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"Un sueño" es un cuento fantástico escrito en 1907 por el escritor, periodista y diplomático mexicano Amado Nervo. "Un sueño" se inicia con una pequeña introducción donde el autor justifica la brevedad de su título como signo de una sociedad moderna que vive apresurada y siempre de paso. Fuertemente influenciado y tomando por piedra angular "La vida es sueño" de Calderón de la Barca, Amado Nervo implica en este cuento que toda vigilia es sueño y los sueños, nos permiten acceder, aunque sea por un sólo instante al mundo verdadero.
Un anciano rey del siglo XIX despierta en el cuerpo del joven Lope de Figueroa, tres siglos antes, ¿o se trata de un extraño sueño del platero? Durante la jornada se encuentra con Mencía, la bella joven que ama, sus amigos, Gaetano y el Greco, incluso con el rey, Felipe II. Llega la hora de dormir y siente la incertidumbre de despertar en otro cuerpo y otro tiempo.
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UN SUEÑO
Al lector
Capítulo 1 - Lope de Figueroa, Platero
Capítulo 2 - Los sueños son así
Capítulo 3 - Toledo
Capítulo 4 - Una conversación
Capítulo 5 - Domenikos Theotokopulos
Capítulo 6 - El Rey Don Felipe
Capítulo 7 - Mirando caer la tarde
Capítulo 8 - ¡No te duermas!
Capítulo 9 - Su Majestad despierta
Este cuento debió llevar por título «Segismundo o la vida es sueño», pero luego elegí uno más breve, como para ser voceado en la Puerta del Sol por vendedores afanosos, entre el ajetreo y la balumba de todas las horas. «Un sueño», llamose, pues, a secas, y con tan simple designación llega a ti, amigo mío, a hablarte de cosas pretéritas que suelen tener un vago encanto…
Claro que no es un cuento histórico. Mi buena estrella me libre de presumir tal cosa, ahora que tanto abundan los eruditos y los sabios, a mí, que por gracia de Dios no seré erudito jamás, y que sabio… no he acertado a serlo nunca.
Es, sí, un cuento de «ambiente histórico», como diría un italiano. Lo que pasa en él, «pudo haber sido».
Si hay contradicciones, si hay inexactitudes y errores, si esto no se compadece con aquello, si lo de acá no concierta con lo de allá, perdónamelo, amigo, pensando que Lope de Figueroa no ha existido nunca; que todo fue un sueño, a ratos lógico, desmadejado y absurdo a ratos, y que, como dijo el gran ingenio, a quien fui a pedir un nombre para bautizar estas páginas, «los sueños… ¡sueños son!».
Amado Nervo