Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
En El clavo de Jael Mira de Amescua relata la historia de Débora y Jael, del libro bíblico de los Jueces. Ambas mujeres conspiran contra el poderoso ejército cananeo comandado por Sísara, quien muere a manos de Jael con un clavo enterrado en el cráneo, propiciando la victoria de los israelitas.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 70
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Antonio Mira de Amescua
El clavo de JaelEdición de Vern Williamson
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Título original: El clavo de Jael.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN tapa dura: 978-84-9953-520-3.
ISBN rústica: 978-84-9816-080-2.
ISBN ebook: 978-84-9897-557-4.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 43
Jornada tercera 77
Libros a la carta 113
Antonio Mira de Amescua (Guadix, Granada, c. 1574-1644). España.
De familia noble, estudió teología en Guadix y Granada, mezclando su sacerdocio con su dedicación a la literatura. Estuvo en Nápoles al servicio del conde de Lemos y luego vivió en Madrid, donde participó en justas poéticas y fiestas cortesanas.
Fineo
Simaneo, gracioso
Jabín, rey de Asiria
Sísara, capitán
Abdías
Barac
Rubén
Jael
Tamar, criada de Jael
Sofonisa, hermana del rey Jabín
Débora, profetisa
Músicos
Capitán
(Salen Jael y Tamar, criada.)
Jael Ya no puedo caminar.
Tamar Y a descanso te convida
aquesta fuente.
Jael ¡Ay, Tamar,
que es símbolo de la vida,
un correr y un murmurar!
Ya son sus cristales fríos,
ya furiosos, ya tardíos,
ya por peñas, ya por prados,
hasta que en el mar mezclados
pierden sus nombres los ríos.
¿Qué es la muerte sino el mar
a donde acaban las vidas?
Tamar La tuya debes guardar.
Si tus pesares no olvidas,
tú misma te has de acabar.
Mira ese valle florido,
de sus flores guarnecido.
Jael Si a mí imitándome van,
presto se marchitarán.
Falte el Sol, vendrá su olvido;
que la Fortuna cruel
un mismo fin apresura,
y el mayor tormento en él.
Tamar Quien goza tanta hermosura,
¿por qué se queja, Jael?
¿Qué importa que con rigor,
por pensión de tu valor,
te sea la suerte avara?
Pues, al fin traes en tu cara
el mayorazgo mayor.
Jael ¡Ay, Tamar, nunca creí
que era hermosa, aunque avisada
del cristal o espejo fui,
hasta verme desdichada;
que entonces lo presumí.
Tamar Siéntate.
Jael Llega a mi lado,
verde sitio, hermoso prado
para aumentar mi tristeza.
Tamar Aumenta más su belleza
de los montes coronado.
Jael ¿Qué tierra [es ésta]?
Tamar No inquieres;
que no lo puedo saber;
mas al fin preguntar quieres
por ser del todo mujer,
aunque a todas te prefieres.
(Salen Fineo y Simaneo.)
Simaneo ¡Qué ligero el corzo va!
Fineo Los cristales buscará
de esa fuente clara y fría,
¡cosa tan cobarde cría
el desierto de Judá!
Simaneo Imposible es alcanzalle,
y más yo, que un topo soy.
Fineo Atrás deja el verde valle,
y en parte corrido estoy
de herirle y no matalle.
Simaneo A tan veloz animal,
seguirle pudieras mal.
Gente hay en la fuente, espera.
Fineo ¡Oh, qué felice ribera!
Ninfas beben su cristal.
Simaneo ¿No es ésta caza mejor
sin que se gasten las flechas?
Fineo Antes me anima el temor
entre dudas y sospechas
que los presume el amor.
¡Qué soberana belleza!
A no saber con certeza
que hay solo un Dios, adorara
a Venus en esta cara,
monstruo de naturaleza.
Simaneo ¿Por cuál dices?
Fineo Hablad vos.
Vista mis ojos pudieran...
¡No las entiendo, por Dios!
Simaneo Pues, en tus ojos hubieran
lugar a un tiempo las dos.
Donde hay lengua, ¿para qué
han de hacer los ojos fe?
Fineo Advierte con más decoro,
cuanto resplandece el oro
si entre la plata se ve.
Simaneo Pienso que a la blanca humillas
el corazón.
Fineo Maravillas
miro en el cristal ligero.
Simaneo Pues yo a la morena quiero
para hacerla seguidillas.
Tamar Si Narciso quieres ser,
bien puedes mirarte más.
Jael Mal me sabes entender.
Tamar Sé que embelesada estás.
Amor te podrás tener.
Simaneo Llega, pues.
Tamar Gente ha llegado.
¡Qué cazador tan turbado!
De la suspensión me admiro.
Jael Mal acertaréis el tiro
con el arco desarmado.
Si caluroso buscáis
la fuente, llegad.
Fineo No llego,
por saber que me engañáis.
Dieron vuestros ojos fuego
y agua con la voz me dais.
Mas, si hubiera de llegar,
agua pudiera tomar
cuando me he sentido arder;
que si no para beber
sirviera para llorar.
¿Quién eres, mujer divina?
Jael Una mujer desdichada
que desterrada camina.
Fineo Una gloria está cifrada
en beldad tan peregrina.
¿Eres gentil?
Jael De Israel,
el Dios adoro y en Él
fundo esperanzas altivas.
Fineo Ya de sentido me privas.
¿Cómo te llamas?
Jael Jael.
¿Y tú, quién eres?
Fineo Escucha,
porque te quiero obligar
diciéndote brevemente
mi estado y mi calidad.
Yo me llamo Ever Fineo.
Adoro al Dios de Abrahán.
Ignorante de la escrita,
sigo la ley natural.
Fue mi ascendiente Esaú
y soy nieto de Boaz,
deudo del santo Moisés,
vuestro heroico capitán.
Cuando huyendo de Egipto
fue pastor en Madián,
le dio Jetro, sacerdote,
la hija que quiso más.
Después, cuando el Mar Bermejo
hizo muro de cristal
y pasó las doce tribus:
Judá, Rubén, Isacar,
Zabulón, Neftalí, Aser,
Simeón, Benjamín, Dan,
que Jacob llamó culebra,
Efraín, Manasés, Gad,
y después que Josué
quebró el viril del Jordán,
[y] en la prometida tierra
rompió los muros de Haí,
bajó mi padre y familia
de la hermosa Ciudad
de las Palmas y habitaron
los desiertos de Judá.
Aquestos valles que miras
que eternos abriles dan,
cuyas fuentes son lazadas
de las flores de coral,
cubren los ganados míos
de quien soy otro Labán
sin que varas de Jacob
puedan sus pieles manchar.
Dime tú, Jael divina,
iris hermosa de paz,
¿quién eres y qué es la causa
que a este desierto te trae?
Jael Obligada, Ever Fineo,
a tu amor y voluntad,
oye las desdichas mías
en que un prodigio verás;
el tribu de Benjamín,
nieto querido de Isaac,
me dio sangre clara y noble
por serlo entre los demás.
De ricos padres nací
a quien no pude heredar
porque hermanos codiciosos
son ejemplo de crueldad.
Si fui hermosa, o si la soy,
tus ojos te lo dirán.
Solo sé que el parecerlo
pudo mis penas causar.
Muertos mis queridos padres,
al partir con gusto igual
la hacienda que nos dejaron
en el monte de Galaad
mis hermanos me dijeron,
Jael, ¿qué tesoro hay
[más] que tu rara hermosura
que puede el Sol envidiar?
No fue Raquel tan hermosa
ni vio más belleza Adán
en Eva, siendo su cuerpo
de jazmines y azahar.
¿Qué rosas cría Samer,
qué claveles Simaná,
qué bellos lirios Emón,
qué jazmines el Cedar
que a tus mejillas y cuello
no den superioridad
confesando ser traslados
de tu hermoso original?
Dividida en cuatro partes
nuestra hacienda, ¿quién será
rico de todos nosotros
si no es inmenso el caudal?
Tú, Jael, seguramente
esposo rico hallarás,
y por eso de la hacienda
tu parte nos puedes dar.
Dijeron y entre los tres
sin temer que el Jehová
poderoso castigase
tan inhumana impiedad,
parten los bienes y quedo
como en la orilla del mar
el que sin bajel desea
romper sus montes de sal,
como el mísero que pasa
los desiertos de Farahán
perdido en sus arenales
no habiendo a quien preguntar.
Piadosa y enternecida
pedí el favor celestial
como si entonces llovieran
las nubes dulce maná.
Determinéme, en efecto,
a dejar mi natural.
Aunque soy hija de Sara
peregrina como Hagar,
y con el traje que ves,
con poca seguridad,
de todos desamparada,
sino solo de Tamar,
por inciertas sendas guío,
hasta que la variedad
de las flores de este prado
entre lirios y arrayán
al descanso convidaron
con el dulce murmurar
de las fuentes fugitivas
que huyendo a su centro van,
nuestros cansados alientos
donde has venido a escuchar
las desgracias de quien huyo
pero corren ellas más.
Fineo Aunque debo con razón
culpar el término injusto
de tus hermanos, es justo
que alabe su discreción;
pues entre varios efetos
del ambicioso cuidado,
Jael, contigo han andado
avaros pero discretos.
Hazaña fue peregrina
el quitarte tus hermanos
todos los bienes humanos
conociéndote divina.
Simaneo ¿Y ella no dice quién es?
Tamar Su criada.
Simaneo Brevedad
notable y facilidad.
Tamar Yo le informaré después.
Fineo Fuerza es, divina mujer,
que halles un rico esposo.
Solo es lo dificultoso
que te pueda merecer,
y si de mí conociera
que méritos igualara
y que al cielo de tu cara