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En El remedio en la desdicha Lope de Vega relata la historia de la familia árabe de los Abencerrajes, muy influyente en Granada durante el siglo XV. Su rivalidad con la de los Cegríes, en constantes guerras civiles, fue decisiva en la caída del reino de Granada. Esta historia fue luego incorporada a la Diana de Jorge de Montemayor en 1561.
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Félix Lope de Vega y Carpio
El remedio en la desdicha
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Título original: El remedio en la desdicha.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN tapa dura: 978-84-1126-250-7.
ISBN rústica: 978-84-9816-178-6.
ISBN ebook: 978-84-9897-248-1.
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Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 53
Jornada tercera 99
Libros a la carta 139
Félix Lope de Vega y Carpio (Madrid, 1562-Madrid, 1635). España.
Nació en una familia modesta, estudió con los jesuitas y no terminó la universidad en Alcalá de Henares, parece que por asuntos amorosos. Tras su ruptura con Elena Osorio (Filis en sus poemas), su gran amor de juventud, Lope escribió libelos contra la familia de ésta. Por ello fue procesado y desterrado en 1588, año en que se casó con Isabel de Urbina (Belisa).
Pasó los dos primeros años en Valencia, y luego en Alba de Tormes, al servicio del duque de Alba. En 1594, tras fallecer su esposa y su hija, fue perdonado y volvió a Madrid. Allí tuvo una relación amorosa con una actriz, Micaela Luján (Camila Lucinda) con la que tuvo mucha descendencia, hecho que no impidió su segundo matrimonio, con Juana Guardo, del que nacieron dos hijos.
Entonces era uno de los autores más populares y aclamados de la Corte. En 1605 entró al servicio del duque de Sessa como secretario, aunque también actuó como intermediario amoroso de éste. La desgracia marcó sus últimos años: Marta de Nevares una de sus últimas amantes quedó ciega en 1625, perdió la razón y murió en 1632. También murió su hijo Lope Félix. La soledad, el sufrimiento, la enfermedad, o los problemas económicos no le impidieron escribir.
La familia árabe de los Abencerrajes fue muy influyente en Granada durante el siglo XV. Su rivalidad con la de los Zegríes, en constantes guerras civiles, fue decisiva en la caída del reino de Granada. Esta historia fue también incorporada a la Diana de Montemayor en 1561.
Abindarráez
Jarifa, hija de Zoraide
Zoraide, Alcaide de Cartama
Alborán, moro
Narváez
Alcaide de Alora
Nuño, soldado
Alara, mora, mujer de Arráez
Darín, paje de Alara
Páez, soldado
Bajamed, moro
Arráez, moro cautivo, marido de Alara
Espinosa, soldado
Alvarado, soldado
Cabrera, soldado
Ortuño, soldado
Peralta, soldado
Zara, esclava morisca
Maniloro, criado de Abindarráez.
Celindo, moro
Mendoza, sargento
Ardino, moro
Zaro, moro
(Salen Jarifa y Abindarráez, cada uno por su lado, sin verse.)
Abindarráez Verdes y hermosas plantas,
que el Sol con rayos de oro y ojos tristes
ha visto veces tantas,
cuantas ha que de un alma el cuerpo fuistes;
laureles, que tuvistes
hermosura y dureza
si no es el alma agora
como fue la corteza,
enternézcaos de un hombre la tristeza,
que un imposible adora.
Jarifa Corona vencedora
de ingenios y armas, Dafne, eternamente,
por quien desde el aurora
hasta la noche llora tiernamente
el Sol resplandeciente:
si no habéis de ablandaros
al son del llanto mío,
¿de qué sirve cansaros,
y mi imposible pretensión contaros,
que al viento solo envío?
Abindarráez Claro, apacible río,
que con el de mis lágrimas te aumentas,
oye mi desvarío,
pues que con él tus aguas acrecientas.
razón será que sientas
mis lágrimas y daños,
pues sabes que me debes
las que por mis engaños
llorar me has visto tan prolijos años,
y por bienes tan breves.
Jarifa Porque tu curso lleves,
famoso río, con mayor creciente,
y la margen renueves
que en tus orillas hizo la corriente
de aquella inmortal fuente,
que a mis ojos envía
el corazón más triste
que ha visto en su tardía
carrera el Sol en el más largo día,
hoy a mi llanto asiste.
Abindarráez Jardín, que adorna y viste
de tantas flores bellas Amaltea:
aquí, donde tuviste
aquella primavera que hermosea,
cuando por ti pasea;
aguas, yerbas y flores,
aquí vengo a quejarme,
y no de sus rigores,
sino de un imposible mal de amores,
que ya quiere acabarme.
Jarifa Si para lamentarme,
aquí, donde perdí mi libre vida,
lugar no quieren darme
el blando río y planta endurecida,
al cielo es bien que pida
piadoso oído atento.
Oídme, cielo hermoso;
óyeme, Amor, contento
de haber triunfado de mi libre intento
con arco poderoso.
Abindarráez Si hay algún dios piadoso
para con los amantes, y si alguno
de este mal amoroso
probó el rigor, tan fiero y importuno;
pues no hay amor ninguno
que pueda ser tan fiero,
o me remedie o mate;
que por mi hermana muero,
y en tan dulce imposible desespero:
tal es quien me combate.
Jarifa Al último remate
de mi cansada vida, al postrer dejo,
cuando no es bien que trate
de buscar medicina ni consejo,
como cisne me quejo.
Fiero Amor, inhumano,
mi hermano adoro y quiero,
por imposibles muero.
(Vense.)
Abindarráez ¡Jarifa!
Jarifa ¡Abindarráez!
Abindarráez ¡Hermana!
Jarifa ¡Hermano!
Abindarráez Dame esos brazos dichosos.
Jarifa Dadme vos los vuestros caros.
Abindarráez ¡Ay, ojos bellos y claros!
Jarifa ¡Ay, ojos claros y hermosos!
Abindarráez ¡Ay, divina hermana mía!
Jarifa ¡Ay, hermano mío gallardo!
Abindarráez (Aparte.) (¡Qué nieve cuando más ardo!)
Jarifa (Aparte.) (¡Qué fuego entre nieve fría!)
Abindarráez (Aparte.) (¿Qué esperas, tiempo inhumano?)
Jarifa (Aparte.) (Tiempo inhumano, ¿qué esperas?)
Abindarráez (Aparte.) (¡Ah, si mi hermana no fueras!)
Jarifa (Aparte.) (¡Ah, si no fueras mi hermano!)
Abindarráez Señora, ¿de qué sabéis
que hermanos somos los dos?
Jarifa De lo que yo os quiero a vos,
y vos a mí me queréis.
Todos nos llaman ansí,
y nuestros padres también;
que, a no serlo, no era bien
dejarnos juntos aquí.
Abindarráez Si ese bien, señora mía,
por no serlo he de perder,
vuestro hermano quiero ser,
y gozaros noche y día.
Jarifa Pues tú, ¿qué bien pierdes, di,
por ser hermanos los dos?
Abindarráez A mí me pierdo y a vos.
¡Ved si es poco a vos y a mí!
Jarifa Pues a mí me parecía
que a nuestros amores llanos
obligaba el ser hermanos,
y que otra causa no había.
Abindarráez Sola esa rara hermosura
a mí me pudo obligar,
ese ingenio singular
y esa celestial blandura,
esos ojos, luz del día,
esa boca y esas manos;
porque esto de ser hermanos,
antes me ofende y resfría.
Jarifa No es justo que en el amor,
Abindarráez, tan justo,
de hermanos, halles disgusto,
siendo el más limpio y mejor.
Amor que celos no sabe,
amor que pena no tiene,
a mayor perfección viene,
y a ser más dulce y suave.
Quiéreme bien como hermano.
No te aflijas ni desveles;
sigue el camino que sueles,
verdadero, cierto y llano;
que amor, que no tiene al fin
otro fin en que parar,
es el más perfeto amar;
que es al fin amar sin fin.
Abindarráez ¡Ah, hermana! ¡pluguiera a Alá
que vuestro hermano no fuera,
y que este amor fin tuviera,
que el de mi vida será,
y que celos y querellas
tuviera más que llorar
que arenas tiene la mar
y que tiene el cielo estrellas!
Por bienes que son tan raros
era poco un mal eterno;
que penas, las del infierno
eran pocas por gozaros.
Mas, pues vuestro hermano fui,
no despreciéis mi deseo.
Jarifa Antes le estimo, y te creo.
Abindarráez ¿Pediréte algo?
Jarifa Sí.
Abindarráez ¿Sí?
Jarifa Sí, pues.
Abindarráez ¿Qué te pediré?
Jarifa Lo que te diere más gusto:
todo entre hermanos es justo.
Abindarráez No fue justo, pues que fue.
Ahora bien: dame una mano,
y pondréla entre estas dos,
por ver si así quiere Dios
que sepa que soy tu hermano.
Jarifa ¿Aprietas?
Abindarráez Doyla tormento
porque diga la verdad;
que es juez mi voluntad,
y potro mi pensamiento.
Con los diez dedos te aprieto,
cordeles de mi rigor,
siendo verdugo el Amor,
que es riguroso en efeto.
Pues agua no ha de faltar,
que bien la darán mis ojos;
di verdad a mis enojos.
Jarifa Paso, que es mucho apretar;
que no lo sé, por tu vida.
Abindarráez Yo no te pregunto a ti.
Jarifa ¿Ha de hablar la mano?
Abindarráez Sí.
Bien podéis, mano querida
Pero mi pregunta es vana,
y ella calla en el tormento.
A lo menos, en el tiento
no sabe a mano de hermana.
¿Que al fin lengua te faltó?
Dime, blanca, hermosa mano
¿soy su hermano? Digo «hermano»,
y responde el eco «no».
Testigos quiero tomar.
Jarifa ¿Qué testigos?
Abindarráez Esos ojos,
a quien por justos despojos
mil almas quisiera dar.
¿No respondéis? Culpa os doy,
lenguas de fuego inhumano.
no me miran como a hermano;
no es posible que lo soy.
Pues ¿preguntaré a la boca?
Esta no dirá verdad,
cuando pura voluntad
el instrumento no toca.
Pues ¿a los tiernos oídos?
Pero ya con escucharme,
o pretenden consolarme
o quitarme los sentidos.
El gusto, si está olvidado,
¿qué pregunta le he de hacer?
Que el gusto de la mujer
no quiere ser preguntado.
Mas ¿qué importa, ojos, oídos,
boca, manos, gusto, haceros
testigos, si he de perderos
solo porque sois queridos?
Dése, pues, ya la sentencia
en que sea el cuerpo hermano,
y el alma no; que es en vano
querer que tenga paciencia;
pero, aunque vencido estoy
y a la muerte condenado,
quiero morir coronado,
pues como víctima voy.
Dadme, hermosas flores bellas,
rubí, zafir y esmeralda
para hacer una guirnalda.
(Compone una guirnalda.)
Jarifa Bien es que te adornes de ellas.
Triunfa de mi loco amor
y de mi seso perdido;
que, aunque piensas por vencido,
yo sé que es por vencedor.
Pon la rosa carmesí
de mi prestada alegría,
y mi celosa porfía
en el lirio azul-turquí;
en el alelí pajizo
mi desesperado ardor,
y en la violeta el amor
que mi voluntad deshizo;
mi imposible en el jazmín
blanco, sin dar en el blanco.
Abindarráez ¡Cuánto se te muestra franco
el cielo, hermoso jardín!
Bella guirnalda he tejido,
ciña mis dichosas sienes.
(Pónese la guirnalda.)
Jarifa Galán por extremo vienes.
Abindarráez Y coronado y vencido.
Jarifa Muestra, pondrémela yo.
¿Qué te parece de mí?
¿No estoy buena?
Abindarráez Mi bien, sí.
Jarifa ¿Soy tu hermana?
Abindarráez Mi bien, no;
y en lo que os quiero me fundo.
Jarifa Dime ya tu parecer.
Abindarráez Hoy acabáis de vencer,
como otro Alejandro, el mundo.
Parece que agora en él
no cabe vuestra persona,
y que os laurea y corona
por reina y señora de él.
Jarifa Si así fuera, dulce hermano,
vuestra fuera la mitad.
Abindarráez ¿Tanto bien a mi humildad?
Dadme vuestra hermosa mano.
(Salen Zoraide y Alborán.)
Zoraide ¿Eso dicen en Granada
del buen Fernando?
Alborán Esta nueva
agora la fama lleva.
Zoraide Tu buen suceso me agrada
no hay a quien amor no deba.
Alborán Es muy propio del valor
obligar al tierno amor
desde el propio hasta el extraño.
no habrá más guerras este año,
que ansí lo dice Almanzor.
Zoraide