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Don Alonso, El caballero de Olmedo, se enamora de doña Inés en Medina, a cuya famosa feria ha asistido. Fabia, una celestina conocida de su criado Tello, le ayuda a hacer saber de su amor a la dama, quien a su vez siente amor por él. Pero, don Rodrigo también la pretende y se siente furiosamente celoso de su rival, que, además, ha logrado fama y éxito en la feria por su valor y su arte en el toreo. Al terminar las fiestas, el caballero se dirige a Olmedo y, por el camino, le advierten de que planean atentar contra su vida, aunque él no hace caso. En efecto, su enemigo lo ataca y le da muerte. Tello comunica la noticia en la casa de la amada, cuyo padre ya había accedido a la boda de Inés y Alonso. Finalmente, el rey Juan II, presente en la feria, ordena el ajusticiamiento del culpable y Lope de Vega hace justicia con su argumento.
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Félix Lope de Vega y Carpio
El caballero de Olmedo
Barcelona 2020
linkgua-digital.com
Título original: El caballero de Olmedo.
© 2020, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard
ISBN rústica: 978-84-96290-76-1.
ISBN ebook: 978-84-9897-050-0.
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Sumario
Créditos 4
Presentación 7
La vida 7
La trama 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 49
Jornada tercera 89
Libros a la carta 131
Félix Lope de Vega y Carpio (Madrid, 1562-Madrid, 1635). España.
Nació en una familia modesta, estudió con los jesuitas y no terminó la universidad en Alcalá de Henares, parece que por asuntos amorosos. Tras su ruptura con Elena Osorio (Filis en sus poemas), su gran amor de juventud, Lope escribió libelos contra la familia de ésta. Por ello fue procesado y desterrado en 1588, año en que se casó con Isabel de Urbina (Belisa).
Pasó los dos primeros años en Valencia, y luego en Alba de Tormes, al servicio del duque de Alba. En 1594, tras fallecer su esposa y su hija, fue perdonado y volvió a Madrid. Allí tuvo una relación amorosa con una actriz, Micaela Luján (Camila Lucinda) con la que tuvo mucha descendencia, hecho que no impidió su segundo matrimonio, con Juana Guardo, del que nacieron dos hijos.
Entonces era uno de los autores más populares y aclamados de la Corte. En 1605 entró al servicio del duque de Sessa como secretario, aunque también actuó como intermediario amoroso de éste. La desgracia marcó sus últimos años: Marta de Nevares una de sus últimas amantes quedó ciega en 1625, perdió la razón y murió en 1632. También murió su hijo Lope Félix. La soledad, el sufrimiento, la enfermedad, o los problemas económicos no le impidieron escribir.
Don Alonso, conocido en Olmedo por su origen noble se encuentra con doña Inés en la feria de Medina. Don Alonso se enamora y es correspondido a través de Fabia. Sin embargo, el padre de Inés pretende casarla con don Rodrigo provocando un enfrentamiento entre ambos caballeros. En consecuencia Alonso es asaltado y herido de muerte. La presencia del rey hará que la justicia castigue el crimen.
El caballero de Olmedo está escrito en forma de quintilla (estrofa de cinco octosílabos en la que pueden rimar tres versos seguidos).
Acompañamiento
Ana
Criados
Don Alonso
Don Fernando
Don Pedro
Don Rodrigo
Doña Inés
Doña Leonor
El condestable
El rey don Juan
Fabia
Gente
Mendo
Tello
Un labrador
Una sombra
[La acción en Olmedo, Medina del Campo y en un camino entre estos dos pueblos.]
(Don Alonso, doña Leonor, don Rodrigo, Tello, don Fernando, Ana, don Pedro, Fabia, doña Inés.)
(Sale don Alonso.)
Don Alonso Amor, no te llame amor
el que no te corresponde,
pues que no hay materia adonde
imprima forma el favor.
Naturaleza, en rigor 5
conservó tantas edades
correspondiendo amistades;
que no hay animal perfeto
si no asiste a su conceto
la unión de dos voluntades. 10
De los espíritus vivos
de unos ojos procedió
este amor, que me encendió
con fuegos tan excesivos.
No me miraron altivos, 15
antes, con dulce mudanza,
me dieron tal confianza;
que, con poca diferencia,
pensando correspondencia,
engendra amor esperanza. 20
Ojos, si ha quedado en vos
de la vista el mismo efeto,
amor vivirá perfeto,
pues fue engendrado de dos;
pero si tú, ciego dios, 25
diversas flechas tomaste,
no te alabes que alcanzaste
la vitoria, que perdiste,
si de mí solo naciste,
pues imperfeto quedaste. 30
(Salen Tello, criado, y Fabia.)
Fabia ¿A mí, forastero?
Tello A ti.
Fabia Debe pensar que yo
soy perro de muestra.
Tello No.
Fabia ¿Tiene algún achaque?
Tello Sí.
Fabia ¿Qué enfermedad tiene?
Tello Amor. 35
Fabia Amor ¿de quién?
Tello Allí está:
él, Fabia, te informará
de lo que quiere mejor.
Fabia Dios guarde tal gentileza.
Don Alonso Tello, ¿es la madre?
Tello La propria. 40
Don Alonso ¡Oh Fabia! ¡Oh retrato, oh copia
de cuanto naturaleza
puso en ingenio mortal!
¡Oh peregrino dotor
y para enfermos de amor 45
Hipócrates celestial!
Dame a besar esa mano,
honor de las tocas, gloria
del monjil.
Fabia La nueva historia
de tu amor cubriera en vano 50
vergüenza o respeto mío,
que ya en tus caricias veo
tu enfermedad.
Don Alonso Un deseo
es dueño de mi albedrío.
Fabia El pulso de los amantes 55
es el rostro. Aojado estás.
¿Qué has visto?
Don Alonso Un ángel
Fabia ¿Qué más?
Don Alonso Dos imposibles, bastantes,
Fabia, a quitarme el sentido:
que es dejarla de querer 60
y que ella me quiera.
Fabia Ayer
te vi en la feria perdido
tras una cierta doncella,
que en forma de labradora
encubría el ser señora, 65
no el ser tan hermosa y bella;
que pienso que doña Inés
es de Medina la flor.
Don Alonso Acertaste con mi amor;
esa labradora es 70
fuego que me abrasa y arde.
Fabia Alto has picado.
Don Alonso Es deseo
de su honor.
Fabia Así lo creo.
Don Alonso Escucha, así dios te guarde.
Por la tarde salió Inés 75
a la feria de Medina,
tan hermosa, que la gente
pensaba que amanecía.
Rizado el cabello en lazos,
que quiso encubrir la liga 80
porque mal caerán las almas
si ven las redes tendidas.
Los ojos, a lo valiente,
iban perdonando vidas,
aunque dicen los que deja 85
que es dichoso a quien la quita.
Las manos haciendo tretas,
que, como juego de esgrima,
tiene tanta gracia en ellas,
que señala las heridas. 90
Las valonas esquinadas
en manos de nieve viva,
que muñecas de papel
se han de poner en esquinas.
Con la caja de la boca 95
allegaba infantería,
porque, sin ser capitán,
hizo gente por la villa.
Los corales y las perlas
dejó Inés, porque sabía 100
que las llevaban mejores
los dientes y las mejillas.
Sobre un manteo francés
una verdemar basquiña,
porque tenga en otra lengua 105
de su secreto la cifra.
No pensaron las chinelas
llevar de cuantos la miran
los ojos en los listones,
las almas en las virillas. 110
No se vio florido almendro
como toda parecía,
que del olor natural
son las mejores pastillas.
Invisible fue con ella 115
el Amor, muerto de risa
de ver, como pescador,
los simples peces que pican.
Unos le prometen sartas
y otros arracadas ricas; 120
pero en oídos de áspid
no hay arracadas que sirvan.
Cuál a su garganta hermosa
el collar de perlas finas;
pero, como toda es perla, 125
poco las perlas estima.
Yo, haciendo lengua los ojos,
solamente le ofrecía
a cada cabello un alma,
a cada paso una vida. 130
Mirándome sin hablarme,
parece que me decía:
«No os vais, don Alonso, a Olmedo,
quedaos agora en Medina».
Creí mi esperanza, Fabia... 135
Salió esta mañana a misa,
ya con galas de señora,
no labradora fingida.
Si has oído que el marfil
del unicornio santigua 140
las aguas, así el cristal
de un dedo puso en la pila.
Llegó mi amor basilisco,
y salió del agua misma
templado el veneno ardiente 145
que procedió de su vista.
Miró a su hermana, y entrambas
se encontraron en la risa,
acompañando mi amor
su hermosura y mi porfía. 150
En una capilla entraron;
yo, que siguiéndolas iba,
entré imaginando bodas:
¡tanto quien ama imagina!
Vime sentenciado a muerte, 155
porque el amor me decía:
«Mañana mueres, pues hoy
te meten en la capilla».
En ella estuve turbado:
ya el guante se me caía, 160
ya el rosario, que los ojos
a Inés iban y venían.
No me pagó mal; sospecho
que bien conoció que había
amor y nobleza en mí; 165
que quien no piensa no mira,
y mirar sin pensar, Fabia,
es de inorantes, y implica
contradición que en un ángel
faltase ciencia divina. 170
Con este engaño, en efeto,
le dije a mi amor que escriba
este papel; que si quieres
ser dichosa y atrevida
hasta ponerle en sus manos, 175
para que mi fe consiga
esperanzas de casarme
(tan honesto amor me inclina),
el premio será un esclavo,
con una cadena rica, 180
encomienda de esas tocas,
de malcasadas envidia.
Fabia Yo te he escuchado.
Don Alonso Y ¿qué sientes?
Fabia Que a peligro te pones.
Tello Escusa, Fabia, razones, 185
si no es que por dicha intentes,
como diestro cirujano,
hacer la herida mortal.
Fabia Tello, con industria igual
pondré el papel en su mano, 190
aunque me cueste la vida,
sin interés, porque entiendas
que, donde hay tan altas prendas,
sola yo fuera atrevida.
Muestra el papel, que primero 195
le tengo de aderezar.
Don Alonso ¿Con qué te podré pagar
la vida, el alma que espero,
Fabia, de esas santas manos?
Tello ¿Santas?
Don Alonso ¿Pues no, si han de hacer 200
milagros?
Tello De Lucifer.
Fabia Todos los medios humanos
tengo de intentar por ti,
porque el darme esa cadena
no es cosa que me da pena: 205
más confiada nací.
Tello ¿Qué te dice el memorial?
Don Alonso Ven, Fabia, ven, madre honrada,
porque sepas mi posada.
Fabia Tello...
Tello Fabia...
Fabia [Aparte a Tello.] No hables mal, 210
que tengo cierta morena
de estremado talle y cara...
Tello Contigo me contentara,
si me dieras la cadena.
(Vanse.)
[Sala en casa de don Pedro en Medina.]
(Salen doña Inés y doña Leonor.)
Doña Inés Y todos dicen, Leonor, 215
que nace de las estrellas.
Doña Leonor De manera que, sin ellas,
¿no hubiera en el mundo amor?
Doña Inés Dime tú: si don Rodrigo
ha que me sirve dos años, 220
y su talle y sus engaños
son nieve helada conmigo,
y en el instante que vi
este galán forastero
me dijo el alma: «Éste quiero», 225
y yo le dije: «Sea ansí»,
¿quién concierta y desconcierta
este amor y desamor?
Doña Leonor Tira como ciego Amor:
yerra mucho y poco acierta. 230
Demás que negar no puedo
(aunque es de Fernando amigo
tu aborrecido Rodrigo,
por quien obligada quedo
a intercederte por él) 235
que el forastero es galán.
Doña Inés Sus ojos causa me dan
para ponerlos en él,