Quien no cae no se levanta - Tirso de Molina - E-Book

Quien no cae no se levanta E-Book

Tirso de Molina

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Beschreibung

Quien no cae, no se levanta es una de las comedias religiosas de Tirso de Molina, un género en el que alcanzó gran altura, con trama de trasfondo religioso pero con protagonistas que se alejan de la alegoría y la abstracción y abrazan la humanidad, con motivaciones más cercanas a los sentimientos y no tanto a los prodigios religiosos.

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Seitenzahl: 91

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Tirso de Molina

Quien no cae no se levanta

 

Saga

Quien no cae no se levantaCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726548778

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Personas

Clenardo, viejo Celio Leonela, criada Ludovico Lelio, galán Andronio Margarita Roselio Valerio Finardo Alberto, lacayo Pinabel Britón, lacayo Felicio Lisarda Un ángel Uno, canta

ACTO PRIMERO

(Clenardo, de camino, Margarita y

Leonela.)

Clenardo No hay mucho desde aquí a Sena.

Laurencia, tu tía, está

a la muerte, el verme allá

tiene de aliviar su pena.

Mi hermana es, y hermana buena. 5

Sola ella pudiera ser

ocasión, hija, de hacer,

aunque corto, este camino,

que no es poco desatino

dejar sola una mujer, 10

moza y doncella en tu edad,

donde el vicio y la insolencia

habitan, porque Florencia

no tiene otra vecindad.

Parentesco y voluntad 15

me obligan, pero el temor

de tu edad y de mi honor,

viendo el peligro en que estás,

vuelven los pasos atrás

que da adelante mi amor. 20

Hija, si una despedida

licencia de hablar merece,

por ver lo que se parece

a la muerte una partida,

haz cuenta que de la vida 25

en esta ausencia me alejo

y como cansado y viejo,

no a Sena, al sepulcro voy,

y que en el paso en que estoy

te encamino y aconsejo. 30

Sola en mi casa naciste

de una madre a quien Florencia,

aunque muerta, reverencia,

pero bien la conociste...

Nobleza antigua adquiriste; 35

lo mejor desta ciudad

honrando mi calidad

pariente mayor me llama;

riqueza heredas y fama,

discreción y autoridad. 40

El verte sola y querida

y celebrada en Florencia

dio a tu mocedad licencia

más suelta que recogida.

Al fin le costó la vida 45

a tu madre el conocerte

tan libre, y por no ofenderte

ni con reñirte enojarte

quiso más por adorarte

morirse que reprehenderte. 50

¿Cuántas veces te llamó

poniendo a tu vida freno

y a solas en nombre ajeno

tus costumbres reprehendió?

¿Cuántas veces te leyó 55

sucesos con que Dios toca

la mocedad libre y loca,

y temiendo darte enojos

te castigó con los ojos

lo que no osó con la boca? 60

Pues yo sé vez que, enojada

de ver tu desenvoltura,

tu libertad y locura

castigó en una criada,

y tú por esto agraviada 65

en un mes no nos hablaste

ni a la cara nos miraste,

hasta que vino a quebrar

por nosotros, que a callar

y a sufrir nos obligaste. 70

Todo esto causa el no haber

más de un hijo en una casa.

La edad vuela, el tiempo pasa,

solo ha de permanecer

la fama, que en la mujer 75

corre peligro doblado.

Tu honra es mi espejo amado,

si le procuras quebrar,

¿cómo me podré mirar

en un espejo quebrado? 80

Margarita Pues ¿a qué efeto es agora

tan estudiado sermón?

¿Qué afrenta o disolución

en mí tu linaje llora?

¿Heme ido, como Lidora, 85

con algún hombre perdida?

¿De qué ventana atrevida

de noche escala has quitado

o qué persona has hallado

tras el tapiz escondida? 90

¡Oh qué pesadas vejeces!

Clenardo Soy pesado y tú liviana.

No vi escala en tu ventana,

pero a ti sí muchas veces

y como en ella pareces 95

siempre, por más que te digo,

tu fama ha de ser castigo

de la licencia que toma,

que pocas veces se asoma

que no dé abajo consigo, 100

y si a caerse comienza,

¿en la calle habrá quien calle?

No, que la fama en la calle

será fama a la vergüenza.

El recato al gusto venza, 105

no uses mal de mis regalos

para libres hijos, malos;

deja algún tiempo del día

palos de la celosía

que dan al honor de palos. 110

¿Qué oraciones y ejercicios

lees cuando estás despacio?,

las novelas del Bocacio,

maestrescuela de los vicios.

Tus mangas darán indicios, 115

escritorio, cofre o arca,

de los papeles que marca,

y con quien haces tu agosto,

el furioso del Ariosto

y las obras del Petrarca. 120

¿Con tal compañía quieres

que tu honor no ande en demandas?

De los amigos con que andas

podremos sacar quién eres:

¿qué gusto o provecho adquieres 125

de traer las faltriqueras

preñadas con las quimeras

de canciones y tercetos,

de liras y de sonetos,

de décimas o terceras? 130

Anda, que ninguno aprende

que no procure saber;

la poesía es mercader

que versos por honras vende;

es fuego sordo que enciende; 135

sus vanos tercetos son

terceros que al torpe son

de los sonetos que miras,

leyendo liras deliras

dando a tu afrenta ocasión. 140

Margarita Recoletándome vas

con industria peregrina.

¡Ea, vuélveme capuchina

que así contento estarás;

no me traigas galas más, 145

quítame el oro y la plata,

el chapín al alpargata

reduce, al sayal la seda,

porque encartujada pueda

ser a tu gusto beata! 150

Por onzas vienes a darme

la libertad de la vida,

pues aun vista tan medida

determinas cercenarme.

¿Qué daño ha de resultarme 155

de que las varas posea

de una celosía y vea

por su confusa noticia?

¡A ser varas de justicia

pudieran hacerme rea! 160

¿No es una jaula enredada?

¿Aun menos quieres que sea

que un pájaro y que no vea

segura de ser mirada?

¿Qué monja hay tan encerrada, 165

que ya por rejas de acero,

ya por el rallo grosero

o vistas a ver no venga,

si aun no hay torno que no tenga

su socarrón agujero? 170

O pretendes con casarme,

propagar tu sucesión,

o huyendo la condición

de un yerno monja encerrarme.

Si lo primero has de darme, 175

deja que en canciones reales

las cortesanas señales

pueda aprender de un poeta,

que no han de hacerme discreta

los salmos penitenciales. 180

Pero debes de gustar

que entre estameña y picote,

me entre monja, porque el dote

temes que acá me has de dar:

la vejez toda es ahorrar, 185

y pues ella me limita

lo que un convento aun no quita,

vete con Dios donde vas

que a la vuelta me hallarás

recoleta o carmelita. 190

(Hace que se va, detiénela Leonela.)

Clenardo Hija, Margarita, espera.

Leonela vuélvela acá,

no te reñiré más ya,

que soy viejo considera;

prolija es la edad postrera. 195

Llégate acá, abrazamé,

todo es de burlas a fee,

ansí probarte he querido,

tu virtud he conocido,

tu recogimiento sé. 200

Quita el lienzo de los ojos,

no llores lágrimas vanas

o en la holanda destas canas

deposita sus despojos.

¿No ves que me das enojos 205

cuantas veces me amenazas

entrarte monja? Si trazas

matarme presto, hazlo así.

¡Ea, por amor de mí!

De mala gana me abrazas. [Abrázale.]210

Pedirte quiero perdón,

dame la mano y pondrela

sobre la boca. Leonela,

¡dala el mal de corazón!

Leonela De tu mala condición 215

mil es poco que la den.

Clenardo ¿Pues ríñesme tú también?

Leonela Si está por ti mi señora

desta suerte cada hora

y la afliges, ¿no hago bien? 220

Clenardo ¡Buena anda toda mi casa!

¡Oh amor de hijos imprudente!,

quiérola excesivamente,

no hay poner a mi amor tasa,

con ella mi vejez pasa 225

en descanso.

Margarita ¡Ay me!

Clenardo ¿Volviste?

Margarita No sé.

Clenardo Ea, no estés triste,

mírame alegre y de Sena

te prometo una cadena

como la que a Lesbia viste, 230

mas si palabra me das

que no te has de meter monja.

Leonela No es esta mala lisonja.

Margarita Como no me digas más

vejeces, siempre hallarás 235

en mí una justa obediencia.

Clenardo No oso salir de Florencia,

porque un monasterio temo.

Margarita Ya se ha acabado ese extremo.

Clenardo Pues júralo.

Margarita En mi conciencia. 240

Clenardo Pues con esa condición

a ver me parto a mi hermana

hasta después de mañana;

orden en mi casa pon.

Margarita Ni ventana ni balcón 245

la calle ha de ver abierto

hasta que vuelvas.

Clenardo Bien cierto

estoy que has de ejecutallo.

Ea, adiós. ¡Hola! El caballo.

Amor todo es desconcierto. (Vase.)250

Leonela Vaya con... iba a decir

una sarta de galeotes.

Quítale al sol los capotes

que ya te puedes reír.

¿Saco mantos?

Margarita ¿Para qué? 255

Leonela ¿No hemos de irnos a un convento?

Margarita De Venus.

Leonela Buen fingimiento

y de harto provecho a fee.

No hay sino en riñendo el viejo

decir que a enmonjarte vas, 260

buen ‟cata el coco” hallado has.

Margarita No medro si no me quejo.

Leonela No, sino haceos miel. ¡Qué enfado

es un padre o madre vieja,

cuando a una hija aconseja 265

sin quitársela del lado,

que habiendo en su mocedad

no perdonado deleite,

conversación, gala, afeite,

fiesta, sarao ni amistad, 270

más envidiosa que honrada

riñe, aconseja, limita

en la mesa, en la visita,

y porque de desdentada

no puede comer por vieja, 275

es perro del hortelano,

que con la col en la mano,

ni come, ni comer deja!

Margarita No esgrime con ejercicio

quien no ha sido acuchillado, 280

ni hay enemigo taimado

como el que es del propio oficio.

Los viejos de nuestros días,

cansados y impertinentes,

que el gusto a falta de dientes 285

repasan con las encías,

papilla nos piensan dar

a los que al mundo venimos.

Leonela Esa al viejo se la dimos

ya que no puede mascar. 290

Váyase el caduco al rollo,

y pues es tu edad en flor

bollo de azúcar de amor,

busca quien coma ese bollo.

Ni bien seas primavera, 295

que toda en flores se va,

ni bien estío, que está

abrasado dentro y fuera.

Entre abril y julio hay mayo

y junio, que dan tributo 300

parte en flor y parte en fruto.

En lo que has de hacer te ensayo.

¿Entiéndesme lo que digo?

Margarita Anda necia, que ya sé

qué me aconsejas: que dé 305

un medio al gusto que sigo.

Leonela No como el abril en flores

pases el tiempo inconstante:

daca el guante, toma el guante,

papeles, cintas, colores…, 310

que hay mujer que el tiempo pasa

en aquestas chucherías,

y al cabo de muchos días

que a fuego lento se abrasa,

cuando echa mano a la presa 315

que de sustancia ha de ser,

no se la dejan comer

porque levantan la mesa.

Buena es cuando al gusto brinda

la guinda antes de la polla 320

y el melón entre la olla;

mas no ha de ser todo guinda

ni todo también pechuga,

sino como el hortelano

vaya poniendo la mano 325

entre col y col, lechuga.

Gasta tus años de modo

que sin perdonar manjar

puedas después afirmar

que sabes comer de todo. 330

Margarita Maestra estás, pon escuela.

Leonela Dime en los estudios prisa.

Margarita Aunque me has causado risa,

te pienso seguir, Leonela.

Pero escucha, ¿qué es aquello? 335

Leonela Callejeros mercaderes.

(Alberto de dentro, sale con una caja llena de buhonería.)

Alberto ¿Compran peines, alfileres,

trenzaderas de cabello,

papeles de carmesí,