El tercero de su dama - Antonio Mira de Amescua - E-Book

El tercero de su dama E-Book

Antonio Mira de Amescua

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Beschreibung

El tercero de su dama una comedia de capa y espada del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, se articula en torno a un malentendido amoroso que propiciará numerosas situaciones de enredo, siempre vistas desde el prisma de profunda moral católica del autor.

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Seitenzahl: 81

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Antonio Mira de Amescua

El tercero de su dama

 

Saga

El tercero de su dama

 

Copyright © 2012, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726661026

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

COMEDIA NUEVA FAMOSA DEL TERCERO DE SU DAMA [DEL DOCTOR MIRA DE AMESCUA]

Las personas que hablan en ella:

isabela , dama alejandro, galán domingo , lacayo alcina , dueña lisarda , dama don félix roselio , galán un padre de músicos arcelo dos músicos don carlos el teniente

JORNADA PRIMERA

Salen Isabela, dama, Alejandro, galán, Domingo, lacayo, de camino

 

isabela ¿Mi Alejandro de partida?

El alma me desconsuelas,

pasas con esas espuelas

la carrera de mi vida.

5 Es justo mi sentimiento,

es injusta la ocasión,

y, así, me sobra razón

si me falta sentimiento.

Veniste ayer de Granada

10 y hoy te vuelves a partir,

¿ qué puedo yo presumir

de esta ausencia no pensada?

Temo, Alejandro, y sospecho;

que imagino de esta gloria

15 alimentas tu memoria,

y otra alma habita en tu pecho.

Hoy haces nueva partida

solo por que muera yo,

ya que ayer no me acabó

20 el gusto de tu venida.

alejandro

Grande es tu amor.

isabela Sin segundo.

Y es grande de tal manera

que con las alas pudiera

hacer sombra a todo el mundo.

alejandro

25 ¡ Qué bien lo has encarecido!

Grandes hipérboles son.

isabela Pues mayor es la razón

que tengo de haber querido.

alejandro

Bien dices, porque el pagar

30 es amor y es hidalguía.

isabela Nada, señor, te debía

cuando yo te empecé a amar

y agora te debo menos;

mas ¿con méritos me obligas

a adorarte?

35 alejandro No lo digas,

por tus ojos.

isabela Y de agua llenos.

alejandro

Mi Isabela, esta partida,

tan necesaria y forzosa

cuanto triste y rigurosa,

40 no es flecha contra tu vida.

No me llevo otro cuidado

ni en el pecho que te adora

otro vive, porque agora

le tienes bien ocupado.

45 Vine a Sevilla a vender

cosas de poco valor;

no he tenido comprador

y, así, me es fuerza volver.

Deudas tengo y no hay quien cobre;

50 y, así, vuelvo, con paciencia,

a esperar mala sentencia,

que es esperanza de pobre.

domingo [Ap.]

Mi amo es ladrón fiel;

ella, amante rica y boba;

55 y, con aquesto, le roba

lo que le estafan a él.

isabela O juzgas que no hay valor

en mí o en las prendas mías,

o de mi fe desconfías,

60 o no me tienes amor.

Si sabe la voluntad

hacer manos generosas

y son comunes las cosas

donde reina la amistad,

65 con quien puedas comunica

tu pasión, o leve o grave,

que el bien sin lenguas se sabe,

que la envidia le publica.

No es amistad encubrir

70 lo que puedo remediar;

pienso que no sabe dar

el que no sabe pedir.

Ya has visto que un viejo tío

que vivió en el Potosí

75 oro guarda para ti,

que así llamo lo que es mío.

Ve, Alejandro, en hora buena,

que mil escudos te doy;

y, aunque yo la esclava soy,

80 lleva, por mí, esta cadena.

Yo soy tuya, pues te adoro;

tú eres mi dueño y señor,

que las prisiones de amor

se pasan con grillos de oro.

85 Perdona con amistad

mis faltas, que fueran sobras

si se añadieran mis obras

con mi inmensa voluntad.

Tras de esto, te doy la vida;

90 y, si yo Cleopatra fuera,

valor del mundo te diera

deshecho en una bebida.

alejandro

Caso raro y prodigioso

que haya sabido vencer

95 a Alejandro una mujer

con ánimo generoso.

Semíramis verdadera:

deja que bese la mano

a quien el siglo romano

100 estatua de bronce diera.

En tu presencia estoy mal,

si no estoy postrado así.

isabela Cuando a mí mesma me di

fui, señor, más liberal.

105 Levanta y espera un poco.

Vase

alejandro

Yo esperaré en hora buena,

que es tesoro esta cadena

de Midas –a ojo estoy loco–

si es que en ti el amor se prende.

110 El alma, alegre, te guarda

para el cuello de Lisarda,

de quien mi vida depende.

Oro, pues te doy provecho,

mira que de mí la trates

115 cuando pruebes los quilates

en la piedra de su pecho;

pues por dueño os he buscado

la que me trae sin sosiego,

eslabones: sacad fuego

120 de aquel pedernal helado.

¿ Qué te parece?

domingo Gallarda.

Bien te pueden graduar

en materia de estafar

las liciones de Lisarda.

125 ¿De qué sirve una cautela

con máscara enamorada,

si tú has de ser en Granada

tan bobo como Isabela?

Si tu necio amor te obliga,

130 como otras veces, a dar,

deja para manducar.

Acuérdate que hay barriga;

no te olvides, señor mío,

del hambriento terremoto

135 cuando, por ser manirroto,

andabas tripivacío.

alejandro

¡A fe que es razón gallarda!

Tú eres bestia, no eres hombre.

domingo

¿No ves que llamo este nombre

140 a la tía de Lisarda..?

Alerta, Isabela sale.

alejandro

Es mujer de gran valor.

domingo

Véndele un quintal de amor,

que mil escudos te vale.

Sale Isabela

145 isabela En esta ausencia precisa

no solo estas joyas de oro:

darte quisiera el tesoro

de la pródiga Artemisa;

mas no es posible, y advierte

150 que te doy toda su fe,

y en tu ausencia la tendré,

que es lo mismo que la muerte;

págame, pues, tanto amor

solo en venir presto a verme.

alejandro

155 Volando pueden traerme

las alas de este favor.

isabela Las del corazón me llevas.

alejandro

Pensamientos y deseos

serán ligeros correos

160 que de mí te darán nuevas,

y el alma dejo en rehenes

de mi vuelta.

isabela Señor, di,

¿ acordaraste de mí?

alejandro

¿Por tan ingrato me tienes?

165 isabela Téngome por desdichada.

alejandro

No lo puedes ser, teniendo

tanto valor.

isabela Ya te ofendo

en estar desconfiada.

Digo que soy muy dichosa.

alejandro

170 Y yo digo que lo soy

cuando mirándote estoy,

que es mi suerte venturosa.

Dame licencia y los brazos.

isabela Luego ¿ya te quieres ir..?

alejandro

175 Si me puedo desasir

de tus regalados lazos.

isabela No lo son, pues los dejaste.

alejandro [Ap.]

(¿ Cuándo me veré, ay de mí,

en otros brazos así? )

180 isabela Parece que suspiraste.

alejandro

¿No tengo de suspirar?

Hombre soy, no bronce duro.

isabela ¿Al fin te vas?

alejandro Sí, y seguro

de tu amor.

isabela Puédeslo estar.

alejandro

A Dios te queda.

185 isabela Me admira

que en llanto no me he deshecho.

alejandro

De tu amor voy satisfecho.

isabela Domingo, Domingo, mira...

domingo [Ap.]

Déjale salir; aguarda,

190 que es malicioso y sutil.

alejandro [Ap.]

Frescos aires de Genil:

llevadme a ver a Lisarda.

[Vase]

domingo

No queráis saber de mi amo

–y esto es de hombres muy comunes–

195 que diré negando lunes,

aunque Domingo me llamo.

Dale una sortija

isabela Toma, por tu vida, y dime

si es muy hermosa la dama,

quién es y cómo se llama

200 porque yo también la estime,

que callarlo te prometo.

domingo

¡Ah, cómo el oro es la llave

que abrir los candados sabe

de la amistad y el secreto..!

205 Yo quiero cumplir tu gusto.

No llores, oye, señora,

ni te arranques el cabello,

ni te desgarres la toca,

está con cuidado, escucha,

210 pagaré tu oferta honrosa.

isabela Siempre agradecen los buenos.

domingo

A esto se obliga el que toma.

isabela Cuenta, cuenta.

domingo Cuento, cuento.

Va de historia prodigiosa.

215 Hay en Granada una vieja

y hay en Granada una moza

que una enamora a los necios

y estafa a los necios, otra.

A la corriente del mundo

220 llegan las dos, socarronas,

y en la red de la hermosura

pescan las almas y bolsas.

La vieja se llama Alcina,

nombre conforme a sus obras,

225 y la sobrina, Lisarda,

que no es una pisca boba...

Temo que, echándome menos,

volverá con furia loca

a medirme las espaldas.

230 Ya me parece que asoma.

isabela Cuenta, cuenta.

domingo Cuento, cuento.

Lleva consigo a Lisarda,

de quien se finge celosa.

Ya de día la pasean

235 y ya de noche la rondan,

porque acuden a su calle

como al trigo las palomas,

como a carne muerta cuervos

y como a la miel las moscas;

240 como lacayos al vino,

como al río las fregonas,

pues todos tras ella van:

que es su estrella tan dichosa

que ningún hombre la mira

245 que mucha afición no cobra.

Y un día, por su desgracia,

en fin, Alejandro viola,

y el alma se derritió

como si fuera melcocha.

250 Quedose en verla pasmado

como un hombre que se asombra:

sin menear las pestañas

y casi abierta la boca.

isabela Di, Domingo...

domingo Escucha, Martes...

isabela Sí, en desgracias.

255 domingo ¿Por qué lloras?

¡Por tu vida que eres necia!

¡No derrames ese aljófar!

En efeto, enamorado...

¡Mil sobresaltos me toman;

260 porque, si vuelve y me escucha,

las dos orejas me corta..!

isabela Acaba, acaba.

domingo Ya acabo.

En fin, le escribió unas coplas

más tiernas que un alajú,

265 aunque no eran tan sabrosas.

Riose de ellas Lisarda

y, en leyéndolas, rompiolas,

diciendo: « Yo las estimo,

pero no viniendo solas» .

270 Nunca la bella taimada

me respondiera tal cosa,

que buenas hambres me cuesta,

y aún no se han pasado todas,

porque mi amo, más necio

275 que ella astuta y melindrosa,

mil regalos la enviaba:

sortijas, telas y joyas.

Tan asno y pródigo anduvo

que en una semana sola