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Quien calla otorga es una de las comedias de capa y espada de Tirso de Molina, también llamadas comedias palatinas. Se basa en una historia de amor galante entreverada con aventuras, articulada en torno a una trama de comedia de enredo.
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Seitenzahl: 86
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Tirso de Molina
Saga
Quien calla otorgaCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726548785
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
La escena es en Saluzo.
Jardín del palacio de la marquesa, el cual linda con el campo.
AURORA, NARCISA y BRIANDA.
AURORA ¡Qué necio y qué porfiado!
NARCISA Por fuerza ha de ser lo uno
si es lo otro.
AURORA ¿Hay tal enfado?
¡Hola! No entre aquí ninguno;
esté este jardín cerrado. 5
Salid vos también afuera;
guardá la puerta.
BRIANDA ¡Portera
siendo dueña! ¿Hacerme quiso
ángel deste paraíso?
En mi mocedad sí fuera; 10
pero ¡cuando dan despojos
al tiempo, que no resisto,
mis años y mis enojos...!
Hasta agora, ¿quién ha visto
ángel con tocas y antojos? 15
(Vase.)
AURORA y NARCISA.
AURORA ¿Qué es lo que Carlos pretende
con tanta embajada, hermana?
NARCISA Escribiendo se suspende
de amor la llama tirana,
que en tu memoria la enciende. 20
Mientras no te ve, te escribe,
y en respuestas que recibe
apoya ausencias crueles;
que la esperanza, en papeles
tal vez, como joya vive; 25
y fiado en el concierto
y palabra que le dio
mi padre, tiene por cierto
ser tu esposo.
AURORA Ya murió
mi padre, y con él se ha muerto 30
cualquier derecho y acción
que alegue en la pretensión
de mi amor; pues si le di
esperanzas con el sí,
fue más por obligación 35
de una forzada opinión
que por gusto y voluntad.
NARCISA Contra ti das la sentencia.
AURORA ¿Por qué, si mi libertad
queda libre, con la herencia 40
deste marquesado absuelta?
NARCISA Nunca la palabra suelta
quien estima su valor.
AURORA Dísela como menor;
libre soy, y estoy resuelta 45
a no cumplirla; esto es cierto.
Déjame, hermana, gozar
de mí misma, pues se ha muerto
mi padre; que no he de hallar
en medio del golfo el puerto. 50
No cautives mi cuidado
dese modo: que no es justo
que intente el conde, pesado,
oprimir leyes del gusto
por sola razón de Estado. 55
La voluntad ha de hacer
esta elección; que, a no ser
ella la casamentera,
la cruz que hace amor ligera,
de plomo, harame caer. 60
NARCISA ¿Tan mal el conde te está,
mancebo, galán, discreto,
y que en Borgoña podrá,
si llega mi amor a efeto,
(que si eres cuerda, sí hará), 65
con este Estado y el suyo,
casi un reino hacer?
AURORA Concluyo
que en mí imposibles conquista.
Amor entra por la vista,
no por el abono tuyo. 70
No le he visto, y así, trato
no ser conmigo cruel
si mi libertad maltrato.
NARCISA Ya sustituye por él
este gallardo retrato. 75
AURORA Pinturas encarecidas
y verdades, imagino
que vienen a ser, oídas,
como nuevas de camino:
mentirosas o añadidas. 80
Pintar y escribir es ciencia
de adular con elocuencia;
porque, en materia de amores,
los poetas y pintores
tienen de mentir licencia. 85
¡Bueno es que al pintor pagase
retrato el conde, que fuese
bastante a que me obligase,
y que al pincel permitiese
que sus faltas retratase! 90
Yo, a lo menos, no lo creo,
ni pienso dar fe al traslado,
si el original no veo;
que es retrato éste pagado
y no puede venir feo. 95
NARCISA Ya yo sé que el interés
hace, cuando Apeles es,
por ser su pincel de oro,
de un Polifemo un Medoro;
mas cuando crédito des 100
a la fama, que acrecienta
del conde alabanzas sumas,
yo sé que estarás contenta.
AURORA Es la fama toda plumas,
¡y no quieres tú que mienta! 105
¿De plumas no es el pincel?
Luego mentiras me ofrece.
NARCISA Milagros me cuentan dél.
AURORA Si a ti tan bien te parece,
cásate, hermana, con él. 110
NARCISA Si fuera marquesa yo...
AURORA ¿Luego sólo en eso estriba
tu voluntad?
NARCISA ¿Por qué no?
Lo más a lo menos priva.
AURORA Heredera te dejó 115
de sus tesoros mi padre;
y del dote de mi madre,
joyas, riquezas y bienes;
tanta hacienda a tener vienes,
que como el conde te cuadre, 120
te igualas casi a mi Estado.
NARCISA No es bien, siendo yo menor,
casarme antes, ni le ha dado
al conde pena mi amor:
sola tú le das cuidado. 125
AURORA Pues aunque así dél te avisa,
no me encarezcas sus quejas
ni me cases tan aprisa;
que ese oficio es de muy viejas,
y tú eres niña, Narcisa. 130
Ayer dejamos el luto
con que el paternal tributo
pagamos al fin del año;
gocemos, pasado el daño,
de la libertad el fruto. 135
Esto de casarse, hermana,
ha de tener ocasión;
no como fruta temprana,
que, cogida sin sazón,
o sale insípida o vana. 140
NARCISA Muy alegórica estás.
No tratemos desto más
El conde sufra y perdone,
hasta que amor te sazone;
que agora ni aun hojas das. 145
AURORA Mudemos plática, hermana,
y no te acuerdes más de él.
Di qué te escribe Dïana,
condesa de Oberisel.
NARCISA Es la hermosura alemana. 150
A un don Rodrigo Girón,
español y caballero,
me encomienda.
AURORA Su opinión
le ha dado el lugar primero
entre los de su nación 155
Lo mismo me pide a mí,
porque ha de venir aquí,
y de verle me holgaré;
que ya sus amores sé.
NARCISA Cosas notables oí 160
dese español, si es que son,
verdaderas.
AURORA La condesa
le tuvo tanta afición
como la fama confiesa;
y a aprovechar la ocasión, 165
dicen que de Oberisel
fuera conde, y de Dïana,
esposo.
NARCISA Para ser él
español, nación que gana
por atrevida el laurel 170
de Marte, como el de Amor,
milagro es que tal valor
haya, por corto, dejado
perder tal mujer y Estado.
AURORA ¿Gozole el conde? Mejor. 175
(Óyense voces dentro.)
PRIMERA ¡Matalde!
VOZ SEGUNDA Al agua se echó.
TERCERA Disparalde las pistolas.
CUARTA Venturas son españolas.
La cerca, leve saltó.
QUINTA El jardín de la marquesa 180
le ha dado seguro puerto.
SEXTA ¡Que no le hubiéramos muerto!
¡Ah, mal cumplida promesa!
DON RODRIGO, la espada en mano.- AURORA, NARCISA.
AURORA ¿Qué es esto? Hombre, ¿dónde vas?
Retírate, hermana mía. 185
NARCISA ¿Hay tan notable osadía?
¿Sabes acaso que estás
en el jardín, reservado
sólo a la marquesa Aurora?
DON RODRIGO Lo que la ignorancia ignora, 190
mi ventura ha declarado.
Damas suyas debéis ser,
ya que las señoras no,
y no poco feliz yo
si la mereciese ver. 195
AURORA ¿Tanto vuestra dicha gana,
sólo en ver a la marquesa?
DON RODRIGO Sí, en verdad.
AURORA Pues yo soy ésa.
DON RODRIGO A vos me envía Diana.
AURORA ¿Cómo venís desa suerte? 200
DON RODRIGO Envidiosos lisonjeros,
por quitarme el bien de veros,
han querido darme muerte.
Pero este jardín, que en ser
vuestro da clara señal 205
de que es noble y es leal,
me vino a favorecer
contra la pasión violenta
que envidiosa me persigue,
de quien para que os obligue 210
será razón daros cuenta.
Nací en España noble, no dichoso
(si en mis desgracias mi fortuna fundo),
de madre ilustre y padre generoso.
Rodrigo en nombre, en sucesión segundo; 215
mi hermano, mayorazgo caudaloso,
me forzó a que buscase por el mundo
correspondiente estado a mis intentos,
huyendo sus escasos alimentos.
Troqué por Flandes mi famosa tierra, 220
donde hermanos segundos no heredados
su vejación redimen en la guerra,
si mayorazgos no, siendo soldados.
Entré en Oberisel, en cuya sierra,
metrópoli Momblán de sus estados, 225
el tribunal de su gobierno elige,
corona muros y flamencos rige.
Varios sucesos, que prolijos dejo,
me dieron a Dïana por señora,
condesa suya, de quien es bosquejo 230
el sol que montes raya y valles dora.
Con luto viudo, de cristal espejo,
que el ébano guarnece, del aurora
emulación hermosa parecía,
noche a su amor, a sus amantes día. 235
Pusiérame silencio su respeto,
si ella misma al partir no me mandara
que os contase esta historia, y el secreto,
la fama, en fin mujer, no profanara.
Su secretario me hizo, y en efeto... 240
Quédese aquí, señora; que repara
su autoridad mi lengua, si os da aviso...
AURORA Ya hemos sabido lo que Diana os quiso.
Proseguid vuestra historia, don Rodrigo;
pues ella os lo mandó, decí adelante, 245
si no es que en el suceso a que os obligo
sois relator tan corto como amante.
DON RODRIGO Servirame el contalla de castigo.
Pero, en fin, venturoso, aunque ignorante,
Dïana, entre confusos pensamientos, 250
me dio favor, si no merecimientos.
Peleaban en ella justamente
vergüenza y afición: obligaciones
de su estado y viudez la hacían prudente,
el deseo animaba persuasiones, 255
ya desdeñoso honor, ya amor clemente,
divisas en contrarias opiniones;
tal vez neutral y tal determinada
nave era de huracanes asaltada.
De aquestos dos principios tan distantes 260
nació un mixto, a sus causas parecido,
que en mí influyó contrarios semejantes,
juzgándome ya humilde, ya atrevido,
méritos niños admiré gigantes,
y gigante valor lloré abatido, 265
nube a su sol que sus colores viste,
si amante, alegre, si severa, triste.
De aquesta suerte, amándome en confuso,
y yo en confuso acciones imitando,
esfinge, enigmas a mi amor propuso, 270
intérpretes deseos despeñando.
¡ Qué de veces el alma a ver se puso,
por ser vista, en los ojos; y mirando
desde ellos mi inquietud y sus enojos,
Edipos de la lengua eran mis ojos! 275
Jeroglífico en fin mi amor, vivía,
atrevido, cobarde; pues si hablaba
a Dïana, y su amor agradecía,
rayos de enojo airada fulminaba;
si otra beldad mi pena entretenía, 280
celosa atrevimientos castigaba,
deletreando enigmas mi sentido,
más desdeñado, cuando más querido.
Vino a Momblán entonces Casimiro,
palatino del Rin, a ser su esposo. 285