Perdido - Jose Miguel Rodriguez Calvo - E-Book

Beschreibung

Perdido Un impresionante y fabuloso drama humano a través de la exuberante selva peruana. Llena de riesgo sufrimiento y aflicción. Resumen: Un hombre se despierta con gran dificultad y herido, tendido en el suelo en un sendero de un frondoso bosque desconocido. Totalmente amnésico, intenta recobrar su memoria, pero nada le viene a la mente, ni su nombre, ni el lugar donde se encuentra, ni como ha llegado hasta allí. Lujosamente trajeado, sin papeles, ni dinero. Sangrando abundantemente de una herida profunda en el costado, y varias, más leves, en la cabeza y en sus manos.

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Esta novela es una ficción.

Cualquier parecido con hechos reales, existiendo o habiendo existido, sería sólo casualidad fortuita y pura.

Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.

Ce Roman est une fiction.

Toute ressemblance avec des faits réels, existants ou ayant existé, ne serait que fortuite et pure coïncidence.

Le Code de la propriété intellectuelle interdit les copies ou reproductions destinées à une utilisation collective. Toute représentation ou reproduction intégrale ou partielle faite par quelque procédé que ce soit, sans le consentement de l'auteur ou de ses ayants droit ou ayant cause, est illicite et constitue une contrefaçon, aux termes des articles L.335-2 et suivants du Code de la propriété intellectuelle.

« À nos petits Anges »

Resumen:

Un hombre se despierta con gran dificultad y herido, tendido en el suelo en un sendero de un frondoso bosque desconocido.

Totalmente amnésico, intenta recobrar su memoria, pero nada le viene a la mente, ni su nombre, ni el lugar donde se encuentra, ni como ha llegado hasta allí. Lujosamente trajeado, sin papeles, ni dinero.

Sangrando abundantemente de una herida profunda en el costado, y varias, más leves, en la cabeza y en sus manos.

Lugar:

Selva peruana, de nuestros días

Sommaire

Resumen

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

1

Selva peruana, de nuestros días

Poco a poco movió sus pestañas, abrió los ojos, primero uno y luego con gran dificultad el segundo, sentía el sol que le abrasaba la cara, y un dolor de cabeza insoportable.

Se encontraba tumbado en el suelo sobre su espalda. Levantó lentamente la mano para cubrir la insostenible luz del sol que filtraba entre los altos y frondosos árboles que deslumbraba sus ojos. Observó de inmediato que estaba ensangrentada.

Intentó incorporarse, pero con grandes penas podía mover su cuerpo dolorido.

Su vista nublosa y difusa percibía con gran dificultad el entorno, donde solo distinguía altas hierbas y un monte verde y exuberante.

Un sinfín de cantos ruidosos de pájaros, de toda clase, llegaban a sus oídos.

Con gran pena pudo sentarse, ahora podía observar mejor su entorno, un bosque cerrado lo rodeaba, por todas partes.

Llevó su mano a la cabeza, y sintió un dolor insostenible, una herida recorría la mitad de ella.

Intentó levantarse, pero el dolor atroz de su costado izquierdo lo impidió.

Su camisa llevaba un desgarro y una extendida mancha de sangre lo rodeaba.

Por más que reflexionaba, no conseguía acordarse de quién era, cuál era su nombre, en qué lugar estaba ni qué había ocurrido, era como una pesadilla, todo aquello no podía ser real.

Empezó a gritar a ver si se despertaba de aquel sueño irrealista que le parecía tan verdadero.

— ¡Basta ya! ¡Basta ya! ¡Quiero despertar joder!

Estuvo un buen rato chillando y boceando, a la vez que golpeaba fuertemente el suelo, hasta que se quedó rendido y sin aliento.

No estaba soñando, todo aquello era real, se sentía como preso y capturado en una trampa, asediado entre aquel espeso y exuberante bosque que cubría todo su entorno, y que parecía que lo mantenía atrapado en su seno.

¿Qué había ocurrido? ¿Quién le había causado aquellas graves y dolorosas heridas?

Empezó otra vez a llamar con más fuerza.

— ¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Socorro!

Solamente el eco le contestaba, y a cada grito un revuelo de pájaros asustados emprendía su vuelo con un ruidoso alboroto que estremecía todo su cuerpo dolorido.

Se encontraba solo, perdido, malherido, y sin la más ínfima porción de memoria.

Registró varias veces, cuidadosamente, todos los bolsillos de su chaqueta, y no llevaba nada que le diera una pista, ni tan solo su reloj.

Iba vestido con un traje aparentemente de marca, aunque gastado, desgarrado y sucio, y una camisa azul clara también de calidad, pero con un pequeño desgarre y una amplia mancha de sangre del lado izquierdo.

Y nada más, ni siquiera calzado en sus pies.

Para él, todo esto superaba el entendimiento.

¿Qué podía hacer? ¿Dónde estaba? ¿Hacia dónde dirigirse?

Intentó lentamente levantarse poniéndose de rodillas y agarrándose de los arbustos más cercanos, y a pesar del insostenible dolor de costado lo consiguió, pero su herida empezó de nuevo a sangrar.

Se quitó la chaqueta y la camisa, e hizo un nudo con esta última fuertemente sobre la herida consiguiendo detener la hemorragia.

Después, buscaría un trozo de rama seca en los alrededores que le serviría de bastón, e intentó rebuscar en el entorno alguna de sus pertenencias que le hubiese ayudado, como el calzado o su cartera.

Nada, no había nada, la gente que lo había herido y abandonado en aquel lugar, no dejo el menor rastro de sus enseres.

Se detuvo un momento sin moverse, para ver si percibía algún sonido de civilización, pero solo el incesante barullo del monte llegaba a sus oídos.

Ahora empezaría a buscar caminando en círculos cada vez más grandes para ver si encontraba algún camino o sendero.

Su penosa búsqueda, no lograría identificar o descubrir la más mínima huella de un pasadizo que pudiese seguir.

Cansado y agotado, sufriendo cada vez más de sus heridas, regresó al sitio donde se despertó.

Se tumbó sobre una improvisada y sencilla litera rápidamente confeccionada con hojas secas, y cayó en un profundo y aletargado sueño.

Varias horas habían pasado cuando por fin logró despertar. Al abrir los ojos solo percibía entre los altos árboles, algunas escasas nubes rojizas todavía alumbradas por el sol poniente.

En su entorno, solo distinguía los gruesos troncos de árboles, todo el resto se encontraba en una especie de penumbra que con gran pena conseguía identificar.

Ahora, muerto de sed y hambriento, solo podía hacer una cosa, volverse a acostar.

El dolor de sus heridas se había ligeramente disipado, entonces recogió con afán un poco más de aquel lecho vegetal para cubrirse el cuerpo y preservarlo del frío de la noche.

¿Cómo conseguir dormir? Ahora toda la fauna del monte se había despertado, y aquello parecía un sin cesar de ruidos extraños.

— ¿Y si son animales peligrosos, que puedo hacer para defenderme?

Se preguntaba en su mente, con irreprimible temor.

Toda la noche la pasó agitado y alerta, estremeciéndose por cualquier ruido cercano.

Por fin la luz del día empezó alumbrando la copa de los más altos árboles, y poco a poco la lúgubre oscuridad se fue lentamente retirando, escapando de la llegada aurora.

Ahora el sol penetraba la densa jungla, y por fin, llegaba hasta él, calentando un poco su cuerpo entumecido por la frialdad de la noche, que, aunque esta había sido clemente con él, y no había llovido, sentía que la frescura había traspasado todo su cuerpo.

La sed y el hambre retorcían sus entrañas, tenía que hacerse con algo para colmar su inanición, de no conseguirlo sabía que no podría sobrevivir mucho tiempo, y para eso, iba a poner todo su empeño en alcanzarlo.

Primero confeccionaría con algunas anchas hojas y unas lianas algo para calzar y proteger sus pies, que le permitiría caminar.

No se había dado cuenta hasta ahora, pero tenía unas profundas marcas en los tobillos y en las muñecas, consecuencia de haber sido amarrado de pies y manos durante bastante tiempo.

Deduciendo la posición de los puntos cardenales, por la posición del sol al amanecer, decidió caminar hacia el poniente, o sea el oeste.

No sabía el por qué, pero le pareció lo más adecuado en aquel momento, solo se le ocurrió que beneficiaría de algo más tiempo de luz.

Después de echar una última mirada en los alrededores, por si encontraba algo que no hubiese percibido, emprendió la lenta y dificultosa marcha.

Sabía perfectamente que sería verdaderamente un milagro dar con un poblado donde lo recibirían con la mesa puesta, aunque le gustaba imaginarlo.

Marchó todo el día, hasta el anochecer, sin tan siquiera encontrar un charco de agua para saciar su sed, que le quemaba la garganta.

Ahora preparó su lecho, como la primera vez, y cayó rendido.

2

Otro día amaneció, el bosque parecía cada vez más denso y espeso, sin lugar a duda era una selva tropical.

Pero como podía encontrarse en aquel lugar tan inhospitalario, de pronto pensó en los numerosos animales peligrosos de esas tierras.