El mártir de Madrid - Antonio Mira de Amescua - E-Book

El mártir de Madrid E-Book

Antonio Mira de Amescua

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Beschreibung

El mártir de Madrid. Antonio Mira de Amescua Fragmento de la obra Jornada primera (Sale don Álvaro tras Pedro con su báculo, y don Fernando.) Álvaro: ¡Vive Dios, que has de morir a mis manos! Pedro: ¡Hoy me abrasa el furor! Has de advertir que ya mi obediencia pasa los términos del sufrir. Si tienes de padre el celo, mira que no hay en el suelo a quien agravios consienta, y te escribiré en la cuenta de las venganzas del duelo. Palos la muerte vengó y estoy por matarte aquí, porque quien mi afrenta vio dirá que los recibí, pero no quien me los dio. Fernando: Padre, el enojo suspende. Hermano, si nunca ofende un padre cuando castiga, ¿qué loca furia te obliga? Pedro: Es la que mi honor defiende. Tan bárbaro enojo y rabia no es de padre, y siempre entienda su experiencia poca sabia, que con palabras enmienda y con las obras agravia. A solo reprehender llega de un padre el poder; y pues le viene a faltar fuerza para castigar, castiga para ofender. Fernando: No han sido ésos los intentos de nuestro padre.

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Antonio Mira de Amescua

El mártir de MadridEdición de Vern Williamson

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: El mártir de Madrid.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-246-0.

ISBN rústica: 978-84-9816-084-0.

ISBN ebook: 978-84-9897-559-8.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 59

Jornada tercera 97

Libros a la carta 139

Brevísima presentación

La vida

Antonio Mira de Amescua (Guadix, Granada, c. 1574-1644). España.

De familia noble, estudió teología en Guadix y Granada, mezclando su sacerdocio con su dedicación a la literatura. Estuvo en Nápoles al servicio del conde de Lemos y luego vivió en Madrid, donde participó en justas poéticas y fiestas cortesanas.

Personajes

Álvaro Ramírez, padre

Don Pedro, hijo de don Álvaro

Don Fernando, hijo de don Álvaro

Trigueros, lacayo

Clemencia, prometida de Fernando

Don Juan, galán

Rey de Árgel

Lidoro, corsario moro

Celaura, infanta mora

Clara, criada de Clemencia

Alguacil

Criado

Moros

Jornada primera

(Sale don Álvaro tras Pedro con su báculo, y don Fernando.)

Álvaro ¡Vive Dios, que has de morir

a mis manos!

Pedro ¡Hoy me abrasa

el furor! Has de advertir

que ya mi obediencia pasa

los términos del sufrir.

Si tienes de padre el celo,

mira que no hay en el suelo

a quien agravios consienta,

y te escribiré en la cuenta

de las venganzas del duelo.

Palos la muerte vengó

y estoy por matarte aquí,

porque quien mi afrenta vio

dirá que los recibí,

pero no quien me los dio.

Fernando Padre, el enojo suspende.

Hermano, si nunca ofende

un padre cuando castiga,

¿qué loca furia te obliga?

Pedro Es la que mi honor defiende.

Tan bárbaro enojo y rabia

no es de padre, y siempre entienda

su experiencia poca sabia,

que con palabras enmienda

y con las obras agravia.

A solo reprehender

llega de un padre el poder;

y pues le viene a faltar

fuerza para castigar,

castiga para ofender.

Fernando No han sido ésos los intentos

de nuestro padre.

Pedro ¡Es en vano

templar mis atrevimientos!

Álvaro En tus palabras, villano,

conozco tus pensamientos.

Descompuesto y atrevido

te muestras de mí ofendido,

y por agravios te quejas

de tu padre; pues, ¿qué dejas

para un hombre mal nacido?

Por malos pasos que lleve

un hombre o un demonio igual,

por más insultos que pruebe,

en siendo hombre principal

jamás al padre se atreve;

que cuando al mundo destruya

con las maldades que emprende

y sanos consejos huya,

viendo al padre le suspende

la sangre que tiene suya.

Aunque ya decir podría

que es la que tu pecho cría;

pues a no estimarse empiezas,

tan mezclada en tus bajezas

que no conoce la mía.

Tú eres noble; tú naciste

con obligaciones tantas

en Madrid. ¿Dónde aprendiste

bajezas que al mundo espantas

con escándalos que diste?

¿Faltan a tu rey fronteras

donde le sirvas? ¿Qué esperas,

valiente, en tu misma calle...

Fernando Deja, señor, de afrentalle.

Álvaro ...a sombra de las banderas

del gran Filipo? ¡Y por él

debe el vasallo fiel

morir! Haz del pecho alarde.

Pero en la guerra es cobarde

quien en la paz es cruel.

Por mi vergüenza me aflijo,

pues oigo, aunque te corrijo,

sin que mi disculpa cuadre,

que por pecados del padre

suele salir malo un hijo.

(Sale Trigueros.)

Trigueros Un alguacil viene a hablarte.

Mira que viene a buscarte

la justicia.

Pedro ¿Cuántos son?

Trigueros Ochenta.

Pedro ¡Linda ocasión!

Fernando ¿Qué? ¿Ansí quieras despeñarte,

hermano?

Álvaro Advierte el amor

de padre, pues que procuro,

en medio de mi rigor,

tu bien.

Pedro Por mí estoy seguro;

nada me causa temor.

Trigueros ¿Hay semejante inocencia?

Fernando A la justicia es prudente

quien la huye.

Pedro ¿Yo prudencia,

cuando sé que no hay valiente

sin alguna resistencia?

Fernando Hermano...

Pedro No te alborotes.

Álvaro Tu daño en vano resisto.

Trigueros Señor, seamos Lanzarotes.

Pedro Yo he de esperar.

Trigueros ¡Vive Cristo,

que me han de matar a azotes!

Álvaro Hijo, siquiera por mí

debes tu agravio excusar;

vuelve en la calle por ti.

Allí te puedes mostrar

valiente.

Fernando Escóndete aquí,

Pedro, si puede mi ruego

contigo.

Trigueros Y yo también llego

postrado a tus pies de hinojos

o espinazos.

Fernando Tus enojos

te dejan furioso y ciego.

Guarda la vida y podrás

hacer tu gusto después.

Pedro Cobardes consejos das.

¿Qué haré, Trigueros?

Trigueros No des

de comer a Satanás,

pues dicen plumas sutiles

que ganancias de alguaciles,

æpor boca del pueblo habloæ

son pistos para el diablo.

Pedro Aunque son consejos viles,

los tomo.

(Vase. Va a abrir Trigueros y túrbase. Sale un Alguacil.)

Álvaro Entre la justicia.

Trigueros Entre.

Alguacil Por fuerza ha de entrar.

Trigueros Lo demás fuera injusticia;

entre en buena hora a mandar

un servidor de Galicia.

Alguacil Señor don Álvaro, entienda

que delitos sin enmienda

es razón que se castiguen,

y pésame que me obliguen

a que en su casa le prenda.

Don Pedro vive tan mal

que es mengua llamarle hijo

de un hombre tan principal.

Álvaro Yo le enmiendo y le corrijo.

Trigueros Hoy se partió a Portugal

por la posta, y antes fuera,

sino que estaba sangrado

un macho de la litera.

Alguacil Muy buena posta ha tomado.

Trigueros (Aparte.) (Entretenerle quisiera

porque se pueda esconder

mi amo.)

Alguacil Yo he de saber

si está en casa.

Trigueros (Aparte.) (Aun no penetra

la verdad.) Pues esta letra

nos dio un ginovés ayer

para un fulano Asmodeo,

mercader en la rúa Nova.

Alguacil Veamos.

Trigueros (Aparte.) (¡Qué si lo creo!

No tengo el alma tan boba

que no [le] entien[do] el deseo.)

Querrá aprovecharse de ella.

Hay letra que a treinta días

vista se paga por ella

y ésta, excusando porfías,

pide treinta para vella.

Álvaro ¡Pesado animal estás!

Algo se ha de hacer por mí,

señor.

Trigueros (Aparte.) (Y por mí algo más.)

Alguacil Traigo el mandamiento aquí.

Trigueros Si es él de «no tardarás»,

dile, puesto en la cabeza,

mente homo.

Fernando (Aparte.) (Si éste empieza,

gastará pesado humor.)

Yo os lo suplico, señor.

Alguacil Fuera ya mucha extrañeza

la mía si aquí mostrara

más rigor; pero advertid

que ha de costar muy cara

la asistencia de Madrid.

Álvaro Nadie en mi casa le ampara.

A Italia irá.

Trigueros Bel país.

Alguacil ¿Qué me miráis con cuidado?

Trigueros ¿Qué miro?

Fernando En eso advertís...

Trigueros Que esbozaste de un traslado

de un regidor de París.

Alguacil Estimo en mucho el favor,

y sed menos hablador.

Trigueros Pregunta y si algo discrepo...

Alguacil Os meteré yo en un cepo.

Trigueros En una cepa es mejor.

Álvaro Yo quedo muy satisfecho

del favor que me habéis hecho,

y en más lo pienso servir.

(Déle algo.)

Trigueros (Aparte.) (Bien lo puede recibir,

que la cura es de provecho.

Con los doctores compiten.

Puesto más dinero, aprueban

aquéllos; pues lo permiten,

porque visitando llevan,

y estoy porque no visiten.)

Alguacil ¿Mandáis, señor, otra cosa?

Álvaro Que me dejáis obligado,

confieso.

([Vase el Alguacil y] sale Pedro.)

Trigueros No vive ociosa

la gente; dulce bocado

será.

Fernando Fue ocasión forzosa.

Pedro Ya estoy libre del rigor

de la justicia esta vez.

Álvaro Mas yo, que soy el fiador,

he de ser tu mismo juez

si le pierdes el temor.

Vete de Madrid sin dar

venganza a tus enemigos.

Pedro ¿Ya me quieres desterrar

de Madrid?

Trigueros ¿Faltan amigos

en todo humano lugar?

Dejemos la corte un poco,

que son las cosas que toco

dondequiera que entro y salgo

para podrirse un hidalgo,

y dar de podrido en loco.

Pedro Resuelto estoy; yo me iré

donde mi suerte me guía.

Álvaro Cuanto pidas te daré.

Trigueros Yo voy en tu compañía;

que basta.

Álvaro Yo buscaré

cartas que importantes sean

para Italia, si allá fueres.

Pedro Nunca los nobles grangean

por cartas. Si verme quieres

como tus ojos desean,

por ti me pueden honrar,

que es tu principal intento.

Dinero me puedes dar,

que cartas las lleva el viento

matando con esperar.

Trigueros Más llevo yo de cuarenta

y todas son de favor

si pintan.

Álvaro ¡Qué buena cuenta

dará un mozo pagador!

Pedro Más mi dilación se aumenta.

¡Despáchame, o vive Dios,

que pues mis locuras sabes,

haga un delito!

Trigueros Los dos

para un arca de tres llaves

bastamos.

Fernando ¿Y bastáis vos,

mancebo?

Trigueros Pues, pese a mí,

¿qué hombre muñeca no sabe

dar luz a un cofre? Yo abrí

alguno estando la llave

cincuenta leguas de aquí;

que aunque la llave esté ausente,

basta su lugarteniente,

[a] quien los griegos llamaron

ganzúa, que bien trataron

el remedio de la gente.

En viéndose una pubona

en una poca apretura,

Caco, su inventor, le abona

metiendo en la cerradura

la que a nadie no perdona.

Álvaro ¿Cuánto has menester?

Pedro Dinero.

Álvaro ¿Qué tanto?

Pedro Dinero.

Álvaro ¿Cuánto?,

pregunto.

Pedro Dinero quiero.

Trigueros Tú no podrás darle tanto

como yo gastarlo espero.

El que presta, da contado;

y sin contar el que da.

Dale a ojo.

Álvaro Más cuidado

me dan tus costumbres ya,

que el dinero mal gastado.

Entra, que a tu bien aspiro,

si bien llorando me admiro

de que te despeñas tanto.

Pedro, Dios te haga un santo.

(Vase don Álvaro.)

Trigueros Toma, cristiano, y no miro.

Pedro Quise atajar de razones,

porque pienso que quería

darme el dinero en sermones.

Trigueros Y predicarlos podía

el buen viejo a los bretones.

Fernando Espera, hermano.

Trigueros Paciencia.

Pedro ¿Qué quieres?

Fernando Oye mi intento.

Ya sabes como en Valencia

se trata mi casamiento.

Pedro Ya sé que doña Clemencia

de Luna ha de ser tu esposa

y que es tu suegro don Diego.

Fernando Pues tu partida es forzosa;

que sea a Valencia te ruego.

Será menos peligrosa.

Si dices que eres mi hermano,

y que mi padre te envía,