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El Saint Grímor ha conseguido llegar a la final del campeonato de fútbol, todo un logro para el colegio. Sin embargo, cuando el director expulsa a su mejor jugador, el equipo está acabado. La única solución es que Pablo, Zombete y Bermúdez intervengan y ayuden al equipo. Pero ¿cómo? ¡Ninguno de ellos sabe nada de fútbol! Y encima, justo cuando va a empezar el partido, aparece un dragón milenario que pretende destruir la ciudad. ¿Podrán pararlo el Chef Zombi y sus amigos?
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Seitenzahl: 54
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Joan Antoni Martín Piñol
Saga
Chuletas de dragón
Copyright © 2012, 2022 Martín Piñol and SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788728425930
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
www.sagaegmont.com
Saga is a subsidiary of Egmont. Egmont is Denmark’s largest media company and fully owned by the Egmont Foundation, which donates almost 13,4 million euros annually to children in difficult circumstances
EL AUTOR
Martín Piñol sacaba muy buenas notas en el cole y de mayor le pagan por escribir tonterías. ¿Veis como vale la pena estudiar mucho?
www.martinpinol.com
EL ILUSTRADOR
Votric quería ser astronauta, así que empezó a dibujar sus propios cohetes espaciales. Ahora dibuja monstruos, ¿por qué será?
Para Carol, Carlos y Runa, la combinación ideal de libros, fútbol y mascot perruno-dragonil.
—¡Leer es de perdedores! —dijo Lizano antes de chutar el balón contra Pablo y Natalia, que estaban en un rincón del patio con dos ejemplares de la misma novela.
Mis amigos se apartaron a tiempo y la pelota golpeó con fuerza una de las papeleras que había junto a ellos y la dejó bien abollada.
—¿Por qué no nos dejáis tranquilos? —le contestó Pablo, mientras ponía el marcapáginas en su libro para señalar por dónde iba.
—Cuando vemos a gente leyendo, nos entran ganas de vomitar —continuó Lizano, que se acercaba a ellos con malas intenciones.
Lizano había llegado ese mismo año al Saint Grímor, a mitad de curso. Y eso sólo podía significar que o sus padres eran diplomáticos que se habían trasladado de país o que era un bestia de esos a los que van expulsando de todos los colegios.
Como tenía toda la pinta de tratarse del segundo caso, decidí salir de mi cocina para intervenir. Pero alguien se me adelantó.
—¡Apártate de ellos! —gritó Zombete, el niñozombi repetidor.
Lo malo es que no se le entendió demasiado porque se estaba comiendo un rollo de papel de váter entero.
Como Lizano no le hizo caso, Zombete le lanzó el rollo de papel con una potencia supersónica.
El rollo empujó a Lizano hasta casi hacerlo volar y lo metió de lleno en la portería.
—¡Goooooool! —celebró el niñozombi.
Sobrenaturalmente enfadado, el niño pelota intentó ponerse en pie para encararse con Zombete. Pero se había quedado enganchado en la red de la portería, como una mosca en una telaraña.
Y al tratar de soltarse, los pantalones del chándal se le enredaron con las cuerdas blancas y Lizano se quedó en calzoncillos.
Una lluvia de silencio inundó todo el patio.
Cientos de ojos se giraron hacia él.
Lizano casi se olvidó de respirar, queriendo huir del momento más vergonzoso de su vida escolar.
Entonces una niña empezó a reír.Y la imitaron cientos de alumnos.
Lizano se había portado mal con muchos chavales y profesores en el Saint Grímor. (Conmigo también había sido un deslenguado, pero aparte de mis amigos, no conozco a ningún alumno en todo el mundo que sea simpático con los cocineros de colegio.) Pero por primera vez en su vida, ahora sabía lo que se siente cuando alguien se burla de ti.
Rodeé a mis amigos con mis fabulosos brazos fofos y dije:
—Creo que a partir de hoy podréis leer tranquilos.
Pero, visto lo que pasó después, puede que me equivocara por completo.
Estaba yo sirviéndoles la típica ración cocinada con desgana a los apestosos del último curso cuando el director Berdejo entró en el comedor hecho una furia.
Con la punta del zapato escondí rápidamente a mi ratita Estiércol, que correteaba por el suelo devorando los restos de tortilla que se me habían caído.
Pero Berdejo pasó de largo, sin mirarme con asco ni gruñirme cuatro tonterías como hacía siempre, y se paró delante de la mesa donde comían Pablo, Zombete y Natalia.
—He visto lo que ha pasado en el patio. Y acabo de expulsar a Lizano durante una semana.
—Lo celebro —dijo Pablo—. Ya era hora de que alguien les enseñase a los matones lo que es la justicia.
El director los miró antes de continuar. Una de las venas de su cabeza latía como el látigo de un domador de circo.
—Ha sido una de las decisiones más duras de mi carrera.
—¿Por qué es un problema deshacernos de un alborotador que no respeta ni el orden ni a sus compañeros?
Berdejo tragó saliva y contestó en voz alta para que lo oyéramos todos:
—Porque ese inútil era el capitán de nuestro equipo de fútbol, mañana es la final y el entrenador y el resto de jugadores han dicho que, si expulsaba a Lizano, ellos no irían al partido.
Nos quedamos todos patidifusos. Hasta a Estiércol se le bajaron de golpe las orejas por el susto.
Nos gustara el fútbol o no, era un orgullo para el Saint Grímor poder ser los primeros en algo. Y desde que Lizano había llegado al colegio y el entrenador Balboa le había convertido en capitán, nuestro equipo ganaba todos los partidos.
—Y... ¿por qué no se ha esperado a expulsarlo la semana que viene? —soltó Zombete.
Varios niños dijeron que sí con la cabeza, animados por esa idea, y el niñozombi empezó a aplaudirse él mismo.
—¿Veis como soy listo?
Berdejo le tapó la boca a Zombete con una rebanada de pan reseca.
—No os preocupéis. Mañana, el Saint Grímor vencerá al Amadeus XIII.
—Perdone, director, pero eso es estadísticamente muy difícil —añadió Pablo.
—Y muy poco realista —remató Natalia.
—Los del Amadeus son más bestias que yo, que ya es decir —continuó Zombete—. Dicen que chutan tan fuerte que pueden llegar a arrancarte la pierna.
Un murmullo de admiración y miedo empezó a salir de todas las gargantas.
—Ellos son más vigorosos, pero el Saint Grímor tiene una arma secreta imbatible.
—¡El Yeti! ¿A que es el Yeti? Tiene que ser el Yeti —interrumpió Zombete.
—Mejor todavía. Alumnos, os presento al nuevo capitán y al nuevo portero del Saint Grímor.
Y nos quedamos todos mudos cuando señaló a... ¡Zombete y a Pablo!
—Pero... —se quejó mi amigo con voz nerviosa— si chutan me romperán las gafas.