Un tercero en discordia - Manuel Bretón de los Herreros - E-Book

Un tercero en discordia E-Book

Manuel Bretón de los Herreros

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Beschreibung

Entrañable comedia teatral con toques costumbristas que nos presenta el afamado dramaturgo Manuel Bretón de los Herreros. Nos narra los dimes y diretes del cascarrabias don Ciriaco y su sirvienta Nemesia, que siempre andan a la gresca el uno con la otra, hasta el punto de ser más parecidos a un matrimonio viejo que a un señor con su criada. Mientras tanto, don Rodrigo, confidente de Nemesia, ronda a su hija Luciana…

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Seitenzahl: 91

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Manuel Bretón de los Herreros

Un tercero en discordia

Comedia en tres actos

Saga

Un tercero en discordia

 

Copyright © 1839, 2022 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726653328

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Estrenada en el teatro de la Cruz el día 26 de diciembre de 1833.

PERSONAJES

LUCIANA. NEMESIA. DON SATURIO. DON TORCUATO. DON RODRIGO. DON CIRIACO.

La escena es en Madrid. El teatro representa una sala con tres puertas; una en el foro y otra a cada lado de los bastidores.

Escena I

DON RODRIGO. NEMESIA.

 

DON (Con papeles de música en la mano.)

RODRIGO ¡Oh, respetable Nemesia!

Buenas tardes. ¿Qué tal va?

NEMESIA Me voy mejorando ya.

Me prueba bien la magnesia.

DON RODRIGO ¿Y don Ciriaco? ¿Salió? 5

NEMESIA Está durmiendo la siesta.

¡Bien haya cuando se acuesta!

Él duerme y descanso yo.

DON RODRIGO ¡Oigan! ¿Tanto da que hacer?

NEMESIA Aun eso yo lo sufriera, 10

pero tiene por contera

un genio de Lucifer.

DON RODRIGO Pues ¡si parece un bendito!

NEMESIA Con quien todo se lo aguanta,

mas conmigo... ¡Virgen santa! 15

pone en los cielos el grito.

DON Ya, pero usted todo el día

RODRIGO le está riñendo...

NEMESIA Le riño,

pero ¿por qué? Por cariño.

DON Sí tal, y por simpatía. 20

RODRIGO Pero ¿a qué fin hasta el alba

contrariar al buen señor?

Llévele usted el humor,

y será como una malva.

Si ve usted que se sofoca 25

cuando...

NEMESIA ¡Ay, señor don Rodrigo!

Ese hombre acaba conmigo.

DON RODRIGO ¿Qué dice usted?

NEMESIA Estoy loca.

DON El celo en que usted se abrasa

RODRIGO por su dicha...

NEMESIA Claro está. 30

Cuarenta años hace ya

que estoy sirviendo en su casa.

Siempre mi lealtad probó,

y si usted se lo pregunta

le dirá que su difunta 35

le amaba menos que yo.

Con buen fin. No hay que pensar...

Pero es tan raro, tan plomo,

que a veces el pan que como

me lo vuelve rejalgar. 40

¡Jesús, qué hombre!

DON Cierto es

RODRIGO que habla a veces, dando enojos,

con la boca, con los ojos,

con las manos y los pies.

Apenas dice un vocablo 45

sin hacer la pantomima,

y esto en verdad causa grima...

NEMESIA ¡Oh!

DON Pero es un pobre diablo.

RODRIGO De sus mañas la peor,

aunque él obra sin malicia, 50

es cuando soba y desquicia

al pobre interlocutor.

Yo respetando sus canas

a sufrirle me someto;

que es hombre, y está sujeto 55

a las flaquezas humanas.

NEMESIA No me enojan sus manías;

las tolero con paciencia,

y él tiene la impertinencia

de no tolerar las mías. 60

DON RODRIGO Es el amo, y no me espanto...

NEMESIA ¡Cómo se entiende!... E, so no.

DON RODRIGO No hay más amo aquí que yo.

DON RODRIGO ¡Ah!... Yo no sabía tanto.

NEMESIA Sí tal; que no vale un cuerno 65

si no es para hablar ese hombre;

y si él es amo en el nombre...,

yo soy ama de gobierno.

DON RODRIGO Sí, ya veo...

NEMESIA En su servicio

no sin fruto encanecí. 70

¡Oh! si no fuera por mí

restaría en el hospicio.

Yo arreglo el gasto diario,

yo proveo la despensa,

y sin otra recompensa 75

que el miserable salario.

Yo, que lejos de sisar

economizo en un pelo,

¿no he de tener el consuelo

siquiera de regañar? 80

¿Cuándo tiene pesadumbres

sin que yo llore y me aflija?

¿No soy yo quien a su hija

enseña buenas costumbres?

Yo le curo si está enfermo, 85

que entiendo de yerbas algo;

yo si él no sale, no salgo;

si él no duerme, no duermo.

Yo doy parte al celador

si muda de cocinera; 90

yo pago a la lavandera,

al casero, al aguador...

En los negocios más graves,

como soy discreta y fiel,

nadie se entiende con él 95

sino con su ama de llaves.

Yo le repaso la ropa...

No es por alabarme, no,

pero mujer como yo

no la ha de hallar en Europa. 100

Mire usted si el pan que como

me cuesta poco sudor

siendo aya, sastre, doctor,

boticario y mayordomo.

DON RODRIGO ¡Hola! Es usted un estuche. 105

NEMESIA Sí, mas se rebela el viejo,

y si le doy un consejo

no hay forma de que me escuche.

Antes era dócil, bueno,

y me hablaba muy cortés; 110

pero habrá cosa de un mes

que ha dado en tascar el freno.

DON Eso hace que vino aquí

RODRIGO mi primo desde Segovia.

NEMESIA Para afligir a su novia 115

y desesperarme a mí.

DON RODRIGO No agrada mucho a Luciana.

NEMESIA Mas dice el padre cruel

que ha de casarse con él

de buena o de mala gana. 120

DON Dichosa la puede hacer,

RODRIGO que es rico, honrado y amable.

NEMESIA Es un ente insoportable,

y así se lo dije ayer.

DON RODRIGO ¡Nemesia!

NEMESIA ¡Qué petulancia! 125

¡Qué confiado y qué necio!

Dígale usted un desprecio,

y lo convierte en sustancia.

DON RODRIGO Aunque tenga ese defecto...

NEMESIA No se ha de casar con ella. 130

DON Se expone a morir doncella

RODRIGO si espera un hombre perfecto.

El tiempo quizá y el trato...

NEMESIA Ese es mal que no se cura.

DON ¿Y vale más por ventura 135

RODRIGO el insigne don Torcuato?

Él es celoso en extremo,

irascible, suspicaz...

NEMESIA ¡Oh qué hombre tan montaraz!

Sólo de verle me quemo. 140

DON RODRIGO ¿Cómo, si usted le protege?

NEMESIA Le protegía: ahora no.

¡Si hubiera sabido yo

que era tan maldito peje!...

Ya estaba aquí don Saturio 145

cuando supe esos amores.

La vecinita Dolores

les servia de Mercurio.

Ella en casa presentó,

yo no sé con qué pretesto, 150

a ese galán indigesto

que a Luciana deslumbró.

Cuando supe que el bellaco

aspiraba a su belleza,

quise dar en la cabeza 155

al novio y a don Ciriaco.

La cosa era ya formal,

y a falta de otro remedio

quise poner de por medio

el escollo de un rival. 160

Otro novio menos vano

hubiera perdido el seso,

mas no se apura por eso

el hidalgo segoviano,

En tanto, poquito a poco 165

sacaba los pies del plato

el chinche de don Torcuato,

que es otra especie de loco.

Lucianita, ya ve usted...,

casarse quisiera ya; 170

mas la pobrecilla está

como entre espada y pared;

y a mí me causan enfado

y me quitan el reposo

el uno por caviloso, 175

y el otro por confiado.

DON RODRIGO ¡Eh! llévelo usted por Dios...

NEMESIA No. Mi amor propio se pica.

No ha de casarse la chica

con ninguno de los dos. 180

Por más que gruña y se emperre

don Ciriaco, no le vale.

Él está dale que dale

y yo estoy erre que erre.

DON Fuera, más puesto en razón 185

RODRIGO dejar a Luciana bella,

pues la interesada es ella,

libertad en la elección.

NEMESIA ¡Cómo...!

DON Yo no culparé

RODRIGO la intención de usted, Nemesia. 190

NEMESIA Manda Dios, manda la iglesia

alumbrar al que no ve.

DON Con ese genio impaciente

RODRIGO y esa áspera condición,

tiene usted un corazón... 195

NEMESIA Tierno, sensible...

DON Excelente.

RODRIGO Tiene usted amor materno

a Lucianita...

NEMESIA Es mi encanto.

DON Y como la quiere tanto,

RODRIGO mira ya en su novio un yerno. 200

NEMESIA Sólo deseo su bien:

créalo usted, don Rodrigo.

DON Yo me precio de su amigo,

RODRIGO y lo deseo también.

Quisiera yo que en la corte 205

no reconociese igual

el venturoso mortal

que haya de ser su consorte.

Mas si ya su corazón

a don Torcuato prefiere... 210

NEMESIA Si todavía le quiere,

reniego de su pasión.

Mas no; aquel genio sombrío

ya a la muchacha fastidia;

y, si no me engaño, lidia 215

entre el amor y el desvío.

DON ¡Ah cuál fuera mi contento

RODRIGO si le diese su retiro!

NEMESIA ¿Qué dice usted? Yo me admiro...

DON Lo digo como lo siento. 220

RODRIGO Querer a ese hombre es locura.

¿Qué bien anuncia su ceño?

No, no merece ser dueño

de tan perfecta hermosura.

¿Puede haber mayor martirio 225

que vivir siempre a su lado?

NEMESIA ¿Está usted enamorado?

Habla usted con un delirio...

DON ¿Sí?... Me ha exaltado el temor

RODRIGO de su desgracia.

NEMESIA En verdad... 230

DON Muchas veces la amistad

RODRIGO delira como el amor.

Sin solicitar su mano

bien puedo llamarla bella,

bien puedo mirar por ella... 235

NEMESIA Pues, así..., como un hermano...

DON RODRIGO Crea usted...

NEMESIA ¡Ay don Rodrigo!

Si yo mis quince tuviera

un amigo a Dios pidiera...

siendo como usté el amigo. 240

DON No sea usted maliciosa.

RODRIGO ¿Podré ver a Lucianita?

NEMESIA ¿Y por qué no? ¡Señorita!

Ahí la tiene usted.

DON RODRIGO (¡Qué hermosa!)

Escena II

LUCIANA. DON RODRIGO. NEMESIA.

 

(Acerca sillas NEMESIA.)

 

LUCIANA ¡Oh don Rodrigo! ¿Por qué 245

no has avisado, Nemesia?

NEMESIA Ahora mismo...

DON Buenas tardes,

RODRIGO Lucianita.

 

(Se sientan LUCIANA y DON RODRIGO.)

 

LUCIANA Hoy en la mesa

no nos ha querido usted

acompañar, y se queja 250

mi afecto...

DON Yo lo he sentido

RODRIGO por dos causas; la primera,

porque me he visto privado

de sociedad tan amena.

LUCIANA Mil gracias.

DON Y la segunda, 255

RODRIGO porque salgo de mi regla.

LUCIANA Ya sé que en casa del Conde

comen siempre a la francesa.

DON Tantas instancias me han hecho,

RODRIGO que aceptar ha sido fuerza 260

su convite; y por mi vida

que es una triste fineza

hacer esperar a un hombre

tres horas o tres y media

para comer una sopa 265

muchas veces no tan buena

como la suya. Y en tanto

que el momento ansiado llega,

¿qué se hace en el mes de agosto

el cuitado a quien obsequian 270

de este modo? ¿Adónde va?

En todas partes molesta.

Aquí están comiendo, y sienten

que un extraño los sorprenda;

bien porque entonces les falta 275

la libertad que quisieran

para hablar de sus negocios,

bien porque no les convenga

que se entere de si comen

faisanes o berenjenas, 280

de si hay o no pulcritud

en mantel y servilletas,

de si trinchan o destrozan,

de si rezan o no rezan.

Allí acude cuando todos 285

están durmiendo la siesta;

aquí no está el amo en casa;

allí no le abren la puerta;

si entra en un café, se aburre;