El negro del mejor amo - Antonio Mira de Amescua - E-Book

El negro del mejor amo E-Book

Antonio Mira de Amescua

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Beschreibung

El negro del mejor amo es una comedia teatral del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. En la línea de otras obras similares como Otelo, aborda el tema del hombre de raza negra que sirve en los ejércitos occidentales y llega a alcanzar tanto su libertad como un estatus parejo al hombre blanco, cosa nada habitual en la época.

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Seitenzahl: 90

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Antonio Mira de Amescua

El negro del mejor amo

 

Saga

El negro del mejor amo

 

Copyright © 2010, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726661101

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont – a part of Egmont, www.egmont.com

EL NEGRO DEL MEJOR AMO COMEDIA FAMOSA DEL DOCTOR MIRA DE MESCUA

Hablan en ella las personas siguientes:

rosambuco, turco don pedro portocarrero mortero, gracioso vilhán , gracioso laura, dama estrella, dama el conde césar catalina, criada negra un guardián celio, vejete san francisco de asís una estatua de benedicto esforcia un niño dos criados un alcaide de la cárcel dos cosarios turcos

JORNADA PRIMERA

Salen el Guardián y don Pedro

guardián

Famoso Portocarrero,

supuesto que en esta casa

(que, siendo de San Francisco,

« Jesús del Monte» se llama),

5 adonde estáis retraído,

os damos de buena gana

seguridad a la vida,

¿no fuera cosa acertada

que nos diéramos, en ella,

10 también la quietud del alma?

Vos tenéis enemistad,

según la razón humana

justa, con el conde César

porque, violenta su espada,

15 le dio muerte a vuestro hermano,

riñendo. Fue la desgracia

de vuestro hermano; mas, una

de aquestas noches pasadas,

vos, a un primo y a un hermano

20 del conde, de una trabada

pendencia, disteis la muerte.

Bastante es para venganza;

la pasión temple el enojo;

obre la piedad cristiana.

 

Dentro Rosambuco y Mortero

rosambuco

25 ¿Por qué el bergante no va

a sacar dos cubos de agua?

mortero

Pues el perrazo moreno,

¿ qué hace que no los saca?

rosambuco

Pues ¡vive Alá, si me enfado...

mortero

30 ¿ Qué ha de hacer si se enfada?

pedro Los criados son, que riñen.

guardián

Esta es del demonio traza,

que nos quieren estorbar

la plática comenzada.

35 pedro Padre, para interrumpirla

mi cólera sólo basta.

El conde mató a mi hermano;

si él con la vida no paga,

no hay satisfacción ninguna.

40 Y no hablemos más palabra

si habemos de ser amigos,

porque está tan obstinada

mi pasión, que es mi contrario

el que de paces me trata.

guardián

45 Vuesasted, señor don Pedro,

temple el enojo y la saña;

mire que hay una candela

de luz tan desengañada

allá en el fin de la vida

50 que pone espanto el mirarla.

Alumbre su ceguedad

con esta funesta llama

y verá cómo se vuelven

en piedades las venganzas.

55 pedro Padre Guardián, vive Dios,

que es cosa desesperada,

que me ayude a bien morir

en juventud tan lozana.

Hasta que llegue la muerte

60 me faltan muchas jornadas,

y una de ellas es matar

a este conde, que me agravia.

 

Dentro Rosambuco

rosambuco

Limpia, pícaro, el cabello.

mortero

¡Oiga el galgo cómo manda!

rosambuco

65 Pues si esta estaca levanto...

mortero

¿ Qué ha de hacer con esa estaca?

rosambuco

¿ Qué? Romperle la cabeza.

mortero Dale

¡Ay!

rosambuco ¡Ponte una telaraña..!

pedro ¿Qué ruido es aquéste? ¡Hola!

¡Ah, Mortero!

Sale Mortero herido

70 mortero ¿ Qué me mandas?

pedro ¿Quién te ha puesto de esa suerte?

mortero

¡Esa morcilla quemada,

aquel esclavo de réquiem

que el demonio trajo a casa;

75 esa tumba racional;

ese cordobán con habla,

que se le ha teñido donde

zurra el diablo la badana..!

pedro Pues, ¿ sobre qué habéis reñido?

mortero

80 Porque el galgazo se ensancha

de ver que priva contigo

y le quieres y agasajas.

Porque al fin, en la ocasión,

sabe sacar una espada

85 y ser tu perro de ayuda

y, como él dice, se traga

hombres como caperuzas,

y del empeño te saca.

Y, con eso, está tan vano

90 que, sin comedirse a nada,

como testamento tuyo,

cuanto hay que hacer, me lo manda;

con lo cual, entre los dos,

la suerte está barajada,

95 pues trabajo como un negro

y él como blanco descansa.

pedro ¡Ah, Rosambuco!

Sale Rosambuco

rosambuco ¿ Señor?

pedro ¿De aqueste modo se tratan,

tan cerca de mi presencia,

100 los criados de mi casa?

¿Quién atrevimiento os dio

para desvergüenza tanta?

rosambuco

Pues, si no hubiera mirado

que es tu criado ese mandria,

105 ¿ya no le hubiera arrojado

por una de esas ventanas?

¿Piensa el pícaro gallina

que la comida se gana

con huir de la ocasión

110 y traer una embajada?

Pues que no es hombre de prendas,

trabaje, ¡pesa su alma!

mortero

Señor mío, aquéstas son

las que llaman « gratis datas» .

115 Vuesarced peca de crudo,

y a mí el miedo me salva.

Usted vive de su culpa,

y yo como de mi gracia.

pedro Pues, ¿no es razón que el trabajo

120 de conformidad se parta

entre los dos?

rosambuco Dices bien,

nunca mi respeto falta

a lo justo; y así yo,

en las acciones honradas

125 que piden hombres de pecho

o de vergüenza, en la cara,

sirvo con tanto valor

como la experiencia clara

os lo ha mostrado las veces

130 que os ha sacado mi espada

de mil honrosos peligros,

con opinión tan bizarra.

Pero en oficios humildes,

donde cualquier hombre basta,

135 ocúpese ese lacayo

que no sirve para nada;

porque yo, señor don Pedro,

vive Alá, que soy alhaja

digna de un emperador

140 y el tenerme en vuestra casa,

aunque esclavo, no ha de ser

para ninguna acción baja;

que habéis de tenerme en ella

como el que a un león regala

145 o un tigre, que sólo sirve

de engrandecerla y guardarla.

guardián

Discreto es el señor negro,

la comparación no es mala,

muestras da de bien nacido

150 en el talle y en el habla.

pedro Pues, decidme, ¿ quién sois vos?

rosambuco

Las ocasiones pasadas

juzgué yo que lo habían dicho;

pero pues ellas no hablan,

155 yo os lo diré claramente,

haced que todos se vayan.

pedro Vuestra caridad perdone

que ha días que traigo gana

de averiguar de este negro

160 muchas enigmas que guarda;

proseguiremos después

la plática comenzada.

guardián

Yo me voy, con condición,

de que cumpláis la palabra.

Vase

165 pedro Vete, Mortero, a curar.

mortero

Señor, si no nos igualas

aquí tengo de quedarme

a ser motilón. ¡Mal haya

quien no lo hiciere! Y adiós,

170 que no he de estar en tu casa

ni lidiar con ese perro,

cara de morcilla ahumada.

Vase

pedro Solos habemos quedado.

Háblame con confianza.

rosambuco

175 Señor, puesto que mis obras

tan mal quién soy os declaran,

escuchadlo de mis labios.

pedro Ya mi silencio lo aguarda.

rosambuco

Portocarrero ilustre:

180 para ejemplo de cuantos me envidiaron,

entre prodigios, al nacer, divinos,

de un adusto carbón, los abisinos

el cuerpo me formaron

(si ya el alma los cielos no criaron

185 de fuego tan sañudo

que, queriendo enlazar el vital ñudo,

blancos, puros y bellos,

los miembros abrasó al entrar en ellos).

Mi sangre esclarecida

190 en los primeros siglos fue temida,

tiñendo sus estrenas,

del rey primero, en las primeras venas,

que aquesta sombra oscura

que mi nobleza anochecer procura,

195 pálida, triste, ingrata,

el honor le desmiente; que dilata,

con puros arreboles,

de mis claras hazañas, muchos soles.

El día, pues, que fue mi nacimiento,

200 con curso natural o con violento,

entre muchos desmayos,

en un eclipse los ardientes rayos

de esa antorcha luciente

vieron al mediodía su occidente.

205 Quedó el cielo lastimado

de mirar eclipsado

entre un color tan ciego

del mayor corazón el mejor fuego.

Con este ardid astuto

210 quiso vestir su resplandor de luto

si no es que ya envidioso

le pareció lo negro más hermoso,

y por hacer mayor su bizarría,

quiso de mi color vestir el día.

215 En mis tiernas niñeces,

supliendo el alma de mi edad dos veces,

brioso avasallaba

el pueril escuadrón con quien jugaba,

con altiva impaciencia

220 de no hallar en ninguno resistencia,

teniendo a poca gloria

reinar por elección, no por victoria.

El valor y el discurso con los años

de la razón y el brío tan extraños,

225 tan rudos y tan broncos,

que a nacer mudos se volvieran troncos.

Y hallándose el discurso ya despierto

entre tantos peñascos tan desierto

mi valor determina

230 de buscar población de más doctrina

y, en una embarcación mal aprestada,

para Egipto enderezó mi jornada,

adonde a pocos días

fueron ilustres las hazañas mías.

235 Aquí, pues, ofendido

de ver entre esta sombra oscurecido

mi corazón valiente,

un gitano entre todos excelente

en el curioso, en el sutil desvelo

240 de investigarle su secreto al cielo,

entre las hojas bellas

de su libro inmortal de las estrellas,

con mudas profecías,

escrito halló el suceso de mis días.

245 Díjome: « Rosambuco, el cielo santo

en tu cuerpo un espíritu, un espanto,

fabricó milagroso,

que en tu muerte tendrás fin venturoso.

Entre varias naciones

250 han de causar asombro tus acciones,

y por tierras extrañas

el mar has de domar con tus hazañas;

y cuando más altivo

triunfar te mires, te hallarás cautivo.

255 Pero entre tanto, ten este consuelo

que ha de darte el rescate el mismo cielo.

Pero ante todas cosas te apercibo,

que con tu estrella nunca estés esquivo,

que será con misterio

260 de introducirte a nuevo cautiverio;

mas será de tal modo

que el monarca mayor del orbe todo

se nombrará tu dueño.

Tú, gustoso y feliz en el empeño

265 de agradarle y servirle,

con fe tan inviolable has de asistirle,

que sin tener mudanza,

dichoso has de gozar de su privanza,

y tanto se ha de honrar de tu persona,

270 que partirá contigo su corona;

y el que te cautivó con celo santo,

bañado en tierno llanto

de hallarse en tan extraña maravilla,

doblará a tu sepulcro la rodilla».

275 Yo, pues, que en este anuncio misterioso

no menos asombrado que animoso,

en cuatro naves solas

(hermosa pesadumbre de las olas)

por sendas de cristal, rumbos de plata,

280 generoso pirata,

con alientos lozanos,

embarquéme en los mares africanos.

Al tiempo, pues, que con esfuerzo tanto

del cielo asombro, de la tierra espanto,

285 con mi temor del orbe se embaraza,

se cumplió del gitano la amenaza,

pues apenas mis naves y tus naves

–del salado elemento aladas aves–

cara a cara se vieron,

290 fuerza a fuerza embistieron

cuando bizarro te embistió mi enojo,

de mi altiva ambición cierto despojo.

El riesgo en que estuviste,

medroso allí le viste,

295 y aquí no has de negarle valeroso,

pues que sólo venciste por dichoso;

puesto que un religioso franciscano,

tenía en la diestra mano

(al entrar yo en tu nave victorioso

300 me detuvo furioso)

de un hombre un bulto que, enclavado a un leño,