La discordia en los casados - Félix Lope de Vega y Carpio - E-Book

La discordia en los casados E-Book

Félix Lope de Vega y Carpio

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Beschreibung

La discordia en los casados fue escrita por el prolífico dramaturgo español Félix Lope de Vega en el año 1611. Esta obra teatral pertenece al género de la comedia, que era uno de los géneros más populares durante el Siglo de Oro español. La trama de La discordia en los casados gira en torno a las relaciones matrimoniales y las complicaciones que surgen entre ellas. Lope de Vega utiliza el humor y la sátira para explorar las disputas, malentendidos y desacuerdos que pueden surgir en la convivencia conyugal. A través de personajes carismáticos y situaciones cómicas, la obra ofrece una mirada entretenida y reflexiva sobre la naturaleza humana y las dinámicas de las relaciones entre amantes. Félix Lope de Vega es uno de los mayores exponentes del teatro barroco español y uno de los dramaturgos más destacados de la literatura en español. Su vasta producción incluye comedias, tragedias, dramas históricos y entremeses, y su estilo teatral influyó significativamente en el desarrollo del teatro español del Siglo de Oro. La discordia en los casadoses solo una muestra de la creatividad y la maestría de Lope de Vega en la creación de obras teatrales que continúan siendo apreciadas y representadas en la actualidad.

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Félix Lope de Vega y Carpio

La discordia en los casados

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: La discordia en los casados.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-252-1.

ISBN rústica: 978-84-9816-189-2.

ISBN ebook: 978-84-9897-720-2.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 47

Jornada tercera 95

Libros a la carta 139

Brevísima presentación

La vida

Félix Lope de Vega y Carpio (Madrid, 1562-Madrid, 1635). España.

Nació en una familia modesta, estudió con los jesuitas y no terminó la universidad en Alcalá de Henares, parece que por asuntos amorosos. Tras su ruptura con Elena Osorio (Filis en sus poemas), su gran amor de juventud, Lope escribió libelos contra la familia de ésta. Por ello fue procesado y desterrado en 1588, año en que se casó con Isabel de Urbina (Belisa).

Pasó los dos primeros años en Valencia, y luego en Alba de Tormes, al servicio del duque de Alba. En 1594, tras fallecer su esposa y su hija, fue perdonado y volvió a Madrid.

Entonces era uno de los autores más populares y aclamados de la Corte. La desgracia marcó sus últimos años: Marta de Nevares una de sus últimas amantes quedó ciega en 1625, perdió la razón y murió en 1632. También murió su hijo Lope Félix. La soledad, el sufrimiento, la enfermedad, o los problemas económicos no le impidieron escribir.

Personajes

Alberto

Leonido

Otón

Pinabelo

Aurelio

Roselo (Rosabelo)

Enrico

El rey de Frisia, Albano

Rosaberto, su hijo

Elena, duquesa

Otavia, dama

Celia, villana

Aurora, villana

Perol, villano

Siralbo, villano

Clenardo

Panfilo

Músicos

Fabio

Soldados

Jornada primera

(Salen Alberto y Leonido.)

Alberto Casaráse la Duquesa,

Leonido, como es razón,

que pese o no pese a Otón.

Leonido Todos dicen que le pesa,

y está a impedirlo dispuesto.

Alberto ¿De qué le puede pesar

a un hombre particular

desinteresado en esto?

Leonido El se debe de entender.

Alberto Pues entenderáse mal;

porque si ha de ser su igual,

el rey de Frisia ha de ser.

Esto conviene a su Estado

y a nosotros un señor

de real sangre y valor,

y tan gallardo soldado,

que no ha de salir Otón

con desatinos tan grandes,

si Alemania, Francia y Flandes

ayudan su pretensión.

Leonido No pienso yo que camina

por darla a otro rey, pues creo

que a diferente deseo

los pensamientos inclina.

Y es tan feo y desigual,

que a decirle no me atrevo.

Alberto La ambición, Leonido, es cebo

dulce, engañoso y mortal.

¿Qué quiere en Cleves Otón?

Leonido Ser duque.

Alberto Ni aun lo imagines.

Leonido Pues, ¿a qué blancos o fines

mirará su pretensión,

si tiene un hijo mancebo,

de la Duquesa galán?

Alberto Si ellos de concierto están,

yo cumpliré lo que debo

al duque muerto y a mí

con aventurar la vida.

(Salen la Duquesa Elena y Otavia, dama.)

Elena De vuestro engaño advertida

al desengaño salí.

¿Qué modo de hablar es ése,

Leonido, en mis propios ojos?

Leonido Tu daño y nuestros enojos,

de que es razón que nos pese.

¿Al rey de Frisia es razón

que se anteponga un vasallo

y que después de llamallo

su venida impida Otón?

¿Qué respuesta se ha de dar

a un rey soldado y mancebo?

Elena Para mí, Leonido, es nuevo

que Otón me quiera casar.

Y si más lejos lo mira

como en Francia, juzga mal.

Leonido Sujeto más desigual

murmuran; pero es mentira

y odio que tienen a Otón

de verle tan poderoso,

que él es hombre generoso

y envidias civiles son.

Tú eres prudente y altiva;

tu padre es muerto; esta tierra

teme ocasiones de guerra,

que en dueño vasallo estriba.

Admite al rey, y harás cosa

digna de tu nombre claro;

que debajo de su amparo

quedas segura y dichosa.

Vuelve los ojos a ver

cuántos daños al honor

nacieron de un loco amor

y un gobierno de mujer.

Yo he dicho más que pensaba:

a mi lealtad lo perdona.

La condición, la persona

del rey todo el mundo alaba.

Él está cerca: yo voy,

señora, a besar su mano.

(Vase.)

Alberto Ya parece intento vano,

si en el mismo engaño estoy,

despedir, duquesa, un rey.

Tus grandes, con justo acuerdo

de un voto prudente y cuerdo,

siguiendo la antigua ley,

guardada por la memoria

de tiempo inmortal en Cleves,

a quien dar crédito debes

para conservar la gloria

de tus heroicos pasados,

un rey te dan por marido.

Si algún vasallo atrevido

quiere alterar tus estados

con desigual ambición,

no me tendrás de tu parte

mientras Amor no te aparte

de los consejos de Otón.

Al rey de Frisia te han dado

por marido; ése obedezco

por señor, y así le ofrezco

mi espada, deudos y Estado.

Esto es seguir lo que es justo.

Yo voy a besar su mano.

(Vase.)

Elena ¿Qué es esto?

Otavia Que algún villano

quiere intentar tu disgusto,

pensando en esta ocasión

descomponer tu quietud.

Elena Creo lo de la virtud

y de la lealtad de Otón;

mas cuanto mi casamiento

se va dilatando, Otavia,

tanto el vulgo necio agravia

su honor y mi pensamiento.

Muriendo el duque me dijo

que por padre me dejaba

a Otón.

Otavia ¡Bien seguro estaba

de la ambición de su hijo!

Pero suspende, señora,

la plática.

Elena ¿Viene?

(Salen Otón y Pinabelo, su hijo. Los dos hablan aparte.)

Otavia Sí.

Otón Otavia sola está aquí.

Pinabelo Bien puedes hablarla agora.

Otón Las nuevas te vengo a dar

de que el rey viene y se acerca.

Elena ¿Qué dicen de verle cerca?

Otón Que tú le has hecho llamar.

Elena No te pregunto si yo

le he llamado, pues si él viene

alguna licencia tiene,

y quien pudo se la dio.

Lo que se dice pregunto

de venir el rey aquí.

Otón Que viene a casarse.

Elena ¿Ansí?

Otón Y yo lo sé en este punto,

de que formo justo agravio,

pues sin Otón no es razón

que te hayas casado.

Elena Otón,

tú eres hombre viejo y sabio:

ya conoces las mujeres.

Con serlo, es opinión mía

que la más cuerda en un día

tiene diez mil pareceres.

A mí, con esta disculpa

no tienes de qué culparme.

Otón Debo, Señora, quejarme,

si ya el quejarme no es culpa,

del agravio que me has hecho.

Elena No estoy yo casada, Otón,

sino puesta en la ocasión.

Otón Agora me has satisfecho.

No diré yo que has negado.

Elena ¿Qué sacas de esta razón?

Otón Que mujer y en la ocasión,

haz cuenta que te has casado.

¡Y cuán mejor te estuviera

casarte en tu tierra!

Elena ¿Aquí?

Pues, ¿quién se igualara a mí

ni a decirlo se atreviera?

Otón ¿Quién? Yo, que tu sangre soy.

Elena Es de muy lejos.

Otón No es,

y más si el espejo ves

en que imitándome estoy.

¿No pudiera Pinabelo,

mi hijo, ser tu marido?

¿No es, como el rey, bien nacido

y en quien deposita el cielo

las virtudes que se ven?

¿No era mejor que un extraño

que, por interés y engaño,

te escribe y te quiere bien?

¿No era mejor que tuvieras

un esclavo, y no marido?

Elena Calla, Otón, que vas perdido;

ni pienso que hablas de veras.

El dueño que he de tener

no ha de ser menos que yo,

que nunca se sujetó

a su inferior la mujer.

No quiero esclavo rendido,

como a tu hijo has pintado,

sino a quien pueda mi estado

llamar señor; yo, marido.

Si bien se ha de gobernar

la mujer ha de tener,

no quien sepa obedecer,

sino quien sepa mandar.

Si con dueños de valor

somos terribles, quien tiene

dueño que a mandarle viene

¿cómo guardará su honor?

La cabeza es el marido;

subir a lugar tan alto

los pies era dar un salto

muy loco y desvanecido.

Mi cabeza más grandeza

requiere, y pies no me des,

porque nunca de los pies

se hizo buena cabeza.

(Vanse Elena y Otavia.)

Otón ¿Qué te parece?

Pinabelo Que ha sido

justo que así te haya hablado,

que este desprecio ha causado

la sombra de su marido.

En virtud de que ya viene

porque tú te descuidaste

a la humildad que mostraste

este atrevimiento tiene.

¿Acuerdas cuando casada

con el rey de Frisia está

y que por la posta ya

anticipa su embajada,

y te admiras que se atreva

al respeto de tus canas?

Otón De mis esperanzas vanas

no quise intentar la prueba.

Tarde hablé ya; mejor fuera,

Pinabelo, haber callado.

Un pecho determinado

¿qué respetos considera?

Envidias nuestras han sido

las que han tratado en sujeto

que tenga tan breve efeto

el dar a Elena marido.

Pero venga en tan mal punto

como yo se lo deseo,

que de mi venganza creo

que todo le viene junto.

O me ha de costar la vida

o no han de vivir en paz.

Pinabelo No hay cosa más pertinaz

que una esperanza perdida.

¿De qué sirve que sustentes

lo que no puede durar?

Otón Los dos se podrán casar...

Pinabelo Pues, ¿qué te queda que intentes?

Otón Eso déjamelo a mí,

que si un año se gozaren,

ni a la sucesión llegaren

que pensé tener de ti,

yo quedaré sin honor

y sin vida quedaré.

(Vase.)

Pinabelo Y yo, entre tanto, ¿qué haré,

lleno de envidia y de amor?

Que aunque mi padre prometa

la venganza que procura,

¿qué importa a mi desventura

si la duquesa le aceta?

Que llegue la ejecución

es lo que debo sentir,

que no he menester vivir

si toma el rey posesión.

El estorbar que se casen

es lo que me causa pena;

que, una vez robada Elena,

mas que mil Troyas se abrasen.

(Salen el rey de Frisia y Aurelio, Roselo y Enrico, caballeros galanes, de plumas y bandas, botas y espuelas.)

Rey ¡Bravas postas!

Aurelio No has corrido

mejores caballos.

Rey Creo

que he venido en mi deseo,

con tanta furia he venido.

Aquí es forzoso parar,

aunque mi deseo no,

porque adelante pasó

luego que me vio llegar.

Roselo No porque faltan caballos

paramos en esta aldea,

mas porque más dulce sea

tu presencia a tus vasallos.

Que es bien que sepan que vienes,

porque el esperar el bien

suele aumentarle también.

Rey Ni amor ni cuidado tienes,

¡pesi a tal!, Roselo amigo:

¿qué rienda, aunque sea de honor,

cuando va corriendo Amor

tendrá su furia?

Roselo No digo

que dilates la jornada;

pero que sepan que llegas.

No digan, señor, que ruegas.

Rey Amor no repara en nada.

A Elena vi, disfrazado,

con aquel luto que hacía

sombra al más hermoso día,

eclipse al Sol más dorado.

Si la muerte da tal fruto