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Un enemigo oculto es una peculiar comedia de trasfondo político del dramaturgo Manuel Bretón de los Herreros. Se articula en torno a don Andrés, un político y empresario viudo que quiere tomar por esposa a una joven de dieciocho años que, a la postre, es su propia sobrina. Sin embargo, la jugada despertará todo tipo de oposiciones, tanto política como amorosas. El enredo está servido…
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Seitenzahl: 88
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Manuel Bretón de los Herreros
COMEDIA EN CUATRO ACTOS.
Representada por primera vez en el teatro del Príncipe el dia 14 de Enero de 1848.
Saga
Un enemigo oculto
Copyright © 1850, 2022 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726653366
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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La escena es en Madrid. Sala con puerta en el foro, que por la derecha del actor conduce á la de la escalera, y por la izquierda á otras habitaciones: otra y una ventana en los bastidores de la derecha, y otra en los de la izquierda. Mesa con escribanía, y junto á la ventana un velador, sobre el cual habrá una jaula con un mirlo dentro.
D. ANDRÉS.
[Aparece sentado en una butaca junto á la mesa, y con un periódico en la mano.]
¡Siempre lo mismo! Sarcasmos,
denuestos, declamaciones,
ripios, lugares comunes…..
No puedo sufrir á este hombre.
Haga en buen hora al gobierno
la oposicion; pero noble,
decorosa….. Ya se ve;
cuando no hay razon que apoye
la censura, con sofismas
se concitan las pasiones. —
¡La patria!.... ¡El público bien!....
No se les cae ese nombre
de la boca. Por ventura,
¿no es ese el afan, el norte
de los ministros?
[Leyendo.]
«Aplausos
en la tribuna. — Rumores…..»
¡El tal don Blas…..
[Leyendo.]
«El señor
presidente llama al órden
al orador.» — Muy bien hecho.
Tratar de ese modo á un pobre
ministro….. que me ha colmado
de mercedes y de honores!
Á los otros...., vaya en gracia.....
[Leyendo.]
«El déficit es enorme.
El pueblo gime agobiado
de inmensas contríbuciones,
y entre tanto á su miseria
insultan en áureo coche
improvisados magnates,
y esa insaciable cohorte
de empleados sanguijuelas…..»
[Tirando sobre la mesa el periódico.]
¡Oh, basta, basta….. ¡Qué atroces
injurias!.... Otro será
su lenguaje cuando logre
escalar el minísterio…..
Y eso es lo que se propone.
El ministerio de Hacienda
es prebenda..... ¡Ah! Las dos voces
consuenan….. y oposicion
y nacion vienen de molde
con Sacedon…..Si yo hiciera,
aunque poeta mediocre,
un epígrama….. ¡Ah! sí. Tomo
la pluma, no se me borre
del magin....
[Escribe y medita alternativamente.]
Ya tengo un verso.
Ahora falta que me sople
la musa….. ¡Ya tengo dos! —
Em….. ¡Otro! La pluma corre…..
¿Cómo redondeo ahora
el pensamiento….. ¡Ah, qué golpe!
Escribamos. — No me cambio
por Calderon ni por Lope.
¡Soberbio! Abajo mi firma:
«Andrés Avelino Gomez.» —
Ya está. ¿Á ver cómo me suena
ahora? — ¡Soy el demontre!
[Leyendo lo que ha escrito.]
«Para don Blas Sacedon
no hay mas ley ni mas nacion
que el Ministerio de Hacienda.
Por eso hace oposícion....
no al ministro; á la prebenda.»
D. ANDRÉS. FERMIN.
Fermin. Don Ramiro Bustamante
pregunta…..
D. Andr. [Levantándose y dejando el papel sobre la mesa.]
¡El mejor amigo
de mi padre!
Fermin. ¿Qué le digo?
D. Andr. ¡Necio!.... Que pase adelante.
Fermin. [Saliendopor la puerta del foro.]
Caballero…..
D. Andr. Mejor es
que yo le salga al encuentro.
D. Ram. [Asomando por el foro.]
¿Es por aquí?
D. Andr. [Saliendo á recibirle.]
¡Adentro, adentro!
[Abrazándole.]
¡Señor don Ramiro!
D. Ram. ¡Andrés!
D. ANDRES. D. RAMIRO.
D. Andr. Tanta ventura me saca
de.....
D. Ram. Mi cariño sincero…..
D. Andr. Por Dios, á un lado el sombrero,
[Toma el de don Ramiro y lo pone sobre una silla.]
y honre usted esta butaca.
[Sesientan.]
¡Sin escribirme dos años!
D. Ram. Ausente de mi país,
hoy en Lóndres, en París
mañana, luego en los baños…..
Pero aunque yo no te escriba
y confiese con franqueza
que en esto algo hay de pereza,
tuyo seré mientras viva.
D. Andr. Mil gracias.
D. Ram. Grata memoria
conservaré siempre yo
de la amistad que me unió
á tu padre, que esté en gloria.
D. Andr. Con toda sinceridad
prometo mostrarme digno
de igual…..
D. Ram. ¡Pobre don Benigno,
muerto en la flor de la edad!
D. Andr. ¡Ah! usted renueva la herida…..
D. Ram. ¡Basta! Ya estamos llorando
los dos….. Mudemos…..
D. Andr. Sí. ¿Cuándo
ha sido la bienvenida?
D. Ram. Ya hace diez dias que estoy
en Madrid, Andrés querido.
D. Andr. Pues, ¿cómo…..
D. Ram. Mas no he sabido
dónde vives hasta hoy.
D. Andr. Será usted, es cosa llana,
mi huésped, y yo tendré
sumo gusto…..
D. Ram. ¿Para qué?
Me voy pasado mañana.
D. Andr. ¡Tan presto!
D. Ram. Ya mis negocíos
dejo arreglados…..
D. Andr. No apruebo…..
D. Ram. Y antes de ocho dias debo
reunirme con mis sócios.
Voy yo mismo á dirigir
la empresa que está en embrion
sobre la navegacion
del rio Guadalquivir.
Es negocio colosal.
Haré un servicio importante
al país, y Dios mediante,
doblaré mi capital.
D. Andr. Deseo que á usted le asista
próspera suerte, y me mande.....
D. Ram. Gracías.—¿Y tú…..
D. Andr. Estoy en grande.
D. Ram. ¡Hola!
D. Andr. Soy covachuelista.
D. Ram. ¡Bravo! ¿Y en qué ministerio?
D. Andr. En el de Hacienda.
D. Ram. ¡Mejor!
Mas tú eres hombre de honor
y no harás un gatuperio…..
D. Andr. No, no me tienta el demonio…..
Mas, como nada hay seguro,
lícitamente procuro
aumentar mi patrimonio.—
Pero aun no le he dicho á usted
que daré muy pronto un paso…..
D. Ram. ¿Un ascenso?
D. Andr. No. ¡Me caso!
D. Ram. ¿Cómo!....
D. Andr. He caido en la red.
D. Ram. Pues ¡qué! ¿tu esposa y conjunta
persona…..
D. Andr. ¡Fatalidad!....
Mi dulce y cara mitad
ya hace un año que es difunta.
D. Ram. ¿La reemplazas en tu lecho,
y la llamas dulce y cara!
D. Andr. Sí; pero….. ¡cosa mas rara!....
La fatalidad lo ha hecho.
Mi futura benemérita
adrede nació, es constante,
para ocupar la vacante
de mi consorte pretérita.
D. Ram. ¡Paradoja!....
D. Andr. Es la verdad.
Me explicaré.....
D. Ram. Es excusado.
Dí que estás enamorado…..
D. Andr. Cierto. ¡Otra fatalidad!
D. Ram. ¿Es jóven?
D. Andr. Diez y ocho abriles.
D. Ram. ¿Bíen nacida?
D. Andr. Solariega.
D. Ram. ¿Hermosa?
D. Andr. Mas que la griega
por quien fué célebre Aquiles.
D. Ram. ¿Qué tal lo pasa de dote?
D. Andr. ¡Tiene en fincas un Perú!
D. Ram. ¿Cómo! ¿Y á eso llamas tú
fatalidad? (¡Monigote!)
D. Andr. Y no sin causa lo digo,
porque aunque es tan linda, veo…..
D. Ram. Ya conocerla deseo.
D. Andr. Pues aquí vive.
D. Ram. ¡Contigo!
D. Andr. Aquí mismo; sí, señor;
mas sin ofensa…..
D. Ram. ¡Tal cual!
D. Andr. De la cristiana moral.
Soy su tio y su tutor.
Y además, tiene á su lado
una viuda.....
D. Ram. ¿Tambien tia?
D. Andr. No. Aunque jóven todavía
al fin es mujer de estado.
Así con mayor decoro
puede salir.....
D. Ram. ¿Y te quiere
la niña?
D. Andr. ¡Jesus! Se muere
por mí.
D. Ram. ¡Envidiable tesoro!
D. Andr. Pero, — forzoso es decirlo
aunque vergüenza me da, —
¡tengo un rival!
D. Ram. ¡Oiga!.... ¡Ya!
Algun elegante…..
D. Andr. ¡Un mirlo!
D. Ram. ¿Cómo….. mirlo?
D. Andr. [Mostrando la jaula.]
Aquel.
D. Ram. ¿Qué escucho!
D. Andr. ¡Qué pasion, divinos cielos!
¡Qué delirio!
D. Ram. ¿Tienes celos
de semejante avechucho?
D. Andr. Sin duda le trajo aquí
algun enemigo oculto…..
D. Ram. Vamos, no seas estulto
y acaba tu historia.
D. Andr. Sí.
Mientras vivía mi Inés,
solo en la amable Camila
veía yo una pupila…..
D. Ram. ¿Se llama Camila?
D. Andr. Pues.
Pero el invierno era crudo,
y desde Pascuas á Ramos…..
¡fatalidad!.... nos quedamos
ella huérfana y yo viudo.
Entrambos cumplimos…..
D. Ram. ¡Ya!
D. Andr. Nuestro fúnebre deber;
yo llorando á mí mujer
y Camila á su papá.
Cansados de hacer el buho
cada cual en su ríncon,
con nuestra mutua afliccion
hicimos al fin un duo.
Viéndonos llorar así
el rigor de nuestra estrella,
dí yo en consolarla á ella
y ella en consolarme á mí;
y tanto luchamos juntos
con mi pena y con la suya,
que se trocó en aleluya
el oficío de difuntos.
D. Ram. Muy bien hecho. Mejor es…..
D. Andr. ¿Usted aprueba.....
D. Ram. Sí tal.
(¡Vaya que es original
el bueno de don Andrés!)
D. Andr. Ahora bien; ¿es necedad
el decír que me condujo
á nuevo lazo el influjo
de ciega fatalidad?
D. Ram. Ya reconozco su imperio;
mas á llamarte inconstante
no hay miedo que se levante
la que está en el cementerio.
D. Andr. Desde el Guadiana hasta el Istro
no hay mas feliz ciudadano,
pues ella acepta mi mano…..
¡y me la aprieta el ministro!
D. Ram. Contento con la guirnalda
nupcial, no fíes, Andrés,
en el ministro. Ya ves
que la oposicion le balda.
D. Andr. Eso nada importa.
D. Ram. ¿No?
D. Andr. El gabinete alza erguida
la frente.
D. Ram. Pues por su vida
no doy ocho cuartos yo.
D. Andr. ¡Error! Moverá resortes
que conjuren el nublado,
y en último resultado.....
D. Ram. ¿Qué?
D. Andr. Disolverá las Córtes.
D. Ram. No se atreverá…..
D. Andr. Aunque inédito,
quizá ya el decreto esté
firmado..... Y luego, yo sé.....
¡Qué áuge va á tomar el crédíto!
D. Ram. Eso se ha dicho mil veces,
mas…..
D. Andr. ¡Son hombres de prestigio!
D. Ram. ¿Repetirán el prodigio
de los panes y los peces?
D. Andr. Don Ramiro...., ¡estoy en autos!
Subirán como la espuma
los fondos.
D. Ram. ¿Sí? ¡Pobre pluma
de pajarillos incautos!
D. Andr. Tan á piés juntos lo creo,
que hoy mismo….. ¿soy yo novel?
voy á emplear en papel
todo el caudal que poseo.
Sí; hoy me va á comprar, á un mes
de plazo, don Pedro Orozco,
mi agente…..
D. Ram. Ya le conozco.
D. Andr. Quince millones del tres (*).
D. Ram. [Levantándose.]
¿Tienes tu juício cabal?
[Se levanta tambien don Andrés.]
¡Jugar en dias de crísis,
cuando amenaza una tísis
al crédito nacional!
D. Andr. ¡No! Habrá empréstito y la caja…..
D. Ram. ¡Jugar con ojos serenos
quince millones!.... Si al menos