Plenitud - Amado Nervo - E-Book

Plenitud E-Book

Amado Nervo

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Beschreibung

"Plenitud" (1918) es una obra de Amado Nervo compuesta por sesenta textos aforísticos a la manera de un libro de máximas o un poemario en prosa. El lirismo de estos textos queda relegado a un segundo plano y, en su lugar, cobran relevancia los temas filosóficos, religiosos y esotéricos. -

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Amado Nervo

Plenitud

Esta es mi riqueza: toda para ti. MADRID -1918

Saga

Plenitud

 

Copyright © 1918, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726679939

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Semper gaudere.

(¡Estad siempre gozosos!)

SAN PABLO

l. a Tesal. 5 - 16.

ES PROPIEDAD

 

TIPOCRAFÍA ARTÍSTICA

CBRVANTES, 28. MADRID

I

Dentro de ti está el secreto.

Busca dentro de ti la solución de todos los problemas, hasta de aquellos que creas más exteriores y materiales.

Dentro de ti. está siempre el secreto; dentro de ti están todos los secretos.

Aun para abrirte camino en la selva virgen, aun para levantar un muro, aun para tender un puente, has de buscar antes, en ti, el secreto.

Dentro de ti hay tendidos ya todos los puentes.

Están cortadas dentro de ti las malezas y lianas que cierran los caminos.

Todas las arquitecturas están ya levantadas dentro de ti.

Pregunta al arquitecto escondido: él te dará sus fórmulas.

Antes de ir a buscar el hacha de más filo, la piqueta más dura, la pala más resistente, entra en tu interior y pregunta...

Y sabrás lo esencial de todos los problemas, y se te enseñará la mejor de todas las fórmulas y se te dará la más sólida de todas las herramientas.

Y acertarás constantemente, pues que dentro de ti llevas la luz misteriosa de todos los secretos.

II

Llénalo de amor.

Siempre que haya un hueco en tu vida, llénalo de amor.

Adolescente, joven, viejo, siempre que haya un hueco en tu vida, llénalo de amor.

En cuanto sepas que tienes delante de ti un tiempo baldío, ve a buscar al amor.

No pienses: «sufriré».

No pienses: «me engañarán».

No pienses: «dudaré».

Ve, simplemente, diáfanamente, regocijadamente en busca del amor.

¿Qué índole de amor? No importa: todo amor está lleno de excelencia y de nobleza.

Ama como puedas, ama a quien puedas, ama todo lo que puedas..., pero ama siempre.

No te preocupes de la finalidad de tu amor.

Él lleva en sí mismo su finalidad.

No te juzgues incompleto porque no responden a tus ternuras; el amor lleva en sí su propia plenitud.

Siempre que haya un hueco en tu vida, llénalo de amor.

III

La mujer.

El proverbio persa dijo: «no hieras a la mujer ni con el pétalo de una rosa».

Yo te digo: «no la hieras ni con el pensamiento».

Joven o vieja, fea o bella, frívola o austera, mala o buena, la mujer sabe siempre el secreto de Dios.

Si el Universo tiene un fin claro, evidente, innegable, que está al margen de las filosofías, ese fin es la Vida, la Vida: única doctora que explicará el Misterio; y la perpetuación de la Vida fué confiada por el Ser de los Seres, a la mujer.

La mujer es la sola colaboradora efectiva de Dios.

Su carne no es como nuestra carne.

En la más vil de las mujeres hay algo divino.

Dios mismo ha encendido las estrellas de sus ojos irresistibles.

El Destino encarna en su voluntad, y si el Amor de Dios se parece a algo en este mundo, es sin duda semejante al amor de las madres...

IV

Enciende tu lámpara.

En cuanto caiga la noche, enciende tu lámpara.

No permanezcas en la obscuridad.

Enciende cuidadosamente tu lámpara.

El viajero que pase, dirá: «cuánto reposo debe haber cerca de esa luz; y cuánta paz».

La mujer solitaria que la distinga de lejos, pensará: «allí debe anidar el amor; dos que se quieren son bañados por el mismo fulgor blando. . . »

El niño que la contemple, exclamará: «tal vez hay niños en redor de la mesa y leen bellos cuentos y miran maravillosas estampas».

El ladrón furtivo murmurará con recelo: «allí vive un hombre prevenido a quien no se puede atacar a mansalva».

Muchos, al internarse en la selva, se sentirán confortados por tu luz.

En verdad te digo que es misericordioso, a las primeras sombras, encender nuestra lámpara: la buena lámpara de que el Padre ha provisto a los caminantes de la vida.

V

El Signo.

No hables a todos de las cosas bellas y esenciales.

No arrojes margaritas a los cerdos.

Desciende al nivel de tu interlocutor, para no humillarle o desorientarle.

Sé frívolo con los frívolos. . .; pero de vez en cuando, como sin querer, como sin pensarlo, deja caer en su copa, sobre la espuma de su frivolidad, el pétalo de rosa del Ensueño.

Si no reparan en él, recógelo y vete de su lado, sonriente siempre: es que para ellos aún no llega la hora.

Mas, si alguien coge el pétalo, como a hurtadillas, y lo acaricia, y aspira su blando aroma, hazle en seguida un discreto signo de inteligencia. . .

Llévale después aparte; muéstrale alguna o algunas de las flores milagrosas de tu jardín; háblale de la Divinidad invisible que nos rodea. . ., y dale la palabra del conjuro, el ¡Sésamo, ábrete! de la verdadera Libertad.

VI

Dar.

Todo hombre que te busca, va a pedirte algo.

El rico aburrido, la amenidad de tu conversación; el pobre, tu dinero; el triste, un consuelo; el débil, un estímulo; el que lucha, una ayuda moral.

Todo hombre que te busca, de seguro va a pedirte algo.

¡Y tú osas impacientarte! ¡Y tú osas pensar: «qué fastidio!»

¡Infeliz! ¡La LEY escondida que reparte misteriosamente las excelencias, se ha dignado otorgarte el privilegio de los privilegios, el bien de los bienes, la prerrogativa de las prerrogativas: ¡DAR!; ¡tú puedes DAR!

¡En cuantas horas tiene el día, tú das, aunque sea una sonrisa, aunque sea un apretón de manos, aunque sea una palabra de aliento!

¡En cuantas horas tiene el día, te pareces a ÉL, que no es sino dación perpetua, difusión perpetua y regalo perpetuo!

Debieras caer de rodillas ante el Padre y decirle: «¡Gracias porque puedo dar, Padre mío!; ¡nunca más pasará por mi semblante la sombra de una impaciencia!»

* * *

«¡En verdad os digo que vale más dar que recibir!»

VII

Pide lo que quieras.

Si en este momento se presentase ante ti un Ser milagroso, vestido de blanco, resplandeciente de luz magnífica, y te dijese: «¡pide lo quieras! Te será concedido», tú, sin duda, te apresurarías a pedir las cosas mejores.