Bueno es callar - Antonio Mira de Amescua - E-Book

Bueno es callar E-Book

Antonio Mira de Amescua

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Beschreibung

Bueno es callar es una comedia teatral del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, se articula en torno a un malentendido amoroso que propiciará numerosas situaciones de enredo, siempre vistas desde el prisma de profunda moral católica del autor, en este caso con motivo de los amoríos del Rey de Aragón en su visita a Nápoles.

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Seitenzahl: 89

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Antonio Mira de Amescua

Bueno es callar

 

Saga

Bueno es callar

 

Copyright © 2012, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726661309

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

[Personas que hablan]:

rey de aragón rey de nápoles don sancho , su hijo margarita , infanta rodrigo , su criado césar , príncipe de Salerno don garcía lucrecia , condesa ludovico isabela , su criada fabio un capitán un secretario un soldado mingo y lisardo , villanos un criado

Acto primero de Bueno es callar

Hablan dentro don Sancho de Aragón, armado, y Rodrigo,

su criado, como quien caen de un caballo

 

sancho ¡Válgame Dios!

rodrigo Valga y lleve

caballo español y honrado.

¿Has parido o reventado?

Ni responde ni se mueve.

Salen

5 Mejor sepulcro merece

que Bucéfalo, pues dio

la vida a quien le crió.

sancho ¿Cuántas horas corrió?

rodrigo Trece;

y yo, por añadedura.

10 sancho ¡Bravo aliento! ¡Español brío!

rodrigo

Al fin dicípulo mío.

sancho Dices bien, que era tu hechura.

rodrigo

Siempre le quise enseñar:

«Cuando a tu dueño llevares

15 advierte que no te pares;

reventar y no parar» .

sancho Bien tu dotrina cumplió.

rodrigo

Eran los vientos sus pies.

sancho ¿Miraste, Rodrigo, qué es

20 aquello en que tropezó?

rodrigo

Deja que amanezca el día,

que ya pide revestir

el alba para salir

llena de más alegría

que tu pecho.

25 sancho Dices bien,

que a mi tristeza no iguala

la misma muerte.

rodrigo ¿Es tan mala

una ausencia?

sancho No hay desdén,

no hay celos y no hay olvido

30 como ausencia, y es más fiera

cuando volver no se espera

a ver lo que se ha querido.

Mi ausencia no es diferente

del morir, pues ver no espero

35 a la Infanta; al fin yo muero

desesperado y ausente.

rodrigo

¡Ay de aquel que ayer corrió

sin vida y sin esperanza

y la punta de una lanza

40 por un ojo se espetó!

Aquel sí que muerto veo,

no al que huyendo escapa

y llega a tierra del Papa.

sancho ¡Qué desdichado torneo!

45 Nunca saliera de España,

nunca a Nápoles viniera,

nunca yo a la Infanta viera.

rodrigo

Nunca.

sancho ¿Siempre te acompaña

ese humor?

rodrigo Siempre me alegra;

50 jamás el pesar me mata.

Y agora a la luz mulata,

ni bien blanca ni bien negra,

ni bien noche ni bien día,

uno a caballo diviso.

55 sancho Reconoce y dame aviso.

rodrigo

Sin duda que es don García.

¿Ves? Y te ha conocido,

pues del caballo se apea

y a nosotros viene. ¡Sea

60 Vuestra Merced bien venido!

De camino, sale don García

sancho ¡Don García!

garcía ¡Mi señor!

¿Cómo ha venido tu Alteza?

sancho Con cuidado y con tristeza,

con sobresalto y amor.

¿Qué hay de nuevo?

65 garcía Que promete

diez mil ducados el Rey

por tu cabeza.

sancho ¿Qué ley

a quien culpa no comete

ordenó pena jamás?

70 garcía Con el interés anima

tu muerte.

rodrigo En poco te estima:

¡diez mil ducados no más!

garcía Quién eres aún no ha sabido:

« traidor español» te llama.

75 sancho Con el tiempo y con la fama

verá bien que no lo he sido.

Todo el mal me viene junto;

mis confusiones son muchas.

Escucha.

rodrigo Mientras escuchas,

80 voy a velar el defunto.

Vase Rodrigo

sancho De la Infanta Margarita

vi el retrato que el pincel,

valiente como fïel,

sombras y lejos imita;

85 su hermosura es infinita.

Fuerza fue amar si la vi;

amé y al pincel creí.

Mira tú en mi inmenso amor

qué tal será el resplandor

90 cuya sombra abrasa ansí.

A la dama, que en la idea

del retrato trasladé,

con tanto fervor amé

que, ya que el alma desea

95 la verdad, dudo que sea

más el amor que causó,

porque, cuando el alma vio

de su idea la verdad,

creció en ella la beldad,

100 pero el amor no creció.

Como el que a sí mismo se ama

adoré con atención

mi propia imaginación

porque allí estaba mi dama.

105 En esto llegó la fama

de las fiestas que hacía

Nápoles –¡infausto día!–,

y yo, con nueva locura,

quise mirar la pintura

110 que estaba en mi fantasía,

y, como no hay resistencia

que a un amor ardiente cuadre,

sin pedille al Rey, mi padre,

su consejo y su licencia

115 salí de Aragón, paciencia.

¡Ay, infelice memoria!,

pues refiriendo la historia

de afectos trágicos siento

entre nubes de tormento

120 unas vislumbres de gloria.

Entregueme al mar osado

y de un leño fié la vida,

mal guardada si atrevida

a golfo mal sosegado;

125 pero estaba enamorado;

¿qué mucho que me atreviera

a una tabla si pudiera

como Leandro pasar

el mar Tirreno y llegar

130 con más dicha a su ribera?

¿Mas qué mar venciera el fuego

de los volcanes del alma?

Llego, pues, con dulce calma

a Nápoles y, aunque ciego,

135 miro atento cuando llego

la más hermosa ciudad

del mundo, y en su beldad

como en sombra y en figura

reconocí la hermosura

140 que rindió mi voluntad.

Entre el concurso estranjero

de alemanes y de ingleses,

españoles y franceses,

de ordinario caballero

145 pasé plaza y, al primero

de sus alegres festines,

vi entre varios serafines

una beldad milagrosa

del modo que está la rosa

150 entre pequeños jazmines.

Allí, tras dos alemanes,

dancé con brío español

que también parecí sol

entre los demás galanes,

155 que españoles son imanes

de las damas extranjeras.

Allí, atrevido me vieras

sacar la Infanta a danzar,

que fue atreverme a parar

160 las celestiales esferas.

Salió, danzó y, al asir

un blanco lienzo que adoro,

que para honesto decoro

la mano suele suplir,

165 paso le pude decir:

« el que adora esta ocasión

es príncipe de Aragón» .

Y ella, sin ira ni enojos,

me respondió ya a mis ojos;

170 se lo avisó el corazón.

Al paso de mis deseos,

mis méritos aumentaba,

pues tan bien me señalaba

en sortijas y en torneos;

175 dile precios y trofeos,

y, al fin, que amaba noté,

que, en cosas de amor y fe,

son los ojos más prudentes

vidrieras transparentes

180 por donde el alma se ve.

Llegó el último festín;

danzar el amor me manda,

y en vez de lienzo una banda

sacó la Infanta, y en fin

185 fingió torcerse un chapín.

Alborotose la gente,

y ella, amante si prudente,

con la banda me dejó,

y a su asiento se volvió,

190 como el sol a su poniente.

Su hermano, por fenecer

diversas fiestas que callo,

un torneo de a caballo

quiso –¡ay de mí!– mantener.

195 A la plaza salió ayer

más gallardo y más bizarro

que el sol en su hermoso carro;

mas mostró el cielo divino

que, aunque es el Rey oro fino,

200 tiene la vida de barro.

Estaba el príncipe ufano

vencedor para triunfar,

cuando me vio derribar

a un marqués napolitano;

205 la lanza vibró en la mano,

a mí se quiso venir;

seña hicieron de partir,

corrimos –¡trágico día!–

Ya lo viste, don García,

210 yo no lo acierto a decir:

por medio de su visera,

mi atrevida lanza entró

y en su vida se quebró.

¡Sabe Dios si lo quisiera!

215 Voces dio el Rey: ¡Muera! ¡Muera!

Yo, inocente y advertido,

entre el confuso ruïdo

me encomendé a mi caballo

y en estos montes me hallo

220 de pena y de amor herido.

Dame, amigo don García,

pues que de España veniste

y mis desdichas seguiste,

consejo, porque porfía

225 mi temor con mi osadía,

y mis afectos gentiles,

intrincados y sutiles,

se confunden, y en mi pecho

una república han hecho

230 llena de guerras civiles.

garcía Fácil consejo tenemos,

si es que tu Alteza le toma:

salva tu vida y a Roma

huyendo del Rey lleguemos,

235 que los ardientes estremos

de ese peregrino amor

con olvido o con valor

hará el tiempo que te nieguen,

cuando las armas sosieguen

240 que hoy administra el furor.

Sale Rodrigo

[rodrigo ]

¡Mal agüero! Un hombre muerto

es el bulto en que cayó

nuestro caballo.

sancho Pues yo,

en presagio tan incierto,

245 el remedio fundaré

de mi confuso cuidado.

¿Qué talle tiene?

rodrigo Estremado;

sin duda que noble fue.

garcía Tal traición en tal lugar

250 de bandoleros ha sido.

rodrigo

Antes está bien vestido;

no le quisieron robar,

pero el rostro está deshecho,

de suerte que no hay facción

entera.

255 garcía Terrible acción.

sancho De soberano provecho

es el ingenio del hombre.

Quitadme estas armas luego

y un no pensado sosiego

260 mi crüel desdicha asombre.

No sabe lo que es amar

quien máquinas no inventó.

¡Desarmadme aprisa!

rodrigo ¿Yo?

Ni sé armar ni desarmar.

265 En ninguna cuestión mía

vestí manopla ni arnés;

mis armas fueron mis pies.

garcía ¿Tirabas coces?

rodrigo Huía.

sancho Que ese cadáver helado

270 habéis de armar advertid.

rodrigo

Ese es el cuento del Cid.

sancho Es remedio a mi cuidado.

rodrigo

Linda acción por ella sola.

Sospecho, y es caso cierto,

275 que se dijo « al asno muerto,

poner cebada a la cola» .

Con nueve heridas o diez

perdió el pobre el respirar,

¿y tú le mandas armar

280 porque no muera otra vez?

sancho Eres al fin mentecato

y de mi intento te apartas.

Ponle en el pecho estas cartas

y este divino retrato.

rodrigo

285 Labradores van saliendo

de esa deleitosa aldea.

sancho A cuanto el alma desea

va el ingenio respondiendo:

también habrán de servir,

290 que ellos serán fundamento

del engaño que yo invento.

rodrigo

Empecemos a vestir

este difunto.

sancho Entretanto

prevendré a los labradores.

Salen Lisardo y Mingo, villanos

lisardo

295 Ya ha derramado en las flores

el alba su tierno llanto

y ya el sol recién nacido

está llamando a su puerta.

Despierta, Mingo, despierta,

300 que vienes medio dormido.

mingo Son mañanitas de mayo

y así con tantos ecesos

nos mete el sueño en los güesos

un perezoso desmayo.

305 sancho ¡Guarde Dios los buenos hombres!

lisardo

El mismo su guarda sea.

sancho ¿De dónde sois?

lisardo De esa aldea.

sancho Decidme, amigos, los nombres.

lisardo

Lisardo y Mingo.

sancho Lisardo,

310 buscando os vengo, que espero

haceros rico.

lisardo Ni quiero

esa dicha ni la aguardo;

contento estoy con mi suerte.

sancho Si se viene la ventura,

315 no admitilla es gran locura.

¿Ya sabéis los dos la muerte

del P ríncipe?

lisardo En el torneo

sucedió ese caso ayer;

matáronle sin querer.

320 Y anoche pasó un correo

avisando que darán

gran dinero por la vida

del español homicida:

diez mil ducados nos dan.

325 sancho Que yo al español maté,

pero soy tan desdichado