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El amparo de los hombres es una de las comedias religiosas del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. Se articula en torno a un tema ya tratado en otras obras por el autor: la batalla entre el bien, en este caso representado por el Niño Jesús y la Virgen María; y el mal, representado por el demonio; por el destino de un amor puro víctima de un malentendido.
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Seitenzahl: 79
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Antonio Mira de Amescua
Edición de Remedios Sánchez García
Saga
El amparo de los hombres
Copyright © 2004, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726661262
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Hablan en ella las personas siguientes:
carlos , caballero
garavís , paje
federico , soldado
el demonio
marín , gracioso, su criado
julia , hija de Horacio
horacio , caballero viejo
laura , su criada
fabricio
un criado
jorge
un paje
octavio
[la virgen maría ]
[músicos ]
[el niño jesús ]
Salen Federico y Marín de soldados muy pobres*
federico
Ésta es Génova.
marín ¡Por Dios,
conforme nuestra pobreza,
que ha menester su riqueza!
¿Si nos remedia a los dos?
federico
5 ¡Bellos edificios!
marín ¡Bellos..!
Los lienzos de Flandes son
cifra, sombra y ilusión
si se comparan con ellos;
pero ¿ tenemos de andar
10 viendo casas todo el día,
sin buscar una ostería
donde podamos manjar?
Volvámonos, si te agradas,
a ver si, en los bodegones,
15 a trueco de macarrones
reciben estas espadas;
pues no nos sirven de más
que de traerlas liadas,
que aquí se riñe a puñadas.
federico
20 Hambriento y prolijo estás.
¿No causa extraña alegría,
después de varias tristezas,
las infinitas grandezas
desta noble Señoría?
25 ¿Ver tan hermosas pinturas
en las casas, el Senado,
que a Roma atrás ha dejado,
heredando sus venturas?
¿Ver...
marín El verte con dineros,
30 Federico, es mi deseo;
que ya de hambre no veo
y mi cuenta es todo ceros.
Cuando contigo salí
de la Pulla a ser soldado,
35 no pensé verme quebrado
como me veo por ti.
Servimos al de Pescara
sobre el parque de Pavía,
y con papeles te envía
y sin blanca.
40 federico Cosa es clara:
ésa es la paga mejor
con que voy a pretender;
que el César me puede hacer
capitán.
marín ¡Gracioso humor!
45 ¿Con qué carga de moneda
vas a pretender a España?
Que con nación tan extraña
no hay Escipión que más pueda.
¿Qué presente le has de dar
50 al Secretario? ¿Qué joya
al que tus hechos apoya,
para poder negociar?
federico
Filósofo estás, Marín.
marín Como en ayunas estoy,
estoy agudo.
55 federico Ya voy
viendo de mi intento el fin:
necio he sido en procurar
papeles.
marín La duda es llana,
que esperanza tan liviana,
60 ¿qué provecho puede dar?
federico
A la Pulla me volviera,
dejando mi pretensión
si la pasada cuestión,
Marín, no me lo impidiera.
65 No sé que tengo de hacer.
marín Pide limosna.
federico Eso no.
A dar estoy hecho yo,
y pedir es padecer.
marín Mas no comiendo padeces
70 este trabajo y crisol;
y pidiendo a lo español,
pienso que no desmereces.
federico
El español, ¿cómo pide?
marín Llega arrogante y severo;
75 y, de la espada al sombrero,
primero los tiempos mide;
y dice: « dele vuesé
su caridad a un soldado
pobre, desnudo y honrado»;
80 y el bergamazo, que ve
el aspecto con que avisa
del daño que le previene,
si parpillonas no tiene
se quitará la camisa.
federico
85 Yo soy, Marín, caballero,
y no tengo de pedir.
marín ¿Pues dejémonos morir?
¡Qué pobre tan majadero!
Yo pediré.
federico Norabuena,
90 pídela para los dos.
marín [Ap.]
(De esta suerte dará Dios
para la comida y cena).
Aquesta casa parece
de algún rico ciudadano.
federico
95 Pide con estilo llano,
pues la vergüenza enmudece;
la portada y patio son
del dueño bastante abono.
marín Ahora bien, la voz entono,
100 para causar compasión.
federico
Caballeros salen…
marín ¿Quieres
huir?
federico Apartarme quiero.
marín Muy corta limosna espero
de poltrones mercaderes.
Salen Carlos, Fabricio, Octavio y Jorge, caballeros; y Carlos sale dando barato* a un criado
jorge ¿Cuánto perdéis?
105 carlos No lo sé.
[al criado]
Esto que queda tomad,
de barato.
octavio Es necedad
que deis barato.
carlos ¿Por qué?
octavio
Porque cien doblas perdéis.
110 carlos Si ganara y no perdiera,
poco en dar barato hiciera.
criado ¡Largos años os gocéis..!
marín [Ap.]
¡Oh beatísimos escudos...!
Sin ver a quien, los reparte.
115 Yo quiero entrar en la parte.
¡Oh, si hubiera pajes mudos!
¡Ciégale tú, San Antón,
Dios ponga ciento en tu mano!
carlos Tomad.
criado ¡Apartaos, hermano!
120 marín ¿Gánome la bendición?
carlos Quiero ver si quedan más,
tomad...
marín [Ap.] ¡Oh caso importuno!
¡Aún no me ha cabido uno
de los que da por detrás..!
125 criado ¿Queréis quitaros, hermano?
¡Quitaos!
octavio ¿Qué picarón
es ese?
marín ¡Paso, pajón,
que aunque roto soy cristiano!
¡No soy moro ni judío..!
130 ¡Barato quiero alcanzar..!
criado ¡Dadle, Fabio!
marín ¿Cómo dar?
¡Juri a Christi, si deslío..!
federico [Ap.]
Sin duda ha hecho Marín
de las suyas; llegar quiero.
carlos [sacando la espada]
135 ¡Para la gloria que espero
aguardo felice fin..!
federico
¿Qué es esto?
marín ¡Estos pajarotes,
que maltratan los honrados!
federico
Paso, señores soldados.
140 marín Espera; no te alborotes,
señor, hasta que deslíe.
federico [a Carlos]
¡Sosiégate, majadero!
Por ser pobre y forastero
nadie a ofenderle porfíe,
145 que habrá quien vuelva por él.
octavio
¿Y defenderéisle vos?
jorge ¡Buena arrogancia, por Dios!
marín [Ap.]
El lance ha sido crüel.
fabio Muy maltratado venís
150 para ser tan atrevido.
federico
Jamás miréis al vestido,
si de sabio presumís,
que quizá este traje encubre
más valor del que pensáis.
marín ¿Deslío..?
155 carlos Bien lo mostráis,
que el proceder lo descubre.
¿Quién sois?
federico Un soldado soy,
por mala paga, perdido.
carlos Antigua querella ha sido.
federico
160 A España a pretender voy.
carlos Reportaos.
federico De vos me fío,
si el traje al ser corresponde.
carlos Decid quién sois y de dónde.
marín Pues hay amistad, ¿deslío..?
federico
165 En la Pulla, que es provincia
del noble reino de Nápoles,
nací, para tantas penas,
de nobles y ricos padres.
Con regalo me crié,
170 aunque no sin mil desastres,
que el que ha de ser desdichado,
muere en el día que nace.
Fue mi infancia prodigiosa
hasta que, en edad bastante,
175 al peso del sentimiento
fueron creciendo mis males.
Faltaron mis padres luego,
para que mozo heredase;
que, riqueza y pocos años,
180 no hay leyes que no traspasen.
Amor, que mejor sujeta
los pechos más arrogantes,
se mostró, siendo tan niño,
para mi ofensa, gigante.
185 De una doncella hermosa
(de tan excelentes partes
que, a verla primero Apolo,
no siguiera tanto a Dafne)
me cautivaron los ojos,
190 que no hay alma que no abrasen
tan divinos soles negros,
que miran, libres y graves.
Solicité muchos días
su favor, sin que alcanzase,
195 si no esperanzas inciertas
preminencias de casarme.
Tuve por competidor
un mancebo, cuya sangre,
hirviendo de puro noble,
200 fue lumbre en que se quemase.
Entrando en el Domo a misa
(para mi desdicha un martes)
nuestra dama, la seguimos
los solícitos amantes.
205 Al tomar agua bendita,
se cayó al descuido un guante,
y a un mismo tiempo llegamos
entrambos a levantarle.
Fue la porfía de suerte
210 que, dividido en dos partes,
quedó partido el favor,
y los celos más pujantes;
desafióme, atrevido,
y sin que a ver aguardase
215 la misa el mancebo loco,
al campo se fue a esperarme.
Salí yo y, a un mismo tiempo,
vio los aceros el aire
de nuestras espadas nobles,
220 donde el sol pudo mirarse.
Apenas del primer tercio
pude los filos tentarle,
cuando por ellos camino,
sin que pudiese librarme.
225 Rompo el animoso pecho,
por donde, envuelta en granates,
salió el alma y dejó el cuerpo,
para difunto cadáver.
Viendo el desastrado caso,
230 por entre secretos valles
huyo, con este criado,
que fue mi querido Acates.
Vine al fin a Lombardía,
a donde los generales
235 del ilustre Carlos Quinto
sus ejércitos reparten:
Próspero, Borbón y Leyva,
y el de Pescara, pilares
adonde estriba el Imperio,
240 y a quien Roma estatuas hace.
El invencible Francisco
de Angulema, a quien levante
la Fama, de cuyos lirios
temblaron tantos alarbes,
245 para ocupar a Pavía,
que es una fuerza importante,
entra con furia francesa
a mirar del Po la margen.
El ejército imperial
250 le espera en medio del parque,
adonde Francisco llega
a levantar su estandarte.
La batalla le presenta,
pensando, a muy pocos lances,
255 ver de Milán el castillo,
besar sus plantas rëales.
Llegado el amargo día,
el estrépito de Marte
suena en los vecinos bosques,
260 temerosos de escucharle.
Trabóse al fin la batalla:
aquí mueren y allí salen,
contra bridones franceses,
los españoles infantes.
265 Al fin, los franceses rotos,
el de Pescara el alcance
sigue, y el francés, furioso,
no quería retirarse.
El valeroso francés,
270 sin que el peligro le espante,
desea morir valiente
para no vivir cobarde.
Yo, después de haber ganado
una bandera, bastante
275 indicio de valor vi
al rey que, teñido en sangre,
en un caballo español
de los que al Betis le pacen
la verde juncia y le beben
280 los fugitivos cristales,
con el estoque sangriento,
furioso, procura entrarse
en el paso de una puente,
donde los suyos le amparen.
285 Llego entonces, y al bridón,
que espuma mascando esparce,
de un revés corto las corvas,