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Las quinas de Portugal es una de las comedias históricas de Tirso de Molina, historias teatrales que suelen mezclar tramas de enredo amoroso con un trasfondo histórico, en este caso el mito de la fundación de la nación portuguesa.
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Seitenzahl: 70
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Tirso de Molina
COMEDIA ESCRIPTA POR EL MAESTRO TIRSO DE MOLINA
Saga
Las quinas de PortugalCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726548891
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
(Toda la fachada del teatro ha de estar de arriba abajo llena de ris-cos, peñas y espesuras de matas, lo más virisímil y áspero que se pueda, imitando una sierra muy difícil, con las circunstancias que se dirán después. Por lo más alto de estas breñas saldrá Brito, rústico, con un bastón largo, disparando la honda, y por en medio de las dichas peñas sale el conde don Alfonso Enríquez, en hábito de caza, en cuerpo muy bizarro.)
Brito ¡Aho, que espantáis el cabrío!
¡Verá por dó se metió!
¡Valga el diabro al que os parió!
¡Echad por acá, jodío!
¡Teneos el embigotado! 5
Alfonso Enriscado me perdí:
pastor, acércate aquí.
Brito ¿Acercáosle? ¡Qué espetado!
Pues yo os juro a non de san
que si avisaros no bonda 10
y escopitina la honda
seis libras de mazapán,
mijor diré mazapiedra...
¡Aho, que se mos descarría
ell hato!
Alfonso ¡Escucha!
Brito ¡Aún sería 15
el diabro! ¡Verá la medra
con que mos vino! ¡Arre allá!
Hombre del diabro, ¿estás loco?
Ve abajando poco a poco...;
no por ahí, hancia acá. 20
¡Voto a san!, si te deslizas.
(Acércanse.)
Alfonso Acerca, dame la mano.
Brito … que has de llegar a lo llano
bueno para longanizas.
(Dale el cabo de el bastón y tiénen-
le ambos.)
Agarraos a ese garrote. 25
¿Quién diabros por aquí os trujo?
(Bajando.)
Teneos bien, que si os rempujo
no doy por vueso cogote
un pito.
Alfonso ¿Qué sierra es esta?
(Bajando Brito hacia el conde, asi-
dos los dos al palo.)
Brito La de Braga hacia Galicia. 30
Alfonso ¡Notables riscos!
Brito Se envicia
hasta el cielo.
Alfonso ¡Extraña cuesta!
Brito Llámase «Espanta ruines».
Alfonso No sé yo que haya en España
más escabrosa montaña. 35
Brito Mala es para con chapines.
Dad acá la mano.
Alfonso Toma.
(Júntanse de las manos y repara Bri-
to en el guante.)
Brito ¿Hay mano con tal brandura?
O sois vagamundo o cura.
Echad por aquesta loma; 40
con tiento, ¡aho!, que caeréis.
(Van bajando poco a poco de las ma-
nos.)
Alfonso ¿Hay peñas más enriscadas?
Brito ¡Manos de lana y peinadas!
¡Qué guedejas! ¡Aho, me oléis
a poleo! ¡Pregue a Dios 45
que no encarezcáis la lleña!
Alfonso No malicies.
Brito Pues ¿hay dueña
que las traiga como vos?
Alfonso ¿Nunca viste guantes?
Brito ¿Qué?
Alfonso Estos. (Aparte.) Simple es el villa-
no. 50 (Descálzase uno.)
Brito ¡Aho, que os desolláis la mano!
¿Estáis borracho? A la hé
que debéis ser fechicero.
El pellejo se ha quitado
y la mano le ha quedado 55
sana, apartada del cuero.
Las mías ell azadón
las ha enforrado de callos;
pues que sabéis desollallos
hacedme una encantación, 60
o endilgadme vos el cómo
se quitan, que Mari Pabros
se suele dar a los diabros
cuando la barba la tomo.
(Bajando.)
Alfonso ¡Sazonada rustiqueza! 65
Brito Por aquí, que poco falta
de la sierra.
Alfonso Ella es bien alta y escabrosa su aspereza.
Brito Y decid, por vuesa vida:
¿que se puede desollar 70
la mano sin desangrar
quedando entera y garrida?
Alfonso Anda, necio; la que ves
es una piel de cabrito
o cordobán.
Brito ¡Pues bonito 75
soy yo!
Alfonso Adóbanla después
y ajustándola a la mano
del polvo y sol la defiende.
(Bajando.)
Brito ¿Sí? ¡Bueno! O sois brujo o duende.
Vos pensáis, por lo serrano, 80
burlarme. ¿No está apegada
con la carne a esotra?
Alfonso No.
Brito ¿No os la vi desollar yo?
Alfonso Estaba en ella encerrada
como tu pie en esa abarca. 85
Brito Atareislas por traviesas,
que ya yo vi manos presas
por retocar lo dell arca;
Mari Pabros me pedía
la mía de matrimeño 90
y yo, como amor la enseño,
dándole a esotra vacía
burlada se quedará,
(Ya están abajo.)
si por Olalla la dejo,
que hay mano que da el pellejo 95
pero no la voluntá.
Y, porque ya estáis abajo,
adiós, que all hato me vo.
Alfonso Quiero desempeñar yo
las deudas de tu trabajo: 100
toma este anillo.
Brito ¿Este qué?
Alfonso Sortija: es de oro.
Brito Verá;
mijores las hay acá
de prata. Se la daré
a Mari Pabros. Señor, 105
¿qué es esto que relumbrina?
Alfonso Un diamante, piedra fina.
Brito ¿Lo que llaman esprendor
el cura y el boticario?
Alfonso ¿Quién?
Brito Un par de entendimientos 110
que, a falta de pensamientos,
mos habran extraordinario;
y hay en mueso puebro quien
mos avisa esto que oís:
echan al centeno anís 115
para que mos sepa bien;
habran los dos tan prefundo
que los doy a Barrabás
y porque no es para más,
adiós, hasta el otro mundo. (Vase.)120
Alfonso Dudo que puedan hallarme
en tan distante espesura
mis monteros. ¡Oh hermosura!,
tú has venido a enajenarme
de mi gente y de mí mismo. 125
Es doña Elvira Gualtar
objeto digno de amar,
pero en el hermoso abismo
que mi memoria atropella,
anegadas mis pasiones, 130
falto a mis obligaciones.
Dos ángeles tengo en ella:
dos niñas, que de mis ojos
niñas han venido a ser
para no dejarme ver 135
más que sus bellos despojos.
Soy conde de Portugal,
y por la madre y las hijas
ocupaciones prolijas
de un gobierno casi real 140
olvido... Pero ¿qué es esto?
(Suena música. Ábrese toda la monta-
ña desde la mitad abajo, quedando
descubierta una cueva capaz, toda
entapizada de yedra, flores y rome-
ros, techos, paredes y suelo. En me-
dio, una mesa de hierbas, y asentado
en un peñasco, la cara a la gente,
Giraldo, viejo venerabilísimo, ves-
tido de estera de palma, con algunos
libros, como que los estudia; a un
lado de la puerta de la cueva, una
palma, colgando de ella las armas
que aquí se dicen. Las peñas por
donde bajó el conde, levantadas ago-
ra, servirán a la cueva de chapitel
y toldo. Prosigue don Alfonso.)
Los peñascos, obeliscos
de esta sierra, entre sus riscos
dividiéndose, han compuesto
entre su nevado espacio 145
un modo de solio regio
que de la aurora es palacio;
las peñas, sus capiteles,
con majestad elevados,
techumbres suplen dorados; 150
yedras sirven de doseles
que, entretejidas de flores,
trepan sus ramas inquietas
por jazmines y mosquetas
con brazos escaladores. 155
Desde el verde pavimento
hasta el florido artesón
da causa a la admiración
que le juzga encantamento.
Una senectud se eleva 160
prodigiosa y venerable
que, con respeto agradable,
el centro ocupa a la cueva;
trofeo son de esta palma
la espada, yelmo y arnés. 165
Algún héroe portugués
por la milicia del alma
las materiales olvida:
libros, estudioso, hojea.
¡Qué bien sus ocios emplea! 170
¡Qué bien retirada vida!
Amagos muestra divinos:
toda el alma me ha robado.
(Quiere retirarse asombrado, y le-
vántase Giraldo, y sale, deteniéndo-
le.)
Giraldo Detén, güésped deseado,
el paso a tus descaminos. 175
Por dicha, ¿eres portugués?
Alfonso Por dicha y mucha lo soy,
pues las dichas que medro hoy
en verte son interés,
el más nuevo que jamás 180
de mi discurso el exceso
apeteció.
Giraldo Según eso,
al conde conocerás
Alfonso Enríquez.
Alfonso Crieme
en su casa y compañía, 185
y tanto de mí se fía,
que, para que más se extreme
la privanza afectuosa
con que siempre me estimó,
podré decir que él y yo 190
somos una misma cosa.
Giraldo En eso ha calificado
dignamente la eleción
de su mucha discreción;
pero ¿quién te ha derrotado 195
por aquestos pricipicios?
Alfonso Cazando, al conde perdí
no muy distante de aquí.
Giraldo Son honestos ejercicios
los que imitan la milicia, 200
ensayando entre las fieras
burlas que enseñan las veras,
cuando es menos la codicia