MERCADO NEGRO EN LA COSTA BLANCA - Jose Miguel Rodriguez Calvo - E-Book

MERCADO NEGRO EN LA COSTA BLANCA E-Book

Jose Miguel Rodriguez Calvo

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Beschreibung

Resumen Carlos y Rafael, dos jóvenes Alicantinos que trabajan a menudo para "Pérez Atwan", un traficante de droga, llevando los fardos de hachís hasta Fuenlabrada cerca de Madrid, se ven envueltos con sus novias en una guerra de poderes con otro exportador de lujosos coches robados, "Elías Nájera" Los cuatro jóvenes van a pasar por múltiples apuros y tumultuosos estragos, para intentar salirse de la despreciable y compleja situación que les impuso la vida

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Esta novela es una ficción.

Cualquier parecido con hechos reales, existiendo o habiendo existido, sería sólo casualidad fortuita y pura. Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.

© 2021 Jose Miguel Rodriguez Calvo

Éditeur : BoD-Books on Demand

12-14 rond-point des Champs-Élysées, 75008 Paris

Impression: Books on Demand, Norderstedt, Allemagne

ISBN: 9782322421107

Dépôt légal : Noviembre 2021.

Inhaltsverzeichnis

Más informaciones

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Del mismo autor

Biografía

Du même auteur

Biographie

Sobre el autor

«Para nuestros Angelitos»

Resumen

Carlos y Rafael, dos jóvenes Alicantinos que trabajan a menudo para "Pérez Atwan", un traficante de droga, llevando los fardos de hachís hasta Fuenlabrada cerca de Madrid, se ven envueltos con sus novias en una guerra de poderes con otro exportador de lujosos coches robados, "Elías Nájera"

Los cuatro jóvenes van a pasar por múltiples apuros y tumultuosos estragos, para intentar salirse de la despreciable y compleja situación que les impuso la vida.

1

"Atocha"

Madrid, Estación de Atocha

El reloj de la fachada de la madrileña estación de Atocha estaba a punto de marcar las cuatro de la tarde, cuando Carlos y Rafael, dos chicos alicantinos, de respectivamente veintitrés y veintidós años, llegaban por fin a su destino, muy cerca del Parque del Retiro madrileño. Viajaban con sus dos pesadas maletas llenas de fardos de resina de cannabis, con veinticinco kilos en cada una de ellas, que a duras penas trasladaron hasta la salida, donde tomaron un taxi que los llevaría a Fuenlabrada por la Autovía de Toledo.

Media hora más tarde llegaban a su destino, en un almacén de la calle de Santa Clara, donde les esperaba su contacto Emilio Gutiérrez, de treinta y ocho años.

— ¿Bueno, qué tal el viaje?

— ¡Perfecto, sin ninguna novedad!

¡Aunque esto pesa de cojones!

Contestó Carlos.

— Aquí tenéis el dinero para "Atwan", y vuestra comisión, por supuesto.

— ¿Qué tenéis pensado hacer? ¿Os quedáis algún día o regresáis a Alicante?

— Tenemos que marchar cuanto antes, nos esperan esta noche.

— ¿Vuestras chicas verdad?

— ¿Cómo lo sabes cabrón?

— ¡Hombre, como si no os conociera!

— ¡Oye! ¡El mes que viene tengo otro pedido!

¿Os apuntáis?

— Cuenta con nosotros.

Con las mismas condiciones de siempre, ¿verdad?

— ¡Si claro!

— ¡Bueno Emilio, esperamos tu llamada!

Nosotros regresamos a Atocha con el metro de la estación Central, calle Hungría.

— Vale que tengáis buen retorno. ¡Cuidado con el dinero!

¡Esa gente no bromea!

— ¡Ya! ¡No te preocupes!

Carlos y Rafael, eran dos chicos del mismo barrio obrero "Villafranqueza", situado al norte de Alicante, que jamás lograron interesarse en los estudios.

Los padres tampoco podían vigilarlos o atenderlos, porque pasaban el día intentando ganar algún dinerillo en lo que saliera, para poder a duras penas subsistir.

Desde pequeños, con algunos amigos más, solían bajarse al centro, a pillar algo al rededor del mercado, o recoger alguna mísera comida que llevarse a la boca. Según fueron creciendo, naturalmente, los problemas y las necesidades, se hicieron mayores.

Con tan solo catorce años, ya vendían refrescos por la céntrica playa "Del Postiguet", situada en el "Paseo de Gomis".

Una vez cumplidos los dieciséis, pasaron a ejercer de camarero, atendiendo algún Chiringuito o alguna de las numerosas terrazas del paseo marítimo.

Otras veces de pinche en algún bar o cafetería, y varios pequeños empleos por el estilo. Pero el trabajo era duro, y el salario mísero, sobre todo para ellos acostumbrados a moverse a su aire por la ciudad. Así que fatalmente tarde o temprano caerían en la delincuencia, y pasarían por todas las transgresiones ilícitas delictivas. Robos de todo tipo, intrusiones en domicilios, hurtos, sustracción de bienes a turistas, pillaje de automóviles, y muchas cosas más.

Todo valía, porque tenían que procurar suficiente dinero para conseguir las numerosas cosas lujosas que ofrecía la ciudad.

Y fatalmente terminaron cayendo en las drogas.

Al principio de consumidores, y después de vendedores para costear sus dosis cotidianas.

Más adelante les iban a ofrecer hacer de "Camellos" para el traslado de los delictuosos productos a varias zonas de España, y en particular Madrid.

El trabajo, aunque peligroso, pagaba muy bien y fue difícil denegar la irresistible oferta.

Y aquí tenemos los dos amigos Carlos y Rafael, viajando por todo el país en coche o tren, según los destinos.

El tráfico de drogas estaba poco desarrollado en la ciudad hasta que decidieron poner una nueva ruta de Ferry entre Alicante y Oran, en Argelia, lo que fomentó una nueva brecha en el sur de España, ya muy extendida por la llegada casi cotidiana de lanchas rápidas, alrededor de la zona de Gibraltar.

A partir de ese momento se incrementó el tráfico, y comenzó la lucha entre varias bandas, por controlarlo. Ya no era el pequeño trapicheo entre amiguetes de barrio. Ahora se trataba de recibir y difundir cada vez mayores cantidades de mercancía.

En Alicante había dos principales bandas que se repartían el negocio.

La de "Pérez Atwan", y la de "Elías Nájera".

Carlos y Rafael, trabajaban para la de "Pérez Atwan", aunque ellos no llegaron a verle jamás, recibían las órdenes de uno de sus hombres "Julián", que era el que trataba directamente con ellos.

No eran los únicos en hacer el reparto, "Julián" tenía a otras dos parejas más de chicos de la misma edad y condición.

Las fuerzas de seguridad estaban desbordadas, y aunque recibieron refuerzo, y medios para luchar contra el narcotráfico, este iba a extenderse y llegar a todos los lugares, haciendo estragos, y devastando la juventud, sobre todo los más jóvenes o filisteos.

Pocos tenían la voluntad de rechazar lo que algunos llamaban

"Llegar al séptimo cielo".

Pero el ilícito tráfico no se limitaba a la droga, también pasaban coches y motos de lujo robados en Europa, que luego vendían en todo el territorio africano.

2

"Explanada de España"

Los dos tenían novias formales desde hace un par de años. Carlos se había enamorado de Isabel Navarro, hija de un Inspector de Policía, que vivían en la Plaza "Calvo Sotelo".

Rafael, de Ana Molina la hija menor de un gran productor de vino, que dirigía su inmensa bodega en Yecla. Las dos tenían veintiún años, y cursaban sus estudios de derecho comercial en la Universidad, a dos pasos del barrio "Villafranqueza". Fue por casualidad, y sobre todo por la proximidad de los dos lugares que los cuatro se conocieron en una cafetería de la zona.

Porque, todo los diferenciaba, la educación, el gusto por los estudios, y el rango social. Pero la vida está hecha de cosas improbables, insólitas e inverosímiles. Carlos y Rafael, no revelaron nada a sus respectivas novias, primero por no involucrarlas, y también por miedo a que saltara a la luz sus verdaderos empleos, y que los dejaran.

Para las chicas, los dos, trabajaban de electricistas en "Mercalicante". Esto se encuentra situado en la carretera de Madrid, en el kilómetro cuatro. En aquel lugar donde ellas no podían comprobarlo porque el acceso necesitaba una acreditación especial.

Ellas solían citarse con los chicos por el paseo marítimo donde llegaban con el coche de Isabel.

Ella era la única de las dos que tenía carné de conducir, el cual le era necesario para poder ir a visitar a sus padres los fines de semana en Yecla.

Los chavales lucían sus lujosos "Scooters", adquiridos con el fraudulento dinero de sus negocios, y cuando debían desplazarse a alguna ciudad de la provincia, para llevar la mercancía, "Julián" les proporcionaba uno de sus vehículos, robados y perfectamente falsificados.

Isabel y Ana, estaban lejos de imaginarse el ilegal y transgresor trabajo de sus compañeros.

Para ellas eran unos chicos normales, que, si bien no habían logrado ningún estudio, se ganaban la vida honestamente con su respetable trabajo.

Pero un día u otro se les vería las verdaderas caras, y deberían dar cuentas de sus mentiras y alardes engaños.

De momento, Isabel que había presentado Carlos a sus padres, y que también había visitado los suyos, llevaban una vida convencional de enamorados, aunque los padres de Isabel no veían de buen ojo, esa relación tan poco amena para su parecer.

— ¡Hija! ¡Tú podías haberte relacionado con un chaval de tu rango, lo hay a montones en la universidad!

Le dijo su madre Luisa.