Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
La primera edición de la comedia El caballero sin nombre de Antonio Mira de Amescua fue en 1640, y la fecha aproximada de su composición se sitúa entre los años 1605 y 1616. Se cree que los antecedentes de su trama residen en la leyenda de la familia Cabezas, cuyo fundador se hacía llamar «el caballero sin nombre». La comedia ofrece una importante dinámica escenográfica, creando espacios diversos sin necesidad de tramoyas complejas. En El caballero sin nombre se suceden cuadros escenográficos que no solo alteran los personajes sino también la luz, el espacio y el ritmo a lo largo de sus tres actos.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 95
Veröffentlichungsjahr: 2010
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Antonio Mira de Amescua
El caballero sin nombreEdición de Vern Williamson
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Título original: El caballero sin nombre.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN tapa dura: 978-84-9953-519-7.
ISBN rústica: 978-84-9816-079-6.
ISBN ebook: 978-84-9897-556-7.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 43
Jornada tercera 87
Libros a la carta 137
Antonio Mira de Amescua (Guadix, Granada, c. 1574-1644). España.
De familia noble, estudió teología en Guadix y Granada, mezclando su sacerdocio con su dedicación a la literatura. Estuvo en Nápoles al servicio del conde de Lemos y luego vivió en Madrid, donde participó en justas poéticas y fiestas cortesanas.
Don Gonzalo Altamirano
Don Sancho Altamirano, su hermano
Don Ramiro Altamirano, su padre
El Rey, don Alfonso VI
Don Diego Ordóñez de Lara
Ricote, Lacayo
Ricardo, viejo
Hazén Jarife Baabdalí, Rey de Mérida y Badajoz
Suleiman, infante moro
Fatimán, infante moro
Benzoraique, infante moro
Capitán de la guarda
Sando, cazador
Mendo, cazador
Un soldado, Orellana
Doña Blanca, Infanta
Una Mujer, viuda
Un Paje
Un Moro
Dos guardas
(Salen don Gonzalo y don Sancho, riñendo sin echar mano.)
Sancho ¿No soy tu hermano mayor,
villano?
Gonzalo Ni soy villano,
don Sancho, ni soy menor
sino solo en ser tu hermano,
pues es mi razón mayor.
Sola la honra es nuestra madre
y tú quieres que te cuadre
el ser caballero honrado.
El valor nos ha engendrado.
El valor es nuestro padre.
Y así preferirme quiero
que cuanto el valor a ti;
pues, aunque eres caballero,
de la honra y valor nací
con ser el valor primero.
Dos veces hemos nacido.
Dos madres nos han parido:
doña Elvira es la primera
y la honra es la postrera.
Ilustres las dos han sido.
Mas, desengañarte quiero;
que si naciste en el mundo
fue, aunque noble y caballero,
de la segunda el segundo,
de la primera el primero.
Y así trátame mejor,
don Sancho, que si menor
de la primer madre fui,
de la segunda nací
primero. Soy el mayor.
Sancho Rapaz, hablador sin rienda,
¿luego estoy por ser primero
sin honra, valor ni prenda?
Gonzalo No, pero fuiste el postrero
aunque primero en hacienda;
que no porque me ganaste
la mano en nacer llevaste
el valor con que me quedo,
que yo, Sancho, la honra heredo
si tú la hacienda heredaste.
Nuestro padre es noble y rico
y de su hacienda y valor
dos mayorazgos publico:
de la honra es el mayor,
y de la hacienda el más chico.
De éstos el uno heredas,
concediéndote que puedas
escoger por ser mayor.
Luego yo heredo el valor
pues con la hacienda te quedas.
Sancho Di, bachiller atrevido,
antes que tú, ¿no he salido?
¿No has de comer por mi mano?
Gonzalo Trátame como a tu hermano.
Sancho No lo eres, desconocido.
Gonzalo ¡Vive Dios, si me provocas!
¡Si hablas, don Sancho, en mi mengua!
Mas esas palabras locas
haré arrancando tu lengua...
¡Te abra esta espada mil bocas!
Sancho Espera, hablador grosero.
Castigaráte mi acero.
Gonzalo Si no te mata mi mano.
Sancho No me tengo por tu hermano.
Gonzalo Ni lo estimo ni lo quiero.
(Sale don Ramiro, padre de los dos.)
Ramiro ¿Qué es esto? ¿Qué enojo vano
incita vuestro furor,
don Gonzalo, con tu hermano?
¿Contra tu hermano mayor?
Gonzalo ¿He de sufrir que villano
me llame? ¡No! Que me fundo
aunque la hacienda perdí
por salir postrero al mundo,
que de tu valor nací
tan honrado aunque segundo.
Y no es justo que mi hermano,
que por cualquier ocasión,
[de su nacimiento ufano]
con razón y sin razón,
me llame infame y villano.
Sancho ¿Qué te parece el humillo
del rapaz?
Gonzalo Trátame bien
—que ya no puedo sufrillo—
si no quieres que te den
hoy sepultura en Trujillo.
Ramiro Loco, ¿a tu hermano mayor...?
¿No basta que estoy yo aquí?
Gonzalo Pues, porque yo sea menor,
¿soy de menos valor?
Ramiro Sí,
en todo sois inferior.
Al mayorazgo, ¿no es llano
que cualquier menor hermano
tiene de estarle sujeto
y tratarle con respeto?
Gonzalo ¡No, padre, no! ¡Qué eso es vano!
Lo que al hermano heredero
obedecer solo es
no porque nació primero
sino por el interés
de su hacienda y su dinero.
Y como no estimo aqueso,
por más rico le confieso
no por más noble o mejor
porque estimo mi valor
más que el tesoro de Creso.
La sangre que honra a mi hermano,
ésa propia me honra a mí.
El valor que gana, gano.
Tan noble como él nací.
Como él soy Altamirano.
Como Altamirano [tiro]
al valor por quien suspiro;
que es lo que ennoblece a un hombre.
Altamirano es mi nombre
y, por aquesto, alto miro.
Y así el valor me destierra
donde con hartas ventajas
le ganaré por la guerra
[contra los moros alhajas
si ya de aquí me destierra].
Ramiro Vete, atrevido villano,
a la guerra. ¿Adónde vas,
pues, alto? ¡Qué altivo [y] vano!
¡Qué de tu altivez caerás
aunque eres Altamirano!
En la guerra ese furor,
mezclándole con valor,
honroso te será allí
y no despreciando aquí
tu propio hermano mayor.
Vete de mi casa, inquieto,
[vete a conquistar los moros]
pues no quiés vivir sujeto;
que el que hereda mis tesoros
ha de guardarme respeto.
Don Sancho es de mi valor,
de mi hacienda el sucesor;
y, pues, me ha de suceder,
le tienes de obedecer
como a tu hermano mayor.
O te vede la [encomienda],
o con debida humildad
pon en tu soberbia enmienda;
porque a quien dejo mi hacienda
le dejo mi libertad.
Gonzalo Honra, padre, tu heredero;
que por no ver mi deshonra,
partirme a la guerra quiero
donde pienso ganar honra
por mi brazo y por mi acero.
Que aunque dejes tu [riqueza]
a don Sancho que es cabeza
de tu linaje y estado,
yo voy muy bien heredado,
pues heredo tu nobleza.
Ésta es hacienda estimada
y la que en mis armas pinto,
pues como tanto me agrada
me mejora en tercio y quinto
con darme solo esta espada.
Que aunque es yerro en los combates,
cuanto tú, don Sancho, trates
de tu hacienda y tu regalo,
la volverá don Gonzalo
oro de dos mil quilates.
Goza de tu hacienda y tierra
y adiós, riguroso padre,
cuyo enojo me destierra;
que, pues la honra es mi madre,
mi herencia ha de ser la guerra.
Ramiro Hágate el cielo piadoso
en las armas venturoso,
en las hazañas un Sol,
en la lealtad español,
en las victorias famoso,
y de suerte te aventaje
de la honra al dulce vuelo,
que el moro a tus pies abaje,
y con apellido nuevo
fundes un nuevo linaje;
que si mi enojo importuno
te destierra, sabe Dios
que no es por odio ninguno,
pero riñendo los dos
tengo de perder el uno.
(Vase.) Así, pues, ninguno os doma.
Éste por remedio toma
mi amor, Sancho, porque temo
que seréis Rómulo y Remo
aunque no es mi hacienda Roma.
Sancho Pierda el amor a la tierra,
señor; que sus desvaríos
le darán seso si yerra;
que otros más soberbios bríos
sabe dominar la guerra.
Allí le harán humillarse.
Ramiro En Burgos han de juntarse
los que ricoshombres son
de Castilla y de León
donde parte a coronarse
Alfonso el rey, sexto [agora],
por ser él el sucesor
de don Sancho, al que en Zamora
mató Vellido traidor,
y por quien Castilla [llora].
Tu hermano va allá, sin duda.
Bien es que cual padre acuda
a sus cosas, y así quiero
proveerle de dinero.
Ven, don Sancho, la ira muda
en fraterno amor.
Sancho Tu gusto
es el mío.
Ramiro Ya has tardado
en consolar mi disgusto.
Ricote, aquese criado
que se parta a Burgos gusto
para que busque a tu hermano;
que, pues va a ser cortesano,
y a ver este riguroso,
quiero vaya como hijo
y al fin como Altamirano.
¿Qué te parece?
Sancho Muy bien.
No le fea yo presente,
y cuanto tengo le den.
Ramiro Ricote, pues, diligente
le buscará. Sancho, ven.
(Vanse y gritan dentro como que andan cazando doña Blanca, Sando y Mendo, cazadores.)
Sando Ataja, Mendo, el jabalí cerdoso
primero que le esconda el bosque espeso.
Mendo La red ha roto y huye presuroso
hacia ti, Sando. ¡Va, suelta el sabueso!
Blanca Tira el venablo, Sando valeroso.
Mendo Espada tienes, rompe espalda y hueso;
que si hacia mí su suerte le encamina,
el pecho le abrirá mi jabalina.
Hermosa doña Blanca, hacia ti parte.
Blanca Morirá si mi brazo no le yerra.
Sando ¡Oh, bella esposa del famoso Marte,
cosióle su venablo con la tierra.
(Salen todos tres, doña Blanca con vaquero y daga en la cinta, y Sando y Mendo, cazadores.)
Blanca Pásale el corazón de parte a parte.
Mendo Deja estos cerros; parte a la sierra,
casta Diana, Palas española,
pues para el moro vil tú bastas sola.
Blanca A mi padre Ricardo le presenta,
pues por matarle yo, le daré gusto;
que mientras su calor la siesta asienta,
herida con la luz de Sol augusto,
en esta sombra dormiré contenta
al son de aquesta fuente.
Sando Todo es justo
cuanto pide tu boca soberana.
Selva, guarda el sueño a vuestra Diana.
(Vanse los dos y queda doña Blanca.)
Blanca ¡Oh, santa soledad, esposa activa
del gusto, del descanso y del sosiego,
a ti las llaves de mi pecho entrego
porque [co]n libertad [en] tu corte viva!
Hanme dicho que Amor tus gustos priva,
que acierta a ceñir las armas, aunque ciego,
que tira flechas de amoroso fuego,
y que a quien más resiste, más cautiva.
Mientras tuviere ser, tú eres mi dueño.
Sirva al Amor quien ama en hora buena;
que no he de desobedecer a quien desdeño.
Con libertad en esta selva amena
libre del fiero Amor gozaré el sueño;
porque el amante, aun cuando duerme, pena.
(Échase. Salen don Gonzalo, de camino, y Ricote, criado.)
Ricote Al fin, señor, he venido
en tu seguimiento al trote.
Gonzalo Agora, amigo Ricote,
tu lealtad he conocido.
Como enojado dejé
a mi padre y a mi gente
y me partí de repente,
de llamarte me olvidé.
Y aunque, cual ves, me partí
solo y desapercibido,
ninguna cosa he sentido
sino caminar sin ti.
Ricote Vivas mil años, señor,
por merced tan señalada;
que a fe que no vales nada
sin mis enredos y humor,
y que me estimes el gusto,
pues cuando estás estrecho,
mis trazas te dan provecho
y mis disparates gusto.
Juntos nos hemos criado
desde niños, y me empeño
y te reconozco dueño,
pues tu pan me ha sustentado.
No ha de haber quien nos divida
sino la muerte, señor,
porque el verdadero amor
es un juro de por vida.
En fin, con abrazos ciegos
tu regalo me encargó
y al despedirme me dio
una alforja de consejos:
que delante la honra lleves,
que acrecientes tu valor,
y aunque gruña el acreedor
que siempre seas el que debes.
Y eso a mi cargo lo deja,
que no ha de quedar ropero,
mercader, sastre o platero
que no tenga de ti queja.
Gonzalo Ya en tus disparates das.
Ricote Haré trampas de mil modos,
y cuando debas a todos,
serás el que deberás.