Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
El marido más firme es una obra dramática que Lope de Vega compuso entre los años 1617-1621 y que publicó en la Parte XX de sus comedias, en 1625. Aunque reciba expresamente la denominación de «tragedia famosa», de acuerdo con el mito tratado, quizá el término «comedia» es el que mejor la define, puesto que abundan en ella los pasajes de vena cómica y burlesca. Además, y sobre todo, esta obra tiene un desenlace feliz. El tema esencial de El marido más firme es la fidelidad conyugal de Orfeo. El punto culminante de esta obra lo marca la decisión del héroe de bajar al infierno en busca de su esposa. La valentía y, en particular, la tenacidad que muestra son comunes en todas las versiones que se han escrito sobre el mito. Sin embargo, Lope no se contenta, e introduce otros ejes temáticos que complican la intriga, algo de esperar en un maestro experto en el enredo y el desenredo de sus tramas.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 84
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Félix Lope de Vega y Carpio
El marido más firme
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Título original: El marido más firme.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN tapa dura: 978-84-1126-196-8.
ISBN rústica: 978-84-9816-177-9.
ISBN ebook: 978-84-9897-709-7.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
Personajes 8
Dedicatoria 9
Jornada primera 11
Jornada segunda 49
Jornada tercera 87
Libros a la carta 127
La vida
Félix Lope de Vega y Carpio (Madrid, 1562-Madrid, 1635). España.
Nació en una familia modesta, estudió con los jesuitas y no terminó la universidad en Alcalá de Henares, parece que por asuntos amorosos. Tras su ruptura con Elena Osorio (Filis en sus poemas), su gran amor de juventud, Lope escribió libelos contra la familia de ésta. Por ello fue procesado y desterrado en 1588, año en que se casó con Isabel de Urbina (Belisa).
Pasó los dos primeros años en Valencia, y luego en Alba de Tormes, al servicio del duque de Alba. En 1594, tras fallecer su esposa y su hija, fue perdonado y volvió a Madrid.
Entonces era uno de los autores más populares y aclamados de la Corte. La desgracia marcó sus últimos años: Marta de Nevares una de sus últimas amantes quedó ciega en 1625, perdió la razón y murió en 1632. También murió su hijo Lope Félix. La soledad, el sufrimiento, la enfermedad, o los problemas económicos no le impidieron escribir.
Aristeo
Camilo
Eurídice
Fílida
Orfeo
Fabio
Dantea
Celio
Tirsi
Riselo
Claridano
Frondoso
Un Barquero
Proserpina
Radamanto
Un Capitán
Albante
A Manuel Faria de Sosa, noble ingenio lusitano
La fábula de Orfeo, que he dedicado al nombre de Vm., saliera a luz segura si tuviera las partes, colores retóricos y artificios poéticos que el Narciso de que Vm. ha honrado el mío en su dulce lengua portuguesa, donde verdaderamente se ven la erudición del arte y la excelencia del ingenio, que, como escriben de Antheo, que luchando con Hércules, todas las veces que tocaba la tierra cobraba nuevas fuerzas con el amparo de la patria, y no le pudo vencer hasta apartarle de ella, como él se alaba en Ovidio:
Saevoque alimenta parentis
aeanto eripui, etc.
Y en Juvenal:
Procul a tellure tenentis, etc.
Así, los que alejan de la propia lengua por levantarse al aire de su arrogancia mueren desamparados de su naturaleza, perdiendo las fuerzas que les hubiera dado reconocer la patria Todo lo que he visto de Vm., así en prosa como en verso, muestra bien la fertilidad de su claro juicio, que la abundancia (que algunos desestiman) a mí me persuade con el ejemplo de los campos, que el concierto breve de los cultivados jardines es inferior a la inmensa copia de la naturaleza, que en su variedad ha puesto hermosura, que en ella no solo no produce flores el arte; pero estaría como el fuego sin combustible, ejercitando su actividad dentro de su misma esfera, de que sería necesario que hubiese ingenios elementos próximos al cielo, donde por su raridad no fuesen vistos, no tuviesen necesidad de nutrimento, y que los nuestros no fuesen verdadero fuego, sino igneum aliquid. Escriba Vm. con fertilidad libros, canciones, fábulas, epitalamios, a imitación del abundante, insigne, dulce, heroico, grave y amoroso caballero Juan Bautista Marino, honrando y dilatando su lengua y la nuestra, que tan felizmente casa, venerado de los que saben que el alabanza no está en los presuntuosos que abrevian la mano al cielo, sino en los hombres virtuosos y científicos, y lea esta fábula, aplicándola a su moralidad, con el epigrama de Estephano Forcatulo:
Quid sibi vult antiqua rogat haec fabula, lector?
An quod is agrestes traxerit ore viros?
Inmanes flectit Regina oratio rerum:
Blanda nec alloquitur lingua: quid ergo? facit,
Capellán de su Vm.,
Lope Félix de Vega Carpio.
(Salen Aristeo, Príncipe de Tracia, y Camilo.)
Aristeo Ya reino en aquesta tierra.
Camilo Luego ¿no, piensas volver?
Aristeo Más hubiera menester
volver en mí que a mi tierra.
Camilo ¿Qué locura te destierra
de donde a ser Rey naciste?
Aristeo No preguntes lo que viste,
que no puede ser locura
la que en tal alta hermosura
celestialmente consiste.
Camilo No pensé que un cazador
miraba más que a las fieras,
y que, si amaras, pudieras
cazando olvidar tu amor;
ya de tu reino, señor,
estás muy lejos; advierte
que te pones de esta suerte
a gran peligro.
Aristeo Ya es tarde;
que no hay desdicha que aguarde
quien tiene en poco la muerte.
Parte, Camilo, y aquí
me deja, o sea loco o cuerdo;
que si por amor me pierdo,
no me he perdido por ti;
a mis vasallos les di
que de selva en selva errando
me entretengo, y vuelve cuando
te parezca, a ver si soy
o vivo o muerto, pues voy
o vida o muerte buscando.
Hoy, cuando el alba salía
coronada de azucenas,
y de estos montes apenas
las cabezas guarnecía,
vi que cantando venía
gran copia de labradores,
cubiertos de varias flores;
seguílos, y abrióse un templo,
donde la imagen contemplo,
de Venus, diosa de amores.
Ya Febo, de luz vestido,
columnas y frontispicios
de sus altos edificios,
bañaba de oro fingido,
cuando, suspenso el ruido,
advierto una ninfa hermosa,
hecha de jazmín y rosa,
a quien Venus concediera
templo y altar si dijera:
«¡Pastores, yo soy la diosa!»
Eurídice se llamaba,
que luego este nombre oí,
y al niño de Venus vi
rendirle flechas y aljaba;
como vio que la miraba,
con el velo se cubrió,
y más hermosa quedó,
como mirar puede ser
el Sol al amanecer,
y cuando se enciende, no.
Las ansias que me vinieron,
los rayos que me causaron,
los que en mis ojos entraron
y de sus cielos salieron,
Venus y Amor bien los vieron,
y aun las ninfas y pastores,
que, en mis trocadas colores,
dijeron: «Este hombre ha sido
de mortal veneno herido,
o muere de mal de amores».
Hablaba Eurídice hermosa
con Venus sobre casarse,
sin poder averiguarse
cuál de las dos fue la diosa;
pero de la selva umbrosa
salió tan triste, que creo
que teme un triste himeneo;
o que si es este temor
de amor, la madre de Amor
no viene con su deseo.
Yo, como pájaro amante
suele de una en otra rama
seguir la prenda que ama,
hasta que el arco le espante
y le fuerce a que no cante,
del cazador engañoso,
sigo su pie, donde airoso
las arenas estampó,
y cuando a su padre halló,
cesó mi canto amoroso.
Camilo ¡Perdido estás!
Aristeo No lo niego.
Camilo Pues ¿cómo la servirás,
si aquí te quedas?
Aristeo Tú irás,
Camilo, a mi reino luego,
y sin decir mi amor ciego,
entretén de día en día
mis vasallos; que podría
ser tan piadoso el amor
que naciese de este error
alguna ventura mía.
Camilo Mucho sentirán no verte;
y si aquestas cosas van
a la larga, pensarán
que yo te he dado la muerte.
Aristeo A Ulises, Camilo, advierte
tantos años desterrado,
y defendido su Estado
de una valiente mujer:
pues ¿qué puedo yo perder
en poco tiempo olvidado?
Camilo ¿Y en este tiempo podrás
andar en aquesta selva?
Aristeo Cuando en su pastor me vuelva,
podré conquistarla más.
Camilo Tu valor ofenderás.
Aristeo No haré, pues con más valor
hicieron por el rigor
que este veneno reparte,
Júpiter, Mercurio y Marte,
transformaciones de amor.
Parte y déjame; que quiero,
sin ser fuego, cisne, toro,
sátiro, ni lluvia de oro,
ver la causa por quien muero.
Camilo ¡Perdido te considero!
Aristeo Yo confieso que lo estoy.
Camilo A disculparte me voy.
Aristeo Di que presto volveré.
Camilo Y si tardas, ¿qué diré?
Aristeo Di que de Eurídice soy.
(Vase Camilo.) Pensaba la moral filosofía
pintar de amor la fuerza, que el decoro
pierde a los dioses, cuya flecha de oro
los mayores planetas desafía,
en la transformación y fantasía
del argentado pez y el rubio toro,
o lloviendo las nubes el tesoro
que el Sol engendra y que la tierra cría.
Pero mejor su fuerza se entendiera
si el alma, y no los cuerpos, transformara,
pues que su calidad y esencia altera,
que más encarecido amor quedara
si el alma, desasida de su esfera,
al cuerpo de quien ama se pasara.
(Sale Eurídice, ninfa, vestido corto, velos de plata plumas, calzadillos antiguos con listones, y Fílida, labradora.)
Eurídice Esto Venus respondió.
Fílida ¡Injusta tristeza!
Eurídice Mira
que engañar con la mentira
no es de amigas.
Fílida Pienso yo
que en las cosas no entendidas,
asegurar la verdad
con daño, no es amistad.
Eurídice Cuando mi tristeza impidas,
si después ha de llegar,
verás que es entretener
el mal, que viniendo a ser
mayor, me puede matar:
los sabios, que no se ciegan,
dicen, y han de ser creídos,
que los males prevenidos
son menores cuando llegan.
Pues si yo prevengo el mío,
claro está que no será
tan grande llegando ya.
Fílida Bella Eurídice, confío
en la piedad celestial
que el bien has de conseguir;
pero vuélveme a decir
de dónde infieres tu mal.
Eurídice Fílida: Venus, la diosa
de amor, a mi casamiento
este oráculo responde,
luego verás si le entiendo:
«Breve, gustoso, perdido.»
Pues si breve ¿cómo es bueno?
que el bien breve ya no es bien,
pues le sigue el mal tan presto.
Gustoso se sigue a breve:
aquí, Fílida, confieso
que puede ser con mi gusto,
y por breve le condeno,
después de breve y gustoso,
dice perdido: no creo
que perdido hay bien, pues ya
resulta más sentimiento
de perderle que fue gusto
adquirirle.
Fílida Yo interpreto
al contrario esas tres cosas,
y que me escuches te ruego:
breve casamiento, dice
que te casarás muy presto.
Gustoso, que lo ha de ser
siendo gallardo tu dueño.
Perdido, que lo estará
de amor por ti;
y si no es esto,
que otra ha de perderle acaso
si le ha tenido primero;