Sopa de fantasma - Joan Antoni Martín Piñol - E-Book

Sopa de fantasma E-Book

Joan Antoni Martín Piñol

0,0

Beschreibung

Se acerca la Navidad y, con ella, el festival de Saint Grímor. El director del colegio, amante del teatro, ha decidido representar una adaptación propia del Cuento de Navidad de Charles Dickens. ¡Una adaptación larguísima y aburrida! Durante uno de los ensayos, Zombete está tan hastiado que decide jugar con una ouija. Acaba invocando, sin querer, al espectro de Scrooge, el protagonista de la obra de Dickens. ¿Podrán el Chef Zombi y sus amigos evitar que Scrooge destruya la Navidad?

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 52

Veröffentlichungsjahr: 2022

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Joan Antoni Martín Piñol

Sopa de fantasma

 

Saga Kids

Sopa de fantasma

 

Copyright © 2012, 2022 Martín Piñol and SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788728425916

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

www.sagaegmont.com

Saga is a subsidiary of Egmont. Egmont is Denmark’s largest media company and fully owned by the Egmont Foundation, which donates almost 13,4 million euros annually to children in difficult circumstances.

1

Por muchos monstruos que haya combatido, hay pocas cosas en la vida que me asusten tanto como un festival escolar. Son tan largos y aburridos que pueden destrozarte la espalda y el culete según la silla que te toque y, por supuesto, son capaces de dislocarte la mandíbula de tanto bostezar a lo bestia.

En todos mis años en el Saint Grímor, había conseguido saltarme la mayoría de los festivales, largándome cuando se apagaban las luces y pisando a todos los que estaban sentados en mi fila.

Pero hubo un festival mucho más terrorífico del que no pude escaparme. Y mi vida cambió para siempre.

Pero dejadme que os lo cuente en orden, que si no, los más distraídos después no entendéis la mitad.

Faltaba un mes para Navidad cuando el director Berdejo nos reunió a todos para soltarnos otro de sus discursos.

—Gamberros que venís a enganchar chicles a los pupitres y querido personal del Saint Grímor, tengo algo muy importante que contaros.

—¡¿Que dimites de una vez?! —grité yo con voz de adolescente acatarrado, para disimular.

El director nos fulminó con su «Mirada Terrible número 2», que era la que mejor le salía de todas las que tenía ensayadas.

—Este año volveré a dirigir la función de Navidad.

Un montón de murmullos de horror llenó el salón de actos. Si algo era más insoportable que Berdejo controlando a los alumnos, era Berdejo pensando que entendía de teatro.

—Y como homenaje al eterno narrador que fue Charles Dickens, haremos mi propia adaptación de Cuento de Navidad —dijo enseñando un montón de hojas encuadernadas—. Es mi mejor trabajo y la función sólo durará unas cinco horas.

Varios alumnos empezaron a desmayarse del susto.

—Es una actividad totalmente voluntaria. Pero espero que todo el mundo quiera colaborar, como actores y actrices, haciendo el vestuario o los decorados... Porque si no viene nadie, querrá decir que estáis todos estudiando y por tanto quizá no os importe hacer varios exámenes sorpresa cada día.

Las caras de pánico se multiplicaron entre los alumnos. Todos sabían que los exámenes de después de Navidad se corregían con cariño, porque los profesores volvían relajados de las vacaciones. Pero los exámenes de diciembre eran los más peligrosos.

—¡Teatro, teatro! —dijo alguien, y varios más empezaron a repetirlo en seguida, para tranquilizar a Berdejo.

—Lo único bueno es que después de esta maldición, no puede pasarnos nada peor —dije.

Pero como acostumbraba a pasar, me equivocaba.

2

Esa misma tarde, Natalia, Pablo y Zombete me acompañaron de tiendas para aconsejarme. Yo quería comprarle algún regalito a Irene para cuando la invitara a comer por Navidad. Mi plan maestro consistiría en servirle de primero una sopa de letras y una olla tapada de segundo. Las letras de la sopa dirían «¿Quieres salir conmigo?» y debajo de la olla habría un bonito collar que quizá la enamorara.

Todo el plan se apoyaba en que por Navidad la gente tiene mejores sentimientos y quizá por pena ella acabara aceptando.

Aunque claro, también cabía la posibilidad de que me tirara la sopa caliente a la cara y se marchara muy enfadada.

Fuera como fuese, esa tarde entramos en un montón de tiendas, sin encontrar nada que nos gustara y estuviera al alcance de mi bolsillo.

—¿Y en ese anticuario? —propuso Pablo, señalando un callejón.

—Espero que salga algún monstruo de ahí, porque me estoy aburriendo bastante —se quejó Zombete.

Pero su cara se llenó de alegría cuando vio que en la entrada de la tienda había estatuas de dragones chinos, armaduras medievales y máscaras tribales de todo tipo.

Al momento, entró como un jaguar en una charcutería y desapareció por los misteriosos pasillos de la tienda.

—Iré a vigilarlo... —se ofreció el sabelotodo.

Natalia y yo nos acercamos al dueño, un anciano muy misterioso con coleta y vestido con un kimono.

—Querríamos un regalo para una amiga muy especial —dijo la niña.

—Y barato —añadí yo, para no perder más el tiempo.

—Mirad en la vitrina del tercer pasillo —nos contestó.

Natalia se acercó a los cristales de la vitrina y exclamó al señalarlos:

—¡Ese medallón le encantará!

El vendedor lo sacó de la vitrina y nos lo enseñó.

—Dicen que este medallón tiene tres siglos de antigüedad y que todas las chicas que lo recibieron se acabaron casando con el hombre que se lo regaló y fueron felices para siempre —dijo.

—¿Seguro? —pregunté emocionado.

—Claro. ¿Por qué le iba a mentir yo?

Natalia acarició el medallón.

—Oiga —le dijo ella al vendedor—, ¿y esta inscripción de «Made in Taiwan»?

—Pues... es el nombre de la última chica que lo llevó. Un nombre asiático. Es muy común en todo lo que serían países lejanos. ¿Por qué os iba a mentir yo?

El hombre se asustó al ver nuestras caras.

—Como me habéis caído tan bien, os haré un descuento muy interesante.

Justo entonces apareció Zombete con una madera llena de letras.

—¡Mirad lo que he encontrado! ¡Un tablero de ouija! Esto sirve para enviarles SMS a los muertos, ¿verdad?

—Si es tan auténtica como el colgante, no te servirá ni para equilibrar una mesa —le contestó Natalia.

—Con los fantasmas no se juega —le advirtió Pablo, quitándole el tablero y volviéndolo a dejar en un estante.

—Mira que llegas a ser aguafiestas —se quejó el niñozombi, mientras fijaba su atención en una estatua de madera que representaba a un cazador. Le quitó la lanza a la figura y empezó a hacer poses con ella—. ¿Me hacéis una foto con el móvil para el Facebook?