Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
La hermosura y la desdicha. Francisco de Rojas Zorrilla Fragmento de la obra Jornada primera (Salen don Juan y Fabio.) Don Juan: Dejadnos solos. Fabio: Señor, ¿qué suspensión te divierte, que te ha robado el color? Don Juan: No sé, Fabio. Fabio: No es de muerte ninguna herida de amor; habla, declara tu mal, que no hay cirujano tal como el bien acuchillado; también soy de amor soldado. Don Juan: Fabio, mi mal es mortal: Vi una mujer de amor ciego que el sentido me robó; pero más atizo el fuego si a pintar las gracias llego con que el alma me abrasó. Que tantos los rayos son de sus divinos despojos, que ha más su opinión el amor a sus dos ojos que al veneno de su arpón. Fabio: ¿Hiriote Laura divina, luz del Sol, tan peregrina, que en todo el templo no había más beldad? Don Juan: Ya desconfía mi vida. Fabio: ¡Qué no adivina la curiosidad, Señor, de un criado! Llega a hablarla, y empieza a entablar tu amor. Don Juan: Quiero, pues, Fabio esperarla aunque muera en su rigor. ¡Qué beldad, y qué hermosura! ¿Hay más divina criatura? No pudo naturaleza recopilar más belleza; merece la fe más pura. Fabio: Es tan perfecta, Señor, que me atreveré a decir, y perdóneme tu amor, que si no sabe pedir es del mundo la mejor. Pues si hablo en su calidad, no la hay en esta ciudad mayor que la que ella tiene; de tu sangre real viene.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 87
Veröffentlichungsjahr: 2010
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Francisco de Rojas Zorrilla
La hermosura y la desdicha
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Título original: La hermosura y la desdicha.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN tapa dura: 978-84-9953-620-0.
ISBN rústica: 978-84-9816-225-7.
ISBN ebook: 978-84-9897-770-7.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Sumario
Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 45
Jornada tercera 79
Libros a la carta 121
Francisco de Rojas Zorrilla (Toledo, 1607-Madrid, 1648). España.
Hijo de un militar toledano de origen judío, nació el 4 de octubre de 1607. Estudió en Salamanca y luego se trasladó a Madrid, donde vivió el resto de su vida. Fue uno de los poetas preferidos de la corte de Felipe IV. En 1645 obtuvo, por intervención del rey, el hábito de Santiago.
Empezó a escribir en 1632, junto a Pérez Montalbán y Calderón de la Barca, la tragedia El monstruo de la fortuna. Más tarde colaboró también con Vélez de Guevara, Mira de Amescua y otros autores.
Felipe IV protegió a Rojas y pronto las comedias de éste fueron a palacio; su sátira contra sus colegas fue tan dura al parecer que alguno de los ofendidos o algún matón a sueldo le dio varias cuchilladas que casi lo matan. En 1640, y para el estreno de un nuevo teatro construido con todo lujo, compuso por encargo la comedia Los bandos de Verona. El monarca, satisfecho con el dramaturgo, se empeñó en concederle el hábito de Santiago: las primeras informaciones no probaron ni su hidalguía ni su limpieza de sangre, antes bien, la empañaron; pero una segunda investigación que tuvo por escribano a Quevedo, mereció el placer y fue confirmado en el hábito (1643). En 1644, desolado el monarca por la muerte de su esposa Isabel de Borbón y poco más tarde por la de su hijo, ordenó clausurar los tablados, que no se abrirán ya en vida de Rojas Zorrilla, muerto en Madrid el 23 de enero de 1648.
Don Juan de Moncada
Fabio, criado
Don Pedro de Cardona
Monzón, criado
Laura, dama
Inés, criada
Laín, escudero vejete
Lucindo, viejo
El Rey de Nápoles
La Infanta, su hermana
Danteo, villano
Sergasto, villano
Cazadores del Rey
Acompañamiento
(Salen don Juan y Fabio.)
Don Juan Dejadnos solos.
Fabio Señor,
¿qué suspensión te divierte,
que te ha robado el color?
Don Juan No sé, Fabio.
Fabio No es de muerte
ninguna herida de amor;
habla, declara tu mal,
que no hay cirujano tal
como el bien acuchillado;
también soy de amor soldado.
Don Juan Fabio, mi mal es mortal:
Vi una mujer de amor ciego
que el sentido me robó;
pero más atizo el fuego
si a pintar las gracias llego
con que el alma me abrasó.
Que tantos los rayos son
de sus divinos despojos,
que ha más su opinión
el amor a sus dos ojos
que al veneno de su arpón.
Fabio ¿Hiriote Laura divina,
luz del Sol, tan peregrina,
que en todo el templo no había
más beldad?
Don Juan Ya desconfía
mi vida.
Fabio ¡Qué no adivina
la curiosidad, Señor,
de un criado! Llega a hablarla,
y empieza a entablar tu amor.
Don Juan Quiero, pues, Fabio esperarla
aunque muera en su rigor.
¡Qué beldad, y qué hermosura!
¿Hay más divina criatura?
No pudo naturaleza
recopilar más belleza;
merece la fe más pura.
Fabio Es tan perfecta, Señor,
que me atreveré a decir,
y perdóneme tu amor,
que si no sabe pedir
es del mundo la mejor.
Pues si hablo en su calidad,
no la hay en esta ciudad
mayor que la que ella tiene;
de tu sangre real viene.
Don Juan Háblame, Fabio, verdad,
que tan rendido a sus ojos
mi corazón se mostró
rindiendo humildes despojos,
que el alma que la miró
ostentó glorias y enojos.
Glorias, en verse empleada,
si incierta de ser amada,
en tan divino sujeto:
Enojos, porque en efecto
duda el bien de ser pagada.
y tan rendido me veo
a su gracia y perfección,
que me dice ya el deseo
que hará bien dichoso empleo
mi abrasado corazón.
(Salen Laura, Inés y Laín.)
Laura Gran fiesta, por vida mía,
hemos tenido este día;
Inés, ¡qué aseo y grandeza,
qué lucida gentileza
en toda la iglesia había!
Inés Gloriosa puedes estar,
aunque tanta gala juntes,
y esto sin lisonjear
de que has podido matar...
Laura ¿A quién?
Inés No me lo preguntes.
Laura Ya yo sé por quién lo dices;
pero aunque más lo autorices
no espere don Juan favor,
porque se rindió mi amor
a favores más felices.
Laín Y tanto lució tu talle,
con haber tantos allí,
que del asiento a la calle,
ninguno, Señora, vi
que dejase de alaballe.
Fabio Advierte, Señor, que vienen
los luceros que te tienen
absorto de Laura hermosa,
a quien el Sol y la rosa
rayos y beldad previenen.
Llega tierno y temeroso,
enamorado y galán,
que ya te miro dichoso
si en sus dos ojos están
los rayos de Febo hermoso.
Don Juan Tanto rayo, y tanto fuego,
Ícaro, temo, si llego,
y bien lo puedo temer,
siendo forzoso caer
en el mar incauto y ciego.
(Llega a hablarla.) Si pudiese mi humildad
tener licencia, Señora,
de hablaros, hoy se la dad,
a un rendido que os adora.
Laura Decid.
Don Juan Señora, escuchad:
Mi libertad segura
blasonó libertades, ya opresiones
rinde a tanta hermosura,
más que libre, contenta en las prisiones,
gozosa con la suerte
que tan dichosa halló llegando a verte.
Un jardín oloroso
fue el templo en que a matar, si a orar veniste,
donde el jazmín lustroso
y el clavel, que de Adonis sangre viste
y demás flores bellas,
miré en mil rostros con afrenta dellas.
Mas el tuyo, en quien pone
tales partes amor, en partes tales
tanto esplendor compone,
que si pretenden competir iguales,
excedes tanto sola
cuanto excede la rosa a la amapola.
Porque hermosura tanta
los sentidos de suerte me ha robado,
que la victoria canta
dejándome de libre aprisionado
con esos ojos bellos
que trueca amor sus flechas hoy por ellos.
Mi alma enamorada
ofrece por despojos una vida
que en tu esfera abrasada
halló descanso en ti, bella homicida,
y halló en tus claros ojos
del aljaba de amor ricos despojos.
Temple tu luz serena
el furioso rigor de mis dolores,
pues mi gloriosa pena
sacrifica a tu honor castos amores,
y solo mi deseo
aspira al dulce fin de honroso empleo.
Laura Digno sucesor os miro
deste noble y rico estado,
y estar de mí enamorado
tan presto, mucho me admiro.
Ya con temor me retiro
de creer lo que decís,
porque es cierto que fingís
el amor que me mostráis,
y entiendo que me engañáis,
pues que tan presto os morís.
Vivid, don Juan, muchos años,
porque en tanta gallardía,
flaqueza tanta podía
dar que temer otros daños.
No digo que con engaños
burláis hoy mi voluntad,
mas me dice mi humildad,
aunque nobleza la anime,
que por señor os estime
en tanta desigualdad.
Porque el amor entre iguales
se logra, se anima y crece,
igualdades apetece,
mis partes son desiguales
a las vuestras, que son tales,
que las miro sin igual,
y perder os está mal,
por mí, sujeto más alto,
y es quereros bien, si falto
a correspondencia tal;
que si el amor es locura,
vuestro amoroso furor
no espere, no, mi favor,
aunque tanto os apresura
si fue causa mi hermosura,
y ella faltare, seré
aborrecida, y se ve
patente y claro mi daño;
porque os llamaréis a engaño,
en ofensa de mi fe.
Más alto y más rico empleo
merece vuestra persona,
si perdéis una corona
ya aborrecida me veo;
yo soy humilde trofeo
para tanto merecer,
y así vengo a responder,
y estad de aquesto advertido,
que sois muy grande marido,
que soy pequeña mujer.
(Vase.)
Don Juan ¿Qué, se fue?
Fabio Una vez no más.
Don Juan ¡Hay más claro desengaño!
Ya es, Fabio, cierto mi daño;
Detenla.
Fabio Ya es por demás.
Don Juan ¿Cómo tan de espacio estás
si tan aprisa me muero?
Hoy del vivir desespero,
hoy mi vida se acabó.
Fabio Pues si Laura te mató,
hoy resucitarte espero.
Don Juan Consuela, Fabio, mi vida.
Fabio Yo, Señor, he de vencer
esta valiente mujer,
esta gallarda homicida;
hoy tu esperanza perdida
restituye mi lealtad:
Hoy verás mi voluntad.
Don Juan ¿Cómo?
Fabio Ten, Señor, sosiego,
espera y veraslo luego.
Don Juan Cielos, mi mal remediad.
Tocó mi amor el claro desengaño
al tiempo que a las puertas de la muerte
amaneció mi dicha (¡ay, dura suerte!)
Anocheciendo con su mismo engaño,
declarose mi amor para su daño;
mejor fuera callar, si bien se advierte
qué consuelo, le basta a mal tan fuerte
qué de consuelo, sobra a un mal extraño.
No quiero vida, si me falta Laura,
la muerte quiero por el gusto della,
pues que fue de mi fuego ardiente el aura
hoy un desdén mis glorias atropella,
con esperar mi vida se restaura,
pues por industria o fuerza he de vencella.
(Vase.)
(Salen Fabio y Laín, vejete.)
Fabio Esto se ha de hacer sin falta,
y esta cadena tomad,
y estimad mi voluntad
que la enriquece y esmalta.
Laín Por vos la tomo, que yo
soy hidalgo montañés,
y sirvo a mi dueño, que es
oro que mi fe esmaltó.
Vasallo soy de don Juan
que aqueste condado hereda,
y no habrá quien decir pueda
de los que oyéndome están
que en darle entrada en la casa
de Laura, a quien sirvo hoy,
degenero de quien soy,
porque si su amor lo abrasa
y como vos me decís
se dirige a casamiento,
loable y bueno es mi intento.
Fabio Muy bien, Laín, argüís,
que si allá pretende entrar
es por hablar en su amor
y por pagarla mejor.
Laín En fin, ¿él se ha de casar?
Fabio Digo que sí; y esto basta
que siendo tan principal,
aunque pobre, no está mal,
siendo hermosa, noble y casta.
Laín Pues en eso mi bien, fundo,
que en casamiento tan alto
de nada pienso estar falto
mientras viviere en el mundo.
Que, en fin, por mal que me vaya,
habrá banquete, habrá fiesta,
que en ocasión como ésta
las casas salen de raya.
Y cuando a medrar no venga
más que a renovar mis calzas,
porque ya de puro falsas
no hay cosa que en pie se tenga,