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El hombre de mayor fama es una comedia de corte mitológico del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. Con las figuras mitológicas Hércules y Jasón como protagonistas, se articula en torno a los sucesos acaecidos tras el fin de la Guerra de Troya.
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Seitenzahl: 72
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Antonio Mira de Amescua
Edición de Manuel Fernández Labrada
Saga
El hombre de mayor fama
Copyright © 2001, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726661132
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Hablan en ella las personas siguientes:
Hércules
Licas
Jasón
Neso, centauro
Crisanto, pastor
[Yole], infanta
Augonio, pastor
Una criada
Un mayoral
Yolao
Laurente, pastor
Filotetas
Dos salteadores
La Diosa Juno
Caco, ladrón
[Euristeo]
El Rey de Italia [Eurito]
[Viejo Guardadamas]
Aquiloro [Aquileo]
[Sacerdote]
Diamira
[Júpiter]
Anteo
[Marte]
Enoc
[Músicos, Criados]
Tocan cajas, y sale Hércules sangriento, con una maza de hierro o palo grande
Hércules
¡Arriba Grecia!, que el incendio sube.
Arda el alcázar santo
que el cielo reverencia y soleniza,
que dél, si lo defiende, no me espanto.
5 Suba arriba la nube
del humo negro, y quede la ceniza
por muestras de que Grecia se eterniza.
Los dardos, flechas, lanzas y alabardas,
piedras, dardos, bastones,
10 los trabucos, las hachas y bestiones,
mazas, picas, cuchillas y bombardas,
con puntas, guarniciones y con filos,
de lágrimas y sangre hagan dos Nilos
cortando a los troyanos
15 cabezas, cuellos, piernas, brazos, manos.
Con el áspero tronco, grueso y fuerte,
haré en la puerta guarda,
porque ninguno del alcázar regio
salirse quiera sin que en llamas arda.
20 En mí tendréis escudo,
que diera guerra al cielo y su colegio
si no fuera el hacerlo sacrilegio.
Los fosos, muros, torres, puertas, cavas,
pertrechos, puentes, setos,
25 con escudos, con cotas, planchas, petos,
adarves, bombas, máquinas y dagas
librarlos no podrán, ni hacer seguros
cimientos, cuevas, casas, templos, muros,
que yo pienso hacer trozos
30 mujeres, hombres, niños, viejos, mozos.
Hércules soy, a cuyo solo nombre
respeta la fortuna,
dándome el cielo premios y coronas.
Yo vencí las culebras en la cuna,
35 porque soy medio dios y medio hombre.
Soy quien solo venció las amazonas.
Tiemblan de mí los cielos, las personas,
el infierno, la tierra en sus asientos,
los dioses inmortales,
40 los hombres, plantas, peces y animales,
muerte, tiempo, planetas, elementos.
Los nombres son vitorias de las lides:
nuevo Júpiter, Hércules, Alcides,
amparo y sol del mundo,
45 furia de Marte, Marte sin segundo.
Sale Jasón, y soldados con armas
Jasón Cese el rumor, la muerte, el arma, el fuego,
pues Troya por el suelo humilde queda,
y todo nuestro campo en su sosiego.
Hércules
Mil vitorias el cielo te conceda,
50 Jasón invicto, sin que la fortuna
revuelva contra ti su veloz rueda.
Jasón Tú pisas con tus pies el sol, la luna,
los planetas, los cielos, las estrellas,
porque es donde tú estás su luz ninguna,
55 prestada de tu sol la toman ellas,
y a todas partes tú la luz envías
cuando a las armas sacas las centellas.
Por ti miramos las cenizas suyas,
de Troya la soberbia, cuya furia
60 al agua, al fuego dio las naves mías,
y Júpiter por ti, en su sacra curia,
se espanta de mirar los rojos charcos
que has hecho por vengarme desta injuria.
Abatiste los muros, templos y arcos,
65 hiciste de la sangre un mar Bósforo,
que para andar en Troya faltan barcos.
Por ti aquel bello vellocino de oro
saqué del encantado templo y suelo,
sujetando el dragón, la sierpe, el toro.
Hércules
70 Humilla un poco tan soberbio vuelo,
que son alas de amor, no las derrita,
por ser como de cera, el sacro cielo.
Mira que a vuelta de la triste grita,
el que su casa tuvo de alabastro,
75 el triste reino del espanto habita.
Ya que, como era el rey por sólo el rastro,
no le valió la espada, armas, escudo,
que su cuerpo divide aquella ofensa,
el alma de dolor tener no pudo.
80 Jasón Si la ofensa del Rey ha sido inmensa,
de mi venganza siempre fui seguro,
por ver aquese brazo en mi defensa.
Hércules
Los nuevos hechos que acabar procuro,
la gloria de mi nombre y mi persona,
85 el tiempo, la razón, el bien futuro,
mis reinos, mis estados, mi corona,
con ansias, gritos, voces, llantos llaman.
Conviéneme partir, Jasón, perdona.
Tanto mis ojos a tus gentes aman
90 que por no parecerme son mortales:
¡mil lágrimas no vierten y derraman!
Jasón Son tus palabras y tus hechos tales
que del mover, Alcides, de tu ausencia,
los cielos y la tierra harán señales;
95 mi corazón altera y reverencia.
Pues gustas de partirte, ve en buen hora,
que yo por importarte habré paciencia.
Toda mi gente tu partida llora,
y muestran su dolor las roncas cajas,
100 que ya como inmortal ellas te adoran.
El hombre más humilde por ti sube
cuando contrarias partes hiendes, rajas.
Hércules
¡Adiós, el más amigo que yo tuve! Vase.
Jasón ¡Adiós, el más invicto de la tierra!,
105 sol para mí cubierto de una nube,
pues ya, soldados, se acabó la guerra.
El muerto Rey está en la tierra dura,
cuya alma el dios P lutón tiene y encierra.
Al cuerpo se le de su sepultura,
110 y al campo se recojan los despojos
que el tiempo nos ha dado y la ventura.
Esta tierra que miran vuestros ojos,
abrasada, deshecha, despoblada,
en pago de mi agravio, mis enojos,
115 ahora le dejaréis; y la jornada
se empiece con el fin de la vitoria,
que por valor de Alcides fue ganada.
A él se le debe dar toda gloria:
¡haced que todo el campo se aperciba!
Todos
¡Viva Jasón!
120 Jasón ¡Callad!, que es vanagloria.
No viva, no, Jasón, ¡Hércules viva!
Vanse, y salen Crisanto y Augonio, pastores
Crisanto
Con el ganado que mata,
de una mata en otra mata,
va a esas sierras, cuyas puntas
125 al cielo parecen juntas,
con sus corrientes de plata.
De aquí desta cueva sale,
y a sus cuevas se recoge
sin que una huella señale,
130 pero la oveja que corre
prometo que más no bale.
Es dél la mano de un lobo,
todo el campo atemoriza,
con uno y otro corcovo
135 el pelo y carnes eriza
cuando lleva asido el robo.
Vile una vez en la sierra,
y no poco miedo truje
del valor que en él se encierra,
140 si sus fieros dientes cruje
y escarba la dura tierra.
Augonio
Espanta a cualquier persona
estas nuevas, según son;
pero, Crisanto, perdona,
145 pues me las das de un león,
dámelas de mi leona.
Amigo Crisanto, di
si después que a Tebas fui
el pensamiento ha mudado,
150 y si algún pastor ha dado
las prendas que yo le di.
Traigo temor, y no chico,
que, mi esperanza no seque,
aqueste pobre pellico
155 mi bella Fenisa trueque
por otro que sea más rico.
Crisanto Tu Fenisa hermosa y bella
ya se mudó.
Augonio Su querella
me cuenta y cómo eso pasa.
Crisanto
160 Mudóse ayer a otra casa,
porque estaba vieja aquélla,
mas no ha mudado el amor.
Augonio
En las nuevas que me das,
y en tu burla y mi temor,
165 aunque la gloria sea más,
no me quitará el dolor.
Como es aneja al olvido
la ausencia del que ha querido
antes que su amor se emplee,
170 cualquiera mudanza cree
el hombre que ausente ha sido.
Crisanto Tus vanas sospechas deja,
que tu Fenisa te adora,
tu memoria la aconseja,
175 tu ausencia y partida llora,
de tu tardanza se queja.
Mata tu celosa fragua,
que ella sus ojos desagua
cuando a su memoria sube,
180 pues no hay en el aire nube
que vierta en abril más agua.
Tan hermosa, tan compuesta,
que si llora o si suspira,
es con gracia tan honesta
185 que sólo a la tierra mira
como doncella de Vesta.
Augonio
Tan alegres nuevas das
que ser Itemo quisiera
por no olvidarla jamás;
190 y si quererla pudiera,
por ti la quisiera más.
Porque suele dar dolor,
y estar ausente es dolencia,
pero no hay gloria mayor
195 que verse tras una ausencia
los que se tienen amor.
Sale el Mayoral en hábito de labrador
Mayoral
¡Qué bien mi cólera aplacas!,
¡qué bien guardas lo que cuido!,
pues por sólo tu descuido
200 faltan, Crisanto, tres vacas.
Con aquesta perdición
perdido y pobre me dejas,
pues no las llevó el león,
que si roba son ovejas,
205 y tantas vacas no son.
Crisanto
De que falten no me espanto,
sino que siempre a Crisanto
toda la culpa le dan.
Augonio