Donde no hay agravios no hay celos - Francisco de Rojas Zorrilla - E-Book

Donde no hay agravios no hay celos E-Book

Francisco de Rojas Zorrilla

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Beschreibung

Donde no hay agravios no hay celos, de Francisco de Rojas Zorrilla, cuenta una historia de enredos en que se mezclan el amor, el deseo, la venganza, las diferencias sociales, los engaños, los agravios… Así se traza un laberinto de relatos del que solo se sale al final. A continuación describimos el argumento. El personaje de Don Juan regresa a Madrid desde Flandes junto a Sancho, su gracioso y bruto criado. Después de pasar por Burgos y recibe la luctuosa noticia de la muerte de su hermano y la desaparición de su hermana Doña Ana. Más tarde, una noche, mientras va a buscar a su prometida, Doña Inés de Rojas, a la que no conoce más que por un retrato, se entera de que la dama ha recibido por equivocación, no su propio retrato sino el de su criado Sancho. Donde no hay agravios no hay celos alcanza en este punto el clímax de la tragedia y el enredo. Sin embargo, hacia la última parte de la obra Rojas Zorrilla va resolviendo cada uno de los hilos de su relato para conducirnos a un final sorprendente.

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Seitenzahl: 97

Veröffentlichungsjahr: 2010

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Francisco de Rojas Zorrilla

Donde no hay agravios no hay celos

Barcelona 2020

linkgua-digital.com

Créditos

Título original: Donde no hay agravios no hay celos.

© 2020, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño cubierta: Michel Mallard

ISBN rúsitca: 978-84-9816-219-6.

ISBN ebook: 978-84-9897-478-2.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 63

Jornada tercera 109

Libros a la carta 151

Presentación

La vida

Francisco de Rojas Zorrilla (Toledo, 1607-Madrid, 1648). España.

Hijo de un militar toledano de origen judío, nació el 4 de octubre de 1607. Estudió en Salamanca y luego se trasladó a Madrid, donde vivió el resto de su vida. Fue uno de los poetas más encumbrados de la corte de Felipe IV. Y en 1645 obtuvo, por intervención del rey, el hábito de Santiago.

Empezó a escribir en 1632, junto a Pérez Montalbán y Calderón de la Barca, la tragedia El monstruo de la fortuna. Más tarde colaboró también con Vélez de Guevara, Mira de Amescua y otros autores.

Felipe IV protegió a Rojas y pronto las comedias de éste fueron a palacio; su sátira contra sus colegas fue tan dura al parecer que alguno de los ofendidos o algún matón a sueldo le dio varias cuchilladas que casi lo matan. En 1640, y para el estreno de un nuevo teatro construido con todo lujo, compuso por encargo la comedia Los bandos de Verona. El monarca, satisfecho con el dramaturgo, se empeñó en concederle el hábito de Santiago: las primeras informaciones no probaron ni su hidalguía ni su limpieza de sangre, antes bien, la empañaron; pero una segunda investigación que tuvo por escribano a Quevedo, mereció el placer y fue confirmado en el hábito (1643). En 1644, desolado el monarca por la muerte de su esposa Isabel de Borbón y poco más tarde por la de su hijo, ordenó clausurar los teatros, que no se abrirían ya en vida de Rojas Zorrilla, muerto en Madrid el 23 de enero de 1648.

Personajes

Don Juan de Alvarado

Sancho, su criado

Don Lope de Rojas

Bernardo, criado suyo

Doña Inés de Rojas

Don Fernando, su padre

Beatriz, su criada

Doña Ana de Alvarado

Jornada primera

(Salen Sancho y don Juan, de camino, con botas y espuelas.)

Sancho O es que te has endemoniado,

o es que lo que haces ignoras;

en la corte y a estas horas,

¿qué buscas recién llegado?

¿dónde tu discurso va?

¿qué es lo que intentas hacer?

Don Juan Calla, necio; ésta ha de ser

la gran calle de Alcalá,

que turbada mariposa

buscó mi llama o mi estrella.

Sancho ¿Qué quieres hacer en ella?

Don Juan Aquí ha de vivir mi esposa.

Sancho El juicio hemos de perder

si hay alguno que perdamos.

¿No asamos y ya pringamos?

¿Al primer tapón mujer?

Que estás cansado imagina;

mira que las doce han dado.

¿Tan llanos han caminado

mi morlón y tu frontina?

Volvemos, por Dios, podremos

a dormir a la posada

que ya dejamos tomada.

Don Juan En tanto que no sabemos

cuál de aquestas casas es

(sea amor o sea desvelo)

adonde se oculta el cielo

de mi hermosa doña Inés,

bien puedes tener por cierto

que no habrá descanso igual.

Sancho Acuérdate, hombre mortal,

que hoy hemos pasado el Puerto,

y por el bendito Dios

que te acuerdes de por sí,

que hay desde Burgos aquí

muy largas cuarenta y dos;

y no seas tan reacio,

sobre novio, que me pesa,

que tomes hoy tan de priesa,

lo que ha de ser tan despacio.

Don Juan ¡Ay, Sancho! que su hermosura

aun pintado, me ha abrasado.

Sancho Hombre que se ha enamorado

no más que por la pintura,

porque a castigar se empiece

su amorosa desvergüenza,

ser sacada a la vergüenza

del desengaño merece.

Dime, Señor, por tu vida,

engáñete o no el primor,

¿ha de pintarte el pintor

si es tu mujer presumida,

si es necia o es recatada;

advertirate fiel

muy solícito el pincel

si es sucia o desaliñada?

¿Del pincel colegirás

(por más que avise elegante),

si tiene dientes delante,

si guarda corcova atrás?

¿Advertirate el retrato

con curiosa perfección

lo que hay en su inclinación,

lo que hallarás en su trato?

Porque esto solo ha de ser,

aunque más quieras culpar,

lo que se ha de examinar

en una propia mujer;

pues si no has averiguado

(de tus celos enemigo),

nada de esto que le digo,

¿de qué te has enamorado?

Don Juan Ya su belleza acredita

lo que en ella puede haber.

Sancho Oyes, la propia mujer

no ha de ser más de bonita,

y que ha de tener, sabrás,

semblante modesto y casto,

y hermosura para el gasto

de su marido no más.

Don Juan Amigo Sancho, no sé,

dejando lo discurrido,

¿cómo le habré parecido

en el retrato que envié?

Porque de mi original

no vi más cierto traslado.

Sancho Yo sí, Señor.

Don Juan ¿Qué has pensado?

Sancho Que le has parecido mal.

Don Juan Pues ¿no me dirás por qué?

¿La copia, di, no es igual

con mi propio original?

Pues di, ¿por qué?

Sancho Yo lo sé.

Don Juan Acaba ya, mentecato;

dime la causa en rigor.

Sancho ¿Quiereslo saber mejor?

Don Juan Si.

Sancho No está acá tu retrato.

Don Juan De tu necedad me río,

¿mi retrato no te di?

¿Y no hiciste el pliego?

Sancho Sí.

Don Juan ¿Pues cuál enviaste?

Sancho El mío.

Don Juan Vive Dios, borracho, loco,

que a ser lo que dices cierto,

pienso que te hubiera muerto.

Sancho Señor, vete poco a poco.

Don Juan Dime, ¿cómo ha sido?

Sancho Espera,

y yo te lo contaré.

Don Juan Acaba, di, ¿cómo fue?

Sancho ¿Cómo fue? de esta manera:

ya le acordarás, Señor,

(que yo harto estoy de acordarme)

que en Flandes dio en retratarme

por fuerza cierto pintor;

pues por extraña y ajena

pintó mi cara endiablada

que es mejor para pintada

la mala que no la buena.

Y después de aquella hazaña

que España observa triunfante,

que nos dio el señor Infante

dos licencias para España.

Don Juan En fin, que a Burgos llegamos,

patria en que los dos nacimos,

donde apenas conocimos

los mismos que antes tratamos.

Sancho Que de tu desdicha incierto,

siendo tu esperanza vana,

menos hallaste a tu hermana

y a tu hermano hallaste muerto;

sin que te avise cruel

pena que tu honor profana

ni quién se llevó a tu hermana,

ni quién te dio muerte a él.

Don Juan No acuerdes tan inhumana

pena sin darme sosiego.

¡Ay, mi hermano! ¡Ay, mi don Diego!

¡Ay, mal nacida doña Ana!

Mas si no sé mi enemigo,

¿por qué comunico al labio

sin mi venganza mi agravio?

Prosigue, Sancho.

Sancho Prosigo.

También sabes, que después

por cartas de cumplimiento

trataste tu casamiento

en Madrid con doña Inés;

y que será dama fío

de honor, prudencia y recato;

que ella te envió su retrato.

Don Juan Y que yo le he enviado el mío.

Sancho Eso es fuerza que prosiga.

Don Juan No dices cosa que importe.

Sancho Ya hemos llegado a la corte

y esfuerza que te lo diga,

pues ahora el retrato llegó;

ya sabes, si te acordaste,

que la noche que le enviaste

me hiciste cerrar el pliego,

y fue porque...

Don Juan Sancho, acaba;

que todo es verdad te digo,

porque me llamó un amigo

al tiempo que le cerraba.

Sancho Pues diome gana, Señor,

de mirar en este rato

tu retrato y mi retrato

por ver cuál era mejor;

y viendo en los dos pinceles

la propiedad y el primor,

a entrambos con mucho amor

los envolví en dos papeles,

pues envueltos...

Don Juan Dilo.

Sancho Espera;

los troqué tan torpe y ciego,

que el mío puse en tu pliego

y el tuyo en mi faltriquera.

Don Juan Yo te escucho y no lo creo.

Sancho ¿Pues eso a mí qué me inquieta?

Don Juan ¿Y lo echaste en la estafeta?

Sancho No, Señor, en el correo.

Don Juan ¿Qué dirá mil Inés, repara,

con tu cara?

Sancho No te asombres;

dirá que todos los hombres

no han de tener buena cara.

Don Juan ¿Y qué dirá de tu talle

y de tu presencia, di?

Sancho Si Dios me la ha dado así,

¿tengo de echarla en la calle?

Don Juan ¿Pero qué importa el engaño,

ni qué puede haber que importe,

si habiendo entrado en la corte

está cerca el desengaño?

Sancho Ea, pues, Señor, acaba

de cumplir con tu pensión.

Don Juan Éstas presumo que son

las monjas de Calatrava,

y no sé cómo sabremos

cual de aquestas casas es

la casa de doña Inés.

Sancho Por su padre preguntemos;

tu prudencia comedida

así lo intente saber,

que no es segura mujer

la mujer que es conocida.

Don Juan Él se llama don Fernando

de Rojas.

Sancho Quiero llegar.

Don Juan ¿Y a quién lo has de preguntar?

Sancho Un hombre se va acercando.

(Sale Bernardo.)

Bernardo Sobre tener gran recelo,

no tengo poco cuidado

que mi amo salga tan tarde

y que entrase tan temprano

las doce y más de la noche

son ya, y estando cerrados

los postigos de la calle,

más dudo, y menos alcanzo;

amante ciego de Inés,

de la belleza milagro,

Fénix de amor, mi Señor,

vive y muere de sus rayos

pero siendo Inés su prima,

y su tío don Fernando,

los que entraren en sospechas

son discursos temerarios,

pero aquí le he de esperar

en tanto que el Sol dorado

al alba que los avisa

manda recoger sus astros.

Don Juan Ea, pregúntalo, acaba.

Bernardo Aquí he de esperar.

Sancho Hidalgo:

¿Dónde posa un caballero

que se llama don Fernando

de Rojas? Si es vuesasted

curial en aqueste barrio.

Bernardo Vive en esta propia casa.

Sancho Dígame usted en qué cuarto.

Bernardo En toda la casa vive.

Sancho Guárdele el cielo mil años,

cuatro o cinco más o menos.

Señor, ya hemos encontrado

tu mujer; mas siendo propia

fuera no hallarla milagro.

Don Juan Ya lo escuché.

Bernardo (Aparte.) Vive Dios,

que pienso que lo he errado

en haber dicho la casa;

que estando dentro mi amo,

para esperarle y salir,

no ha de ser poco embarazo.

Sancho Ea, manos a la boda.

Don Juan Ea, ¿no llamas?

Sancho Ya llamo.

Bernardo ¿Oye vuested, caballero?

Sancho ¿Caballero? mas abajo

tengo mi alcuña, ¿qué quiere?

Bernardo Que hay enfermos en el barrio,

y es tarde, y mañana hay día.

Sancho Los dos que ve se han criado

en la Noruega; y así,

por la noche negociamos.

Bernardo ¿Tanta prisa traen los dos?

Sancho Nunca traemos espacio.

Bernardo Diga, ¿por qué?

Sancho Porque quieren

muy apriesa los soldados.

Bernardo No lo entiendo.

Sancho Dios me entiende.

Bernardo ¿Has cenado?

Sancho Sí he cenado;

mas tú, y tu padre, y tu abuelo,

y tu alma, son los borrachos.

Bernardo To, to, to, valiente me es.

Don Juan ¿Ahora la tiendes, Sancho?

Sancho Yo la doblaré después.

Bernardo ¿Oye?

Sancho Bien oigo.

Bernardo Aquí, al lado

de los padres Recoletos,

pues quiere reñir, le aguardo.

Sancho Pícaro, yo nunca riño,

siendo Sancho y siendo el Bravo,

al lado de Recoletos,

sino al lado de los diablos.

Bernardo (Aparte.) (Así lo pienso sacar

de la calle.) Ya me canso

de sus cosas, y otra vez

digo, que espero en el Prado.

(Vase.)

Sancho Más se cansará vuested

si me espera; por San Pablo

que le he de matar.

Don Juan Aguarda,

escúchame, Sancho.

Sancho Aguardo.

Don Juan Entremos a ver a Inés,

y al instante que salgamos

Le irás a buscar.

Sancho Bien dices.

¿Ha de esta casa? En lo alto

han abierto un postiguillo.

Don Juan Si responden...