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El descubrimiento del texto de Tan largo me lo fiáis plante una serie de preguntas relativas a la relación entre esta obra y El burlador de Sevilla y convidado de piedra. Dejando a un lado el espinoso tema de la autoría de estas dos obras. Algunos estudiosos defienden que Tirso de Molina fue autor tanto de El burlador de Sevilla como de Tan largo me lo fiáis. Otros consideran que El burlador es obra de Tirso, pero Tan largo me lo fiáis, no. Y, por último, están los que le niegan la paternidad de ambas. La autoría de ambas obras y en particular la posible dependencia de una de las comedias respecto a la otra, es uno de los mayores enigmas de la literatura española del Siglo de Oro. Tan largo me lo fiáis, se representó en Córdoba en 1617 por la compañía de Jerónimo Sánchez. Es la primera obra de teatro que recoge el mito de Don Juan Tenorio, sin duda, el personaje más universal del teatro español.
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Seitenzahl: 89
Veröffentlichungsjahr: 2010
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Tirso de Molina
¿Tan largo me lo fiáis?
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Título original: ¿Tan largo me lo fiáis?
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN tapa dura: 978-84-9897-257-3.
ISBN rústica: 978-84-9816-601-9.
ISBN ebook: 978-84-9897-172-9.
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Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 47
Jornada tercera 93
Libros a la carta 135
Tirso de Molina (Madrid, 1583-Almazán, Soria, 1648). España.
Se dice que era hijo bastardo del duque de Osuna, pero otros lo niegan. Se sabe poco de su vida hasta su ingreso como novicio en la Orden mercedaria, en 1600, y su profesión al año siguiente en Guadalajara. Parece que había escrito comedias y por entonces viajó por Galicia y Portugal. En 1614 sufrió su primer destierro de la corte por sus sátiras contra la nobleza. Dos años más tarde fue enviado a la Hispaniola (actual República Dominicana) y regresó en 1618. Su vocación artística y su actitud contraria a los cenáculos culteranos no facilitó sus relaciones con las autoridades. En 1625, el Concejo de Castilla lo amonestó por escribir comedias y le prohibió volver a hacerlo bajo amenaza de excomunión. Desde entonces solo escribió tres nuevas piezas y consagró el resto de su vida a las tareas de la orden.
El rey de Castilla
Don Gonzalo de Ulloa
El embajador Don Pedro Tenorio
Don Juan Tenorio
Catalinón
Una Pescadora
Batricio
El duque Octavio
Marqués de la Mota
Isabela, duquesa
Arminta
Belisa
Doña Ana, criada
El rey de Nápoles
Una Pastora
Alfredo
Tirseo
Soldado II
Criados
Músicos
Salen Isabela, duquesa, y Don Juan Tenorio, de noche.
Isabela Salid sin hacer ruido,
Duque Octavio.
Don Juan El viento soy.
Isabela Aun así temiendo estoy
que aquí habéis de ser sentido;
que haberos dado en Palacio 5
entrada de aquesta suerte,
es crimen digno de muerte.
Don Juan Señora, con más espacio
te agradeceré el favor.
Isabela Mano de esposo me has dado, 10
Duque.
Don Juan Yo en ello he ganado.
Isabela El aventurar mi honor,
Duque, desta suerte ha sido
segura, con entender
que mi marido has de ser. 15
Don Juan Digo que soy tu marido,
y otra vez te doy la mano.
Isabela Aguárdame, y sacaré
una luz, para que dé
de la ventura que gano 20
fe, Duque Octavio. ¡Ay de mí!
Don Juan Mata la luz.
Isabela ¡Muerta soy!
¿Quién eres?
Don Juan Un hombre soy
que aquí ha gozado de ti.
Isabela ¿No eres el Duque?
Don Juan Yo no. 25
Isabela Pues di ¿quién eres?
Don Juan Un hombre.
Isabela ¿Tu nombre?
Don Juan No tengo nombre.
Isabela Este traidor me engañó.
¡Gente, criados!
Don Juan Detente.
Isabela Mal un agravio conoces. 30
Don Juan No des voces.
Isabela Daré voces.
¡Ah del Rey, soldados, gente!
Sale El rey de Nápoles. Dichos.
El rey de Nápoles ¿Qué es esto?
Isabela ¡Favor! ¡Ay triste,
que es el Rey!
El rey de Nápoles ¿Qué es?
Don Juan ¿Qué ha de ser?
Un hombre y una mujer. 35
El rey de Nápoles (Aparte.)
(Esto en prudencia consiste,
quiero el daño remediar.)
Sale el embajador de España y criados. Dichos.
Don Pedro ¡En tu cuarto, gran señor,
voces! ¿Quién causa el rumor?
El rey de Nápoles Haced prender y matar 40
ese hombre y esta mujer.
Don Pedro ¿Quién son?
El rey de Nápoles No es bien conocellos,
porque si aquí llego a vellos
no me queda más que ver.
Pues me venzo y me resisto, 45
vosotros no me incitéis,
que en estos que ver queréis
sin verlos mi ofensa he visto.
Don Pedro Tenorio, a vos
esta prisión os encargo; 50
si ando corto, andad vos largo,
ved quién son esos dos.
(Vase.)
Dichos menos el Rey.
Don Pedro Daos a prisión, caballero.
Don Juan No llegue ninguno a mí,
si morir no quiere aquí. 55
Don Pedro Matadle.
Don Juan La muerte espero
por la punta desta espada.
Llegad a comprar mi vida,
que ha de ser tan bien vendida
como de todos comprada. 60
Don Pedro ¡Matadle!
Don Juan ¡Qué mal lo adviertes!
Las fieras puntas desvía:
considera que la mía
ha de costar muchas muertes.
A muerte estoy condenado, 65
y, pues es cierta mi muerte,
matándoos de aquesta suerte
moriré más consolado.
Que he de vender deste modo
mi vida, os quiero advertir, 70
y pues sé que he de morir,
quiero aquí morir por todo.
Soldado II ¡Muere, vil!
Don Juan ¿Quién os engaña?
Ved que caballero soy.
Don Pedro Rabiando de enojo estoy. 75
Don Juan El Embajador de España
llegue solo, que a él no más,
pues es forzoso el morir,
mi espada quiero rendir.
Don Pedro Agora más cuerdo estás. 80
Todos con esa mujer
a ese cuarto os retirad.
Isabela Tal traición, tan gran maldad,
¿en hombre pudo caber?
Diré quién soy, mas mi agravio 85
a voces dirá quién soy,
pues hoy sin honor estoy,
y estoy sin el Duque Octavio.
(Vanse.)
Don Pedro y Don Juan Tenorio.
Don Pedro Ya estamos solos los dos;
muestra aquí tu esfuerzo y brío. 90
Don Juan Aunque tengo esfuerzo, tío,
jamás le tuve con vos.
Don Pedro ¿Quién eres?
Don Juan Don Juan.
Don Pedro ¿Don Juan?
Don Juan Sí, señor.
Don Pedro ¿De aquesa suerte
lo dices?
Don Juan Dame la muerte, 95
y mis desdichas tendrán
fin en tus manos.
Don Pedro ¡Traidor
alevoso! No imagino
que eres, don Juan, mi sobrino,
porque no tienes honor. 100
¿Tú, con dama en el Palacio
del Rey, y en ofensa mía
haces tal alevosía?
Don Juan Mi culpa no pide espacio;
tío, si me has de prender, 105
préndeme, llévame preso,
y advierte que aqueste exceso
por amor se pudo hacer.
Amor es una cautela,
y es ciego y loco quien ama. 110
Don Pedro ¿Quién es la dama?
Don Juan Es la dama...
Don Pedro Prosigue; ¿quién?
Don Juan Isabela.
Don Pedro ¿La camarera?
Don Juan Señor,
sí, que por el Duque Octavio
la engañé.
Don Pedro Mayor agravio 115
y desventura mayor.
Tu padre desde Castilla
a Nápoles te envió
por insufrible, y te dio
cárcel la espumosa orilla 120
del mar de Italia, causando
mil escándalos en ella,
no reservando doncella,
ni casada reservando.
Ya no te sufre la tierra, 125
y estoy por matarte aquí;
pero como veo en ti
sangre que mi pecho encierra,
por fuerza te he de librar.
¿Tienes por dónde escaparte? 130
Don Juan Aquí está un balcón.
Don Pedro Colgarte
puedes por él y bajar
al suelo.
Don Juan Aunque está muy alto,
por la capa bajaré.
Don Pedro Baja, pues, porque no esté 135
el Rey con más sobresalto,
que yo diré que te echaste
por una ventana, huyendo
de mí.
Don Juan Ya va amaneciendo.
Don Pedro Pues tú este daño causaste, 140
pon remedio en él, partiendo
de Nápoles luego a España,
que si agora el Rey se engaña
de la suerte que pretendo,
con la duquesa Isabela, 145
si puedo, te casaré,
para que pagues con fe
lo que hiciste con cautela.
Don Juan En todo, señor, me honráis.
Don Pedro Pues vete con Dios, y advierte 150
que hay castigo, infierno y muerte.
Don Juan ¿Tan largo me lo fiáis...?
Don Pedro Esa presunción te engaña.
Llega, si es éste el balcón.
Don Juan Con tan larga pretensión 155
glorioso me parto a España.
(Vanse.)
Sale el Rey.
El rey de Nápoles Envidian las coronas de los reyes
los que no saben la pensión que tienen,
Y mil quejas y lástimas previenen,
porque viven sujetos a sus leyes. 160
Pero yo envidio los que guardan bueyes,
y en cultivar la tierra se entretienen,
que aunque de su trabajo se mantienen,
ni agravios lloran ni gobiernan greyes.
Porque, aunque con más ojos que Argos vivan, 165
y miren por la espalda y por el pecho
los reyes, no proceden como sabios
si del oír con el mirar se privan:
que un rey siempre ha de estar orejas hecho,
oyendo quejas y vengando agravios. 170
Sale Don Pedro, Tenorio. Dichos.
Don Pedro Ejecutando, señor,
lo que mandó vuestra Alteza,
el hombre...
El rey de Nápoles ¿Murió?
Don Pedro Escapose.
El rey de Nápoles ¿Qué decís?
Don Pedro ¡Quién lo creyera!
Di con la guarda sobre él, 175
y él con la misma fiereza
que un hombre desesperado
siempre en tales casos muestra,
juzgando flacas aristas
las valientes puntas nuestras, 180
con la suya se metía
haciendo notable ofensa.
Di voces, ¡muera! ¡Matadle!,
y enlazando en una reja
la capa, fue en el caer 185
Luzbel como en la soberbia.
Acudí, y vi con la Luna
un hombre que por la tierra
llevaba el pecho arrastrando
como la cauta culebra. 190
Di voces, y en la distancia
que tardé en tomar la puerta,
el que arrastrando huía,
corrió con tal ligereza
que no pareció jamás; 195
y no habiendo casa abierta,
pareció cosa imposible
que escapárseme pudiera.
Y porque lo que está oculto
en la corte no se sepa, 200
excusando el alboroto,
excusé las diligencias.
El rey de Nápoles Mostrastes, Embajador,
vuestra cordura y prudencia;
pero mucho me ha pesado 205
de que el hombre no muriera.
¿Y sabéis quién es la dama?
Don Pedro Es, gran señor, la Duquesa
Isabela.
El rey de Nápoles ¿Qué decís?
Don Pedro Lo que escucha vuestra Alteza. 210
El rey de Nápoles Pues el hombre es de importancia,
y es más pesada la ofensa.
Id por ella.
Don Pedro Ya la guarda
viene, gran señor, con ella.
Sale Isabela. Dichos.
Isabela ¡Con qué ojos veré al Rey! 215
El rey de Nápoles Ya estoy corrido de verla.
Isabela Amor, dame aquí tus ojos,
ya que me diste tu venda.
El rey de Nápoles Duquesa.
Isabela Señor, confieso
mis culpas y mis ofensas; 220
mas sírvame de castigo
el verme en vuestra presencia.
Profané vuestro Palacio;
discúlpenme Troya y Grecia,
si hay disculpa, gran señor, 225
bastante en tanta bajeza.
El Duque Octavio me dió
mano de esposo, y con ella
le di entrada y le di el alma
y la más costosa prenda. 230
Perdóname las palabras
si las obras consideras,
que al punto que no fui casta
a ese mismo no fui honesta.
El rey de Nápoles ¿Qué, aquél era el Duque Octavio? 235
Isabela Sí, señor.
El rey de Nápoles Al Duque prendan
con diligencia y cuidado,
y a esa mujer llevad presa.
Isabela Gran señor: volvedme el rostro.
El rey de Nápoles Ofensa a mi espada hecha 240
es justicia y es razón
castigarla a espalda vuelta.