Escritos sobre astrología - Carl Gustav Jung - E-Book

Escritos sobre astrología E-Book

Carl Gustav Jung

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Beschreibung

Un compendio de los pensamientos de C. G. Jung sobre la astrología, donde la simbología astrológica se revela como un espejo del inconsciente colectivo. Se reúnen por primera vez en un único volumen los pensamientos de C. G. Jung sobre astrología dispersos en sus obras, seminarios y cartas. Excelente conocedor de este antiquísimo sistema de adivinación, Jung también recurrió en su práctica analítica a los horóscopos astrológicos como herramienta diagnóstica. La astrología, «suma de todo el conocimiento psicológico de la Antigüedad», supone para Jung una representación simbólica de los arquetipos de lo inconsciente colectivo. El original abordaje junguiano incluye temas como la precesión de los equinoccios y las eras astrológicas, la sincronicidad y la correspondencia acausal, la naturaleza cualitativa del tiempo o la experiencia del destino astrológico. En todos ellos se pone de manifiesto la fecundidad de la astrología como fuente de significado simbólico también para el tiempo presente. «Jung veía la astrología no como una ciencia exacta, sino como un lenguaje simbólico, profundamente enraizado en el inconsciente colectivo. En sus escritos, señaló que los astros, más allá de su influencia física sobre el individuo, actúan como reflejos de los arquetipos del inconsciente, ayudando a los individuos a descubrir su destino y el sentido de su vida a través de una conexión simbólica con los movimientos cósmicos». (Murray Stein)

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Seitenzahl: 571

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Escritos sobre astrología

 

 

COLECCIÓN ESTRUCTURAS Y PROCESOS

Serie Psicología

Título original: On Astrology

© Editorial Trotta, S.A., 2025

Ferraz, 55. 28008 Madrid

Teléfono: 91 543 03 61

E-mail: [email protected]

http://www.trotta.es

© Safron Rossi y Keiron Le Grice, introducción y selección, 2018

© Stiftung der Werke von C. G. Jung, Zürich, 2007

© Los traductores, para las traducciones de la Obra Completa, 2025

© Luciano Elizaincín, para la traducción del resto, 2025

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ISBN (edición digital e-pub): 978-84-1364-329-8

Escritos sobre astrología

C. G. Jung

Edición de Safron Rossi y Keiron Le Grice

EDITORIAL TROTTA

ÍNDICE GENERAL

Cubierta

Créditos

Título

Índice General

Agradecimientos

Abreviaturas

Introducción

¿Qué es la astrología?

La astrología en el mundo occidental

El significado de la psicología de Jung para la astrología

La presente edición

Referencias bibliográficas

.

Primera parte CONTEXTOS Y OPINIONES

Introducción

 1.

El lugar de la astrología en el Occidente moderno

 2.

Las visiones de Jung sobre astrología

 3.

Planetas y dioses. La astrología como arquetipo

Segunda parte EL SIMBOLISMO ASTROLÓGICO EN LOS ESCRITOS DE JUNG

Introducción

 4.

Simbolismo planetario y zodiacal

Los signos del zodiaco

Simbolismo del Sol

Simbolismo del Sol y de la Luna

Simbolismo de Venus y Marte

Mándalas, cartas astrales y el yo

 5.

Destino,

heimarmene

y ascenso a través de las esferas planetarias

 6.

Astrología y medicina

Tercera parte ERAS ASTROLÓGICAS

Introducción

 7.

El significado simbólico de la precesión

Eras astrológicas y transición cultural

De la era de Aries a la era de Acuario

Eras astrológicas y simbolismo cristiano

El advenimiento de la era de Acuario

 8.

El signo de Piscis

 9.

Las profecías de Nostradamus

10.

El significado histórico del pez

Cuarta parte EXPLICACIONES DE LA ASTROLOGÍA

Introducción

11.

Como arriba, así abajo. La correspondencia microcosmos-macrocosmos

12.

La astrología como proyección de lo inconsciente

13.

La astrología como método mántico

14.

La astrología como influjo causal

15.

Sincronicidad y las cualidades del tiempo

16.

Números y arquetipos

17.

Orden no causal y

unus mundus

Apéndice ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL HORÓSCOPO DE C. G. JUNG

Gret Baumann-Jung

Introducción

Algunas reflexiones sobre el horóscopo de C. G. Jung:

Gret Baumann-Jung

Bibliografía complementaria

Índice analítico

Guide

Cover

Índice

Start

AGRADECIMIENTOS

Debemos dar las gracias a la familia Jung, cuyo apoyo y permiso para reunir los escritos de Jung sobre astrología en un único volumen hicieron posible este libro. También deseamos dar las gracias a nuestra colega Susan Rowland por presentarnos a la editorial Routledge, y a Susannah Frearson, nuestra editora en Routledge, que supervisó todo el proyecto con elegancia y calma. Debemos mencionar también a la Graduate Research Library at Pacific Graduate Institute, California, que nos facilitó el acceso a la Obra Completa de Jung en versión electrónica, y a Toni D’Anca por la fotografía de la Piedra Huérfana.

Safron desea agradecer personalmente a Keiron Le Grice, su coeditora en este proyecto, y a su marido, Glen Slater. Keiron da las gracias a Safron Rossi por colaborar en el proyecto y por la idea original del libro, y a su esposa, Kathryn Le Grice, por su continuo apoyo.

ABREVIATURAS

El lector encontrará tres tipos de notas numeradas al final de cada capítulo. Esto obedece a que el material está extraído fundamentalmente de obras ya publicadas de Jung. Todas las notas sin corchetes son las notas originales de Jung de su Obra Completa o notas originales de los editores de C. G. Jung, Letters, de los tres volúmenes de los seminarios de Jung o del Libro Rojo. Las notas seguidas de «[eds.]» o dentro de corchetes son las de los editores originales de la Obra Completa. Finalmente, las notas de los editores de esta antología vienen indicadas por sus iniciales entre corchetes, Keiron Le Grice [KLG] y Safron Rossi [SR]. Las obras de Jung están identificadas con las siguientes abreviaturas:

 

Análisis de sueños: Análisis de sueños. Notas del seminario impartido en 1928-1930, ed. de W. McGuire, trad. de M.ª D. Ábalos, Trotta, Madrid, 2024.

Cartas: Briefe I. 1906-1945; II. 1946-1955; III. 1956-1961, Walter, Olten/Friburgo Br., 1972-1973.

Correspondencia Freud/Jung: Sigmund Freud/Carl Gustav Jung, Correspondencia, ed. de W. McGuire y W. Sauerländer, trad. de A. Guéra Miralles, Trotta, Madrid, 2012.

CW: The Collected Works of C. G. Jung, 19 vols. (Bollingen Series XX), trad. de R. F. C. Hull, Princeton University Press, Princeton, NJ/Routledge & Kegan Paul, Londres, 1953-1979.

El Zaratustra de Nietzsche, ed. de J. L. Jarrett, trad. de A. Fernández Díez, vols. 1 y 2, Trotta, Madrid, 2019 y 2021.

Encuentros con Jung, ed. de W. McGuire y R. F. C. Hull, trad. de R. Escohotado, rev. técnica de E. Galán, Trotta, Madrid, 2000.

Letters: C. G. Jung Letters, sel. y ed. de G. Adler y A. Jaffé, trad. de R. F. Hull, vols. 1 y 2, Bollingen Series, Princeton/Routlege, Londres, 1973 y 1975.

OC: Obra Completa de C. G. Jung, varios traductores, Trotta, Madrid, 18 vols., 1999-2016.

Visions:Visions. Notes of the Seminar Given in 1930-1934, ed. de C. Douglas, vols. 1 y 2, Princeton University Press, Princeton, 1997/Routledge, Londres, 1998.

 

Las obras de otros autores citados en las notas finales vienen identificadas con el título, el autor o ambos. La presente edición española incorpora en su bibliografía complementaria estas referencias abreviadas. Para más información sobre las fuentes de Jung, cf. las bibliografías al final de los volúmenes de la Obra Completa.

INTRODUCCIÓN

En una carta de 1954, Carl Jung observa que el horóscopo astrológico «se corresponde con un momento definido en el coloquio de los dioses, esto es, con los arquetipos psíquicos»1. Esta sentencia, que se encuentra junto a otras muchas similares que hizo a lo largo de su vida, es ilustrativa de la creencia de Jung en que la astrología es capaz de proporcionar penetración simbólica en los trabajos de la psique humana. De hecho, la astrología, comenta Jung en una carta a Sigmund Freud, «aparece como imprescindible para la comprensión de la mitología»2. De todos modos, a pesar del constante interés personal de Jung por la astrología y de su seria exploración de la disciplina, sus visiones sobre el tema han recibido escasa atención por parte de los académicos dedicados a la psicología profunda. Por el contrario, las ideas de Jung han sido rápidamente adoptadas por muchos astrólogos practicantes y por autores de libros astrológicos, quizá con la esperanza de que la asociación con Jung podría concederle a la astrología un grado de credibilidad de la que carece, dada la natural afinidad entre los dos campos. Este libro —una compilación de los escritos de Jung sobre este tema— está destinado a los lectores de ambos campos: psicología profunda y astrología. Aunque las ideas que se exploran aquí también son relevantes para cualquiera de nosotros que busque un significado más profundo a la vida o un mayor sentido de orden en ella, o como una manera de explorar los misterios de la experiencia humana.

Las cuestiones sobre el lugar humano dentro del cosmos, sobre los límites de la racionalidad y del determinismo causal, y sobre el alcance de la libertad de la voluntad humana y la existencia de lo que alguna vez se creyó que era el trabajo del hado o destino, siguen siendo relevantes para nosotros en la actualidad. Ahora, como en otros periodos de nuestro pasado reciente, los desafíos de nuestro momento histórico nos impelen a reconocer y trabajar mejor en armonía con las grandes fuerzas —psicológicas y físicas— que informan nuestras vidas. «No sabemos nada de lo humano», proclamó Jung en una entrevista al final de su vida, y es esta inconsciencia sobre la naturaleza humana, especialmente nuestra capacidad para destruir y hacer el mal, la que —según creía Jung— plantea un gran desafío a nuestra existencia, y actualmente también a la del planeta3. Pero no es menos importante la necesidad de encontrar fuentes de sentido para la vida individual y orientación para nuestra dirección futura, dada la creciente secularización del mundo moderno, con la ya tan discutida ausencia del mito y el declive de la creencia religiosa. Al prestar atención al simbolismo, la práctica y la comprensión teórica de la astrología, Jung bregaba con cada uno de estos asuntos. Lo que se presenta al lector de este volumen son los resultados de sus exploraciones astrológicas, extraídas de pasajes de su Obra Completa y de algunos otros escritos menos formales.

La astrología despertó el interés de Jung durante la mayor parte de su vida. La prueba puede rastrearse tempranamente, ya desde 1911, en su correspondencia con Freud («mis noches están muy ocupadas por la astrología»4), hasta sus muchas cartas sobre el tema a finales de los cincuenta. La escritura de Jung sobre este asunto también tiene importancia histórica, puesto que muestra su implicación con la astrología como elemento notable del floreciente campo de intereses culturales en la exploración irracional y psicológica a finales del siglo XIX y comienzos del XX, movimiento a partir del cual surgió la psicología profunda. A nivel biográfico, la fascinación de Jung por la astrología y otros aspectos ocultistas fue un factor que contribuyó a su ruptura profesional y personal con Freud en un año tan temprano como 1913. El interés de Jung por cuestiones astrológicas continuó en las décadas siguientes, volviéndose especialmente evidente en seminarios dictados a finales de la década de los veinte y en la de los treinta, y luego en cartas y escritos formales de los cincuenta, en conexión con la sincronicidad (el fenómeno de la «coincidencia significativa»), la física moderna y las reflexiones sobre la relación mente-materia. A pesar de que no existe un volumen dedicado exclusivamente al tema en la Obra Completa, la astrología atrajo la atención de Jung durante un periodo de cincuenta años mientras rumiaba sus trabajos, y la aplicaba para iluminar tanto la psicología individual como la evolución del simbolismo mítico en la civilización de Occidente5.

Es tan intensa la interconexión entre astrología e ideas junguianas que la compilación de sus escritos sobre este tema implica también una excursión a muchos (si no a todos) de los aspectos centrales de su psicología, abarcando sus teorías sobre los arquetipos y lo inconsciente colectivo, la individuación, la sincronicidad, el sí-mismo y el simbolismo del mándala, la alquimia, el mito, la evolución de la imagen de Dios y muchas más. Es posible que esta amplitud no sorprenda tanto si tenemos en cuenta la visión de Jung de que la astrología constituye «el compendio de todos los conocimientos psicológicos de la Antigüedad»6. Porque podría argumentarse que, desde determinada perspectiva, la psicología junguiana representa una articulación moderna de los temas de sistemas y prácticas simbólicos que han quedado fuera de la moderna cosmovisión científica del mundo, siendo los principales la astrología y la alquimia. En su raíz, tanto la astrología como la psicología de Jung podrían verse implicadas en la tarea crítica de desarrollar un mayor autoconocimiento, de traer a la consciencia los factores inconscientes que subyacen a nuestra experiencia vital. Para Jung, la astrología —además de ser innumerables cosas— es un lenguaje simbólico de los arquetipos, los principios y moldes formativos en las profundidades de la mente inconsciente.

Mientras que muchos libros astrológicos han recurrido a las perspectivas e ideas de la psicología de Jung, ya señalamos que se conoce más bien poco sobre sus propios pensamientos acerca de la astrología, a menudo sepultados dentro de discusiones sobre otras ideas y dispersos a lo largo de sus muchas publicaciones. Este libro intenta satisfacer la necesidad de que estas ideas queden expuestas en un volumen único, permitiendo que Jung hable, por así decirlo, con su propia voz y haciendo posible, quizá, que nosotros entresaquemos los propios pensamientos de Jung sobre astrología a partir de la manera en que sus ideas han sido utilizadas por los escritores de astrología. La esperanza es que el libro permita que los lectores comprueben por sí mismos la fascinación duradera de Jung por la astrología y que lean de primera mano sus reflexiones, de tal modo que puedan ser capaces de evaluar la importancia de la astrología dentro del corpus mayor de su obra y valorar su potencial relevancia para nuestra época.

¿QUÉ ES LA ASTROLOGÍA?

Dicho llanamente, la astrología es la práctica interpretativa del significado de las correlaciones observadas entre la experiencia humana y las posiciones, interrelaciones y ciclos de los planetas (incluyendo el Sol y la Luna) en el sistema solar. Los movimientos y posiciones de los planetas se trazan sobre el zodiaco, un marco simbólico de referencia basado en la elíptica. Esta es la línea formada por el movimiento aparente del Sol alrededor de la Tierra a lo largo del año. Por supuesto que este movimiento aparente, como bien saben los astrónomos desde la revolución copernicana, es resultado de la órbita que recorre la Tierra alrededor del Sol. En astrología, la elíptica forma la línea central de una banda imaginaria que se extiende de ocho a nueve grados por encima y por debajo de ella. La banda zodiacal —así se la denomina— se divide en doce segmentos de treinta grados que comprenden los muy conocidos signos del zodiaco: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. Cada uno de los signos pertenece a uno de los cuatros elementos —fuego, tierra, agua y aire— y se cree que poseen cualidades relacionadas con la naturaleza de su elemento. Por ejemplo, los signos de fuego (Aries, Leo y Sagitario) se considera que son energéticos, calientes, entusiastas, inspiradores y a menudo extravertidos, mientras que los de agua (Cáncer, Escorpio y Piscis) se asocian a la sensibilidad emocional, la compasión, la espiritualidad y la profundidad de sentimientos. Se cree que las cualidades de los signos influyen sobre los significados y principios astrológicos asociados a cada uno de los planetas en órbita en tanto parecen moverse sucesivamente alrededor del zodiaco a través de cada signo. Los mismos planetas se relacionan simbólicamente con ciertos principios y poderes dinámicos. Jung los asociaba a dioses y arquetipos, mientras que los signos quizá estén construidos como modos de ser o estilos arquetípicos que se manifiestan en los rasgos duraderos de la personalidad. La astrología tradicional solo se ocupaba de los siete «planetas» que se conocían en la Antigüedad clásica —el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno—. La astrología contemporánea, en muchas de sus formas, ha incorporado a su simbolismo y práctica lo que se ha dado en llamar los planetas modernos, descubiertos a finales del siglo XVIII: Urano, Neptuno y Plutón7.

Como se ve desde cualquier punto de la Tierra, cada planeta en su órbita parece pasar sucesivamente por cada signo del zodiaco, de tal manera que en cualquier momento dado habrá un planeta posicionado sobre un signo particular, formando una configuración de relaciones con los otros planetas conocida como aspecto. Por ejemplo, si dos planetas aparecen muy cercanos el uno del otro en el zodiaco, dentro de un radio aproximado de diez a doce grados (una conjunción), esto se interpreta como significativo, pues indica que los principios y cualidades asociados con estos planetas se encuentran dentro de una relación poderosa y dinámica, en estímulo y fusión recíprocos. De manera similar, dos planetas aproximadamente opuestos entre sí en el zodiaco se considera que se encuentran dentro de una relación potente, desafiante y a menudo antagónica (una oposición), como sucede con aquellos planetas separados por noventa grados (un cuadrado). También se tienen en cuenta otras relaciones geométricas, como las basadas en ciento veinte grados (trígono) y sesenta grados (sextil). Todos los planetas y sus interrelaciones se representan en una carta astrológica calculada para cualquier instante del tiempo.

Junto al pasaje anual del Sol a través del zodiaco, la astrología utiliza otro marco de referencia basado en nuestra experiencia del movimiento aparente del Sol a través del cielo durante un día, que es causado por la rotación diaria de la Tierra sobre su eje. La línea que traza el camino del Sol a lo largo de un día forma un círculo que se divide en doce secciones idénticas que se conocen como casas. Cada una de estas designa un campo diferente de experiencias o un área de la vida. Por ejemplo, la segunda casa se ha pensado tradicionalmente como relacionada con las finanzas, la sexta con la salud, la octava con la muerte y la novena con el viaje. Al crear una carta astrológica —u horóscopo, como suele decirse—, el momento de la salida del Sol en el este determina el signo del ascendente (el comienzo de la primera casa); la puesta de Sol, en el oeste, se correlaciona con el descendente o comienzo de la séptima casa, con el medium coeli (el cielo medio), el punto más alto de la carta, y el imum coeli, el punto más bajo, que representan simbólicamente el mediodía y la medianoche, respectivamente8. A pesar de que la astrología incorpora una vasta y compleja colección de variables, los planetas, los signos del zodiaco, las casas y los aspectos se consideran habitualmente los factores más significativos en las interpretaciones astrológicas o en la lectura de cartas, que es como popularmente se las conoce9.

Quizá la forma más popular de astrología practicada actualmente, más allá de las páginas de horóscopos de los periódicos, sea la astrología natal, esto es, horóscopos astrológicos creados para el momento de nacimiento. Basados en las posiciones y ubicaciones relativas de los planetas en el momento del nacimiento, el astrólogo sintetiza en la carta natal el significado de los numerosos factores para ofrecer un retrato del carácter individual y de las experiencias biográficas. La lectura de cartas natales se amplía frecuentemente con el estudio de los continuos movimientos recíprocos de los planetas al atravesar el zodiaco, usando métodos que se conocen como tránsitos y progresiones. Estos métodos pueden emplearse para penetrar en las cualidades de determinados periodos de tiempo —pasado, presente y futuro— y para entender los tipos de experiencias y acontecimientos que uno puede encontrarse en esos periodos. Históricamente, la astrología ha sido muy utilizada para predecir; el caso más célebre, por supuesto, es el de Nostradamus, cuyas profecías son tratadas por Jung en un capítulo de Aion incluido en la Tercera parte de este libro.

LA ASTROLOGÍA EN EL MUNDO OCCIDENTAL

La astrología occidental, a la que Jung dedicó su casi exclusiva atención, se cree que tiene su origen en Mesopotamia, la «cuna de la civilización», en torno al 3400 a.C.10. Desde allí viajó hasta Egipto, Grecia y Roma, asimilando el carácter de las deidades de estas tradiciones con la forma de un sincretismo mítico hasta que, finalmente, los planetas toman el nombre de los conocidos dioses y diosas romanos: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno11. Luego de un periodo de opresión por parte de la Iglesia, cuando el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio romano, la astrología sufrió un resurgimiento durante la Edad Media y floreció nuevamente durante el Renacimiento, con Marsilio Ficino (1433-1499) como figura relevante, antes de su exclusión del pensamiento intelectual serio después de la Ilustración y del surgimiento de la ciencia moderna.

Los comienzos de la astrología occidental moderna han sido rastreados hasta el teósofo británico Alan Leo (1860-1917), que escribió a comienzos del siglo XX (de hecho, Jung percibe la estrecha conexión entre astrología y teosofía en esa época). La influencia teosófica en la orientación de la astrología moderna continuó con el trabajo de Marc Edmund Jones (1888-1980) y luego con el de Dane Rudhyar (1895-1985), cuyos escritos astrológicos datan de la década de los años treinta, siguiendo su emigración desde Francia a Estados Unidos12. Estas tres personalidades fueron influyentes en la formación de un acercamiento psicológico o espiritual a la astrología, a diferencia de aquellas formas de práctica interesadas por la predicción literal de hechos. Actualmente, la astrología psicológica, que es la que muestra las conexiones más explícitas con el pensamiento de Jung, es una de las múltiples formas contemporáneas de práctica astrológica. La astrología es descrita de muchas maneras por una serie de características que designan sus diferentes acercamientos y aplicaciones, incluyendo la mundana (la astrología de acontecimientos mundiales), horaria (respuesta a preguntas específicas), electiva (encontrar el mejor momento para planificar un acontecimiento), tradicional, predictiva, adivinatoria, psicológica, evolutiva, espiritual y, más recientemente, arquetípica. Para algunos practicantes, la astrología debe ser vista como un método adivinatorio similar al I Ching y el tarot. Para otros, es una manera de desarrollar la penetración psicológica y una fuente de significado mítico. Algunos comentadores ven su interés fundamentalmente histórico a fin de comprender las conexiones de nuestro pasado cultural. Otros perciben ciertas formas de astrología como muy pertinentes para la actualidad, tanto en la preservación de la sabiduría de épocas pasadas como en la oferta de una alternativa para la visión desencantada de la modernidad.

Sobre todo, en la academia y en la ciencia la visión preponderante, sin embargo, es que la astrología es una pseudociencia cuyas premisas resultan incompatibles con la comprensión científicamente aceptable de la naturaleza de la realidad. A pesar de que tres de los precursores de la ciencia moderna —Copérnico, Galileo y Kepler— se dedicaban a la astrología (en el periodo del siglo XVI y comienzos del XVII, cuando astronomía y astrología seguían siendo una única disciplina indiferenciada), la dirección del desarrollo científico posterior expulsó a la astrología fuera de los márgenes que trazan los límites del discurso intelectual autorizado. Y esto sigue siendo así13. Un elemento central en el descrédito de la astrología es la ausencia de una explicación causal satisfactoria, en términos de fuerzas conocidas, en cuanto a cómo los planetas pueden influenciar a los seres humanos en la Tierra. Otras críticas apuntan a la aparente falta de evidencia empírica para justificar las afirmaciones verdaderas de la astrología. Esta es una crítica que hizo el mismo Jung y que intentó abordar.

Dicho de manera más general, con su aparente perpetuación de nociones arcaicas sobre el destino y la predestinación, la astrología se encuentra en desacuerdo con cierto número de asunciones fundacionales de la visión moderna del mundo, como son la creencia en la autodeterminación racional y en la causalidad. Si somos agentes autodeterminados, con la capacidad de dar forma al futuro a través de nuestros actos libres, ¿cómo es posible que nuestras vidas estén determinadas y controladas por los movimientos de los planetas en el sistema solar? Si nuestras vidas pueden ser comprendidas mediante el estudio de causas anteriores (tales como la genética, el condicionamiento temprano o el entorno), ¿cómo podría influir la astrología en nuestra experiencia, sobre todo si se tiene en cuenta que no existe una conexión causalmente demostrable entre los planetas y los seres humanos? Es más, ¿cómo podrían los signos del zodiaco, derivados arbitrariamente de un marco no existente de referencia y no alineados con las constelaciones (según las cuales reciben sus nombres), tener alguna relación sobre los sucesos y las experiencias en la Tierra? El aparente supuesto de la astrología de una cosmología geocéntrica antes que heliocéntrica tampoco parece ajustarse demasiado bien a los hallazgos de la ciencia desde el giro copernicano, aunque los astrólogos recalcan que adoptar una perspectiva geocéntrica no contradice la realidad astronómica de un sistema solar heliocéntrico, sino que solo refleja simbólicamente el punto de vista de los individuos en la Tierra.

Consideradas en conjunto, estas objeciones levantan una formidable barrera para juzgar la astrología, no solo en términos de apreciar su argumento intelectual para validarla, sino también por la inversión emocional en asunciones que integran el núcleo mismo de la comprensión de la naturaleza en el Occidente moderno y que la astrología parece contradecir flagrantemente. La astrología, como ha apuntado Richard Tarnas, se concibe actualmente muy a menudo como el «estándar mismo de la superstición»14. Pero, a pesar de toda esta aparente irracionalidad de la astrología, Jung creía que era de gran valor, pues estaba totalmente convencido de que la astrología, sea como fuere que se la conceptualice o explique en último término, funciona de alguna manera en tanto descubre, en un lenguaje simbólico-celestial, información y visiones sobre la psicología y, por eso mismo, sobre los «destinos» de los seres humanos.

EL SIGNIFICADO DE LA PSICOLOGÍA DE JUNG PARA LA ASTROLOGÍA

La influencia del pensamiento de Jung en la astrología psicológica ha resultado esencial. Ha provisto de orientación teórica a sus practicantes. Esta orientación incluye un reconocimiento de la realidad de lo inconsciente y de la importancia de lo simbólico para comprender la psique, ofreciendo acceso a la imaginación arquetípica y a sus datos divinos. La psicología de Jung ha recuperado el valor de las ideas mitológicas y ha hecho revivir una especie de significado cosmológico. Cuando la realidad celeste se alza como un espejo lleno de significados frente al alma, se experimenta un sentido de armonía con los niveles profundos de la vida, al igual que la sensación de ser una partícula dentro de una consciencia mayor.

Entre los importantes astrólogos psicológicos y autores que citan a Jung como autoridad y que han usado sus ideas en su trabajo puede mencionarse a Liz Greene, Stephen Arroyo, Karen Hamaker-Zondag, Alice O. Howell y Richard Tarnas. Mientras que estos astrólogos poseen sus acercamientos individuales a la articulación del pensamiento de Jung con la astrología, si se lo enfoca desde una perspectiva más general, vemos que existen tres maneras principales en que ha sido empleada la psicología junguiana: como guía para la interpretación psicológica de los factores astrológicos; como manera de enfatizar el desarrollo psicológico (en lugar de ofrecer predicciones, como en la astrología tradicional), y para exponer las asunciones teóricas que subyacen a la astrología.

La psicología analítica de Jung se ha transformado en una piedra de toque para la interpretación de los factores astrológicos. Esto queda de manifiesto en la cantidad de libros que intentan sintetizar ambos campos. Un ámbito en el que estos campos se cruzan es la supuesta manera en que los elementos astrológicos y los signos del zodiaco se corresponden con los cuatro tipos psicológicos de Jung. Si bien Jung abrió la puerta entre la tipología y otras teorías antiguas de clasificación de los caracteres, nunca persiguió la correlación tipológica con la astrología, aunque sorprendentemente esta es quizá la manera primaria en que las ideas de Jung han influido en el pensamiento astrológico moderno. Al escribir a mediados de los setenta, Stephen Arroyo fue uno de los primeros astrólogos en vincular la psicología de los arquetipos de Jung con la astrología, al igual que la teoría psicológica de los tipos con los cuatro elementos astrológicos. La teoría junguiana de la tipología también fue relacionada con los elementos astrológicos por la analista junguiana y astróloga Liz Greene en su libro Relating. «Los cuatro tipos de Jung casan muy bien con la antigua división de la astrología en los cuatro elementos. No se trata de que una cosa explique a la otra o se derive de ella. Más bien cada una de ellas es una forma distinta de describir las observaciones empíricas de los mismos fenómenos»15. Al igual que Arroyo, Greene relaciona el elemento aire con el tipo reflexivo, agua con el sentimental, tierra con el sensitivo y fuego con el intuitivo. Estas correlaciones tipos-elementos se han convertido en canónicas en la astrología psicológica. Karen Hamaker-Zondag, también analista junguiana y astróloga, ha escrito igualmente con profundidad sobre la correspondencia entre la tipología de Jung y los elementos.

El concepto junguiano de sombra y su relación con el planeta Saturno es otro ejemplo de síntesis psicoastrológica. Al personificar el lado negativo de la personalidad, la sombra se compone de aquellos aspectos que uno reprime y se esconde a sí mismo y que a menudo se experimentan en la proyección. Jung decía que ser dueño de la propia sombra y estar reconciliado de alguna manera con ella es el primer paso de la tarea psicológica debido a que dentro de los aspectos más oscuros de nuestra naturaleza se encuentra el potencial de integración y de totalidad. Saturno está asociado a los procesos de contracción y limitación, así como a la disciplina, al miedo y a la prima materia del trabajo alquímico. Al mismo tiempo, Saturno es el anciano sabio, el señor, el gran maestro. Estos dos rostros pueden verse en el concepto de sombra. Las correspondencias se exploran con mucha pericia en dos de los libros de Liz Greene: Saturn: A New Look at an Old Devil y Relating: An Astrological Guide to Living with Others on a Small Planet. La autora escribe:

La posición de Saturno en la carta de nacimiento astrológica sugiere una esfera de la vida individual que ha sido de alguna manera atrofiada o impedida en su crecimiento, en la que quizá uno se sienta desajustado, hipersensible o torpe... [mientras que] la parte inconsciente de la personalidad se construye parcialmente a partir de aquellas cualidades que nos pertenecen, pero que no podemos, o no nos atrevemos, a expresar. Por tanto, a partir de la posición de Saturno podemos inferir aquel ámbito en donde la sombra se expresará del modo más legible, donde uno se encuentra a la defensiva y es muy crítico con los demás, y donde uno está sujeto a atraer la hostilidad y oposición del entorno debido a la propia actitud inconsciente de inferioridad16.

Alice O. Howell, analista junguiana y astróloga, también ha escrito sobre la relación entre los aspectos oscuros y reprimidos de la psique y la influencia arquetípica de Saturno:

Cuando Saturno se alinea con cualquier otro proceso planetario y promueve su expresión negativa, usted encontrará uno de los «siete pecados capitales» o, en lenguaje psicológico, uno de los complejos reprimidos o suprimidos [...] Los complejos no son pecados en sí mismos, sino resultados de procesos que han atravesado un gran conflicto interno, por una razón u otra, haciendo que el yo sufra una carencia de armonía y autoaceptación17.

Mientras que estos aspectos oscuros de Saturno muestran su importancia en una carta astral, su papel en la individuación es supremo. Es a través de Saturno como aprendemos lo que es más necesario para el alma y Saturno; como viejo sabio, es también el maestro cuyas lecciones ofrecen oportunidades para un crecimiento y una maduración profundos18. Saturno es ambas cosas: lo que nos trabaja y esa parte de la psique que debemos trabajar. Como señalaba Jung con frecuencia, la sombra es el portal de entrada a lo inconsciente. En términos metafóricos, es plomo (Saturno) que se transforma en oro a través de esos procesos alquímicos arduos y maravillosos que interesaban tanto a Jung.

La astrología como guía al desarrollo psicológico se expresa en una serie de formas, siendo la perspectiva principal el hecho de que la carta astral simboliza la estructura del carácter individual y revela cómo experimentan las personas la vida, la naturaleza de sus complejos y su vocación. Alice Howell escribe que la carta natal «es, en potencia, un mapa del tesoro para el proceso de individuación o para una mayor conciencia del yo, y utilizo yo con la definición junguiana de esta palabra, con el significado de centro y totalidad de la psique. La carta nos impulsará inconscientemente, al igual que lo hacen nuestros complejos, hasta que nos hagamos más conscientes»19.

Por tanto, trabajar con la propia carta como un símbolo se convierte en una herramienta para el crecimiento psicológico puesto que uno puede explorar con cierta objetividad el propio carácter, las heridas, los desafíos y la vocación. Además, los tránsitos (y progresiones) regulares que uno experimenta desde esta perspectiva, especialmente los tránsitos de los planetas exteriores, pueden entenderse actuando como umbrales de transformaciones de la consciencia. Muchas veces, en correlación con los estadios naturales de la edad y del desarrollo, los tránsitos planetarios reflejan estadios psicológicos y oportunidades de crecimiento. Esto está relacionado con el concepto de individuación de Jung, que a menudo se imagina como un viaje espiritual en el cual se integran los elementos inconscientes y conscientes de la psique.

Por último, algunas de las ideas de Jung se han vuelto críticas en contacto con las asunciones teóricas que subyacen a la astrología. La influencia de la comprensión ontológica de Jung de la base arquetípica de la realidad y del papel de la sincronicidad en la visión astrológica emergente queda muy bien articulada en la cosmología y astrología arquetípicas, campo en el que Richard Tarnas ha sido un pionero. En Cosmos and Psyche Tarnas se basa en estos dos conceptos fundantes de Jung y esboza una visión del mundo con formas arquetípicas y su formación sincronística de la vida. Esta visión se fusiona fácilmente con el paradigma astrológico: «Entre lo astronómico y lo humano existe una sincronicidad informada por los arquetipos»20. Este énfasis en la sincronicidad es una de las contribuciones más importantes del pensamiento de Jung al desarrollo contemporáneo y a la investigación en astrología. Esta contribución se trata detalladamente en la Cuarta parte de este volumen.

Los pensamientos de Arroyo sobre lo que ofrece la astrología resumen los lineamientos centrales del acercamiento psicológico de Jung a la astrología. Arroyo señala que los occidentales contemporáneos han «perdido el contacto con la fundación arquetípica de [su] ser y con la fuente de apoyo y de alimento psicológico-espiritual que proveen. La astrología puede usarse como modo de reunificar al hombre con su yo más íntimo, con la naturaleza y con el proceso evolutivo del universo»21. En lo que a esto se refiere, la astrología psicológica es muy consistente con los propósitos de la psicología analítica de Jung.

LA PRESENTE EDICIÓN

Entre las muchas posibles maneras de presentar el material al lector, elegimos organizarlo temáticamente en lugar de hacerlo en orden cronológico o reproduciendo los escritos de Jung sobre astrología tal como aparecen en los diferentes volúmenes de la Obra Completa. En muchas de estas reflexiones, desperdigadas en la Obra Completa y en otros escritos, Jung ofrece un ecléctico surtido de pensamientos sobre el tema, entremezclado con reflexiones sobre otros asuntos. En alguna ocasión llega incluso a aclarar su posición frente a las explicaciones de la astrología dentro del espacio de una sección o capítulo dedicado exclusivamente a ello. Si bien estas fluctuaciones son notables en sí mismas, no conducen a una comprensión clara, y existe poco de una evolución consistente en sus ideas sobre la astrología que lleve a una posición asentada, lo que tal vez habría justificado ordenar las ideas en una secuencia estrictamente cronológica. Por tanto, en lugar de presentar las palabras de Jung en el contexto completo en el que aparecen en sus propios textos, hemos extraído frases o parágrafos de su lugar correspondiente con el fin de presentar el material en partes y capítulos temáticos, aunque el material de una sección se superponga con el de otra. El lector puede recurrir a las fuentes originales si necesita una apreciación más completa del contexto original. Al organizar el material temáticamente, confiamos en haber alcanzado una continuidad lógica de las ideas y la mayor coherencia posible.

Aunque se han omitido ciertos pasajes para que no hubiera demasiadas repeticiones, este volumen incluye la totalidad de los escritos de Jung sobre astrología, procedentes de su Obra Completa, los seminarios transcritos (Visiones, El Zaratustra de Nietzsche y Análisis de los sueños), Encuentros con Jung, los tres volúmenes de la Correspondencia, la correspondencia Jung/Freud, el Libro Rojo, o la autobiografía de Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos. Una omisión son los datos estadísticos y resultados del experimento de astrología mal concebido por Jung, que se presenta íntegro en la monografía «Sincronicidad como principio de conexiones acausales». En lugar de repetir en su totalidad la descripción del experimento, que es bastante notable por sus fallos metodológicos y errores estadísticos, hemos optado por incluir solamente material selecto sobre la racionalidad que subyace al experimento y las conclusiones que Jung sacó de ello.

También se podría haber incluido más material de los volúmenes sobre alquimia, pero según nuestro criterio el simbolismo astrológico en la alquimia puede verse más apropiadamente mediante un estudio de esta última. En la mayoría de los casos, las referencias astrológicas de Jung en sus escritos sobre alquimia pueden apreciarse adecuadamente en el contexto de las exégesis e interpretaciones, más bien complejas, de Psicología y alquimia, Estudios dealquimia y Mysterium Coniunctionis. No obstante, aquí hemos incluido material seleccionado de estos libros, como las reflexiones de Jung sobre la heimarmene como destino astrológico y la compulsión arquetípica.

Las cuatro partes del libro están ordenadas de tal manera que el material fundante y contextual aparezca en primer lugar (Primera parte), seguido de los escritos de Jung sobre simbolismo astrológico (Segunda parte); luego se enfoca el vasto tratamiento de Jung sobre el significado de la precesión de los equinoccios en Aion y algunos otros escritos (Tercera parte), para llegar, finalmente, a una exposición sistemática de las diversas explicaciones de Jung —muchas veces contradictorias— sobre astrología (Cuarta parte). El Apéndice contiene una interpretación astrológica de la carta natal de Jung escrita por su segunda hija, Gret Baumann-Jung. Cada parte se abre con una introducción de los editores, ofreciendo alguna orientación sobre el material que sigue, acompañado, cuando resulta necesario, de comentarios y análisis explicativos.

El resultado que surge al compilar las reflexiones de Jung es una perspectiva más completa del importante papel que ocupa la astrología en su pensamiento. En una carta a Freud de 1911, Jung promete que retornará de sus exploraciones sobre astrología y ocultismo con «un rico botín para el conocimiento del alma humana»22. La compilación de escritos en este libro muestra hasta qué punto fue capaz de cumplir con su propósito.

Diciembre de 2016

KEIRON LE GRICE SAFRON ROSSI

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Whitfield, Peter, Astrology: A History, Harry N. Abrams, Nueva York, 2001.

 1. Jung a André Barbault, 26 de mayo de 1954, Cartas II, pp. 400-402.

 2. Jung a Sigmund Freud, 8 de mayo de 1911 (254J), Correspondencia Freud/Jung, p. 436.

 3. «Entrevista en Cara a cara», con John Freeman, en Encuentros con Jung, p. 403.

 4. Jung a Sigmund Freud, 12 de junio de 1911 (259J), Correspondencia Freud/Jung, p. 442.

 5. Para un estudio detallado de las fuentes a partir de las cuales Jung amplió su comprensión de la astrología y de las figuras que influyeron en sus visiones, cf. la monografía de Liz Greene, Jung’s Studies in Astrology. Como volumen anejo que discute el uso que hace Jung del simbolismo astrológico en tanto método hermenéutico en el Libro Rojo, cf. Greene, The Astrological World of Jung’s Liber Novus.

 6. «En memoria de Richard Wilhelm» (1930), en Sobre el fenómeno del espíritu en el arte y la ciencia (OC 15,5), p. 50.

 7. En astronomía, siguiendo el descubrimiento de Eris y otros cuerpos planetoides en los espacios exteriores del sistema solar, Plutón fue reclasificado como planeta enano en 2006, aunque no se considera que este cambio de estatus afecte su significado astrológico. Cf. Le Grice, Discovering Eris.

 8. Jung emplea varias grafías para los términos ascendente y descendente en sus escritos.

 9. Existen referencias a cada uno de estos factores en los capítulos siguientes, aunque debe hacerse notar que Jung no siempre usa los términos con precisión.

10. Jung admite: «conozco demasiado poco la astrología india y china» (Aion, OC 9/2, p. 97).

11. Para detalles sobre el origen e historia de la astrología occidental, cf. Campion, History of Western Astrology; Whitfield, Astrology; Barton, Ancient Astrology y Bobrick, Fated Sky.

12. The Astrology of Personality, de Rudyhar, que resume ideas junguianas, filosofía del holismo y teosofía, fue publicado en 1936.

13. Para una discusión sobre los intereses astrológicos de Copérnico, Galileo y Kepler, cf. Campion, History of Western Astrology, vol. 2.

14. Tarnas, citado en Le Grice, «Birth of a New Discipline», p. 7.

15. Greene, Relating, p. 53.

16. Ibid., p. 99.

17. Howell, Jungian Symbolism in Astrology, p. 176.

18. Cf. Rossi, «Saturn in C. G. Jung’s Liber Primus».

19. Howell, Jungian Symbolism in Astrology, p. 6.

20. Tarnas, Cosmos and Psyche, p. 69.

21. Arroyo, Astrology, Psychology, and the Four Elements, p. 29.

22. Jung a Sigmund Freud, 8 de mayo de 1911 (254J), Correspondencia Freud/Jung, p. 436.

Primera parte

CONTEXTOS Y OPINIONES

INTRODUCCIÓN

El material de esta Primera parte da cuenta de las visiones de Jung sobre la astrología: su lugar en el Occidente moderno, su significado personal y práctico para él, y la relación con su teoría de los arquetipos y de lo inconsciente colectivo.

El capítulo 1 sitúa la astrología dentro del contexto de la transformación cultural de la civilización occidental desde finales del siglo XVIII. Aquí se incluyen pasajes del estimulante comentario de Jung «El problema espiritual del hombre moderno» (1928-1931), escrito casi en paralelo a Elmalestar en la cultura de Freud (1929-1930). Jung presta atención al ascenso de la razón y de la ciencia en el Occidente moderno, que desplazan a la fe cristiana como modo primario de comprender el mundo, y a los renacimientos compensatorios de la fascinación aparentemente irracional y no científica con los fenómenos psíquicos, evidenciada por el amplio interés en el gnosticismo, la teosofía, la antroposofía, la astrología, etc. Por supuesto que el mismo Jung no jugó un papel menor en este movimiento, en la medida en que su trabajo colaboró a sacar a la luz del día temas arrumbados por la visión científica moderna del mundo, aspectos tan importantes como la alquimia, la mitología y el misticismo.

También podemos leer aquí sobre la insistencia de Jung en las nostalgias individuales modernas por experimentar directamente las profundidades numinosas de la psique en lugar de aceptar verdades de segunda mano heredadas de las doctrinas religiosas y que deben seguirse como cuestión de fe. «La consciencia moderna rechaza la fe y, por tanto, también las religiones basadas en ella», afirma Jung con riesgo de exagerar. «Solo las admite mientras su contenido de conocimiento parezca coincidir con los fenómenos de trasfondo experimentados. Quiere saber, es decir, tener una experiencia primigenia»1. La astrología parece ofrecer un camino para el autoconocimiento de acuerdo con la experiencia propia, explicando en parte la popularidad de la que goza en nuestro tiempo y acaso el permanente interés que Jung sentía por ella.

Por tanto, la recuperación de la antigua sabiduría simbólica y del conocimiento ocultista podía ser visto por Jung como respuesta a la profunda transformación espiritual y psicológica de nuestro tiempo; se trata, tal como la formulaba, de la «metamorfosis de los dioses», que implica una reorientación fundamental de los símbolos primarios con los que cada civilización da expresión a los poderes psicológicos numinosos que denominaba los arquetipos de lo inconsciente colectivo2. Al aprovechar el poder de los instintos, Jung creía que estos principios arquetípicos formativos animaban y dirigían inconscientemente la imaginación humana, dando forma a los mitos, religiones y formas culturales que proveen de una fuente de significado a la vida individual y colectiva.

Para muchas personas en Occidente, la transición de la era cristiana hacia otra diferente ha forjado mucha confusión psicológica y espiritual, y precisamente la psicopatología ha nacido de una inquebrantable sensación de falta de sentido y de desorientación existencial al tiempo que morían las viejas formas simbólicas. De hecho, Jung observaba que el sufrimiento psicológico experimentado por todos sus pacientes mayores de treinta y cinco años se originaba, en última instancia, en la pérdida de una perspectiva religiosa de la vida3. En la era moderna, apuntaba, el espíritu «ha caído» del ardiente empíreo superior y se ha convertido en «agua», evocando la sensación de que la realidad metafísica de los poderes celestiales antiguos e incluso del Reino de Dios debe hallarse ahora sumergida en las profundidades oceánicas de lo inconsciente4. Las «estrellas han caído del cielo», proclama en este mismo sentido. Han caído a lo inconsciente, porque ni los poderes celestiales de la astrología ni tampoco el panteón mítico de los anfitriones olímpicos tienen lugar en la comprensión preponderante de la realidad en el mundo moderno5.

Por toda su aparente irracionalidad, la astrología representa una perspectiva todavía vital y persiste en lo inconsciente colectivo, ese repositorio de formas y de figuras arquetípicas que es la fuente de nuestra historia psicológica e instintiva. Como precursora histórica de la psicología profunda, con raíces en el mundo antiguo, clásico y medieval, la astrología conserva y lleva adelante otros modos de interpretar la realidad, diferentes a los que utiliza la ciencia, ofreciendo un contrapunto al mecanicismo determinista, a la reducción atomística y a un empirismo científico estrecho que excluye la experiencia del significado. Es una perspectiva, cree Jung, que se basa en el reconocimiento de «coincidencias significativas» («sincronicidades» era el término que utilizaba) entre los hechos externos y las experiencias internas, en este caso entre las posiciones de los planetas y una constelación de temas arquetípicos de la experiencia humana. En la visión de Jung, la astrología es un ejemplo de «sincronía en gran escala», proveyendo potencialmente un fundamento ordenado o un significado más abierto y profundo6. Jung vuelve a considerar detalladamente estos asuntos en los textos seleccionados en la Cuarta parte.

El capítulo 2 contiene las visiones personales de Jung sobre astrología, incluyendo observaciones sobre su valor para iluminar el trabajo de la psique, y comentarios críticos sobre sus deficiencias y conceptos erróneos. Aquí vemos explícitamente la voluntad de Jung de lograr que la astrología fuese una ayuda en el trabajo analítico con sus pacientes. Por ejemplo, en una carta de 1947 al astrólogo B. V. Raman, Jung comenta: «En los casos de un diagnóstico psicológico difícil suelo confeccionar un horóscopo para tener otro punto de vista nuevo desde un ángulo completamente diferente. Debo decir que en muchas ocasiones hallé que los datos astrológicos dilucidaban ciertos puntos que de otra manera no hubiese sido capaz de comprender»7. Aunque también vemos a Jung adoptando una posición crítica frente a la astrología, que apunta especialmente a la carencia de estudios estadísticos para aportar pruebas a su favor. Los astrólogos, apunta, «prefieren dejarse llevar por la intuición»8 en lugar de realizar investigaciones empíricas9. Jung también problematiza los acercamientos habituales a las interpretaciones astrológicas de la época al hacer notar que «en ocasiones eran demasiado literales y no lo suficientemente simbólicas, esto es, demasiado personales», y que la astrología debe ocuparse de «hechos impersonales, objetivos» y de múltiples niveles en lugar de dedicarse a significados singulares10.

Jung, como descubrimos en el capítulo 3 titulado «Planetas y dioses. La astrología como arquetipo», entiende la astrología como una representación simbólica de la dinámica arquetípica de la psique inconsciente. En cuanto tal, la astrología pertenece a los motivos universales, y a los temas y rasgos generales, más que a las cuestiones concretas y particulares de la vida. De acuerdo con ello, vemos como Jung introduce aquí el término arquetipo planetario para describir los principios universales que se asocian con cada uno de los planetas en la astrología. Su «planeta símil», extraído de sus escritos sobre alquimia en Mysterium Coniunctionis, retrata sorprendentemente la relación simbólica entre planetas y arquetipos, con el yo consciente en relación con los arquetipos, al igual que lo hace el Sol respecto a los planetas que orbitan. Aquí también se incluye la mención de la visión de Jung de que la psicología de los arquetipos puede ayudar a dar cuenta de la «íntima conexión entre los hechos históricos» y las «leyes generales» que subyacen al desarrollo individual, que son dos de las áreas primarias de aplicación de la astrología11.

Keiron Le Grice

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Tarnas, Richard, Cosmos and Psyche: Intimations of a New World View, Viking, Nueva York, 2006.

 1. «El problema anímico del hombre moderno», en Civilización en transición (OC 10,4), § 171, pp. 80-81.

 2. «Presente y futuro», en Civilización en transición (OC 10,14), § 585, p. 285.

 3. «Sobre la relación de la psicoterapia con la cura de almas», en Acerca de la psicología de la religión occidental y de la religión oriental (OC 11,7), § 509, p. 350.

 4. «Sobre los arquetipos de lo inconsciente colectivo», en Los arquetipos y lo inconsciente colectivo (OC 9/1,1), § 21, p. 12.

 5. Ibid., § 50, p. 23.

 6. «En Memoria de Richard Wilhelm» (1930), en Sobre el fenómeno del espíritu en el arte y en la ciencia (OC 15,5), § 81, p. 50.

 7. Jung a B. V. Raman, 6 de septiembre de 1947, Cartas II, p. 94.

 8. Análisis de sueños, 20 de noviembre de 1929, p. 416.

 9. Los estudios recientes, al igual que la extensa investigación de las correlaciones astrológicas con formas de la historia cultural emprendida por Richard Tarnas, han intentado dotar a la astrología de una base empírica más firme. Cf. Tarnas, Cosmos and Psyche. Véase, asimismo, la investigación en Archai: The Journal of Archetypical Cosmology.

10. Jung a André Barbault, 26 de mayo de 1954, Cartas II, p. 402.

11. Jung a Karl Schmid, 26 de enero de 1957, Cartas III, pp. 72-73.

1

EL LUGAR DE LA ASTROLOGÍA EN EL OCCIDENTE MODERNO

Desde que cayeron del cielo las estrellas y empalidecieron nuestros más altos símbolos, reina misteriosa vida en lo inconsciente. Por eso tenemos hoy una psicología, y por eso hablamos de lo inconsciente. Todo eso sería, y lo es en efecto, totalmente superfluo en una época y una forma de cultura que tienen símbolos. Porque estos son espíritu de arriba, y entonces también está arriba el espíritu. Por eso, para tales personas sería una empresa absurda e insensata querer vivir o investigar un inconsciente que no contiene sino el callado y tranquilo obrar de la naturaleza. Pero nuestro inconsciente esconde agua viva, es decir, espíritu convertido en naturaleza, ese espíritu por cuya causa está agitado lo inconsciente. El cielo se nos ha convertido en espacio cósmico, físico, y el empíreo divino, en un bello recuerdo de otros tiempos. Pero nuestro «corazón arde» y una secreta desazón corroe las raíces de nuestro ser.

[«Sobre los arquetipos de lo inconsciente colectivo» (1934/1954), OC 9/1,1, § 50, p. 23]

El enorme aumento, a escala mundial, del interés por lo psicológico durante los últimos dos decenios muestra irrefutablemente que la consciencia moderna se ha retirado un tanto de lo exterior material volviéndose hacia la interioridad subjetiva. El arte expresionista ha anticipado proféticamente este cambio, pues el arte siempre concibe por anticipado, de manera intuitiva, los cambios que se producirán en la consciencia general.

El interés por lo psicológico, propio de nuestro tiempo, espera algo del alma, algo que el mundo exterior no ha ofrecido, algo que sin duda deberían tener nuestras religiones, pero que no tienen, no tienen ya o han dejado de tener para el hombre moderno. Para el hombre moderno, las religiones ya no son un fenómeno procedente del interior, del alma, sino que se han convertido en piezas de inventario del mundo exterior. Ningún espíritu ultramundano se apodera de su interior con fuerza reveladora, más bien se intenta elegir entre religiones y convicciones, vestirse con ellas como se hace con el traje del domingo antes de desecharlo como ropa usada.

Los fenómenos profundos del alma, oscuros, casi patológicos, ejercen sin embargo de algún modo una fascinación que despierta su interés, aunque resulte difícil explicarse por qué de repente resulta interesante algo que rechazaron todas las épocas. Es no obstante un hecho innegable que tienen un interés general, aunque aparentemente sean tan poco compatibles con el buen gusto. No me refiero meramente al interés por la psicología como ciencia, ni mucho menos al interés todavía más limitado por el psicoanálisis de Freud, sino a ese gran aumento, francamente general, del interés por todo tipo de fenómenos anímicos, incluyendo espiritismo, astrología, teosofía, parapsicología, etc. Desde finales del siglo XVI y durante el siglo XVII no ha visto el mundo nada semejante. Tan solo el florecimiento del gnosticismo de los siglos I y II de nuestra era representó un fenómeno comparable, y es precisamente este último al que más íntimamente se asemejan las corrientes espirituales actuales. Existe incluso, en efecto, una Église gnostique de la France, y conozco la existencia de dos escuelas gnósticas en Alemania que expresamente adoptan esta denominación. El más importante de estos movimientos, medido en cifras, es sin duda la teosofía, con su hermana continental, la antroposofía: gnosticismo de lo más puro con aderezos indios. El interés por una psicología científica resulta insignificante al lado de todo esto. La gnosis se construye exclusivamente sobre fenómenos de trasfondo, calando moralmente hasta oscuras profundidades, tal como prueba, por ejemplo, el yoga Kundalini indio, incluso en su versión europea. Otro tanto ocurre con el fenómeno de la parapsicología, como pueden atestiguar todos sus conocedores.

La pasión con la que se siguen este tipo de intereses es, sin lugar a dudas, energía psíquica que revierte de las formas de religión obsoletas. Por ello tienen, interiormente, un carácter genuinamente religioso, aunque, por así decir, se les dé por fuera una mano de pintura científica, como cuando Rudolf Steiner declara que su antroposofía es la «ciencia del espíritu». Estos intentos de enmascaramiento no hacen sino mostrar hasta qué punto se han desacreditado la religión, la política y la reforma del mundo.

No es ir demasiado lejos afirmar que la consciencia moderna, a diferencia de lo que ocurría en el siglo XIX, se ha vuelto hacia el alma con las más íntimas y fuertes expectativas, y no en el sentido de ninguna confesión tradicional conocida, sino en sentido gnóstico. El hecho de que todos estos movimientos adopten un tinte científico no es algo puramente grotesco, ni un enmascaramiento, como acabo de dar a entender, sino un signo positivo, pues se refieren a la ciencia, es decir, al conocimiento, en contraposición a la esencia de las formas religiosas occidentales, es decir, la fe. La consciencia moderna rechaza la fe, y por lo tanto también las religiones basadas en ella. Solo las admite mientras su contenido de conocimiento parezca coincidir con los fenómenos de trasfondo experimentados. Quiere saber, es decir, tener una experiencia primigenia.

En la era de los descubrimientos, cuya culminación hemos alcanzado quizá con la total exploración de la Tierra, ya no queremos creer que los hiperbóreos tienen un solo pie, o cosas por el estilo, sino saber y ver por nosotros mismos más allá de los límites del mundo conocido. Nuestra época se dispone a investigar lo psíquico que está más allá de la consciencia. La pregunta que se hace cada círculo espiritista es: ¿qué sucede cuando el médium pierde la consciencia? La pregunta de todo teósofo es: ¿qué llegaré a experimentar en niveles superiores de consciencia, es decir, más allá de mi consciencia actual? La pregunta de todos los astrólogos es: ¿cuáles son las fuerzas activas y las determinaciones de mi destino más allá de mi intención consciente? La pregunta de todo psicoanalista es: ¿cuáles son los móviles inconscientes de la neurosis?