El arpa de David - Antonio Mira de Amescua - E-Book

El arpa de David E-Book

Antonio Mira de Amescua

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Beschreibung

El Arpa de David es una de las comedias religiosas del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. Se articula en torno al episodio bíblico de David, joven pastor que cura al rey Saúl de su enfermedad y salva al reino con la matanza de un enorme gigante. Tras casarse con la hija del rey, cae en desgracia, pero acabará siendo rey de Judá tras la muerte del rey y de su heredero.

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Seitenzahl: 98

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Antonio Mira de Amescua

El arpa de David

 

Saga

El arpa de David

 

Copyright © 2001, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726661248

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

EL ARPA DE DAVID

Comedia en tres jornadas

En la portada dice del Dr. Mira de Mescua*

 

Los personajes que actúan en esta comedia son los siguientes:

Saúl, Rey Jonatás, su hijo Urías y Joab, capitanes La Música Un León David, pastor Jesé, padre de David Micol, hija del Rey El Rey De Los Filisteos Belanio, pastor Bersabé, mujer de Urías Los Hermanos De David Lisardo, pastor Lisida, pastora Anfrisa Selvasio, pastor Golías, gigante Una Figura De La Muerte Ana, criada Tres Ángeles Gitanos Y Gitanas José Natán Pascasio Un Correo Cuatro Soldados Dos Criados

COMEDIA FAMOSA DEL ARPA DE DAVID* [JORNADA PRIMERA]

Salen Jonatás, Saúl y Joab

 

Saúl Dios de Israel, Dios eterno,

basten las desdichas mías;

no me den melancolías

espíritus del infierno.

5 Si vuestra gente gobierno

con alguna inobediencia,

moderad, Dios, la sentencia

de la pena con que vivo;

porque en mal tan excesivo

10 no basta humana paciencia.

Y vosotros que estáis viendo

el monte que traigo encima

¿cómo, decid, no os lastima

el ver que estoy padeciendo?

15 En vivo fuego me enciendo;

en tristezas me consumo;

de mi tormento presumo,

que según me martiriza,

hecho mi cuerpo ceniza

20 resolverá el alma en humo.

Jonatás

Padre, rey y señor mío,

de tu continua tristeza

nace este mal.

Saúl Mi flaqueza

es región del aire frío.

25 Del corazón, el estío

sombra oscura es: esta casa,

y el alma en ella, se abrasa

y un mar de tristezas bebe.

¡Ay de mí! ¡En qué tiempo breve

30 la gloria del mundo pasa!

¿Veis armados escuadrones

de espíritus infernales

que en los orbes celestiales

beben furiosos dragones?

Jonatás

35 Melancólicas pasiones

tienen tu seso turbado.

Saúl ¿No miras el cielo airado,

rojo de su color azul?

Joab [Ap.]

¡Ah, mísero rey Saúl,

40 cómo estás endemoniado!

Saúl ¡Detente, muerte, detente!

¿Al rey acometes? Sí.

Pues, ¿ qué pretendes de mí?

El alma está inobediente.

45 Triunfa agora de la gente.

No quiero. Pues, ¿qué procuras?

Tu vitoria. ¿Y me aseguras

del vencimiento? Pues, no.

¿ Venceréte al fin? ¿ Quién? Yo.

Jonatás

¡Qué tristezas!

Joab ¡Qué locuras!

Saúl ¡Salid, demonios, de aquí!

¡ Salid, tigres! ¡ Salid fieras

de mi casa!

Joab [Ap.] Ansí saliera

lo que está dentro de ti.

55 Saúl ¿Cómo os apartáis de mí?

Volved, espíritus tristes.

Demonios, ¿ a qué volvistes?

Morir tenéis a mis manos,

espíritus inhumanos

60 desde el día que caistes.

Jonatás

Sosiega, por vida mía;

toma, rey, algún consuelo,

que no te ha de dar el cielo

eterna melancolía.

65 Si la agradable armonía

de la música te agrada,

medicina está buscada

de un pobrecillo pastor,

que no ha cantado mejor

70 jamás persona criada.

Siéntate y gusta, señor,

que entre a cantar por tu bien

un pastor que de Belén

te he traido.

Saúl ¿Y un pastor

75 suspender puede el dolor

que un espíritu infernal

me causa?

Jonatás Sí, porque [es] tal

la música y armonía

de su arpa, que podía

80 suspender la celestial.

Saúl Entre, pues, porque si tanto

puede una divina voz

............................-oz,

vida me dará su canto.

Siéntase, y sale David con su arpa

Joab Siéntate, señor, y el llanto

vuelve en risa y en quietud.

David Hoy de su dulce salud

mi arpa me da esperanzas,

templada con alabanzas

90 del autor de la virtud.

Jonatás

Suena, dichoso pastor,

las dulces cuerdas templadas,

que a voces tan acordadas

olvidará su dolor.

95 Joab Cante en ese corredor,

que la dulce consonancia

será mejor si hay distancia

entre la voz y el oido.

David Voy a cantar, y al rey pido

100 que perdone mi ignorancia.

Vase [David]

Saúl Si el alma tiene sosiego,

sombras perturban mis ojos;

todo es temores y antojos,

todo es tristeza y fuego.

Jonatás...

Jonatás ¿ Señor?

Saúl Noniego

que a mi Dios fuí inobediente,

pero es mi mal impaciente,

es insufrible mi pena.

Jonatás

Escucha, pues, porque suena

110 la música dulcemente.

Cantan de dentro

Música

Corriendo hasta el mar los ríos,

y el mar creciendo y menguando,

que ya furioso, ya blando,

pulsa en los peñascos fríos,

115 ....................................-íos;

las cosas inanimadas,

con voces no articuladas,

el mundo y el cielo ufano,

bendicen la santa mano

120 de quien han sido criadas.

Jonatás

Parece que el dulce sueño

con agradables despojos

la luz hurtó de sus ojos.

Joab Gusto siento no pequeño;

déjale dormir.

Vanse Joab y Jonatás, y entra Micol

125 Micol Si el dueño

desta voz que alegre suena

no es ángel, o no es sirena

que engaña el incauto oído,

el mismo amor habrá sido,

130 que cantó por darme pena.

Música

En el valle coronado

de sombras y soledad,

donde la santa verdad

anda en su primer estado,

135 balando, el libre ganado

y el pájaro sin prisiones,

con no aprendidas canciones

que exceden humano canto

invocan el nombre santo

140 del Dios de los escuadrones.

Micol ¡Qué suavidad! ¡Qué dulzura!

El alma tras sí me lleva,

obligándome a que beba

esta voz sonora y pura.

145 ¿Quién oyó mortal criatura

cantar así?

Saúl Ya me siento

respirando nuevo aliento

do no pensana alegría.

¡Oh, poderosa armonía!

150 ¡Oh, celestial instrumento!

Salen David (y) Jonatás y Joab

Joab Ya con salud se levanta

alegre el rey.

Jonatás ¿ Quién pudiera

suspender pena tan fiera,

sino tu dulce garganta?

155 Saúl Pastor que sana si canta,

déme los brazos.

David Los pies

será razón que me des.

Micol Talle y voz iguales veo.

Tente, amor; tente, deseo,

160 que un humilde pastor es.

Las cuerdas de un instrumento

son amorosas prisiones;

su voz dulce y sus canciones

son centro del pensamiento;

165 la libertad y el [tormento]

nos suspendió juntamente.

Mas, ¡ay!, que es loco accidente

del alma casi divina

cuando tan fácil se inclina

170 al objeto que hay presente.

Jonatás

Quisiera entrarte en mi pecho

y ansí dos vidas tuviera,

con que decirte pudiera

la amistad que habemos [he]cho

en las almas.

175 David Satisfecho

estoy de tanto favor:

rey seré, si eres pastor.

Jonatás

Pero te quiero de suerte

que me igualas.

David A la muerte

180 parece sólo el amor.

Sale Urías

Urías Señor, si de tus trofeos

en mil batallas ganados

no quieren ser olvidados

tus inmortales deseos,

185 mira que los filisteos

pasando van adelante,

y un capitán arrogante

en tu reino asombra a todos;

que un palmo más de seis codos

190 tiene el soberbio gigante.

Si ya en tus melancolías

el pretendido fin hallas,

llama al Dios de las batallas,

en cuyo brazo confías,

y defiéndete.

195 Saúl Los días

que pasando estoy sin Él,

al enemigo crüel

mi enfermedad le provoca.

Ya estoy bueno: al alma toca.

200 .........................................-el.

Vanse los dos [y quedan Micol y David]

Micol [Ap.]

Alégrame, si lo miro,

tener miedo y osadía,

y en dulce melancolía

dar un alegre suspiro;

205 pésame, si me retiro,

imaginar devaneos,

y en amorosos trofeos

tener recato y temor.

¿Qué puede ser sino amor?

210 Teneos, locos deseos.

Pastor es quien mis sentidos

regala en vanos antojos,

con su presencia en los ojos

y con su voz los oídos.

215 Pensamientos mal perdidos,

¿cómo no os perdéis por altos?

Que el corazón me da saltos

temiendo que mi afición

no se inclina a hombres que son

220 de merecimientos faltos.

David [Ap.]

¿Cuándo la fresca mañana,

que el blanco rebaño mío

borda el pasto con rocío,

tuvo luz tan soberana?

225 ¿Cuándo se vio tan lozana

corderilla dando saltos?

Mirad, pensamientos faltos

de humano merecimiento,

que será el subir violento;

230 no queráis subir tan altos.

Hija es del Rey la que he visto;

yo soy humilde pastor;

si esto que siento es amor,

gloria imposible conquisto.

235 Si al principio no resisto,

creceréis, locos deseos,

y entre ciegos devaneos

yo os prometo que caigáis.

Siendo esto ansí, no subáis,

240 o ya que subís, teneos.

micol Pastor, que en verde prado,

cantando en alegres días,

con tu música podías

hacer andar el ganado

245 del agua y yerba olvidado,

¿quién eres? Porque de suerte

es tu voz tan suave y fuerte

que te podrás igualar

a la sirena del mar

250 y al blanco cisne en la muerte.

David Reina que en el verde prado,

dando luz a nuestros días,

con tu hermosura podías

hacer andar olvidado

255 de agua y yerba mi ganado,

David soy, que al rey pretendo

servir cantando y tañendo.

Belén fue mi patria ya,

Jesé, mi padre, y Judá

260 la tribu de quien desciendo.

Como fui el hijo menor,

siendo los demás soldados,

guardar me mandó ganados.

En efeto, soy pastor,

265 pero conozco el valor

de esos ojos de los cielos;

porque entre cándidos velos

turbado se mira el sol,

porque le tiene Micol

270 muerto de envidia y de celos.

Micol (Ap.)

¡Qué gallardo! ¡Qué discreto!

Hablando y tañendo mata.

¡Ay, naturaleza ingrata!

¿Por qué hiciste tal sujeto

275 pobre ansí? Pero, en efeto,

le diste mucha nobleza.

¡Qué gallarda gentileza!

Al amor hago jüez

¿Qué es aquesto? Haya una vez

280 en la mujer fortaleza.

David Ya que falta la presencia

de tu padre y rey amado,

volveréme a mi ganado,

si acaso me das licencia.

285 Micol [Ap.]

(Aquí importa resistencia).

Ve, David, enhorabuena.

David (Ap.)

Hora de tu gloria ajena,

¿ cómo puede ser buen hora?

Micol (Ap.)

Voz que mata y enamora

290 de ángel es o de sirena.

David El alma se deleita si la veo.

micol Crece, cuando te miro, mi locura.

David Prisión del albedrío es su hermosura.

Micol ¡Cuidado! Es el amor o devaneo.

295 David ¿ Qué siento? ¿ Qué imagino? ¿ Qué deseo?

Micol No me dejes, razón; tenme, cordura.

David El mismo sol envidia luz tan pura.

Micol Si vence mi pasión, ¡qué gran trofeo!

David Desmandados andáis, tímidos ojos.

300 Micol Ojos, ¿por qué razón sois tan villanos?

David Antojos, sosegad.

Micol Dejadme, antojos.

David Pensamientos de honor, seréis tiranos.

Micol

Pensamientos de honor, seréis despojos.

David Crueles.

micol Insufribles.

David Ciegos.

micol Vanos.

Vanse, y salen Lisardo y Lisida, pastores

Lisardo

305 ¿Aún no te dejas amar?

¿ Qué más mal que tu dureza,

ni qué sol a tu belleza

puede, Lisida, igualar?

¿ Qué pastor mi igual se ve,

310 si amores te satisfacen,

en estos campos que pacen

los ganados de Jesé?

Aquí el árbol más sombrío

que de verde vistió el mayo,

315 desnudo se ve de un rayo,

y del rigor del estío.

La fuente más singular

que bebe nuestro ganado,

naciendo en el verde prado

320 viene a morir en el mar.

Toda esa verde ribera

despoja y seca el octubre,

y segunda vez la cubre

de flores la primavera.

325 Del tiempo y naturaleza,

¿qué cosa no se alteró?

Sólo aquese monte y yo

sabe mantener firmeza.

Lisida No me vences desa suerte,

330 pues tengo firmeza igual.

lisardo

Dime, ¿ en qué?

Lisida En quererte mal.

Soy monte en aborrecerte:

hacer no podré mudanza.

Lisardo

Con eso estoy más gozoso,

335 que será pastor dichoso

quien tus desdenes alcanza.

Lisida ¿Cómo así?

Lisardo ¿ Cuál es mejor:

estar, en humilde estado,

cerca de ser levantado

340 a prosperidad mayor,

o, en un estado felice,

cerca de un mal lastimero?

Lisida El mejor es el primero;

ello mismo se lo dice.

Lisardo