Lo que son las mujeres - Francisco de Rojas Zorrilla - E-Book

Lo que son las mujeres E-Book

Francisco de Rojas Zorrilla

0,0

Beschreibung

Lo que son las mujeres es un auto sacramental de Francisco de Rojas Zorrilla. Fragmento de la obra Jornada primera (Salen Serafina y Rafaela.) Serafina: Llévenla luego a un convento, no ha de estar en casa una hora. Rafaela: Yo te confieso, Señora, que es justo tu sentimiento; pero aunque es doña Matea con los hombres tan humana, es, en efecto, tu hermana. Serafina: ¿Enamoradita y fea? ¿Qué es esto? Rafaela: Templanza ten. Serafina; ¿No quieres tú que me asombre si en la vida ha visto hombre, que no le parezca bien? el chico, por lo donoso; el grande, por lo entallado; el puerco, por descuidado; el limpio, por cuidadoso; porque guarda, el miserable; por arrojado, al valiente; al que habla, por elocuente; al que calla, por loable: al cobarde, por templado; al hablador, por chistoso al tibio, por vergonzoso; por discreto, al mesurado; al vano, por presunción; por constante, al importuno; Jamás ha visto hombre alguno que no le cobre afición. Pues en un convento vea su humanidad reprimida. Rafaela: Señora… Serafina: No vi en mi vida mas malas gracias de fea; lindas partes de adorada tiene mi tal hermanita; segundita, pobrecita, feita y enamorada; en un convento, es notorio que templará este deseo.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 87

Veröffentlichungsjahr: 2010

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Francisco de Rojas Zorrilla

Lo que son las mujeres

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: Lo que son las mujeres.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-9953-623-1.

ISBN rústica: 978-84-9816-229-5.

ISBN ebook: 978-84-9897-774-5.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 61

Jornada tercera 109

Libros a la carta 151

Brevísima presentación

La vida

Francisco de Rojas Zorrilla (Toledo, 1607-Madrid, 1648). España.

Hijo de un militar toledano de origen judío, nació el 4 de octubre de 1607. Estudió en Salamanca y luego se trasladó a Madrid, donde vivió el resto de su vida. Fue uno de los poetas más encumbrados de la corte de Felipe IV. Y en 1645 obtuvo, por intervención del rey, el hábito de Santiago.

Empezó a escribir en 1632, junto a Pérez Montalbán y Calderón de la Barca, la tragedia El monstruo de la fortuna. Más tarde colaboró también con Vélez de Guevara, Mira de Amescua y otros autores.

Felipe IV protegió a Rojas y pronto las comedias de éste fueron a palacio; su sátira contra sus colegas fue tan dura al parecer que alguno de los ofendidos o algún matón a sueldo le dio varias cuchilladas que casi lo matan. En 1640, y para el estreno de un nuevo teatro construido con todo lujo, compuso por encargo la comedia Los bandos de Verona. El monarca, satisfecho con el dramaturgo, se empeñó en concederle el hábito de Santiago: las primeras informaciones no probaron ni su hidalguía ni su limpieza de sangre, antes bien, la empañaron; pero una segunda investigación que tuvo por escribano a Quevedo, mereció el placer y fue confirmado en el hábito (1643). En 1644, desolado el monarca por la muerte de su esposa Isabel de Borbón y poco más tarde por la de su hijo, ordenó clausurar los teatros, que no se abrirían ya en vida de Rojas Zorrilla, muerto en Madrid el 23 de enero de 1648.

Personajes

Serafina

Rafaela

Don Roque

Gibaja, gracioso

Inesica

Don Pablo

Doña Matea

Don Marcos

Don Gonzalo

Esteban, criado

Jacobo, criado

Jornada primera

(Salen Serafina y Rafaela.)

Serafina Llévenla luego a un convento,

no ha de estar en casa una hora.

Rafaela Yo te confieso, Señora,

que es justo tu sentimiento;

pero aunque es doña Matea

con los hombres tan humana,

es, en efecto, tu hermana.

Serafina ¿Enamoradita y fea?

¿Qué es esto?

Rafaela Templanza ten.

Serafina ¿No quieres tú que me asombre

si en la vida ha visto hombre,

que no le parezca bien?

el chico, por lo donoso;

el grande, por lo entallado;

el puerco, por descuidado;

el limpio, por cuidadoso;

porque guarda, el miserable;

por arrojado, al valiente;

al que habla, por elocuente;

al que calla, por loable:

al cobarde, por templado;

al hablador, por chistoso

al tibio, por vergonzoso;

por discreto, al mesurado;

al vano, por presunción;

por constante, al importuno;

Jamás ha visto hombre alguno

que no le cobre afición.

Pues en un convento vea

su humanidad reprimida.

Rafaela Señora...

Serafina No vi en mi vida

mas malas gracias de fea;

lindas partes de adorada

tiene mi tal hermanita;

segundita, pobrecita,

feita y enamorada;

en un convento, es notorio

que templará este deseo.

Rafaela Señora, yo no la veo

con hambre de refitorio;

cásala con un garzón

casero, y lo mismo has hecho,

que tiene un marido estrecho

mil cosas de religión.

Serafina No hay que replicarme en nada;

convento, quiera o no quiera.

Rafaela Advierte...

Serafina Echadme acá fuera

esa bienaventurada.

Rafaela No te quiero replicar,

pero no se ha levantado.

(Llaman.)

Serafina ¿Quién es?

Rafaela Un hombre que ha dado

todo hoy en quererte hablar.

Serafina No entre hombre a hablarme.

Rafaela Yo creo

que te agrade si le ves.

Serafina ¿Parécete a ti que es

sujeto de galanteo?

Rafaela Cada pié de a media vara,

las piernas de a caña y media;

pues la cara lo remedia

que es semicapon de cara

el hombre desmadejado.

Serafina Nadie hombre entero me nombre.

Rafaela Señora no entre por hombre

entre por acaponado;

mira que ser tan cruel

con los hombres es error.

Serafina Ahora estoy de buen humor,

entre por reírnos dél

(Sale Gibaja.)

Gibaja El cielo guarde, Señora,

ese traslado del mismo:

ese espacio, donde atento

con rasgos negros ha escrito,

de que sois su hermosa copia,

la perfección tan al vivo,

que porque todos la atiendan

a la margen poner quiso

dos ojos, como quien dice,

ojo a sus labios divinos,

donde el sangriento coral

le viene como nacido.

También ojo a sus mejillas

de nácar, no por advitrio

de la beldad, que están rojas

de vergüenza de haber visto

vuestros dientes tan iguales,

tan perfectos, tan unidos,

que os están todos de perlas

que viendo igualmente fino,

ya el nácar, y ya el jazmín

de dientes y labios limpios,

cuanto corren a encenderse

dicen lo que se han corrido.

También ojo a las pestañas,

que en blanco raso, aunque liso,

al canto de sus dos cejas

el párpado han guarnecido.

Y ojo también a esos ojos

que dan muerte. ¿Quién ha visto

que aquello mismo que mata

sea lo que dé el aviso?

Serafina Al caso, por vida mía,

que tengo ya los oídos

cansados de estar oyendo

de jazmín mil desvaríos,

mil vergüenzas de coral,

de nácar dos mil delirios,

y de aljófares y perlas

mil sartas de desatinos.

¿Quién sois?

Gibaja Señora, yo soy

hombre tan espantadizo,

que ando haciendo sacramentos

de cualquier cosa que estimo.

Serafina No os entiendo.

Gibaja Soy un hombre,

que por dar a mis amigos

un buen día con su noche

doy muy malas de continuo.

Rafaela ¿Ese oficio es cosi-cosa?

Serafina Explicaos ya.

Gibaja Ya me explico.

Yo soy...

Serafina ¿Qué?

Gibaja Casamentero.

Serafina Alcahuete a lo divino,

¿qué queréis en esta casa?

Gibaja Casaros, porque me han dicho

que tenéis sobre lo hermoso,

sobre lo airoso y lo lindo,

cuatro mil y más de renta.

Rafaela Sin joyas, sin ajuar rico,

sin más de tres mil ducados

de deudas.

Gibaja Pues yo os afirmo,

que está en manos el pandero

que los hará veinte y cinco.

Serafina ¿Y cómo os llamáis?

Gibaja Gibaja.

Serafina (Aparte.) Silla a Gibaja. (Imagino

con el tal casamentero

divertirme un rato.)

(Siéntanse.)

Gibaja Digo,

que podéis dar cuatro echadas

de blancura al mismo armiño.

¿A qué novio os he de dar?

aquí tengo treinta escritos

que los he escogido a moco,

de candil.

Serafina No escogéis limpio;

¿y este oficio es provechoso?

Gibaja Este año no se ha corrido.

Serafina ¿Cásanse agora mujeres?

Gibaja Algunos casamientillos

hay de viudas.

Rafaela ¿De doncellas

no hay también?

Gibaja Halos habido;

pero hay pocos, como hay pocas.

Serafina ¿Casáis muchos?

Gibaja De continuo.

Serafina ¿Y cómo los engañáis?

Gibaja Casándolos.

Serafina Yo no os digo

sino ¿cómo los casáis?

Gibaja Fácilmente.

Serafina ¿Cómo?

Gibaja Oildo.

Serafina ¿Mentiréis?

Gibaja No os caso agora.

Serafina Pues proseguid.

Gibaja Ya prosigo:

primeramente, yo tengo

una memoria en que escribo

cuantos en San Sebastián

son de fiesta y de domingo;

los de la comedia nueva;

los que sin pleito ni oficio

en el patio de palacio

suelen estar de continuo;

los del Prado, los de Atocha

y a cada cual en mi libro

para entenderme con ellos

les pongo por seña un signo.

Al que es valiente, a la margen

del mismo nombre te pinto

el signo León; y si es

cobarde el Piscis le pinto;

si es sufrido, el signo Tauro;

y el de Aries, si es muy sufrido;

si es de mala condición,

el Escorpión; si es bien quisto,

el Géminis; y al que no es

para hombre, el signo Virgo

si está buboso le pongo

el Cáncer; y si es muy rico

y ha venido de las Indias,

el Acuario; mas si es hijo

de algún tendero o tratante

el signo Libra le aplico;

si es muy feo o contrahecho,

el Sagitario; y si ha sido

casado con dama hermosa,

y fue pobre, pongo el signo

capricornio, que lo es

de pobres, aunque maridos.

Éntrome en cualquiera casa

de soltero, y en mi estilo

de casar propongo luego

novias como Dios las hizo.

Si es medianamente hermosa,

hermosa la significo;

de manera, que no puede

pensarse de hito en hito

que su hermosura es el dote,

y que en Madrid he sabido

que adorarla por su Sol

hallára mil novios indios.

Si es pobre, que es hijodalga,

y luego cuento que he visto

su ejecutoria con tanta

letra de oro en pergamino.

Si es rica, y no es bien nacida,

le doy con el refrancillo:

«Dineros son calidad»;

y le digo: Señor mío,

sepa usted, que don tener

es caballero castizo.

Si es muy fea, y hallo luego

mi novio un poco remiso,

digo que la mujer propia

ha de picar un poquito

en fea, que desa suerte

anda un hombre con descuido.

Si el novio dice que es gorda

de ahogar, luego le digo:

¿Ha de hacer randas con ella

que la quiere de palillos?

si le propongo una flaca

y la desecha, le riño,

que una mujer por arrobas

debe encerrar para siglos.

Si es larga, le digo luego,

muñecas para los niños;

si es chica, de la mujer

lo menos es lo más lindo.

Si la novia es algo puerca,

que el matrimonio hace limpio,

que es agua de calabobos

que la coge sobre aviso;

si entra algún señor a verla

que entra a parlar un ratillo

en buena conversación,

aunque otra cosa hayan dicho,

que es un santo el buen señor

y el mal pueblo es un maldito

y, en fin, dejando a mi novio

puesto este mal durativo,

a mentir más a la novia

que elige voy, llamo y digo:

—Ea, Señora, su remedio.

¡Oh, gracias a Dios, que quiso

que haya hallado para uced

un novio como nacido!

¡Ah qué hombre, señora mía!

quien es digo; y de camino,

misterios y más misterios

hago cuando al hombre intimo;

porque como el matrimonio

es Sacramento, es preciso

que tenga dentro de sí

mil misterios escondidos.

Si no agrada el que propongo

a su elección y a mi arbitrio,

como esto es para la mano,

le voy dando novios ripios.

Al que me culpan de viejo,

aseguro que le elijo

porque es hombre ya de hecho,

y las novias, por lo mismo

le desechan, que no quieren