El arpa de David - Antonio Mira de Amescua - E-Book

El arpa de David E-Book

Antonio Mira de Amescua

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Beschreibung

El arpa de David es una de las comedias religiosas del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. La trama se articula en torno al episodio bíblico de David, joven pastor que cura al rey Saúl de su enfermedad y salva al reino con la matanza de un enorme gigante. No hay dudas acerca de la autoría de El arpa de David, pero sí las hay acerca de su datación: a partir del estudio métrico, se cree que se trata de unas de las primeras obras del autor y que fue escrita entre 1610 y 1613.

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Seitenzahl: 97

Veröffentlichungsjahr: 2010

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Antonio Mira de Amescua

El arpa de DavidEdición de Vern Williamson

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: El arpa de David.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-298-9.

ISBN rústica: 978-84-9816-078-9.

ISBN ebook: 978-84-9897-555-0.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 51

Jornada tercera 99

Libros a la carta 153

Brevísima presentación

La vida

Antonio Mira de Amescua (Guadix, Granada, c. 1574-1644). España.

De familia noble, estudió teología en Guadix y Granada, mezclando su sacerdocio con su dedicación a la literatura. Estuvo en Nápoles al servicio del conde de Lemos y luego vivió en Madrid, donde participó en justas poéticas y fiestas cortesanas.

Personajes

Saúl, Rey de Israel

Jonatás, su hijo

Urías, Capitán

Joab, Capitán

Ana, criada

David

Jesé, padre de David

Velanio, pastor

Natán, profeta

Josef, secretario

Micol, hija del rey Saúl

Bersabé, mujer de Urías

Anfrisa, criada

Lísida, pastora

Selvasio, pastor

Lisardo, pastor

Golías, gigante filisteo

Rey de los filisteos

Pascasio, lacayo

Músico

León

Correo

Ángeles

Criados

Hermanos de David

Gitanos

Gitanas

Soldados

Figura de la muerte

Jornada primera

(Salen Jonatás, Saúl y Joab.)

Saúl Dios de Israel, Dios eterno,

basten las desdichas mías;

no me den melancolías,

espíritus del infierno.

Si vuestra gente gobierno

con alguna inobediencia,

moderad, Dios, la sentencia

de la pena con que vivo

porque en mal tan excesivo

no basta humana paciencia.

Y vosotros que estáis viendo

el monte que traigo encima,

¿cómo, decid, no os lastima

el ver que estoy padeciendo?

En vivo fuego me enciendo;

en tristezas me consumo;

de mi tormento presumo

que según me martiriza,

hecho mi cuerpo ceniza,

resolverá el alma en humo.

Jonatás Padre, rey y señor mío,

de tu continua tristeza

nace este mal.

Saúl Mi flaqueza

es región del aire frío.

Del corazón, el estío

sombra oscura es. Esta casa,

y el alma en ella, se abrasa

y un mar de tristezas bebe.

¡Ay de mí! ¡En qué tiempo breve

la gloria del mundo pasa!

¿Veis armados escuadrones

de espíritus infernales

que en los orbes celestiales

beben furiosos dragones?

Jonatás Melancólicas pasiones

tienen tu seso turbado.

Saúl ¿No miras el cielo airado,

rojo su color azul?

Joab ¡Ah mísero rey Saúl,

cómo estás endemoniado!

Saúl ¡Detente, muerte, detente!

¿Ay rey acometes? —Sí.

—Pues, ¿qué pretendes de mí?

—El alma está inobediente.

—Triunfa agora de la gente.

—No quiero. —¡Pues, ¿qué procuras?

—Tu victoria. —¿Y me aseguras

del vencimiento? —Pues, ¿no

venceréte al fin? —¿Quién? —Yo.

Jonatás ¡Qué tristezas!

Joab ¡Qué locuras!

Saúl ¡Salid, demonios, de aquí!

¡Salid, tigres! ¡Salid fuera

de mi casa!

Joab Así saliera

lo que está dentro de ti.

Saúl ¿Cómo os apartáis de mí?

Volved, espíritus tristes.

Demonios, ¿a qué volvistes?

Morir tenéis a mis manos,

espíritus inhumanos

desde el día que caístes.

Jonatás Sosiega, por vida mía.

Toma, rey, algún consuelo

que no te ha de dar el cielo

eterna melancolía.

Si la agradable armonía

de la música te agrada,

medicina está buscada

de un pobrecillo pastor;

que no ha cantado mejor,

jamás, persona criada.

Siéntate, y gusta, señor,

que entre a cantar por tu bien

un pastor que de Belén

te he traído.

Saúl ¿Y un pastor,

suspender puede el dolor

que un espíritu infernal

me causa?

Jonatás Sí, porque es tal

la música y armonía

de su arpa que podía

suspender la celestial.

Saúl Entre, pues, porque si tanto

puede una divina voz,

[quitar la pena feroz],

vida me dará su canto.

(Siéntase y sale David con su arpa.)

Joab Siéntate, señor, y el llanto

vuelve en risa y en quietud.

David Hoy de su dulce salud

mi arpa me da esperanzas,

templada con alabanzas

del autor de la virtud.

Jonatás Suena, dichoso pastor,

las dulces cuerdas templadas

que a voces tan acordadas

olvidará su dolor.

Joab Cante en ese corredor;

que la dulce consonancia

será mejor si hay distancia

entre la voz y el oído.

David Voy a cantar, y al rey pido

que perdone mi ignorancia.

(Vase David.)

Saúl Si el alma tiene sosiego,

sombras perturban mis ojos;

todo es temores y antojos;

todo es tristezas y fuego.

Jonatás...

Jonatás ¿Señor?

Saúl No niego

que a mi Dios fui inobediente,

pero es mi mal impaciente,

es insufrible mi pena.

Jonatás Escucha, pues, porque suena

su música dulcemente.

(Cantan de dentro.)

Músicos Corriendo hasta el mar los ríos,

y el mar creciendo y menguando,

que ya furioso, ya blando,

pulsa en los peñascos fríos.

[Aunque no pueden ser píos]

las cosas inanimadas

con voces no articuladas

el mundo y el cielo ufano

bendicen la santa mano

de quien han sido criadas.

Jonatás Parece que el dulce sueño

con agradables despojos

la luz hurtó de sus ojos.

Joab Gusto siento no pequeño.

Déjale dormir.

(Vanse Joab y Jonatás, y entre Micol.)

Micol (Aparte.) (Si el dueño

de esta voz que alegre suena

no es ángel, o no es sirena

que engaña el incauto oído,

el mismo Amor habrá sido

que cantó por darme pena.)

Músico En el valle coronado

de sombras y soledad,

donde la santa verdad

anda en su primer estado,

balando el libre ganado

y el pájaro sin prisiones,

con no aprendidas canciones

que exceden humano canto,

invocan el nombre santo

del dios de los escuadrones.

Micol (Aparte.) (¡Qué suavidad! ¡Qué dulzura!

El alma tras sí me lleva,

obligándome a que beba

esta voz sonora y pura.

¿Quién oyó mortal criatura

cantar así?)

Saúl Ya me siento

respirando nuevo aliento,

de no pensada alegría.

¡Oh poderosa armonía!

¡Oh celestial instrumentos!

(Salen David, Jonatás y Joab.)

Joab Ya con salud se levanta

alegre el rey.

Jonatás ¿Quién pudiera

suspender pena tan fiera

sin tu dulce garganta?

Saúl Pastor que sana si canta,

déme los brazos.

David Los pies

será razón que me des.

Micol (Aparte.) (Talle y voz iguales veo.

Tente, Amor; tente deseo;

que un humilde pastor es.

Las cuerdas de un instrumento

son amorosas prisiones;

su voz dulce y sus canciones

son centro del pensamiento.

La libertad y el tormento

nos suspendió juntamente;

mas ¡ay!, que es loco accidente

del alma casi divina

cuando tan fácil se inclina

al objeto que hay presente.)

Jonatás Quisiera entrarte en mi pecho

y así dos vidas tuviera

con que decirte pudiera

la amistad que habemos hecho

en las almas.

David Satisfecho

estoy de tanto favor;

rey seré, si eres pastor.

Jonatás Pero te quiero de suerte

que me igualas.

David A la muerte

parece solo el Amor.

(Sale Urías.)

Urías Señor, si de tus trofeos,

en mil batallas ganados,

no quieres ver olvidados

tus inmortales deseos,

mira que los filisteos

pasando van adelante,

y un capitán arrogante

en tu reino asombra a todos;

que un palmo más de seis codos

tiene el soberbio gigante.

Si ya en tus melancolías

el pretendido fin hallas,

llama al Dios de la batallas

en cuyo brazo confías

y defiéndete.

Saúl Los días

que pasando estoy sin Él

al enemigo cruel

mi enfermedad le provoca.

Ya estoy bueno; al arma toca,

[¡Cierra el hueste de Israel!]

(Vanse los dos.)

Micol (Aparte.) (Alégrame, si lo miro,

tener miedo y osadía

y en dulce melancolía

dar un alegre suspiro.

Pésame, si me retiro,

imaginar devaneos

y en amoroso trofeos

tener recato y temor.

¿Qué puede ser, sino amor?

Teneos, locos deseos.

Pastor es quien mis sentidos

regala en vanos antojos,

con su presencia en los ojos

y con su voz los oídos.

Pensamientos mal perdidos,

¿cómo no os perdéis por altos?

Que el corazón me da saltos,

temiendo, que mi afición

no se inclina a hombres que son

de merecimientos faltos.)

David (Aparte.) (¿Cuándo la fresca mañana,

que el blanco rebaño mío

borda el pasto con rocío,

tuvo luz tan soberana?

¿Cuándo se vio tan lozana

corderilla dando saltos?

Mirad, pensamientos faltos

de humano merecimiento,

que será el subir violento.

No queráis subir tan altos.

Hija es del rey la que he visto.

Yo soy humilde pastor.

Si esto que siento es amor,

gloria imposible conquisto.

Si al principio no resisto,

creceréis, locos deseos,

y entre ciegos devaneos

yo os prometo que caigáis.

Siendo esto así, no subáis,

o ya que subís, teneos.)

Micol Pastor, que en el verde prado

cantando en alegres días

con tu música podías

hacer andar el ganado

del agua y yerba olvidado,

¿quién eres? Porque, de suerte,

es tu voz tan suave y fuerte

que te podrás igualar

a la sirena del mar

y al blando cisne en la muerte.

David Reina que en el verde prado

dando luz a nuestros días

con tu hermosura, podías

hacer andar olvidado

de agua y yerba mi ganado,

David soy, que al rey pretendo

servir cantando y tañendo.

Belén fue mi patria ya,

Jesé mi padre, y Judá

la tribu de quien desciendo.

Como fui el hijo menor,

siendo los demás soldados,

guardar me mandó ganados.

En efecto soy pastor,

pero conozco el valor

de esos ojos de los cielos;

porque entre cándidos velos

turbado se mira el Sol

porque le tiene Micol

muerto de envidia y de celos.

Micol (Aparte.) (¡Qué gallardo! ¡Qué discreto!

Hablando y tañendo mata.

¡Ay Naturaleza ingrata!

¿Por qué hiciste tal sujeto

pobre así? Pero en efeto

le diste mucha nobleza.

¡Qué gallarda gentileza!

Al Amor hago juez

que es aquesto «haya un vez

en la mujer fortaleza».)

David Ya que falta la presencia

de tu padre y rey amado,

volveréme a mi ganado

si acaso me das licencia.

Micol (Aquí importa resistencia.)

Ve, David, en hora buena.

(Dicen aparte mientras se va cada uno por su puerta.)

David (Hora de tu gloria ajena,

¿cómo puede ser buen hora?)

Micol (Voz que mata y enamora

de ángel es, o de sirena.)

David (El alma se deleita si la veo.)

Micol (Crece, cuando te miro, mi locura.)

David (Prisión del albedrío es su hermosura),

Micol (¡Cuidado! Es el amor o devaneo.)

David (¿Qué siento? ¿Qué imagino? ¿Qué deseo?)

Micol (No me dejes, razón; tenme, cordura.)

David (El mismo Sol envidia luz tan pura.)

Micol (Si vence mi pasión, ¡qué gran trofeo!)

David (Desmandados andáis, tímidos ojos.)

Micol (Ojos, ¿por qué razón sois tan villanos?)

David (Antojos, sosegad.)

Micol (Dejadme, antojos.)

David (Pensamientos de honor, seréis tiranos.)

Micol (Pensamientos de honor, seréis despojos.)

David (¡Crueles!)

Micol (¡Insufribles!)

David (¡Ciegos!)

Micol (¡Vanos!)

(Vanse. Salen Lisardo, Lísida y pastores.)

Lisardo ¿Aún no te dejas amar?

¿Qué más mal que tu dureza,

ni qué Sol a tu belleza

puede, Lísida, igualar?

¿Qué pastor mi igual se ve

si amores te satisfacen

en estos campos que pacen

los ganados de Jesé?

Aquí el árbol más sombrío

que de verde vistió el mayo

desnudo se ve de un rayo

y del rigor del estío.

La fuente más singular

que bebe nuestro ganado,

naciendo en el verde prado

viene a morir en el mar.

Toda esa verde ribera

despoja y seca el octubre

y segunda vez la cubre

de flores la primavera.

Del tiempo y naturaleza,

¿qué cosa no se alteró?

Solo aqueste monte y yo

sabemos tener firmeza.

Lísida No me vences de esa suerte,

pues tengo firmeza igual.

Lisardo Dime, ¿en qué?

Lísida En quererte mal.

Soy monte en aborrecerte.

Hacer no podré mudanza.

Lisardo Con eso estoy más gozoso

que será pastor dichoso

quien tus desdenes alcanza.

Lísida ¿Cómo así?

Lisardo ¿Cuál es mejor,

estar en humilde estado

cerca de ser levantado

a prosperidad mayor,

o, en un estado felice

cerca de un mal lastimero?

Lísida El mejor es el primero.

Ello mismo se lo dice.

Lisardo Dichoso, pues, vengo a ser.

Con tu disfavor prometo

que has de mudarte en efeto,

que eres hermosa y mujer.

Verme agora aborrecido