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El primer duque de Flandes es una comedia teatral de corte histórico del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. Se articula en torno a las intrigas palaciegas que se suceden a la hora de encontrar sucesor al emperador austro-húngaro, fallecido al inicio de la obra.
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Seitenzahl: 103
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Antonio Mira de Amescua
Edición de Miguel Martínez Aguilar
Saga
El primer conde de Flandes
Copyright © 2001, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726661071
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Personas:
Tocan al arma dentro y dicen tres soldados y Balduino
Soldado 1
¡Muerto está el Emperador!
Soldado 2
¡Caso extraño!
Soldado 3 ¡Hazaña loca!
Balduino
!Muera el cobarde traidor
que tal hizo! ¡Al arma toca!
Salen el Príncipe Ludovico y el Príncipe Rodulfo.
Príncipe Ludovico
5 Rompe el parche al atambor
el enemigo rëal.
Príncipe Rodulfo
¿ Toca al arma? Grande mal.
Con treguas arma, ¿ a qué fin?
Príncipe Ludovico
Acaso será motín
10 de la gente imperïal.
Los reyes salen.
Salen los reyes, Ludovico y Carlos*
Rey Carlos ¿ Qué es esto?
¿ Cómo el enemigo campo
toca al arma, habiendo treguas?
Abrid las puertas: salgamos;
15 resplandezca el sol hermoso
en los aceros grabados
y con los vivos reflejos
quite la vida al contrario.
Fórmense los escuadrones,
20 vayan delante caballos:
los franceses, peleadores,
los españoles, gallardos,
los turcos, fuertes, sufridos,
los ligeros africanos,
25 pues que de estas cuatro castas
veinte mil sustenta Carlos.
Sal, famoso Ludovico,
con tus alemanes blancos,
teñidos de fresca sangre
30 de los feroces normandos.
Los dos ejércitos juntos,
pues que el distrito es tan llano,
pueden salir en dos alas,
que al fin con ellas volamos:
35 el derecho cuerno toma,
yo el siniestro, que con ambos
de los ejércitos nuestros
formamos un toro bravo.
El reino de Lotaringia
40 nos conviene como a hermanos
de Lotario, el no vencido,
que habita el cielo sagrado.
No respetemos la sangre
de un sobrino temerario
45 que en la guerra que él nos hace
treguas rompe y quiere asalto.
Rey Ludovico
Carlos famoso, yo dudo
que el rumor que se ha escuchado
de batalla y armas sea,
50 porque fuera intento vano.
Si al Emperador da vida
la sangre que alimentamos
en nuestras venas, no puede
usar término villano.
55 Y aunque quiera, ¿ de qué sirve
tocar aprisa a rebato
sabiendo que no podemos
estar los dos descuidados?
Investiguemos el fin.
60 Con color de algún recado
vaya un trompeta que pueda
conocerlo y penetrarlo
o, gozando de las paces
que hasta mañana otorgamos,
65 con una embajada vaya
el capitán Belisario.
Tocan dentro
Príncipe Ludovico
Otra vez oigo el tambor
y parece destemplado.
Príncipe Rodulfo
Ya la caja suena ronca.
Rey Carlos
¡Oye atento!
70 Príncipe Ludovico Nuevo caso.
Tocan un tambor destemplado y traen por un pasadizo a Ludovico, muerto, y el mundo a los pies y una corona imperial en la cabeza y una cruz en la mano izquierda y un estoque en la derecha; delante, la ropa imperial colorada en una fuente, y una lanza*. Y, antes de llegar al tablado,** dice Arnaldo
Arnaldo
Famoso Rey de Alemania,
Rey de Francia celebrado,
temidos en todo el orbe
desde este polo hasta el Austro,
75 tú, Ludovico felice,
tú, poderoso Rey Carlos,
hijos del gran Ludovico
y nietos de Carlomagno,
segundo hermano y tercero
80 del Emperador Lotario
y dichosísimos tíos
de este cuerpo malogrado,
escuchadme si el dolor
no puede en vosotros tanto
85 que suspenda los oídos
al corazón lastimado.
Si por ser común la muerte
de todo el género humano
en la del mismo enemigo
90 la nuestra propia lloramos;
si en la muerte no hay venganza
porque el corazon hidalgo
se lastima y se apïada
viendo muerto a su contrario,
95 humedeced vuestros ojos
con un lastimoso llanto
que en el alba de esas canas
parezca aljófar sagrado.
Ya sabéis que en Lombardía
100 sucedió un portento extraño
que no supieron la causa
los astrólogos más sabios.
Viose un cometa encendido
en medio del aire vario
105 y llovió sangre tres días,
que a todo el mundo dio espanto.
Siempre de tales prodigios
se temen sucesos malos,
que los bienes de este mundo
110 nunca son pronosticados.
Hoy se cumple en el Imperio
este prodigioso caso,
que pronósticos de males
pocas veces salen falsos.
115 Ludovico, Emperador
que confirmó Nicolao,
piadoso como su abuelo,
(que el serlo le cuesta caro),
[recibió en su amor y gracia
120 un traidor, un rebelado,
cuyo nombre es Adarfiso:
¡denle los cielos mal pago!]
Perdonar al enemigo
es hecho de buen cristiano,
125 pero fiar dél la vida
es de loco temerario.
Confióse Ludovico
de este su enemigo tanto
que en una tienda dormían.
Rey Carlos
¡Necio rey!
130 Rey Ludovico ¡Amigo ingrato!
Arnaldo
Que recatado viviese
sus nobles le aconsejamos,
que quien no toma consejo
tarde llega al desengaño.
135 Esta desdichada noche,
él y algunos conjurados,
brutos del cristiano César,
en su cama lo mataron.
Sin dificultad huyeron,
140 porque eran con sus engaños
el gobierno de su gente
y el orden de su palacio.
Del doméstico ladrón
no hay tesoro bien guardado,
145 ni vida de rey segura
entre traidores vasallos.
Huyeron, mas ya los sigue
aquel flamenco soldado
que en los ejércitos nuestros
150 llaman Trueno y Fuerte Rayo:
el temido Baldüino.
siguió sus ligeros pasos,
el que en la batalla vuestra
ganó el estandarte blanco.
155 Reyes de Alemania y Francia,
este cadáver helado
es el noble Emperador:
Descubren al Emperador
recebille con aplauso.
Dadle sepulcro decente,
160 y entre plumas de alabastro,
sobre dos ricas columnas,
fabricad túmulos altos.
La máquina de Artemisa,
que el mundo llama milagro,
165 calle ya con el sepulcro
digno de este cuerpo santo.
Y pues sucesión le falta
y el Imperio queda vaco,
por que elijáis quién suceda
170 las seis insignias os traigo.
Rey Carlos
¡Ay, pérdida desdichada!
¡Ay, sobrino! ¡Ay, falsa mano,
que del árbol de la vida
su tierna flor has cortado!
175 ¡Ay, fortaleza perdida,
tierna edad, floridos años,
muerte injusta, parca fiera,
sombra triste, sueño largo!
¡No se detengan! ¿Qué aguardan?
180 Vaya un escuadrón marchando
contra el infame plebeyo.
César soy que estoy llorando
un católico Pompeyo
que guerra me estaba dando.
185 Sangre de este propio pecho,
rayo en el aire deshecho,
fruto cortado en agraz
que das con tu muerte paz
– lo que en la vida no has hecho–,
190 luz de los antiguos godos:
victoria de tu real
deseé por muchos modos,
no tu muerte, porque es mal
que Dios hizo para todos.
195 Por dar guerra a tu mayor
el Supremo Emperador
te dio muerte. Y asi siento,
si fue castigo, escarmiento,
y si desgracia, dolor.
200 No con tu muerte me gozo,
que son pensiones humanas
para el viejo y para el mozo:
unos las pagan en canas
y otros en el tierno bozo.
205 La muerte pálida tema
el que está en la edad extrema
y el que vive en la edad fuerte,
porque el fuego de la muerte
lo seco y lo verde quema.
Rey Ludovico
210 Ríos se pueden llamar
los hombres mozos y viejos,
unos llegan presto al mar
y otros, que nacen más lejos,
se tardan más en llegar.
215 Corre el agua, y de esa suerte
pasa el hombre, flaco y fuerte;
entra el agua en el mar frío,
y así el hombre, como es río,
entra en el mar de la muerte.
220 ¡Ah, sobrino malogrado,
árbol que en la primavera
la injusta muerte ha cortado,
quién de estos copos te diera
que la vejez ha nevado!
225 ¡Ah, Emperador singular,
mira si puedes tomar
la edad que sobra a tus tíos,
pues que somos mansos ríos
que a espacio vamos al mar.
230 Mas no estemos lastimados,
pues Tú, Supremo Dios, tienes
llenos tus cielos sagrados
de viejos matusalenes
y de abeles malogrados.
Arnaldo
235 Pues no deja sucesor,
antes que le despojemos
de las insignias, señor,
¿por qué todos no sabemos
quién es el emperador?
Rey Carlos
240 ¿Quién lo duda? Yo lo soy.
Rey Ludovico
Yo lo soy. ¿ Quién duda tal?
Rey Carlos
En igual grado le estoy.
Rey Ludovico
Yo le estoy en grado igual.
Rey Carlos
Yo lo he de ser.
Rey Ludovico Yo lo soy.
Rey Carlos
245 Rey de Alemania, bravo Ludovico,
Francia el derecho de este imperio tiene,
no por codicia para mí lo aplico,
que a un viejo como yo no le conviene.
El peso de este Imperio, santo y rico,
250 usurpado quedó en hombros de Irene;
la Iglesia universal, por despojarlos,
la máquina cargó en hombros de Carlos.
Viendo el Papa León la fe perdida
en los griegos monarcas del Oriente,
255 cual cabeza de Dios sustitüida
a este cuerpo, fiel místicamente,
pasar quiso la silla pretendida
a los reyes cristianos de Occidente.
Pasóla a Francia, y Carlomagno ha sido
260 el católico dueño que ha tenido.
Hecho, pues, Carlos un cristiano Atlante
del cielo del imperio, escudo fuerte
que ampara nuestra Iglesia militante,
quince años imperó, llegó su muerte;
265 el imperio francés pasó adelante:
nuestro padre le tuvo, y de esta suerte
Lotario le heredó. Luego ignorancia
es decir que el imperio no es de Francia.
Ludovico, mi padre, a quien el Pío
270 llamaron con razón, pues serlo supo,
los reinos repartió, y ha sido el mío
este reino francés que ahora ocupo.
Murió el Emperador, yo soy su tío,
y si en la división Francia me cupo,
275 siendo anejo el Imperio a aquesta tierra,
yo soy Emperador con paz o guerra.
Rey Ludovico
Si por ser Carlomagno, nuestro abuelo,
el primero señor que tuvo Roma
en la transmigración, hecha con celo,
280 del Papa, que la voz del Cielo toma,
tú, derecho pretendes, teme al Cielo
que el corazón soberbio inclina y doma.
Tu hermano soy mayor. La mayoría
desde Adán tiene fuerza, y esta es mía.
285 ¿Qué abárimo, cálibe o masageta,
qué tártaro cruel, qué troglodita,
a su hermano mayor no se sujeta
y los paternos títulos le quita?
Mi nombre, poderoso cual cometa,
290 espanto fue del bárbaro Afredita.
Rey de Alemania soy, tiemble la tierra,
que soy Emperador con paz o guerra.
Rey Carlos
Ludovico, la cólera reporta.
¿Guerra pretendes, y entre hermanos? ¿Cómo?
Deja el imperio en paz.
295 Rey Ludovico Cuando me importa,
contra mi propia sangre espada tomo.
[Rey Carlos
También la que yo ciño rompe y corta.]
Rey Ludovico
Desde la punta hasta el dorado pomo
suelo teñirla yo.
Rey Carlos ¡Arrogancia altiva!
«¡Viva Francia!» diré.
300 Rey Ludovico ¡Alemania viva!
Rey Carlos
Sepultemos al Príncipe difunto
y haya guerra después.
Rey Ludovico Mejor es luego,
que el ejército nuestro está ya junto.
Rey Carlos
Espanto soy del moro.
Rey Ludovico Yo, del griego.
Rey Carlos
Retrato soy de Carlos.
305 Rey Ludovico Yo, trasunto.
Rey Carlos
Daré a Alemania fin.
Rey Ludovico Yo a Francia, fuego.
Rey Carlos
¡Bárbaro dicho!
Rey Ludovico ¡Presunción altiva!
Rey Carlos
¡Viva, pues, Francia ya!
Rey Ludovico ¡Alemania viva!
Tocan al arma y pónense al lado de los Reyes la mitad de los unos y la mitad de los otros. Salen las infantas Matilde y Margarita y pónense de rodillas
Franceses
¡Viva Francia! [¡Viva Francia!]
Alemanes
310 Alemania, ¡viva! [¡viva!]
Margarita
¡Qué barbaridad altiva,
qué frenesí, qué arrogancia
y qué contraria opinión!
¿Qué estrella adversa os inclina
315 a enemistad, a rüina,
a muerte y a perdición?
¿No os dicta la ley de Dios
que imperar es vituperio
si ha de costar el imperio
320 una vida de las dos?
El reino y la monarquía
se han de dar sin resistencia,
porque es cualquiera violencia
principio de tiranía.
325 Los límites de la tierra
del príncipe más audaz
han de adquirirse con paz
y dilatarse con guerra;
más valiente es quien no mata,
330 y más su fama reserva
quien su reino en paz conserva
que el que en guerra le dilata.
Templad, pues, el corazón,
que es locura demasiada
335 el remitir a la espada
la causa de la razón,
y ha de ser hazaña impropia,
si las canas que peináis
en grana fina trocáis,
340 mojada de sangre propia.