les levantan atrevidos... 340

Agudo ¿Hasla visto?

Pedro ¿Cómo puedo, si ha un mes que desembarqué

de San Lúcar y llegué

de Méjico?

Agudo ¿Y sin más miedo

te vas a casar con ella, 345

sus virtudes canonizas,

su hermosura solemnizas

y te enamoras sin vella?

Pedro Escribió su padre al mío

sobre aqueste casamiento; 350

que no pudo el elemento

del mar enfadoso y frío

anegar correspondencias

de su pasada amistad,

pues las que la mocedad 355

funda vencen las ausencias.

Informose de su estado,

que por ser tan conocido

mil testigos ha tenido

que a las Indias han pasado; 360

de su hacienda, que es copiosa;

de la edad, virtud y fama

que en Madrid tiene mi dama.

Supo que era virtuosa

como bella, y en belleza 365

la misma exageración,

celebrada en opinión,

apetecible en riqueza,

moza apacible, discreta,

y un sujeto digno, en fin, 370

de tan bello serafín.

Agudo ¿Pintótela algún poeta?

Pedro No, sino la fuerza mucha

de la verdad, que pasada

por agua es más estimada, 375

porque allá tarde se escucha.

Agudo ¿Y lo crees como evidencia?

Pedro Conozco con claridad

en la ausencia la verdad,

la lisonja en la presencia. 380

No son los hombres de ahora

de tan sanas intenciones,

que en vez de murmuraciones

se hagan lenguas cada hora

en alabar excelencias 385

de quien no interesan nada,

pues aun de la más honrada

sacan falsas consecuencias.

Fama, Agudo, que ha llegado

limpia a Méjico y a prueba 390

de las lenguas, ¡cosa nueva!

Agudo Y más donde es tan usado

el murmurar, que sin ciencia

colige toda criatura:

indiano, luego murmura. 395

Bien vale la consecuencia.

Pedro Partí a Cuenca desde el puerto

en busca de un tío anciano,

rico y de mi padre hermano.

Había un año que era muerto, 400

y sin darme a conocer

a deudos impertinentes

que a título de parientes,

salteadores suelen ser

de la perseguida plata, 405

más segura de escapar

de los peligros del mar

que de un pariente pirata,

voy a Madrid, donde espero