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Estimulante drama teatral de corte histórico de la mano de uno de los maestros del género. Vellido, nuestro protagonista, ama a la reina doña Urraca, quien accede a encontrarse con él gracias a la intervención de su sierva Ramira. Sin embargo, la llegada de don Rodrigo Díaz de Vivar con un mensaje de paz del rey Sancho pondrá todos los planes de Vellido patas arriba. Tendrá que dejar su amor de lado y convencer a doña Urraca de aceptar la oferta.
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Seitenzahl: 71
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Manuel Bretón de los Herreros
Drama histórico en cuatro actos
Lo estrenaron los actores del teatro del Príncipe en 13 de diciembre de 1839
Saga
Vellido Dolfos
Copyright © 1839, 2022 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726653298
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
www.sagaegmont.com
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La escena pasa en Zamora y su campo. Año de 1072.
Sala del palacio de DOÑA URRACA.
VELLIDO. RAMIRA.
VELLIDO Locura es mi pasión, yo lo confieso,
pero es mi bien, mi vida esta locura.
Hidalgo pobre, campeón oscuro,
no puedo yo esperar la gloria suma
que a príncipes tan sólo y ricos-hombres 5
es dado ambicionar; mas por ventura
¿se aprende entre las ásperas montañas
do tosca y libre se meció mi cuna,
se aprende entre el furor de los combates
a vencer un amor que al alma adula, 10
y a no llevar el hombre sus deseos
más allá que su nombre y su fortuna?
¡Adorar a una infanta de Castilla,
a quien Zamora llama Reina suya!...
¿Por qué no, si esa infanta, si esa reina 15
prodigio es de valor y de hermosura,
y ojos para mirarla diome el cielo
y altivo corazón donde se esculpa
—300→
su grata imagen con buril ardiente
que al hielo desafíe de la tumba? 20
¿Por qué... cómo no amarla si en su rostro
al celeste esplendor que me deslumbra
hoy adverso destino los encantos
de lágrimas dolientes acumula?
Blanco infelice de opresión tirana, 25
de alevosa ambición víctima injusta,
llora enemigo atroz al propio hermano
que acarició no ha mucho su ternura.
Los vínculos sagrados de la sangre
rompe don Sancho con horrenda furia, 30
y en vez de protegerla con su escudo
contra débil mujer la lanza empuña.
No bastan a su bárbara codicia
Castilla y Portugal, León y Asturias:
no basta despojar a sus hermanos 35
de la herencia paterna y que sucumban,
Alfonso mendigando el pan de un moro,
preso García y olvidado en Luna;
que también a dos míseras princesas,
sangre suya las dos y prole augusta 40
del gran Fernando cuyo nombre infama,
la escasa dote sin rubor usurpa.
Hermosa, y noble, y perseguida, y sola,
el que no la idolatra, ese la injuria.
En vano ya los ojos y los labios 45
se niegan a mostrar la llama oculta.
No más callar. Martirio es el silencio.
Hoy, Ramira, mi fallo se pronuncia.
Hoy sabrá que la adoro, aunque a sus plantas
el rayo de su enojo me confunda. 50
RAMIRA ¡Funesta ceguedad! ¡Triste Vellido!
¡Tú amar a doña Urraca! ¡A tanta altura
alzar el temerario pensamiento!
¡Oh! Vuelve en ti y a la razón consulta.
Huye el peligro. Si arrostrarle es gloria, 55
también alguna vez gloria es la fuga,
y si amor es de amor la medicina,
también la ausencia sus heridas cura.
Lejos de esa sirena encantadora
romperás la cadena que te abruma, 60
y quizá de otra cándida doncella
bendecirás ufano la coyunda.
¿Es sola esa mujer bella y donosa
del Duero y del Pisuerga en las llanuras?
VELLIDO Es la mujer que adoro; y no te canses, 65
prima, que tus consejos me importunan.
¡Que escuche a la razón, y es mi verdugo!
Corazón como el mío no ama nunca,
o es su amor frenesí. Busco mi muerte,
dirás: ¿y qué es la vida en tal angustia? 70
¿No es mejor apurar de un solo trago
el cáliz de mi negra desventura?
En buen hora me mate su desprecio
antes que lenta fiebre me consuma.
Sabrá a lo menos que por ella espiro, 75
y este consuelo llevaré a la tumba.
RAMIRA ¿Quién de tu pecho indómito creyera
tanta flaqueza!
VELLIDO Sí, la frente ruda,
que por ella cubrí de duro yelmo
y no supo doblarse a otra ninguna, 80
marcada con el sello del esclavo
yo arrastraría por la tierra inmunda
si ella me lo mandara; que ella sola
puede domar mi condición adusta.
¡Ella! No hay más virtud, no hay más deleite, 85
más mundo para mí. Grata o sañuda,
ella ha de ser el ángel que me salve,
o ha de abrir el infierno en que me hunda.
RAMIRA Sea. Tú la hablarás, y plegue al cielo
que mis tristes presagios no se cumplan. 90
Te avisaré. Conviene prepararla...
Ya sale. Huye de aquí.
(Desaparece VELLIDO.)
¡Loco! No hay duda.
DOÑA URRACA. RAMIRA.
DOÑA URRACA ¿Con quién hablabas, Ramira?
RAMIRA Con Vellido mi pariente,
soldado fiel y valiente 95
que arde en generosa ira
contra tu hermano insolente.
Vasallo fue de Fernando
y, como bueno, execrando
de don Sancho la agresión, 100
ha consagrado a tu bando
la espada y el corazón.
Viéndote oprimida y triste,
de su menguada fortuna
come, cabalga y se viste, 105
y sin soldada ninguna
con treinta lanzas te asiste.
DOÑA URRACA ¿Cómo has dicho que se llama?
RAMIRA Vellido Dolfos.
DOÑA URRACA Su nombre
jamás oí ni su rama. 110
No debe de ser rico-hombre
ni caballero de fama.
RAMIRA Él honrará su pavés
con tu ayuda y la de Dios;
que en la guerra, tú lo ves 115
fama adquieren más de dos...
y la pierden más de tres.
DOÑA URRACA No en vano mi gracia implora;
basta que sea tu deudo;
pero, sitiada en Zamora, 120
¿con qué merced, con qué feudo
le puedo premiar ahora?
RAMIRA Si una audiencia le concedes,
y hacerlo, Señora, puedes
sin mengua de tu decoro, 125
no te pedirá mercedes
que desangren tu tesoro.
Sólo desea en tus manos
renovar su juramento,
que oyeron los zamoranos, 130
de dar el último aliento
combatiendo a tus tiranos.
DOÑA URRACA ¡Extraño desinterés!
No le imitan muchos grandes.
RAMIRA Es un rudo montañés 135
mas como tú se lo mandes,
se dará muerte a tus pies.
DOÑA URRACA ¿Tanta virtud hay en mí?
RAMIRA O en él tanto frenesí.
DOÑA URRACA ¡Singular idolatría! 140
RAMIRA Él es capaz, a fe mía,
de hacer prodigios por ti.
DOÑA URRACA ¿Y sin ningún galardón?...
RAMIRA Como a un ángel sobrehumano
te adora su corazón. 145
DOÑA URRACA ¿Y no hay nada de profano
en esa superstición?
RAMIRA Sólo Dios sabe lo oculto;
mas tanta distancia veo
entrelos dos... ¡Oh! No creo 150
que contamine su culto
ningún liviano deseo.
DOÑA URRACA Pues le retratas así,
debo alejarle de aquí;
que su amor...; una de dos: 155
si divino, ofende a Dios;
si humano, me ofende a mí.
RAMIRA ¡Ofenderte! Tal no piensa.
¿Y cuándo el amor ha sido
calificado de ofensa? 160
¡Tanta fe, pobre Vellido,
y tan cruel recompensa!
DOÑA URRACA Cierto que es temeridad...
RAMIRA Le disculpa su rudeza.
DOÑA URRACA Si no fuera liviandad, 165
tendría curiosidad
de oír...
RAMIRA (Bien. Así se empieza.)
DOÑA URRACA ¿Qué dices?
RAMIRA (Picarla ahora
quiero.) Aunque es duro ese no,
la prudencia lo dictó, 170
y tú penetras, Señora,
lo que no alcanzaba yo.
DOÑAURRACA Tus consejos necesito,
que injusta no quiero ser;
y al fin, si bien lo medito, 175
o no es delito el querer,
o es venial ese delito.
RAMIRA (Cederá.)
DOÑAURRACA Si nada espera,
¿puedo impedir que él prosiga
amando de esa manera? 180
RAMIRA No es lo malo que él te quiera,
sino...
DOÑA URRACA ¿Qué?
RAMIRA Que te lo diga.
DOÑA URRACA No me habías anunciado
que él pueda ser tan osado.
Me engañas, o no te entiendo. 185
RAMIRA Esto es hablar suponiendo
que yo me haya equivocado.
DOÑA URRACA Yo, que deseo ganar
renombre de popular,
sentiré que se me tilde 190
de que me niego a escuchar
ni al vasallo mas humilde.
¿No decías que su amor
era un culto reverente?...
RAMIRA Tal lo creo, salvo error, 195
pero tú seguramente
lo definirás mejor.
DOÑA URRACA Pues bien, hablarle no quiero.
Ya mitigará su pena.
RAMIRA Eso es lo que yo no espero. 200
DOÑA URRACA Pues ¿qué hará?
RAMIRA Tirarse al Duero
o colgarse de una almena.
DOÑA URRACA ¡Jesús me valga! ¡Qué horror!
¡Morir el cuitado así!
RAMIRA Él lo tendrá a mucho honor. 205
Es tu vasallo en rigor
y debe morir por ti.
DOÑA URRACA Si maldiciéndome espira
temeré de Dios la ira;