El rico avariento, o la vida y muerte de san Lázaro - Antonio Mira de Amescua - E-Book

El rico avariento, o la vida y muerte de san Lázaro E-Book

Antonio Mira de Amescua

0,0

Beschreibung

En El rico avariento o la vida y muerte de san Lázaro Mira de Amescua se inspira en una parábola pronunciada por Cristo: Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico… Sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: "Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama". Pero Abraham le dijo: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros".

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 83

Veröffentlichungsjahr: 2010

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Antonio Mira de Amescua

El rico avariento, o la vida y muerte de san LázaroEdición de Vern Williamson

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: El rico avariento, o la vida y muerte de san Lázaro.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-201-9.

ISBN rústica: 978-84-9816-087-1.

ISBN ebook: 978-84-9897-562-8.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 53

Jornada tercera 95

Libros a la carta 129

Brevísima presentación

La vida

Antonio Mira de Amescua (Guadix, Granada, c. 1574-1644). España.

De familia noble, estudió teología en Guadix y Granada, mezclando su sacerdocio con su dedicación a la literatura. Estuvo en Nápoles al servicio del conde de Lemos y luego vivió en Madrid, donde participó en justas poéticas y fiestas cortesanas.

Personajes

Nabal, el rico

Lázaro, galán

Jordán, lacayo

Baltasar, criado

Padre de Abigaíl

José, primo de Abigaíl

Abigaíl, dama

Ana, criada,

Custodio, ángel

Demonio

Dos criados

Músicos

Jornada primera

(Salen Nabal y Jordán, lacayo.)

Nabal Deja que blasfemias diga.

Jordán No has de decir tal blasfemia.

Nabal Si Dios con trabajos premia,

¿qué dará cuando castiga?

Jordán Consolémonos los dos

que hambres pasamos iguales,

y en los bienes y en los males

gracias le demos a Dios.

Nabal ¡Que dé gracias me aconsejas

a Dios de ser pobre! ¡Bueno!

De rabia y de afrenta lleno

le daré voces y quejas.

El rico soberbio y vano

se las dé; que yo afligido

solamente he recibido

pesadumbres de su mano.

Gracias dé el favorecido;

que yo, que no soy dichoso,

si le doy gracias quejoso,

¿qué le daré agradecido?

En vano intentas, Jordán

importuno, aconsejarme;

que para desesperarme

tus consejos servirán.

Tales efectos se ven

de ardor que en mi pecho lidia;

muero rabiando de envidia

si miro el ajeno bien.

¡Qué en pesar tan riguroso

para aumentar mi desvelo

conmigo es avaro el cielo

y con los demás piadoso!

Pues su mano —¡pena rara!—

para hacer mayor mi mal

es con todos liberal,

y solo conmigo avara.

Todo me falta, ¡ay de mí!

Ninguna hacienda poseo.

Pobre y mísero me veo.

Jordán Eso es peor para mí.

Que me admire, señor, deja,

de oírte este sentimiento.

¿En vez de agradecimiento,

del cielo previenes queja?

Tan pobre como tú estoy

pues sin esperanza alguna

sigo tu misma fortuna;

y al cielo gracias le doy.

Repara alabanzas tantas

que a su criador dan leales

sensitivos animales

y vegetativas plantas.

Todos en su estado viven

conformemente contentos,

porque en agradecimientos

retornan lo que reciben.

Y así es justo que me asombre

que en instinto natural

agradezca un animal

y llegue a ignorar un hombre.

Nabal Ya persuadirme no es bien

cuando estoy desesperado.

Yo solo soy desdichado;

todos dichosos se ven.

Nace una fuente, y apenas

brota la líquida plata

cuando arroyo se desata

entre doradas arenas,

y aunque en humildes raudales

antes corrió bullicioso,

río le forman undoso

los adquiridos cristales.

Y después que llega a estar

rico de inmensa corriente,

el que nació pobre fuente

muere caudaloso mar.

Nace en el verde botón

aprisionada la rosa

y después con pompa hermosa

es del prado ostentación.

En suave fragrancia crece,

y, de las perlas que llora,

liberal, la aurora

rico tesoro le ofrece.

Sale el Sol con brilladores

rayos de la blanca espuma

para dar belleza suma

a las plantas y a las flores;

pues con el claro arrebol

que pródigo se acredita,

cuánto la noche marchita,

tanto reverdece el Sol.

¿Y yo en pena rigurosa?

Tal pobreza me fastidia

que llego a tener envidia

del Sol, la fuente y la rosa.

Jordán Ten, señor, más confianza

aunque el hado te persigue,

porque todo lo consigue

la paciencia y la esperanza;

que aunque tu pena importuna

durar se ve de este modo,

el tiempo lo muda todo

y lo acaba la Fortuna.

No hagas extremos tales,

y estos trabajos que tienes

recíbelos tú por bienes

y dejarán de ser males.

Nabal Enigmas me estás diciendo.

Yo no entiendo esos amores,

que no quiero esos favores

del cielo. No los pretendo.

Soy hombre muy liberal:

a ningún mal quiero bien,

el bien admito por bien

y el mal recibo por mal.

¿Regalos de Dios se llaman

los males que desestiman,

las miserias que lastiman,

las desventuras que infaman?

Si Dios tiene tanta cuenta

con el pobre, ¿para qué,

adventurando su fe,

le da por vida una afrenta?

Jordán El que es bueno, ¿no está lleno

de bien?

Nabal Sí.

Jordán Luego la queja

ya es injusta, pues le deja

Dios poder para ser bueno.

Nabal Yo estoy de pobreza loco.

Solo conozco, y me fundo

en que yo soy en el mundo

quien debe al cielo más poco.

Jordán Tus discursos son ajenos

de hombre. Si eres desdichado,

yo que nací tu criado,

seré quien le debe menos.

No has hecho tanto por mí.

Mira cual somos los dos:

que tú no sufres a Dios,

y yo te he sufrido a ti.

Dale, pese a Bercebú,

gracias de que no eres yo;

que ya mi amor se las dio

de que no soy como tú.

Nabal Eres tú muy virtuoso.

Jordán Yo que a ser pobre he llegado,

estoy de mí lastimado

mas no del cielo quejoso.

Nabal Yo no diera sentimientos

al cielo en cosa ninguna

si con mi baja fortuna

midiera mis pensamientos.

Ya que pobre nací yo,

sin gusto y amor naciera

porque pobre me sufriera,

¡mas pobre y amante, no!

¿Qué concierto, qué armonía

harán, de apetitos llenos,

bienes que son tan ajenos

y desdicha que es tan mía?

Si a la hermosa Abigaíl

quiero ver, en mis enojos,

se oponen luego a mis ojos

nubes de pobreza vil.

Si en pasión tan ciega y loca

quiero pedir su belleza,

luego pone mi pobreza

lazos de miedo a mi boca.

Aquí del templo, a la puerta,

triste aguardo su hermosura

con una muerte segura

y una vida muy incierta.

Sentiré, de verme, enojos;

que en la mujer ¿qué rigor

tiene crédito mayor?

¡La ignorancia de los ojos!

¡Qué interesable y terrible!

Piensa con villano modo

que para los pobres todo

lo hizo Dios imposible.

Jordán ¿Cómo sabes que ha de ser

mujer tan noble y amable,

y tan bella, interesable?

Nabal ¡Ay, Jordán, como es mujer!

(Salen Lázaro muy galán y Baltasar, su criado.)

Lázaro ¡Qué honesta, qué virtuosa

es Abigaíl! Que fuera,

si honestidad no tuviera,

una culpa el ser hermosa.

Su belleza y su cordura

me agrada con igualdad,

que a faltar la honestidad

me ofendiera su hermosura.

Baltasar Tiene fama generosa

en todo Jerusalén.

Lázaro Es el vivir y obrar bien

más beldad que el ser hermosa.

Nabal Ya ha venido este enfadoso.

Éste puede a Dios muy bien

dar gracias. ¡Miren en quien

pone el cielo el ser dichoso!

¡Qué tanto a Lázaro sobre

y tanto me falte a mí!

Jordán ¿Lázaro se llama?

Nabal Sí.

Jordán ¡Lindo nombre para pobre!

Don Lázaro suena mal.

¿Y es muy rico?

Nabal Cosa es clara,

si es necio.

Jordán Yo le llamara

el Caballero Hospital.

El será muy virtuoso

pues tanto llega a tener.

Nabal ¿Quién dice que es menester

virtud para ser dichoso?

Antes sigue la desdicha

a la virtud, que si fuera

tal que méritos pidiera,

¡qué pocos tuvieron dicha!

(Sale Abigaíl con manto y Ana, su criada.)

Abigaíl ¡Hermosas damas!

Ana Entre ellas

en el templo has parecido

la hermosa.

Abigaíl Dirás que he sido

un Sol en tantas estrellas.

A lisonjas te acomodas.

Eso no me lisonjea.

No quiero tener de fea

que me lo parezcan todas.

Quien tiene mayor beldad

hable con menos mentira,

y quien sin envidia mira

juzga con mayor piedad.

Tuya la censura sea,

porque en juzgar de lo hermoso

es siempre el más riguroso

el tribunal de una fea.

Nada miro con desdén;

no hay en mí soberbia alguna.

Como no envidio a ninguna

todas me parecen bien.

Lázaro Si es tan bella una criatura

y merece tanto amor,

¿cuál será de su criador

la celestial hermosura?

Bien parece imagen suya

su divina cara hermosa.

¡Oh, mil veces tú dichosa!,

si es tan bella el alma tuya;

mas beldad tan peregrina

santa será. Es cosa llana.

Si es la caja más que humana

la joya será divina.

Nabal ¿No es hermosa Abigaíl?

¿Qué dices? ¡Por vida mía!

Jordán Digo que con ser judía

me ha parecido gentil.

¿Qué te suspendes?

Nabal Repara

en tan bella gentileza,

que el cielo armó de belleza

los peligros de su cara.

¡Qué tiernos, qué dulces brazos,

para amistades posibles!

¡Qué blandas y qué apacibles

las prisiones de sus lazos!

¡Qué presto ardiente y robusto

robara, a tener ventura,

el campo de su hermosura

con ejércitos de gusto!

Jordán Pías consideraciones

has hecho.

Nabal Todos me crean,

que solo mientras desean

son fuego los corazones.

(Acompáñala Lázaro.) Mira como la acompaña

y ella admite su locura;

que de la hacienda y ventura

aún la sombra solo engaña.

Abigaíl No habéis de pasar de aquí.

¡Por mi vida! No paséis

que para que vos me honréis

no hallo méritos en mí.

Lázaro No dejaros determino,

que voy respetando en vos

de las fábricas de Dios

un edificio divino.

Nabal Siempre seguirla procura.

Abigaíl Como noble sois cortés.

Nabal Mal haya tanto interés.

Lázaro Bien haya tanta hermosura.

(Vanse Abigaíl, Lázaro, Ana y Baltasar.)

Nabal ¡Cuánto la riqueza engaña!

¡Oh, qué de afrentas que paso!

¡Qué de mí no hicieron caso!

¡Soberbia y locura extraña!

¡Qué cosa más desvalida!

Y lo que pobre se vive

no sé yo quien lo recibe

para en cuenta de la vida.

¡Ah, mujeres codiciosas!

¡Ah, ricos locos y altivos!

¡Los más viles más esquivos,