7 mejores cuentos - México - Amado Nervo - E-Book

7 mejores cuentos - México E-Book

Amado Nervo

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Beschreibung

La colección 7 mejores cuentos - selección especial trae lo mejor de la literatura mundial, organizada en antologías temáticas. En este volumen te traemos grandes nombres de la vibrante literatura mexicana:El Ángel Caído por Amado Nervo.Un Cuento Que No Lo Es por Alberto Leduc.Día Brumoso (Monólogo Triste) por Bernardo Couto Castillo.Guitarras y Fusiles por Carlos Díaz Dufoo.El Extranjero Desconocido por Efrén Rebolledo.Marina por Justo Sierra Méndez.Mi Inglés por Manuel Gutiérrez Nájera.

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Tabla de Contenido

Título

Introducción

El Ángel Caído

Un Cuento Que No Lo Es

Día Brumoso (Monólogo Triste)

Guitarras y Fusiles

El Extranjero Desconocido

Marina

Mi Inglés

Autores

About the Publisher

Introducción

La literatura de México es una de las más prolíficas de la lengua española cuyo antecedente radica en la literatura de los pueblos indígenas de Mesoamérica . Entre los escritores más importantes, notorios y reconocidos a nivel internacional están José Joaquín Fernández de Lizardi, Sor Juana Inés de la Cruz, Juan Rulfo, Juan José Arreola, Elena Garro, Octavio Paz, Rosario Castellanos, José Gorostiza, Carlos Fuentes, Amado Nervo, Jaime Sabines, Federico Gamboa, José Emilio Pacheco, Alfonso Reyes, Fernando del Paso y Ramón López Velarde por mencionar solo algunos nombres.

Históricamente, con la llegada de los españoles se produjo un proceso de mestizaje que luego dio paso a una época de criollización de la literatura producida en la Nueva España. El mestizaje de la literatura novohispana es evidente en la incorporación de numerosos términos de uso corriente en el habla local del Virreinato y en algunos de los temas que se tocaron en las obras del periodo. Durante la época Virreinal, la Nueva España albergó a escritores barrocos como Bernardo de Balbuena, Carlos de Sigüenza y Góngora, Juan Ruiz de Alarcón, Francisco de Castro, Luis de Sandoval y Zapata, Sor Juana Inés de la Cruz, llamada "La décima musa". Muy destacados todos, y que dieron la lucha inicial por la emancipación de la literatura nacional de la literatura de la península: Diego José Abad, Francisco Javier Alegre y fray Servando Teresa de Mier.

Hacia el final del régimen colonial, en Nueva España surgieron figuras como José Joaquín Fernández de Lizardi cuya obra, El Periquillo Sarniento, es considerada el emblema de la picaresca mexicana y la primera novela moderna escrita en el continente americano. Hacia la segunda mitad de ese siglo, surgen obras como Los mexicanos pintados por sí mismos, libro costumbrista que nos da una idea aproximada de cómo veían los intelectuales de la época al resto de sus coterráneos. Hacia el final del siglo, durante el Porfiriato, los escritores mexicanos se inclinaron hacia las tendencias dominantes de la época. Para celebrar el centenario de la Independencia de México, se preparó la llamada Antología del Centenario, que pretendía recopilar autores de los primeros cien años de México, pero quedó trunca y se publicó sólo el primer tomo en dos volúmenes que, sin embargo, recogen la poesía. Los grandes poetas de la época son fray Manuel de Navarrete, Fernando Calderón e Ignacio Rodríguez Galván. Destacan la pléyade de poetas modernistas como Amado Nervo y Manuel Gutiérrez Nájera. De la misma época y que recopiló la Antología del Centenario, Luis G. Urbina. De reconocido prestigio, Efrén Rebolledo, José Juan Tablada, Enrique González Martínez y Ramón López Velarde.

La irrupción de la Revolución mexicana favorece el desarrollo del género periodístico. Una vez concluido el conflicto civil, la revolución se convirtió en un tema recurrente en novelas, cuentos y obras teatrales en las plumas de Mariano Azuela o Rodolfo Usigli. Esta tendencia sería antecedente del florecimiento de una literatura nacionalista, que tomó cuerpo en la obra de escritores como Rosario Castellanos o Juan Rulfo. También aparece en escena una literatura de corte indigenista, que pretende retratar el pensamiento y la vida de los pueblos indígenas de México, aunque irónicamente, ninguno de los autores fuera indígena. Entre ellos hay que señalar a Miguel Ángel Menéndez Reyes, a Ricardo Pozas y a Francisco Rojas González. De modo alterno a estas corrientes dominantes, se desarrollaron en el país otros movimientos menos conocidos por estar fuera del foco principal. Entre ellos hay que señalar a los estridentistas (década de 1920), como Arqueles Vela y Manuel Maples Arce.

Otro movimiento de gran relevancia para la historia literaria del país lo constituyó el grupo de Los Contemporáneos, quienes aparecieron durante la década de los años 30, el cual fue conformado por el periodista Salvador Novo y los poetas Xavier Villaurrutia y José Gorostiza. Ya hacia la segunda mitad del siglo XX, la literatura mexicana se había diversificado en temáticas, estilos y géneros. Surgen nuevos grupos, como La onda (década de 1960), que apostaba por una literatura urbana, satírica y contestataria; entre los autores destacados están Parménides García Saldaña y José Agustín; Los infrarrealistas (década de 1970), que pretendía "volarle la tapa de los sesos a la cultura oficial"; La mafia (década de 1960), conformada por Carlos Fuentes, Salvador Elizondo, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Inés Arredondo, Fernando Benítez y otros. En 1990, Octavio Paz se convirtió en el único mexicano hasta la fecha que ha ganado el Premio Nobel de Literatura. En la década de 2010, surge un nuevo movimiento literario, a partir de la revista literaria El Comité 1973, movimiento que tiene lugar en el centro del país, entre Ciudad de México y la Ciudad de Pachuca, Hidalgo. En donde, entre los escritores que se reúnen, se encuentran: Guadalupe Flores Liera, Claudia Hernández de Valle Arizpe, Meneses Monroy, Agustín Cadena y Juan Antonio Rosado.

El Ángel Caído 

Por Amado Nervo

Cuento de Navidad dedicado a mi sobrina María de los Ángeles 

Érase un ángel que, por retozar más de la cuenta sobre una nube crepuscular teñida de violetas, perdió pie y cayó lastimosamente a la tierra. 

Su mala suerte quiso que, en vez de dar sobre el fresco césped, diese contra bronca piedra, de modo y manera que el cuitado se estropeó un ala, el ala derecha, por más señas. 

Allí quedó despatarrado, sangrando, y aunque daba voces de socorro, como no es usual que en la tierra se comprenda el idioma de los ángeles, nadie acudía en su auxilio. 

En esto acertó a pasar no lejos un niño que volvía de la escuela, y aquí empezó la buena suerte del caído, porque como los niños sí suelen comprender la lengua angélica (en el siglo XX mucho menos, pero en fin), el chico allegóse al mísero, y sorprendido primero y compadecido después, tendióle la mano y le ayudó a levantarse. 

Los ángeles no pesan, y la leve fuerza del niño bastó y sobró para que aquél se pusiese en pie. Su salvador ofrecióle el brazo y vióse entonces el más raro espectáculo: un niño conduciendo a un ángel por los senderos de este mundo.